• Las pérdidas que han dejado los focos de fuego generarán un cambio significativo para el planeta y su recuperación sería un golpe de esperanza para los animales y habitantes de la selva

La quema a gran escala de la Amazonía — que lleva más de 20 días ardiendo — mantiene en vilo a diversas ONG, ambientalistas, ecologistas y gobiernos, pues se trata de un suceso que pone en riesgo no solo la biodiversidad de la región, sino también la principal fuente de oxígeno del mundo. Especialistas en el área sostienen que la destrucción de este territorio contribuye aún más a las graves alteraciones que está sufriendo el clima a escala global.

El Amazonas es la zona boscosa más extensa del planeta, con 6,7 millones de kilómetros cuadrados de superficie. Se expande por Brasil, Perú, Colombia, Bolivia, Ecuador, Venezuela, Guyana, Surinam y la Guayana Francesa.

Sin embargo, el auge de los incendios forestales se cierne como una amenaza sobre la vegetación y la vida silvestre. De acuerdo con cifras del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales de Brasil (INPE por sus siglas en portugués), del 1° de enero al 21 de agosto de 2019 se registraron 74.155 focos de incendio en todo el territorio brasileño, lo que representa un incremento de 84% con respecto a 2018.

Entre los estados afectados se encuentran Amazonas, Rondonia, Roraima, Mato Grosso y Pará. En las dos últimas entidades se ha estimulado la deforestación desde que Bolsonaro asumió la presidencia, además de que se ha llevado la práctica de la agricultura hacia la cuenca del Amazonas.

Previo al gran incendio que consume buena parte del pulmón vegetal, el INPE había advertido que la deforestación en Brasil había acabado con un área de 2.254,8 kilómetros cuadrados en julio, lo que supone un incremento de 278% con respecto al mismo mes del año anterior.

Luego de la publicación de estos datos, Bolsonaro, quien defiende vehementemente la apertura de las áreas protegidas para su explotación, destituyó a Ricardo Galvao, director del organismo. El mandatario brasileño consideró que el funcionario estaba publicando información falsa.

Manuel Jaramillo, director de la Fundación Vida Silvestre Argentina, explicó en exclusiva para El Diario el impacto que podría tener a futuro el incendio forestal en la Amazonía.

“Cada árbol que perdamos es oxígeno que dejamos de tener y carbono que se debe conservar, además de agua. Los árboles absorben el agua por las raíces y la evapotranspiran (pérdida de humedad) por las hojas, generan vapor de agua que se condensa en las nubes y por los vientos se distribuye como lluvia en diferentes partes del planeta. Cuanto menos bosque tengamos, menos bombas de agua vamos a tener y crearán un desnivel en las precipitaciones”, explicó Jaramillo.

El especialista indicó que el Amazonas produce alrededor de 20% del oxígeno del mundo y almacena 10% de dióxido de carbono. “Si perdemos el Amazonas vamos a tener menos oxígeno y vamos a tener más carbono emitido a la atmósfera. Podría haber mayor riesgo de que el cambio climático sea más fuerte y de que el calentamiento global nos traiga más consecuencias. Esto está vinculado con grandes sequías, altas temperaturas y con un clima muy cambiante”.

El aumento que se ha registrado en lo que va de año en los focos de incendio en el Amazonas coinciden con el cambio de gobierno que llevó a Jair Bolsonaro a la presidencia de Brasil. El discurso utilizado por el mandatario apuntaba claramente al poco apoyo en materia de protección ambiental de la zona boscosa y totalmente a favor de los agricultores que exigen más espacio para su trabajo.

Con el paso de los días la presión hacia el gobierno de Bolsonaro se incrementaba para que cumpliera con el compromiso de combatir las llamas que están destruyendo una de las principales fuentes de biodiversidad del mundo.

Luego de más de 20 días del incesante fuego que consume lentamente la Amazonía, el presidente Bolsonaro despertó del letargo. Movido por la presión internacional, autorizó al Ejército de su país para que combatiera un incendio que ha trascendido las fronteras brasileñas, y que ha dejado a su paso la destrucción de un sinnúmero de plantas y la muerte de cuantiosas especies animales.

