• Oriunda de Maracaibo, estado Zulia, la locutora, animadora y comediante de 36 años se crió desde muy pequeña en Caracas, ciudad donde aún desarrolla su carrera profesional. Empezó como asistente de producción en La Mega y más tarde pasó a ser la voz oficial de ese circuito radial

A pocos segundos de que el reloj registre la 1:00 pm aparece una notificación de Whatsapp con la expresión “¡Voy!”. Cinco minutos después llega, a la recepción del Circuito Unión Radio ubicado en lo alto de La Castellana (Caracas), la autora del mensaje: una mujer blanca que, esbozando una gran sonrisa y observando a ratos su teléfono inteligente, saluda a los presentes con cariño como si los conociera de toda la vida.

Una vez finalizado el protocolo, sale a buscar un espacio más tranquilo para conversar. Camina con prisa debido a múltiples compromisos pendientes, aunque eso no evita que se distraiga momentáneamente con una ardilla que merodea cerca de un árbol de mango. El roedor desaparece y la joven continúa su sendero hasta encontrar unos banquitos hechos de cemento desde donde, como si tratase de un flashback, describe buena parte de su vida. 

Esa persona es Verónica Gómez Pino, conocida como “La Vero Gómez”, quien tiene 20 años de trayectoria profesional. Durante todo ese tiempo ha formado parte de proyectos como Zona Escolar, Rock en Ñ, El Ferrari de La Mega, Calma Pueblo, Fuera de Forma, De a toque, Increíble; ha sido animadora de los Premios Pepsi Music y el Venezuela Aid Live. Además, ha participado en obras de teatro como Bajo Terapia y El Tratamiento. Aunque no presume de ello, realiza labor social trabajando en Doctor Yaso y colabora con causas humanitarias. Cuenta, además, con 248.000 seguidores en Instagram y 131.600 en Twitter.

Al googlear su nombre pueden aparecer varias cosas: desde la polémica en las que ha estado envuelta, hasta una actriz porno que se llama igual que ella. Sin embargo, aclara,  por si a las dudas, que no se trata de las misma persona. 

Sin ánimos de ocultar su edad, expresa orgullosamente que nació el 22 de enero de 1983 en Maracaibo, estado Zulia, pero que sus padres se trasladaron a Caracas por trabajo cuando ella apenas tenía seis meses de nacida. Ese cambio repentino de ciudad se puede notar en su marcado acento capitalino al hablar. Pese a eso, nunca se desvinculó totalmente de su terruño, pues es allí donde se encuentra la mayor parte de su familia (tíos y primos) que aún queda en Venezuela y el sitio al cual acudía para celebrar fechas importantes.

“Maracaibo para mí es la felicidad, porque es el lugar donde estaban mis primos, mis amiguitos, donde se realizaron mis piñatas, navidades, 24 y 31 (de diciembre), así como todos los momentos especiales de mi infancia”, rememora con nostalgia, mientras remueve una hoja de mango que intentó posarse en su cabello castaño claro. 

De su niñez en la entidad occidental recuerda la enorme casa de su abuela materna ubicada en Indio Mara, sitio donde solía jugar con sus primitos y el cual describe perfectamente. “Una estructura con un pasillo central muy largo y con balcones laterales que eran como terrazas. También poseía un porche. En la parte trasera había un jardín donde incluso se hacían bodas y en esa misma zona había un parque con columpios”.

Desentrañando su personalidad

En ese mismo lugar La Vero, aún siendo una niña, descubrió el fuerte carácter femenino de su familia, algo que también —según cuenta— corre por sus venas. “Estando yo un día en casa escuché un sonido en uno de los balcones y se lo dije a mi abuela. Recuerdo que ella, en vez de ponerse nerviosa, agarró, sacó un machete y salió al jardín gritando ‘¿quién anda ahí?’. En ese momento pensé: ¡guao, el miedo no es para las mujeres. En mi casa las mujeres defienden a sus crías!”. El misterioso ruido, según comenta, pudo haber sido un simple animalito que merodeaba por la zona.

