• El ex dictador africano inició su carrera política como un prócer revolucionario que luchó por la independencia de Zimbabue, pero dirigió un gobierno tiránico por 37 años
Foto: Reuters

El esqueleto de Julius reposa sobre una camilla hecha de madera. Una médica forense los observa y empieza con su diagnóstico. Dientes, costillas y varios huesos del antebrazo están rotos. La ropa que alguna vez usó aquel hombre, notablemente cuidada a pesar de su antigüedad, también son un reflejo de su desgracia: hay indicios de que fue quemado junto con plástico. El peritaje confirma lo que los familiares de la víctima apenas recuerdan: militares del régimen de Robert Mugabe se lo llevaron y lo torturaron hasta ocasionar su muerte. Sin embargo, el acta de defunción acredita la causa de muerte a un dolor de cabeza. 34 años después, sus restos hablan y dejan registro del pasado sangriento del régimen de Zimbabue.

La historia de Julius y su familia, documentada por France 24, forma parte de los miles de relatos de las víctimas del gobierno dictatorial de Mugabe en el país africano. El actor intelectual de la masacre que produjo más de 10.000 muertos civiles, así como de otras violaciones de derechos humanos, falleció este viernes a los 95 años de edad en un hospital de Singapur este 6 de septiembre. A pesar de que las autoridades de Zimbabue solo refieren que el ex dictador padecía de cataratas, varios medios de comunicación aseguran que falleció de cáncer de próstata.

El antiguo dictador de Zimbabue fue uno de los referentes más importantes de la independencia del colonialismo británico, sin embargo, a través de los años se adueñó de cada aspecto del gobierno y estuvo en el poder durante 37 años.

Después de su destitución de la presidencia, Mugabe tuvo muy pocas apariciones públicas por los padecimientos físicos que sufría como consecuencia de su avanzada edad. El ex dictador pasó los últimos años de su vida en las inmediaciones de su mansión en Harare, la capital de Zimbabue, y la clínica de Singapur donde falleció.

La noticia de su muerte la difundió a través de Twitter el actual presidente del país africano, Emmerson Mnangagwa. El hoy mandatario acompañó a Mugabe por más de cuatro décadas, pero en los últimos años, y después de las constantes disputas con la esposa del dictador africano, Grace Mugabe, dirigió su destitución en 2017.

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“El comandante Mugabe fue un icono de liberación, un panafricano que dedicó su vida para la emancipación y empoderamiento de su pueblo. Su contribución a la historia de nuestra nación y de nuestro continente nunca será olvidado”, refirió Mnangagwa. Una muestra de que el cambio de la dictadura fue más bien cordial.

Lejos de ser una transición de gobierno justa y con grandes cambios, Mugabe consiguió un acuerdo de inmunidad e impunidad por parte de los actuales gobernantes. Además de ser intocable para las autoridades judiciales y fiscales, consiguió enormes lujos para llevar una vida tranquila luego de abandonar el poder.

La famosa mansión conocida como Blue Roof, ubicada en la capital de Zimbabue, Harare.

Diez millones de dólares, una pensión vitalicia de 150 mil dólares para Mugabe y de 75 mil para su esposa, la propiedad de la mansión Blue Roof, 20 empleados (seis de los cuales serían su propia tropa de seguridad para seguirlo las 24 horas del día), tres Mercedes Benz S500 Series -o su equivalente en otra marca de lujo-, un vehículo todo terreno y una furgoneta tipo pick-up a ser renovados cada cinco años, y pasaportes diplomáticos para viajar a cualquier parte del mundo, fue el acuerdo que consiguió Mugabe, según una investigación de The Herald. Todo ello de las arcas del Estado, en un país sumergido en una de las peores crisis económicas del mundo.

Su carrera hacia el poder

Robert Gabriel Mugabe nació en Rodesia del Sur el 21 de febrero de 1924, en el seno de una familia con un padre carpintero y una madre profesora. Tuvo una educación privilegiada en el contexto africano. Sus primeros estudios los realizó en las escuelas misioneras dirigidas por las congregaciones jesuitas, donde pudo formarse como profesor a los 17 años de edad. En 1948 viajó a Suráfrica para formalizar sus estudios en Letras en la Universidad de Fort Hare.

