• Tambor Palenke y Rumbarepa son dos agrupaciones de venezolanos que decidieron llevar ritmos musicales típicos del país caribeño a otras latitudes y continuar con las tradiciones nacionales

Hay ritmos que forman parte del ADN del venezolano, y cuando suenan en tierras lejanas, es inevitable contener las emociones que invaden la mente y el cuerpo de quienes añoran y extrañan las tradiciones de su país.

Este es el caso de Tambor Palenke y Rumbarepa, dos agrupaciones venezolanas que hacen vida en Argentina y cuyo repertorio se pasea por el calipso y el tambor, ofreciendo al auditorio un boleto de ida y vuelta al país caribeño desde las lejanas tierras australes.

Debido a la crisis que atraviesa Venezuela, los músicos integrantes de estas agrupaciones decidieron dispersarse por el mundo en busca de nuevas oportunidades que le permitieran ayudar a sus familias y desarrollarse profesionalmente. Es por ello que decidieron llevar los sones del tambor y el calipso a la tierra del mate, donde han sido bien recibidos por los nativos y también por sus connacionales, quienes disfrutan con alegría y nostalgia de las melodías que los hacen sentir cerca de casa.

Ambos grupos aseguraron en exclusiva para El Diario que llevar las tradiciones venezolanas a Argentina ha sido una experiencia enriquecedora.

David Morales, percusionista de Tambor Palenke, planteó hace dos años la idea de formar un grupo musical para mostrar la fusión de los tambores afrovenezolanos en la tierra del tango.

“El concepto de Tambor Palenke fue crear un estilo propio, aprovechándonos de que somos de diferentes regiones del país para conocer estilos, técnicas, y así armar un estilo propio”, dijo Morales.

Leer más  ¿Qué pueden esperar los venezolanos con trámites en proceso tras el cierre de la embajada y consulados en Ecuador?
Foto cortesía | Tambor Palenke

Tambor Palenke logró hacer una fusión entre los diferentes tipos de tambor que se tocan en Venezuela y obtuvieron un sonido único que retumba en Argentina y con el que anhelan recorrer las costas venezolanas cuando el panorama nacional cambie.

Desde pequeños, y motivados por la tradición familiar, los músicos comenzaron a repicar los tambores en Caracas, Maracaibo, Cumaná y Falcón, lugares en los que formaron parte de diversos grupos musicales.

Para Jesús Martínez, vocalista de la agrupación, es imposible que el venezolano se resista a bailar cuando escucha el repicar de unos tambores.

“El venezolano percibe la música afrovenezolana de manera natural, todo el que la escuche va a tener deseos de bailar y de acercarse a donde esté sonando”, detalló.

El vocalista precisó que al estar en otro país se vive con más energía y cariño el hecho de preservar las tradiciones venezolanas.

En Venezuela el peligro era un compañero constante que muchas veces les impedía salir en la noche y tocar en celebraciones. “La situación se prestaba para contratarnos y después robarnos. Tuvimos que salir del país por ese tema y en Argentina no hemos pasado dificultades”, señaló Elvin Aguiar, percusionista y bailarín.

Las noches de la capital argentina se alejan de los peligros propios de las calles de Venezuela a cualquier hora. Ahora el encierro nocturno propio del país natal fue sustituido por la tranquilidad de las calles de Buenos Aires.

Leer más  Venezolanos en Ecuador sobre cierre de la Embajada y los consulados: "Quedamos en un limbo"

“Hemos tocado en bodas de venezolanas con argentinos, o en cumpleaños, porque el venezolano desea mostrar nuestra cultura y de dónde viene. Estamos muy sorprendidos”, aseguró Morales.

Foto cortesía | Tambor Palenke

Adicionalmente, Martínez añadió que en los toques se llenan de mucha energía al ver cómo las personas disfrutan de su música: “Nos encanta cómo la gente se emociona de una manera tan bonita. Lo que hemos hecho ha dado sus frutos y para eso ha sido clave el trabajo en familia”.

Paralelamente a la actividad musical, cada integrante de Tambor Palenke realiza otras labores para percibir ingresos y ayudar a sus familiares en Venezuela.