“El presidente de Brasil ya en su campaña electoral anunció que él no creía en el cambio climático, que el Amazonas tenía que avanzar en el desarrollo y que los pueblos originarios que vivían en ese lugar no son importantes. Entonces, si tiene ese mensaje en campaña y con ese mensaje es electo, uno considera que los diferentes factores deben tener poco cuidado por la preservación”, apuntó Jaramillo.

El especialista también señaló que quienes piensan deforestar ilegalmente “lo hacen un poco más tranquilos porque saben que no habrá sanción ni persecución, porque de alguna forma esa actividad es promovida por el propio jefe de Estado”.

Hay quienes dicen que el incendio pudo ser provocado por causas naturales, otros que fueron activistas para causar alarma ante el gobierno brasileño, y otros tantos que fueron los agricultores como excusa para conseguir más terreno para su trabajo.

Jaramillo señaló que no hay dudas de que este incidente no ocurrió por causas naturales, y agregó que la única posibilidad de que el incendio iniciara de esa manera sería por el impacto de un rayo: “si hay una tormenta eléctrica con baja precipitación, es decir, una tormenta seca, pero con mucha descarga eléctrica, se puede generar un incendio por causas naturales. Un animal no puede generar un incendio, una planta no puede encender un fuego, de ninguna forma un fuego inicia espontáneamente”, dijo.

Adicionalmente, el director de la fundación sureña aseguró que hay presencia humana en alguno de los más de 70.000 focos de incendio que han ocurrido desde el inicio de este año.

Agregó que hay tres escenarios posibles: negligencia, algún fuego encendido en el marco de la normativa vigente que no se controló, o puede haber un crimen. “No lo puedo asegurar, pero el fuego pudo haber sido prendido con esa intensidad para quemar y devastar una área que podría ser habilitada para la agricultura y ganadería”.

Los ojos del mundo puestos en el Amazonas

Bolivia, Brasil y Paraguay son las naciones más afectadas por el fuego en la Amazonía debido a la magnitud del incendio y a las sequías que siguen en aumento. Sin embargo, el gobierno de Evo Morales respondió más eficientemente cuando las llamas empezaron a llegar a su territorio; esto a pesar de ser un país con menos recursos que Brasil.

La situación sigue empeorando sin ningún control, lo que ha llamado la atención de grupos ambientalistas en todo el mundo y de mandatarios de diversas naciones. Los activistas han convocado protestas en las embajadas de Brasil de todo el orbe para exigir que detengan las llamas que destruyen la selva amazónica, y las decisiones de la Unión Europea (UE) han aumentado la presión para que Bolsonaro inicie una operación para acabar con el incendio.

Francia e Irlanda amenazaron con bloquear el acuerdo de libre comercio entre la UE y Mercosur luego de las dudas suscitadas a raíz de la gestión del presidente brasileño para combatir el siniestro. De igual forma, el primer ministro de Irlanda se unió al reclamo del presidente francés e indicó que votaría contra el acuerdo comercial entre la UE y el Mercosur si Brasil no respeta los compromisos medioambientales.

António Guterres, secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), expresó su preocupación por los incendios en la selva amazónica: “No podemos permitirnos más daños a una fuente importante de oxígeno y biodiversidad. El Amazonas debe estar protegido”.

Luego de una ola de críticas el gobierno de Brasil, que venía restando importancia a la situación, finalmente puso manos en el asunto, y fue así que Bolsonaro dio la orden para que todos los ministros tomen las medidas necesarias para contener las llamas.

“Creo que lo que ocurra políticamente en Brasil va a depender mucho de lo que la comunidad internacional haga y de cómo impacte en la política del día a día en el país”, señaló Manuel Jaramillo.

Explicó que las decisiones correctas que debe tomar el gobierno son preservar el Amazonas y promover un desarrollo sustentable, no solo en el lugar, sino también en la población aledaña a la zona.

Por su parte, Onyx Lorenzoni, ministro de la Presidencia de Brasil, insinuó que los países europeos aprovechan el discurso de preocupación por los incendios para justificar nuevas restricciones comerciales contra su nación.

“No podemos ser ingenuos. Los europeos aprovechan el asunto del medioambiente para imponer barreras al crecimiento y al comercio brasileño de bienes y servicios”, aseguró Lorenzoni en declaraciones a la prensa.