Fuente: Archivo

Luego de formalizar sus estudios en Suráfrica decidió volver a Rodesia del Sur, colonia británica, para luchar contra el poderío del Reino Unido y se unió al partido Unión Popular Africana de Zimbabue (ZAPU). Se transformó en un fuerte referente revolucionario del pueblo africano, unificando fuerzas con los grupos guerrilleros de algunos países vecinos como Tanzania. Pero en 1963 fue capturado y llevado a prisión por 10 años, desde donde logró graduarse de economista en un curso por correspondencia de la Universidad de Londres.

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La independencia de Zimbabue se logró mientras Mugabe estaba encarcelado, pero el poder quedó en manos de Ian Smith, un político rodesiano de ascendencia escocesa, que mantenía los ideales británicos.

Después de su liberación en el año de 1973, Mugabe se trasladó a Mozambique para iniciar un proceso revolucionario armado y conformar el Ejército de Liberación Nacional Africano de Zimbabue (Zanla). Este brazo armado de las fuerzas revolucionarias de Mugabe tuvo el apoyo económico y armamentista de Corea del Norte y de China.

En 1979, luego de varias negociaciones con Ian Smith en Londres para determinar los términos de democratización de Zimbabue, se llegó a un acuerdo que tenía como lema “un hombre, un voto”. Ese año se realizó un proceso electoral en el que Mugabe salió elegido como Primer Ministro de Zimbabue con 62% de los votos.

Un gobierno totalitario

En 1980 inició su mandato como Primer Ministro. En 1987 propuso una reforma constitucional para reducir el alcance de los políticos blancos en el Parlamento y establecer la figura presidencial. El poder Ejecutivo fue tomado por Mugabe hasta su salida en 2017.

Inició su vida pública como un ferviente defensor de los derechos de legitimidad e independencia aclamados por el pueblo africano ante el poder colonial extranjero. Se convirtió en una figura mesiánica, donde abogó por dar a conocer la voz del pueblo negro. Sin embargo, con el paso de los años la sed de venganza convirtió su gobierno en uno de los regímenes más crueles, y abrió paso a otra cara del apartheid: la persecución hacia los blancos.

En 1983 el nuevo líder inició una campaña masiva de represión en sectores de Matabeleland, corazón de la minoría étnica ndebele y bastión de su rival político, Joshua Nkomo. La operación estuvo a cargo de la Quinta Brigada del nuevo Ejército de Zimbabue, una unidad militar entrenada por especialistas castrenses norcoreanos que juraban lealtad y fanatismo hacia Mugabe.

Durante un periodo de nueve meses, la Quinta Brigada mató, torturó y violó a decenas de miles de civiles desarmados. En total, murieron entre 10.000 y 20.000 personas, de acuerdo con historiadores. En el exterminio, conocido como “La Masacre de Matabeleland”, muchas personas más sufrieron daños físicos o psicológicos graves.

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Una investigación del medio británico The Guardian corroboró que Mugabe fue el principal arquitecto de asesinatos en masa bien planificados y ejecutados sistemáticamente. Además, documentos a los cuales accedió el medio certificaron que las autoridades británicas minimizaron la masacre con el objetivo de proteger sus intereses en el sur de África y su relación con el entonces nuevo gobernante de la antigua colonia.

Margaret Thatcher, Primer Ministro del Reino Unido, junto a Mugabe | Foto: Cortesía.

Lo poco que dijo Mugabe sobre aquel violento episodio está inclinado hacia la negación. Lo más cercano que estuvo de reconocer la masacre fue en 1999, luego de la muerte de Nkomo. En ese entonces definió la década de 1980 como un “momento de locura”.