Tanto valor simbólico poseía aquel objeto metálico y filoso usado para cortar la maleza que, tras la muerte de su abuela (una mujer oriunda de Táchira a la que jamás vio llorar), le fue heredado a su madre, la señora Ninoska Pino. “Es un machete que todavía está en casa de mi mamá así que ¡no se metan con ella!”, dice la locutora con voz altiva, aunque en broma.

Ya de aquella gran casa ubicada en Indio Mara —donde transcurrió la infancia de sus seis tíos maternos, incluida su propia madre— solo sabe que funciona en la actualidad como un colegio. 

Foto: José Daniel Ramos

Aunque no lo conoció en vida, La Vero dice que su abuelo fue poeta, banquero de renombre en Maracaibo y en algún momento, si mal no recuerda, fungió como gobernador del estado Táchira durante “un gobierno transitorio”. Cree que de él adquirió su afición por las letras y el mundo de la comunicación. 

“Yo tengo una mezcla de carácter porque en mi casa solo mi hermana Carolina y yo somos cariñosas. Mi mamá (Ninoska) y mi papá (Ángel Gómez) no son personas de abrazar. Son cariñosos a su manera. Sabes que te aman, pero no son de decírtelo. Yo siempre digo ‘te amo’, siempre abrazo, siempre soy de contacto con la gente que quiero”, acota.

Sin embargo, la locutora advierte que su personalidad no es solo paz y amor. “Yo puedo ser la tipa más noble del mundo, pero cuando se me atraviesa el Pino (su apellido materno) salgan corriendo, porque soy candela. Tengo una mezcla linda porque tengo un carácter super fuerte que trato de controlar lo más que puedo y al mismo tiempo soy cariñosa y siempre estoy pendiente de la gente que quiero”. 

En lo personal asegura ser de las que trabaja en equipo para hacer que todos sobresalgan. “Yo nunca voy a ser como que: ‘¡ay, yo quiero brillar y no me importan los demás!’ Siempre quiero que todo el mundo brille, siempre quiero que en un programa de radio o un programa de tele o el proyecto en el que yo esté todo el mundo tenga su momento de gloria, porque me parece que eso es lo que hace que los programas sean exitosos”, dice. 

Una característica intrínseca en ella es su necesidad de romper con el estereotipo de la tradicional mujer que, por ejemplo, debe vestir de color rosado y no entiende por qué algunas se reprimen de decir lo que sienten.

Aunque se considera extrovertida, confiesa que para algunas cosas es más tímida de lo que muchos la conocen. “Por ejemplo, cuando era chama recuerdo que me daba temor exponer; ahora de adulta si estoy en un curso, en un diplomado, me da pena levantar la mano para hacer una pregunta”. Sus nervios, según dice, cuando le toca hablar frente al público hacen que termine con gastritis. “Es un proceso que de verdad me angustia, pero al final me encanta y no puedo dejar de hacerlo”, menciona en referencia a sus shows. 

Verónica está tan habituada a que la llamen “La Vero” que cuando alguien se refiere a ella por su nombre original lo siente como un regaño. Comenta, además, que nunca ha tenido un apodo. “Cuando era chama me decían ‘La Bebucha’, pero eran algunos familiares”. Otra de las facetas poco conocidas de su vida es su temor a la oscuridad. “Me da miedo estar en mi casa sola con todas las luces apagadas. Soy una tipa nerviosa y miedosa”. 

En el ámbito religioso confiesa ser muy devota de la virgen de Chiquinquirá (La Chinita) y también a la virgen del Valle. Pero su principal santo es San Benito. “Es a quien le rezo y es el único que siempre tengo encima, ya sea en una pulsera, en una cartera, en todos lados”. 

La radio y su predilección por la comedia

Desde su infancia y adolescencia La Vero estuvo vinculada con el humor. “En el colegio era la payasa del salón y en la casa era la payasa del hogar. Me encantaba bailar y cantar. Siempre me gustó ser el centro de atención de la gente con la que estuviera”, dice.

Foto: José Daniel Ramos

A sus 19 años, cuando ni había culminado su primer semestre de Comunicación Social en la Universidad Santa María, entró como asistente de producción del programa A Salvo, de Luis Chataing, que se trasmistía por La Mega 107.3. Para ella fue una experiencia que siempre agradeció al sentir que se encontraba entre los mejores locutores del país y en el circuito juvenil más importante de Venezuela.

