• Las víctimas son captadas por “amigas” que les ofrecen trabajos en la isla del Caribe como recepcionistas o niñeras para ayudar a sus familias ante la crisis del país

La odisea de migrar hacia Trinidad y Tobago implica abordar un cascarón de madera, devorado por el salitre de los años. Los botes suelen estar desprovistos de salvavidas y la travesía se debe realizar de noche, bajo un silencio que ciega los sentidos, donde las estrellas sirven como lámparas y techo. Las tripulantes dirigen la última mirada a los muelles de la costa en Güiria, estado Sucre. Fue el último vistazo a la libertad, fue el último recuerdo de los venezolanos que emprenden el viaje, y que no dejaron rastro en la inmensidad del manto azul.

Los viajes clandestinos hacia esa isla son cuidadosamente organizados por terceros, discretos, en voz baja. Las caras de los capitanes de los botes son conocidas en el pueblo, lo mismo sucede con los piratas de mar, quienes operan en las costas venezolanas y que tendrían secuestradas a venezolanas dentro de cuevas trinitarias.

A Carolina, hermana de una de las jóvenes desaparecidas de la embarcación “Jhonalys José”, le han dado distintas versiones sobre lo sucedido: Su hermana se encuentra bien, se ahogó, o simplemente no le ofrecen ninguna información sobre su paradero. Lo único cierto para ella es que Anabel está desaparecida desde hace dos meses.

Ella afirma que su hermana contactó a la persona equivocada. La lancha partió de costas venezolanas en horas de la tarde, dato que le genera desconfianza porque, asegura, que todos los botes que parten con ese horario son los que terminan “desapareciendo”; mientras que los peñeros que trasladan venezolanos en horas de la noche llegan a su destino. “Ella tenía que haber llegado a la 1:00 am, pero nunca recibí noticias sobre mi hermana. Nosotros sabíamos que Nohelito, el encargado del viaje, está inmerso en la trata de blancas”, explica Carolina.

“Jhonnalys José” zarpó el pasado 23 de abril con 36 personas a bordo, en su mayoría mujeres. El bote sorteó el encrespado oleaje hasta que llegó a la zona de Boca del Dragón, última información que recibieron. Carolina relata que el capitán de la lancha apagó uno de los dos motores del bote para llamar a las autoridades que les iban a permitir el ingreso a Trinidad.

Sin embargo, una ola arropó a la embarcación y posteriormente se volcó debido al fuerte oleaje. El capitán esperaba realizar las llamadas necesarias para que otros hombres acudieran en lancha para recoger a las mujeres que venderían en esa isla. A pesar del naufragio, algunas tripulantes habrían sido recogidas por dos embarcaciones desconocidas.

Una fuente de esa familia afirmó que, un día antes de que la embarcación saliera a Trinidad y Tobago, algunas mujeres habían acordado reunirse en el muelle del pueblo. Varios hombres les habían pedido que fueran arregladas y con maquillaje para tomarles algunas fotos y así poder enviárselas a personas en la isla. Ninguna pagaría el pasaje, esa es la oferta en la que además incluyen sueldo en dólares por trabajar como camareras o niñeras.

Medios de comunicación reseñaron en Primera Página el naufragio

De acuerdo con las investigaciones de la Comisión Especial de la Asamblea Nacional para Investigar los Naufragios de Embarcaciones Ilegales desde Güiria hacia Trinidad y Tobago, un guardacostas trinitario recibe hasta 500 dólares por permitir que los botes ingresen al país con mujeres para la explotación sexual. Desde Venezuela también exigen una suma, un método similar al de alcabalas, en el que cobran hasta 30 dólares para permitir que zarpen sin importar las condiciones.

Las víctimas son atraídas por amigas o conocidas que les ofrecen un trabajo bien remunerado. Además, se les informa a las mujeres que no deben cancelar el pasaje a Trinidad y Tobago. En su lugar, les informan que la deuda será cancelada luego de empezar a trabajar en la isla. Posteriormente, una vez que llegan a Güiria, las hospedan en los hoteles Plaza y Timón de Máximo, donde personal es sobornado para no dejar registro de las visitantes.

Kelly Zambrano, de 19 años de edad, quien iba en la embarcación “Ana María”, fue invitada por una amiga que le aseguró que en ese país podría ganar hasta 1.000 dólares semanales trabajando en un resort, lo que la entusiasmó y la llevó a aceptar la propuesta de salir de su natal Rubio, en el estado Táchira, con ese destino.

La amiga, identificada como Rommy María, le ofreció empleo como camarera. Además, le propuso trabajar en un hotel en diversos horarios, donde podría cobrar hasta 2.000 dólares por un doble turno, por lo que Zambrano aceptó la situación para ayudar a su familia ante la difícil situación económica que enfrenta el país.

El capitán mercante Isidro Villegas, padre de Andy Villegas, sostiene que la embarcación Ana María, que desapareció el 16 de mayo sin dejar rastro, fue secuestrada por piratas que operan en cuevas trinitarias. Entre los tripulantes se encontraba una familia completa que intentaba huir de la crisis, entre ellas, dos menores de edad y una mujer embarazada de ocho meses.

“Estamos hablando de bandas organizadas que han secuestrado los botes que han desparecido en Boca de Dragón. Se mantienen escondidos en las cuevas entre Isla Chacachacare e Isla de Mono en Trinidad. En ese lugar ocultan los botes que secuestran junto con las personas y después, cuando todo se olvida, llevan a algunas personas a una zona aislada en el sur de la isla: Pequeña Tobago”, relató.

Villegas asegura que al islote solo se puede ingresar vía marítima o aérea, y es descrita como una zona desierta que es utilizada para burlar a las autoridades de ese país.

La zona es dominada por una red de delincuencia organizada presidida por trinitarios y venezolanos. En el lugar, se construyó una casa en la que estarían retenidas las víctimas para la trata de personas. Villegas agrega que la zona de Erin, en la región insular, también es un área en la que operan mafias de trata de blancas.

El diario Trinidad Guardian reseñó que autoridades de Trinidad y Tobago serían cómplices de explotación sexual de venezolanas en la isla. El comandante de Fuerza de Tarea de la División Suroeste del Sur y Erin CID, Deonarine Basdeo, calificó como falso que existan campamentos de tráfico de venezolanas en la zona.

Habitantes del lugar señalan que cinco venezolanas son prostituidas por un costo de hasta 500 dólares en un burdel improvisado en la región aledaña a Erin. La fuente agrega que algunos hombres estarían violando a las mujeres y las mantendrían en condiciones precarias. Finalmente, los residentes sostienen que cuando las mujeres acudieron a realizar la denuncia a la Policía de Erin, fueron golpeadas severamente.

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