Del país natal extrañan poder despertar rodeados de sus familiares, hacer música en las costas, y lo incomparable de sus fiestas y tradiciones.

Calipso en tierras del sur

El calipso nació en Trinidad y Tobago, una de las trece islas que conforman el Caribe, y llegó a las costas venezolanas en 1870. Desde ese momento se instaló en El Callao, estado Bolívar, para volverse parte de las tradiciones de sus habitantes.

Sin embargo, el calipso emigró de nuevo, pero esta vez desde Venezuela para establecerse en Buenos Aires con el grupo Rumbarepa, que persevera los ritmos de su terruño a pesar de cientos de kilómetros de distancia.

Rumbarepa surgió cuando a Kelvin Zapata y Héctor González, quienes participaban en eventos musicales de venezolanos residenciados en Buenos Aires, sintieron que a la movida musical le faltaba “un ritmo contagioso” .

Leer más  Uruguay actuará ante el pedido de venezolanos de extender las jornadas del RE en ese país

“Comenzamos a ubicar a personas que conocieran el calipso y que pudieran mostrar las tradiciones venezolanas. Luego nos reunimos para definir el nombre y dio como resultado Rumbarepa”, indicó Zapata.

Foto cortesía | Rumbarepa

El nombre Rumbarepa tiene tres sentidos: el que denota una de las comidas típicas del país, las iniciales de Buenos Aires, ciudad que los ha acogido, y la famosa “rumba” que nunca falta en Venezuela.

Miletza Guillén, corista de la agrupación, explicó que aunque están trabajando exclusivamente con el calipso, no descartan la posibilidad de incluir en su repertorio otros ritmos asociados a la identidad del venezolano. “Desde el principio estamos enfocados en llevar las tradiciones venezolanas al mundo”, precisó.

Poco a poco se fueron sumando al grupo más músicos de diferentes regiones del país, hasta convertirse en toda una referencia de la venezolanidad en Buenos Aires.

Consultados acerca de los motivos que los llevaron a emigrar, los jóvenes señalan la crisis que atraviesa Venezuela como el principal motivo que los llevó a establecerse en Argentina, siempre teniendo en mente el futuro de sus familiares.

“Nunca me había pasado por la mente salir del país, pero me impulsó el no poder aportar lo suficiente para las tres comidas diarias en mi casa, o que a veces no tenía ni para una”, expresó Guillén.

Diógenes Pastrano Achique, bajista de Rumbarepa y oriundo de Puerto La Cruz, estado Anzoátegui, decidió abandonar el país luego de haber trabajado durante 14 años en el Criogénico José Antonio Anzoátegui de Petróleos de Venezuela.

Leer más  ¿Qué pueden esperar los venezolanos con trámites en proceso tras el cierre de la embajada y consulados en Ecuador?

“Era muy feliz. Tenía casa, carro y vivía tranquilo, hasta que empezó la locura de la ‘revolución’”, resaltó.

Pastrano Achique sintió que en su empleo se tomaba más en cuenta la ideología política que el conocimiento, y cuando vio que personas menos preparadas que él, que coincidían con la ideología oficial, se convertían en sus jefes, decidió emprender un nuevo camino.

“Cuando vi que mi país se iba hundiendo poco a poco, agarré a mi familia, mis maletas, y salimos en busca de un mejor futuro”, señaló.

Foto cortesía | Rumbarepa

Emigrar no es una decisión fácil, pero todos los miembros de Rumbarepa han aceptado y estado a la altura del reto. Ahora el plan apunta a continuar resaltando la cultura venezolana.

“A mí me da mucha emoción y orgullo llevar la música a quienes la conocen, y también a los que no. Es realmente significativo para mí y por eso me mantengo en la agrupación”, dijo Pastrano Achique.

Guillén resaltó que la receptividad de los argentinos ha sido muy buena y que ha notado que a la gente le gusta el calipso.

Rumbarepa y Tambor Palenke sueñan con regresar a tocar su música en su tierra natal. Emigraron para resaltar los atributos más admirables de un país sumergido en una caótica crisis que arropa a todos sus habitantes, quienes anhelan su fin y esperan por disfrutar de esa Venezuela de ritmos, sonrisas y tradiciones.

Noticias relacionadas