“Luis fue mi maestro en la radio. Él es súper buena escuela porque es muy estricto a la hora de trabajar, pero te da oportunidades maravillosas para crecer”, sostiene.

En sus inicios por la radio —detalla— no tuvo la intención de ser locutora, sino solamente trabajar en el área de producción. Sin embargo, explica que Chataing siempre la incentivó a participar al aire y hasta creó secciones del programa para ella. Luego de eso, uno de sus compañeros la inscribió, sin decírselo, en el concurso “La Voz Mega”. 

Su carisma y espontaneidad en vivo gustó tanto que se convirtió en la locutora del Ferrari de La Mega, programa que condujo junto a Iván Matta. También formó parte de proyectos radiales como Zona Escolar y Rock en Ñ. 

Verónica recuerda que no pensaba en dedicarse al humor hasta que un día recibió un correo de su amigo Roberto Cardoso —conocido como “Bobby Comedia”— y de su esposa Mariana (su actual mánager), donde le ofrecían un curso personalizado de comedia porque veían en ella “a una tipa graciosa con mucho potencial para la comedia”. 

De esa experiencia surgió un stand up comedy llamado El Banquito, muy popular entre 2012 y 2013, donde además de La Vero participaron Víctor Medina (Nanutria), Andreína Borges, Elías Muños, Ale Otero, Julio Ramón, Bobby Comedia, entre otros.

El después de “Calma Pueblo”

El 18 de septiembre de 2017 La Vero fue objeto de duras críticas por llamar “gay” a un niño de 7 años luego de que este —durante una entrevista en vivo en el programa Calma Pueblo de La Mega— expresara que quería ser como Cristiano Ronaldo. El hecho no quedó allí y siete días después Conatel abrió un procedimiento administrativo sancionatorio contra la emisora por presuntamente haber violado la Ley de Responsabilidad Social en Radio, Televisión y Medios Electrónicos (Resorteme). El espacio no salió más al aire.

“Lamento profundamente lo que dije. No lo pensé, no fue mal intencionado pero lo dije”, escribió en ese entonces Verónica Gómez, quien hasta la fecha ha asumido el error de su parte. Comenta, no obstante, que la madre del infante se comunicó con ella y le dijo que no había problema. 

El referido programa de humor —que antes se llamaba Apaga la tele— era transmitido de lunes a viernes de 6:00 am a 9:00 am conducido por Verónica Gómez, Manuel Silva y José Rafael Guzmán. Allí los locutores hacían comentarios sobre diversos temas que aquejaban a los venezolanos e indirectamente se realizaban críticas sobre la gestión de Nicolás Maduro. También mencionaban las noticias del día. 

Foto: José Daniel Ramos

“Lo que pasó con Calma Pueblo fue una tragedia en mi vida personal y laboral. Me quedé sin trabajo, gente de mi equipo se quedó sin trabajo, además fue un error de mi parte. Después de ese programa hubo un cambio en la manera en la que yo entendí los medios de comunicación. Entendí que hay espacios para todo. Bueno, le doy gracias a Dios que en Venezuela políticamente no pasa mucho últimamente”, comenta.

A más de un año de aquel incidente, La Vero regresó a La Mega el 8 de octubre de 2018 con el programa Fuera de Forma que actualmente conduce junto a Humberto Turinese de lunes a viernes de 11:00 am a 1:00 pm (y de 12:000 pm a 1:00 pm en todo el territorio nacional). Desde allí ambos le dan un repaso a los deporte con un toque de humor. 

“Él (Humberto) se ha ido adaptando a mí y yo a él y hemos ido encontrando un lugar de felicidad. Nos la llevamos súper bien, somos amigos, pero bueno yo soñaría con poder hacer una radio con humor político sin tanto problema. Ojalá podamos hacerlo desde el otro lado, donde seamos gobierno y nos burlemos del gobierno”, argumenta.

También realiza el web show De a toque con Gabriel (Gabo Ruiz) donde se expresa sin tapujos y emplea constantemente palabras alusivas a los órganos sexuales. “En algún momento pensé en llevar De a toque a la radio, pero creo que no duraríamos ni tres días”, bromea.