El director de Vida Silvestre Argentina puntualizó que la comunidad internacional debe declarar apoyo y respeto a la recuperación del bosque amazónico, “esto tiene que implicar la no compra de productos del agronegocio, en caso de que quieran producir en zonas quemadas. Si los países centrales declaran que no van a comprar productos agrícolas producidos en áreas quemadas, van incentivar el restablecimiento”.

Agregó que las naciones se pueden comprometer en la recaudación de recursos financieros para cubrir los costos de los trabajos necesarios para la restauración del Amazonas.

¿Es posible la recuperación?

El presidente Jair Bolsonaro firmó el pasado jueves un decreto que permite el envío de miembros y equipos de las Fuerzas Armadas a territorios que lo soliciten para ayudar a contener los incendios y la deforestación. El decreto establece que los componentes militares participarán en acciones preventivas y represivas en contra de los delitos ambientales en las fronteras, en las tierras indígenas, en las reservas federales de conservación ambiental y en otras áreas de la Amazonía. ¿Pero cómo se logrará la recuperación parcial o total de la zona afectada?

El Amazonas cuenta con 6,7 millones de kilómetros cuadrados de selva, de los cuales se calcula que más de 700.000 hectáreas de bosque entre Brasil y Bolivia han sido calcinadas por el fuego.

Si bien en el año 2004 los incendios superarlos los 100.000 focos, durante el gobierno de Lula da Silva, la actual pérdida de fauna y flora es más significativa para el mundo.

Foto: Carl DE SOUZA | AFP

Manuel Jaramillo señaló que lo primero que hay que hacer es eliminar los disturbios forestales. Una vez que se haya apagado el incendio, hay que frenar el ingreso de la ganadería y la agricultura para evitar que se siga deteriorando el suelo y el ambiente.

Agregó que se debe asegurar un vínculo entre las áreas que quedaron verdes, es decir, sin quemar, y las que están en proceso de recuperación para favorecer a los animales. “Entonces uno puede plantar especies arbóreas activas, aquellas que son pioneras, que resisten la exposición directa al sol y la condición del suelo desnudo, y que puedan atraer a diferentes especies de aves”, comentó.

Jaramillo destacó otro mecanismo para la recuperación con la clasificación de las especies de árboles que se adaptarán a la nuevas condiciones del ecosistema amazónico y que pueden ser directamente plantados. Este proceso se logra al combinar la restauración activa, es decir, la siembra de árboles, con la pasiva, que sería lograr que el animal regrese al lugar y se pueda colonizar ese espacio que se pretende recuperar.

Sin embargo, la recuperación de la zona afectada por los graves incendios tiene que estar acompañada de correctas políticas ambientales que señalen controles y sanciones a quienes provoquen este tipo de situaciones.

De acuerdo con el director de Vida Silvestre Argentina, estos deberían ser los puntos más importantes:

  1. Realizar un modelo de producción sustentable para que las áreas que ya fueron habilitadas para el cultivo mantengan su capacidad productiva y aumenten, y así no haya voracidad para evitar nuevas áreas de conversión.
  2. Establecer mecanismo de control y fiscalización. Cuando aparezcan estos focos de incendio, rápidamente deben ser atacados con brigadas combatientes de incendios forestales antes de que se transformen en grandes siniestros.
  3. Establecer mecanismos de fiscalización para poder identificar a los responsables de los incendios y sancionarlos con todo el peso de la ley para ser simplificadores a la hora de evitar que estos escenarios sigan ocurriendo.

Bolsonaro expresó que su país es ejemplo de desarrollo sustentable y que posee una legislación ambiental que es ejemplar para el mundo, mientras que algunos países desarrollados, no indicó cuáles, no han conseguido cumplir los compromisos que asumieron en acuerdos sobre cambios climáticos.

La presión internacional crece contra el presidente Jair Bolsonaro. Foto AFP

Manuel Jaramillo señaló que lo más importante en este momento no es buscar los culpables sino enfocarse en acabar con las llamas. “Es necesario que todos los sectores se junten para apoyar al gobierno brasileño para que tome las decisiones correctas”.

A medida que avanza el fuego por la selva amazónica, crece la preocupación en todo el mundo por lo que está en riesgo: una inminente extinción de buena parte de la especies endémicas que allí se encuentra si no se actúa a tiempo. Un buen indicio es que el Ejército brasileño está actuando en la zona para tratar de mitigar el incendio.

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