• José Aguilar, experto en materia eléctrica, explicó las razones por las que se podrían estar generando tantas fallas en transformadores y subestaciones en distintas localidades del país

Los días transcurren en Venezuela y cada vez más bombillos dejan de iluminar. Actualmente, el Sistema Eléctrico Nacional (SEN) pasa factura por la mala gestión de las autoridades en materia de servicios, una deuda que pagan los venezolanos que aún se encuentran en el país con la esperanza de recuperar la normalidad que perdieron años atrás.

Han pasado casi seis meses desde que un apagón dejó sin suministro eléctrico a 22 de los 23 estados del país, incluida la capital, una falla que se mantuvo aproximadamente durante 120 horas. Desde entonces, la falta de electricidad se ha recrudecido en Venezuela y las noticias de explosiones en distintas subestaciones y transformadores en la nación parecen multiplicarse.

La explosión en subestaciones eléctricas de La Ciudadela y Tacarigua, estado Miranda; en la subestación El Mácaro, estado Aragua; y el incendio de un transformador en una subestación del estado Apure son parte de los reportes que se han podido leer en los últimos meses, en los que se resalta la ausencia de electricidad en dichos sectores por los incidentes.

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Sin embargo, uno de los estados más afectados por eventos de este tipo ha sido Zulia, donde se han reportado fallas en subestaciones como Cuatricentenaria, La Arreaga, Bajo Grande y San Felipe que han dejado sin suministro eléctrico a gran parte de la población de dicha entidad.

José Aguilar, experto en materia eléctrica, explicó para El Diario que la fuga de personal capacitado a otros países y la dificultad para poder realizarle el debido mantenimiento a los equipos por la falta de repuestos, cuya fabricación no se realiza en Venezuela, podrían ser los causantes de las constantes fallas en las distintas subestaciones del país.

Detalla que en cada subestación existen artefactos calificados como “Las Protecciones”, los cuales, como su nombre lo indica, se encargan de proteger a los equipos principales en caso de fallas comunes como irregularidades en los niveles del voltaje o la corriente, la falta de lubricación de turbinas y anomalías en la presión del combustible. Sin embargo, la ausencia de mantenimiento impide que estos equipos funcionen correctamente.

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Aguilar puntualiza que varios de estos aparatos cuentan con un sistema de protección analógico, lo que representa una tecnología obsoleta para el SEN. “Las protecciones existen para asegurarse que un equipo no vaya a tener una falla catastrófica”, señala.

Se trata de aparatos que están en todo el territorio nacional para cumplir la función anteriormente mencionada. Al ser el SEN un sistema interconectado, la falla en alguna de las subestaciones genera un impacto negativo en otras subestaciones del país, por lo que Aguilar explica que además de los aparatos para proteger a los equipos, debe existir otro elemento para evitar una falla mayor: la coordinación.

“Una falla o situación anormal que provoque la desconexión de un equipo ubicado en un lugar determinado generará un efecto en el resto del sistema. Eso va a implicar que otra series de protecciones tengan que trabajar coordinadamente para que se cumpla una desconexión segura”, explica.

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De la misma forma, considera que los estallidos en subestaciones o en sus equipos son una señal de que existe la posibilidad de que “las calibraciones individuales y los ajustes entre las diferentes áreas no son las correctas”.

“Cuando ocurren estas explosiones intempestivamente quiere decir que algo no está funcionando correctamente para que el equipo se apague. No se está apagando, sino que se sigue destruyendo, porque no hay un sistema que lo desconecte. Eso es lo que creo que nos está pasando”, añade.

El experto en materia eléctrica dice que el precio de este tipo de componentes de protección oscila entre 5% y 10% del valor del equipo que está protegiendo; sin embargo, puede evitar que se pierda el aparato principal y, por ende, disminuye las consecuencias negativas que puede producir una falla en el resto del sistema del país.

“El principal problema de perder del equipo es la consecuencia de tener que operar un sistema sin ese equipo y el tiempo que se va a llevar repararlo y volverlo a fabricar. Son daños muy difíciles de manejar, sobre todo en las circunstancias en las que nos encontramos: el tema económico del país, el tema de las sanciones. No es fácil”, comenta.

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Las características del sistema interconectado de Venezuela hacen que cada uno de los estados dependa de lo que ocurra en toda la infraestructura del resto del país. Zulia no es la excepción. Aguilar asegura que los niveles de electricidad que genera este estado fronterizo es similar a los que había hace 50 años, lo que significa un retroceso sustancial en materia eléctrica para esta localidad.

Las comidas hechas a la leña, el uso de tobos para poder asearse y la necesidad de aprovechar la lluvia para paliar la falta de agua son parte de la cotidianidad de cada vez más venezolanos. La situación se agrava en los estados del interior, que parecen haber quedado sin una respuesta oportuna ante la desidia del Sistema Eléctrico Nacional.

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