“Yo entré a la radio el año pasado y desde ese momento, la verdad, a mí no me nace hablar de política, porque también uno entiende cuál es su puesto. Es decir, yo no voy a dejar de hablar de la cotidianidad y de las cosas que a mí me afectan como ciudadano. A nosotros nos tocó vivir al aire los apagones y nunca dejamos de hablarlos”, menciona la locutora. 

A más de dos años del cierre de Calma Pueblo, la comediante marabina no puede evitar suspirar y expresar su anhelo por volver a realizarlo y compartir micrófonos nuevamente con sus compañeros Manuel Silva y José Rafael Guzmán (JRG). Dice que los tres poseían una química que ella no ha logrado con más nadie. 

“Hoy en día yo amo a JRG con locura y odio que estemos separados porque él vive en Estados Unidos y,  bueno, estoy esperando para verlo pronto”, dice.

El 23 de agosto de este año la locutora estuvo involucrada en otra polémica que causó todo tipo de comentarios por redes sociales. Ese día, junto a su compañero Gabo Ruiz y la influencer Daniela Barranco en el programa De a toque, La Vero usó el nombre (Ian Gael) del hijo de los actores Aran de las Casas y Rosmeri Marval para sustituir la letra del cántico “Y va a caer…”. El padre del niño aseguró que ejercería acciones en contra de los comediantes. 

Sin embargo, esta vez, Verónica no consideró sus comentarios como un error ni un ataque contra un infante. “La verdad yo a ese caso no le di mayor importancia, porque no me metí con nadie, no insulté a nadie y no usé calificativo con nadie”, expone, al tiempo que agrega que “hay gente que se queda con lo malo y hay gente que entiende que el ser humano es un compendio de cosas buenas, malas, regulares”.

“Entender quién soy yo ni siquiera significa entender estos escándalos, significa entender que yo de verdad puedo ser jodedora, puedo ser seria, puedo ser una tipa comprometida con el país, puedo ser una tipa grosera, una tipa que se atreve a decir cualquier cosa y la gente entiende que yo soy eso, que soy muchas cosas”, añade.

Prueba de ello es que La Vero puede considerarse como una mujer polifacética que no solo se ha quedado en el mundo de la radio o los stand up, la descubierto recientemente su vocación actoral —que ella misma creía que no poseía— en obras teatrales como El Tratamiento, estrenada el pasado mes de mayo en el Trasnocho Cultural (Chacao) y escrita por el autor español Pablo Ramón.

También formó parte del elenco de la obra teatral Bajo terapia que se realizó en el Centro Cultural BOD de La Castellana del 15 de noviembre al 15 de diciembre y que representa a seis personas que son citados por una psicólogo para exponer sus pensamientos y maneras de actuar. 

El humor como una labor social

Con la gira en solitario que emprendió el último semestre de este año por Miami y Orlando (EE UU), Santiago de Chile (Chile), Bogotá (Colombia) y Buenos Aires (Argentina) para presentar su stand up llamado Increíble. Verónica Gómez entendió, en sus propias palabras, “que tengo una responsabilidad mucho más grande con los venezolanos” que se encuentran fuera del país producto de la crisis económica, política y social.

Indica que su primer show sola representó una transición importante en su vida, porque significó dejar muchas inseguridades atrás y estar segura de que podía llenar un escenario, pero hacerlo le costó años de trabajo, de dedicación y de que su mánager le insistiera, una y otra vez, que lo hiciera.

“Es impresionante cómo muchos venezolanos nos abrazaron y se ponían a llorar. Muchos me decían: ‘gracias por acompañarme en los momentos más duros, en los momentos donde pensé que no podía más’”, refiere con nostalgia.

Afirma, con algo de molestia, que para presentar su show en Santiago le costó muchas horas tramitar la visa chilena. “Fue ahí cuando pensé: ‘qué duro debe ser para las mamás que tienen cuatro años sin ver a sus chamos tener que pasar por esto cada vez que quieran ir a visitarlos. Qué triste es que cada vez nos cueste más a los venezolanos tener que tramitar tantos permisos para ir a otros países”.