La popularidad de Mugabe empezó a debilitarse en el año 2008, cuando el país africano sufrió una debacle económica donde las fuentes de empleo disminuyeron y el sector agrícola se vio sumamente afectado. La hiperinflación de Zimbabue alcanzó la cifra de 79.600.000.000% en noviembre de ese año.

En ese mismo período, el país africano tuvo un proceso electoral en el que Mugabe resultó perdedor en la primera vuelta ante su contrincante político Morgan Tsvangirai. Pero, antes de enfrentarse en la segunda vuelta, el dictador africano activó una serie de fuerzas policiales para reprimir a los grupos opositores para desestimar el poder de su rival en el ámbito electoral. Ante la escalada de la violencia, Tsvangirai decidió retirar su candidatura para evitar una masacre.

Su relación con el chavismo

Las relaciones internacionales que mantuvo Mugabe durante su gobierno también son un signo de sus intereses y carácter. Fue conocido por tener una fuerte amistad con los fallecidos ex presidentes de Cuba y Venezuela, Fidel Castro y Hugo Chávez respectivamente. Además, de mantener relaciones constantes con los regímenes comunistas de China y Corea del Norte. El poder del dictador africano se alimentaba de sus amigos ideológicos para mantener una figura impoluta en todo el mundo.

El primer acercamiento que tuvo con Venezuela fue en 2003. Chávez, en una rueda de prensa en Cuba, anunció que delegaciones venezolanas mantenían acercamientos con países africanos. Entre ellos, mención especial a Mugabe. Un año después, el dictador de Zimbabue visitó Caracas a propósito de la XII Cumbre del Grupo de los 15. En un encuentro posterior, Chávez le entregó una réplica de la espada de Bolívar.

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Fuente: Archivo

La estrecha relación entre los regímenes era un hecho, y la vociferaban sin problemas. En 2008 la cancillería venezolana, liderada por Nicolás Maduro, emitió un comunicado en el que sostenían que Venezuela “expresa todo su apoyo al Gobierno independiente de Zimbabue en sus esfuerzos por la estabilidad y la paz en ese hermano país”.

La última visita de Mugabe al país fue en septiembre de 2016, cuando en medio de la Cumbre del Movimiento de Países No Alineados, viajó a Margarita. La oposición venezolana rechazó la llegada del dictador por considerarla inapropiada.

Fin del gobierno de Mugabe

El 6 de noviembre del año 2017 Mugabe, en su condición de jefe de Estado, destituyó a su primer vicepresidente, Emmerson Mnangagwa, quien comandó el golpe de Estado que daría fin a los 37 años de poder del dictador africano luego de ser cesado.

Las fuerzas militares del país africano acorralaron a Mugabe en las inmediaciones del palacio presidencial, conocido como “El Tejado Azul”, por el llamado de Mnangagwa. En el ámbito constitucional el poder debía ser retomado por el vicepresidente de ese momento que era Phelekezela Mphoko, perteneciente a la facción de la esposa de Mugabe, pero la destitución del dictador ocurrió por la presión militar comandada por Mnangagwa y su finalidad era obtener el poder después de Mugabe.

Luego de la presión política y militar, el dictador envió una carta al presidente del Parlamento, Jacob Mudenda, en la que presentaba su dimisión al poder del país africano. La carta decía: “Yo, Robert Gabriel Mugabe, presento formalmente mi renuncia, con efecto inmediato”. El dictador africano sorprendió a toda la nación al presentar, por decisión propia, la renuncia días después de alegar en televisión nacional que se quedaba en el poder hasta diciembre de 2017.

Mnangagwa tomó el poder el 15 de noviembre de ese mismo año gracias al poderío que recolectó durante cuarenta años en el mandato de los organismos represores del régimen al que también perteneció.

Foto: Answer África

La figura de Mugabe era intocable, pues fue partícipe de un sueño utópico que se inició con la liberación del colonialismo británico, pero a través de los años fue escalando en el dominio de los poderes del Estado y redujo las libertades de los habitantes del país africano. La historia que inició con ansias de libertad, acabó en una de las tragedias más prolongadas del mundo.

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