• El abridor venezolano terminó su relación contractual con el único equipo en el que ha hecho vida en la Gran Carpa, pero tiene esperanzas de continuar su legado como uno de los lanzadores latinoamericanos más dominantes de la última época

Todo tiene su final, nada dura para siempre, como la monarquía de Félix Hernández en la “Ciudad de la Lluvia”. Mientras la pizarra marcaba la parte alta del sexto inning en el T-Mobile Park de Seattle, en Estados Unidos, el venezolano fue removido del cetro por el mánager Scott Servais. Cuando le tocó abandonar el montículo, sus ojos se empañaron.

Algunos miembros de la corte lo abrazaron y le ofrecieron unas palabras al oído. El “Rey”, como le conocen, limpió las lagrimillas de sus mejillas con sus mangas, levantó su corona y con una reverencia se despidió ante los miles de aficionados que se vistieron de amarillo para arroparlo. Posiblemente, aquella noche del 27 de septiembre fue su última apertura con los Marineros de Seattle, puesto que su relación contractual con la organización llegó a su fin.

“Llegó como un adolescente desaliñado, con un uniforme que apenas se le ajustaba y cabellos rizados saliendo por debajo de una gorra a menudo torcida. Se va como uno de los mejores jugadores que haya lucido el uniforme de los Marineros de Seattle, tras una carrera merecedora de su apodo de ‘King Félix’ (Rey Félix)”, describe la agencia AP en una nota.

Foto: AP

La presentación del serpentinero derecho duró 5.1 entradas, en las cuales permitió tres carreras limpias y cinco indiscutibles. Además, otorgó cuatro boletos ante los Atléticos de Oakland, que se impusieron con marcador de 3–1. Pero el desempeño de Hernández quedó enmarcado en los corazones de una tripulación que lo vio lanzar durante 15 temporadas en las Grandes Ligas.

“Yo no quería conceder cinco carreras en cinco innings. Quería salir ahí fuera y hacer y mi trabajo y darle al equipo una oportunidad de ganar. Fue una noche divertida”, declaró emocionado el jugador de 33 años de edad a los medios.

La derrota no fue motivo para que en el antiguo Safeco Field se viviera una fiesta. Innumerables pancartas con letras azules en las que se leía “thanks” (gracias) adornaban la atronadora ovación que se escuchaba desde las gradas. Cuando finalizó el compromiso, el monarca destronado sintió el cariño de las olas amarillas con sus manos, firmó unos autógrafos y con los brazos extendidos se erigió en la orilla de la marea.

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Pese a que su futuro es una incógnita porque no sabe dónde lanzará la próxima zafra, Hernández no piensa en colgar sus zapatos. “Vamos a ver si consigo trabajo, pero no me voy a retirar. No sé qué va a pasar el año que viene o lo que harán (los Marineros). Ya veremos”.

El pelotero nacido en Valencia, estado Carabobo, tenía una extensión de contrato en febrero de 2017 por siete años y 175 millones de dólares con la organización de Seattle, incluyendo una opción condicional para la zafra de 2020. Sin embargo, las lesiones mermaron su rendimiento en este último periodo, en el que dejó marca de 1–8 y un promedio de 6.40 carreras permitidas.

“Todos estos años que vengo jugando para Seattle, me he divertido. Me están pasando muchas cosas por la mente ahora mismo. No sé qué decir. Son muchas las emociones. Llevo 15 años aquí y están pasando muchas cosas”, expresó.

Foto: @Mariners

Más allá de sus bajones en cuanto al rendimiento, Hernández dejó un legado importante en la “Ciudad de la Lluvia” y en Las Mayores. Es el pitcher con más victorias (169), ponches (2.524), aperturas de calidad (258) y juegos iniciados (418) en la historia de la franquicia. Asimismo, dejó una efectividad vitalicia de 3.42 (la mejor entre lanzadores con al menos 2.000 capítulos en la historia de los Marineros) en 2729.2 entradas.

En la temporada 2010 ganó el premio Cy Young al lograr 13 desafíos ganados y 12 perdidos, con efectividad de 2.27 y 232 ponches. El 15 de agosto de 2012 hizo un juego perfecto, el último que se ha completado hasta la fecha en la MLB, al hacer abanicar a 12 bateadores de los Rays de Tampa Bay. Además, conquistó dos títulos de efectividad en la Liga Americana (2010 y 2014).

Queda la sensación de que su carrera pudo ser más grande. Es probable que al “Rey” no le alcanzarán estos números para ingresar al Salón de la Fama de Cooperstown, pero sí para inmortalizarse en Seattle. Ahora toca esperar. Si el futuro es alentador, en caso de que las lesiones lo respeten y logre ajustar sus pitcheos, es posible que su reinado reciba otra oportunidad.

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