Sin embargo, ese papeleo no la amilana al momento de seguir llevando a cabo sus presentaciones. Añade que “las veces que sea necesario lo voy a hacer porque vale la pena. Vale la pena cada abrazo, cada gesto de cariño. Es muy lindo”.

En ese momento, La Vero comprendió en toda su dimensión que emigrar para muchos “es dificilísimo”, que su público local en el exterior se refugiaba en sus podcasts y web shows como De a toque — publicado por YouTube e Instagram— para sentirse parte del país. “Yo tengo una responsabilidad con esa gente y debo acompañarlos. Ahora de verdad digo: no los voy a abandonar. Yo quiero girar por el mundo entero solo para abrazar a esos venezolanos”, reafirma en repetidas veces, como para dejar claro su mensaje.

La comedia que realiza La Vero, según dice, se enfoca en un humor universal basado en los problemas que le pasan a todos, razón por la cual su público estadounidense, cubano, argentino, colombiano y chileno también ha soltado varias carcajadas. “Me gusta hacer un show con el que me sienta identificada y que me nazca escribirlo”, asevera.

Más allá de la radio, la animación, el teatro, los stand up y los web shows, asegura que le encanta realizar labor social en comedores y hospitales —de hecho es payasita de la asociación civil Doctor Yaso—. Sin embargo, no es algo que vocifera a los cuatro vientos, sino solamente cuando su figura de influencer puede servir para que otros ayuden a esos lugares con donaciones.

“Creo que esas son las veces que lo he hecho público, pero de resto no voy a poner algo como: aquí, dando un plato de comida. No me gusta, no lo siento verdadero, no es mi estilo”, dice, para luego agregar que “siempre voy a seguir haciendo esas cosas porque yo creo en ayudar, creo que hay un montón de gente que está trabajando por Venezuela y por eso no me rindo”.

Sus referentes en el mundo del humor son la comediante, actriz y escritora Sarah Silverman; y de Venezuela “Bobby” Comedia, José Rafael Guzmán, Manuel Silva, Víctor Medina (Nanutria) y Daniel González (Daniel Pistola), a quienes considera amigos y su escuela de aprendizaje.

Otra persona que admira mucho, pero que no pertenece al mundo humorístico, es la locutora venezolana Shirley Varnagy, a quien suele escuchar por Onda 107.9 FM, también del circuito Unión Radio. 

Vida personal

Pese a su personalidad extrovertida y su espontaneidad para tratar casi cualquier tema, La Vero confiesa que es “súper reservada” con su vida privada. Sin embargo, comenta que lo que más desea y quiere profundamente en la vida es ser madre. “Probablemente no sea la mamá más convencional del mundo, pero yo tengo 36 años y ya yo quiero tener un bebé para malcriarlo, consentirlo y amarlo”.

Lo irónico del caso es que durante sus shows ella suele hacer el personaje de la mujer de más de 30 años que no se ha casado, está sin novio y desesperada. Manifiesta que es algo que se le da con naturalidad aunque se trate de pura ficción.

En cuanto a su vida sentimental, señala que a principios de año terminó su relación con el comentarista deportivo Efraín Zavarce, quien fue su pareja durante muchos años. “Fue un momento súper duro cuando rompí mi compromiso, pero ahora estoy bien. Es una página que logré pasar con tranquilidad y con los meses que necesité para superarlo”. 

Revela que en la actualidad se encuentra feliz y contenta porque existe alguien nuevo en su vida sentimental, aunque prefiere reservárselo. 

Por otra parte, recuerda que en diciembre de  2017 su hermana Carolina Gómez finalizó con éxito su tratamiento contra el cáncer. De ese duro episodio comenta que su trabajo fue hacerla reír a ella y a toda su familia para poder sobrellevar la enfermedad. “Carolina no solo es mi hermana, es mi amiga, mi confidente, mi refugio, es todo, es como una mamá para mí y siempre la acompañé durante todo el proceso”. 

“Creo que además fue bonito que me dejara contar su historia. Ser vocera de muchas mujeres con esa condición y bueno fue una etapa que gracias a Dios lo superamos, pero fue lindo saber que estábamos todos juntos”, agrega. 

La Vero asegura que su familia se ríe con sus programas. De hecho, menciona que su hermana Carolina es súper “deatoquera” y a veces pone el programa en la cocina y ella misma sube y dice “quita eso”. Lo que espera es que su papá no la escuche en ese web show porque allí emplea un lenguaje “bastante subido de tono”. 

“Mi mamá se muere de risa y a veces me dice: ‘ah, lo mismo siempre. El güevo y la cuca’. Pero al final se ríe. Nunca me van a decir ‘¡qué feo que hagas eso!’. Tampoco me van a decir que no les gusta tanto como otros proyectos que haga. Siempre son mis principales apoyos en todo”, comenta, en alusión a toda su familia.

La comedia y su amor por Venezuela 

A pesar de la crisis económica, política y social que atraviesa el país, La Vero no tiene pensado —al menos de momento— emigrar. Solo señala que saldría de gira por unos meses gracias a sus proyectos profesionales, pero no abandonaría las ventajas de estar en su hogar, ir al archipiélago de Los Roques o a Playa Pantaleta (en el estado Vargas), que queda a media hora de la ciudad capital. 

“A mí me gusta viajar por el país y me gusta conocer Caracas. Creo que la conozco menos de lo que quisiera, pero me gusta. Me gusta salir. Me gusta ir a El Calvario, ir al centro, me gusta ir al otro lado de la ciudad porque toda mi vida ha sido en La Castellana (en Chacao), porque es donde trabajo. Me encanta nuestra gente, a mí me gusta mi ciudad y la verdad es que no tengo ni por un minuto pensado en irme a vivir afuera”, dice.

Afirma, asimismo, que no todos deben pensar en irse. “Entiendo a Venezuela como no la entienden las personas que hoy en día no viven aquí porque pasan 11 años sin venir y no entienden que esto no es Irak, que uno sale y no hay gente cayéndose a tiros en todos lados”. 

Estima que la percepción de los venezolanos que se encuentran fuera del país es “horrorosa” en la actualidad y dice que eso se debe a que solo reciben información a través de la red social Twitter y a las noticias.

“Si alguien afuera me pregunta: ¿Venezuela es bonita? Le digo sí, es hermosa, pero quizás este no es su momento, quizás ahorita es peligroso ir como turista. Pero jamás voy a decir que Venezuela es una mierda, que es horrible. Odio escuchar a venezolanos hablar mal del país sin ningún tipo de objetividad”, exclama.

La Vero exhorta igualmente que a quienes emigraron a no dejen de regresar al país y, si no pueden o no quieren, que se conviertan en los embajadores de la Venezuela posible. “No hay nada que odie más que a los venezolanos que están afuera y hablan mal de nuestro país”. 

A quienes aún habitan acá les dice que dejen de quejarse y construyan la sociedad que quieren. “Eso significa: deja de colearte, deja la viveza criolla, deja de meterte por el hombrillo, deja de pasarte el semáforo, deja de ser irrespetuoso. Saluda a la gente y sé amable”. 

Para Verónica existe un antes y un después en el país luego del pasado 30 de abril, fecha en la que el presidente encargado Juan Guaidó y el líder de Voluntad Popular, Leopoldo López, dirigieron sin éxito la “Operación Libertad”. 

Después de eso volteamos y dijimos, ¿sabes qué? No, no quiero depender de políticos, yo quiero trabajar desde mi rincón. Es decir, yo quiero, desde mi podcast (Increíble) hacer reír a la gente, que es la mejor labor social que existe en este país. O yo quiero, desde mi rincón, ayudar, trabajar, ser un ciudadano ejemplar honesto. Creo que todos pasamos un poco la página ese día”, refiere.

La locutora dice que desde ese entonces entendió que no quiere meterse con personas específicas de la política porque no es su nicho. “Yo no soy una periodista especializada en política. Mi deber es como ciudadana, hablar de los problemas desde esa perspectiva”, comenta, sin embargo, no descarta ni un segundo en seguir participando como animadora en programas como el Plan País o el Venezuela Aid Live. 

“Yo creo que todos podemos construir país desde nuestras oficinas, en nuestra casa y comunidad. Creo que desde ahí podemos ir consolidando una sociedad un poco más bonita porque probablemente eso sea lo más difícil de recuperar y hacer eso depende de todos nosotros”, puntualiza. 

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