• Una persona con diabetes tipo 1 o tipo 2 se enfrenta a la dificultad de conseguir el tratamiento y al “bachaqueo” en divisas

Carlos Martínez tiene 50 años de edad, vive en La Guaira y trabaja diariamente sin descanso; sin embargo, una herida en su pie izquierdo le dificulta caminar y llevar a cabo su jornada. Hace 20 años lo diagnosticaron con diabetes tipo 2. En ese momento él no sabía ni siquiera qué significaba aquella enfermedad, solo supuso que no volvería a comer como antes. Nunca imaginó el gran problema que enfrentaría después.

La medicación de Carlos inició con hipoglucemiantes orales para nivelar su glicemia. La poca información que recibió respecto a su enfermedad lo llevó a restarle importancia al cumplimiento estricto de su tratamiento. “¡Qué más da! Si no me tomo la pastilla hoy, no pasa nada”, se repetía a sí mismo. Años más tarde esa falta de información le llevaría a enfrentar las complicaciones agudas propias de la diabetes.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la diabetes como una enfermedad crónica que aparece cuando el páncreas no produce suficiente insulina — la hormona que regula los niveles de azúcar en la sangre — o cuando el organismo no la utiliza eficazmente. La diabetes tipo 1 es una condición autoinmune comúnmente diagnosticada en niños y adultos jóvenes, quienes requieren insulina constantemente; mientras que la diabetes tipo 2 es adquirida por factores externos como la mala alimentación, sedentarismo, obesidad y antecedentes familiares.

Carlos contó para El Diario de Caracas que la herida de su pie no cicatriza debido a sus elevados niveles de glicemia y que también le falla la visión por la misma razón, por lo que sus doctores le recetaron un tratamiento combinado de fármacos e inyecciones de insulina. A pesar de esas complicaciones, debe enfrentarse a una Venezuela en la que los pocos medicamentos disponibles se venden a precios exorbitantes en moneda nacional, e inclusive hay quienes los comercian exclusivamente en dólares.

En las farmacias escasea el tratamiento para la diabetes | Foto cortesía

Con dificultad para caminar, Carlos recorre bajo el inclemente sol las farmacias del estado costero en busca de sus medicinas. Su mente se bloquea y siente un vacío en el estómago cada vez que el dependiente del establecimiento le dice que la insulina cuesta entre Bs 700.000 y Bs 1.200.000. Cualquiera de las presentaciones — vial de 1000 unidades o el pen de 300 unidades — supera el ingreso salarial de Carlos, que es de Bs 80.000 al mes. Ninguna de las dos le rendirá para más de 15 días de tratamiento.

El parte médico

El doctor Miguel Padrón, director de la Fundación Antidiabética de Venezuela, resalta que la disponibilidad del tratamiento para la diabetes en las farmacias e instituciones estatales es irregular, y que por tanto se ha potenciado el mercado negro de medicamentos conocido como “bachaqueo”, el cual ve con preocupación.

“En la calle se consigue la insulina y los hipoglucemiantes a precios dolarizados. Esto trae como consecuencia el incumplimiento del tratamiento por parte de algunos pacientes que, si no se controlan la diabetes, pueden presentar complicaciones crónicas como problemas en la visión, nefropatía, enfermedades coronarias o problemas cardiovasculares”, explica Padrón para El Diario.

Un paciente insulinodependiente debe utilizar dos tipos de hormona: una de acción lenta y otra de acción rápida. En caso de que un paciente solo consiga un tipo, se debe reajustar la dosis con insulinas cristalinas (o NPH) de origen humano, utilizadas desde hace más de 40 años, pero que actualmente no funcionan como el tratamiento convencional.

“Hay pacientes que requieren una combinación de fármacos e insulina. El tratamiento es muy individualizado, es como trabajar a la medida porque cada paciente es diferente”, aclara el especialista.

La insulina cristalina (o NPH) de origen humano actualmente no funcionan como el tratamiento convencional | Foto cortesía

Padrón destaca que el aumento de la mortalidad en personas con diabetes no se debe a la condición en sí, sino a las complicaciones que se generan por el mal tratamiento.

Resalta la importancia de la educación diabetológica: que el paciente conozca todo sobre su condición y sobre cómo cumplir su tratamiento de forma correcta, labor que deben realizar los especialistas.

“Como decía Elliott Joslin hace más de 100 años: ‘La educación diabetológica no es parte del tratamiento, sino que es el tratamiento en sí’”, agrega.

El reto de conseguir la insulina y poder pagarla

María Rodríguez*, de 60 años de edad, se disponía a servir el almuerzo cuando sintió que un frío comenzó a recorrer su cuerpo. Estaba mareada y optó por sentarse en el mueble que tenía más cerca. A continuación, un temblor casi incontrolable se apoderó de su mandíbula.

Tras unos minutos, cuando sintió que podía hablar, llamó a sus familiares para pedir ayuda. Como María es diabética, lo primero que hicieron fue medir su nivel de glucosa — afortunadamente había podido comprar en el exterior las lancetas para la medición — y el resultado fue abrumador: 370 mg/dl, muy por encima del valor normal que no debe superar los 130.

Los altos costos de las medicinas dificulta que los pacientes diabéticos puedan cumplir su tratamiento | Foto cortesía

Como medida urgente, el médico ordenó inyectarle insulina para contrarrestar el valor. En vista de que el tratamiento habitual de María consiste en un combinado de glimepirida y metformina, no disponían de la medicina recetada. Los familiares salieron en busca del medicamento, pero en la mayoría de las farmacias la respuesta que obtuvieron era la misma: “No hay”.

La desesperación aumentaba. Cuando su hija logró encontrar la insulina, se topó con otro obstáculo: el costo. Los precios oscilaban entre Bs 400.000 y Bs 1.450.000. Luego de sortear los obstáculos para conseguir el dinero, se decidió por el primero, tasado en divisas. Pagó 20 dólares y regresó a su casa.

Con el paso de los días y tras una consulta médica, los especialistas determinaron que María debía usar insulina a diario. De acuerdo con la dosis recetada, la medicina que compró alcanza para 15 días de tratamiento, por lo que el costo mensual supera los 40 dólares, sumando las jeringas para administrar el medicamento.

La disponibilidad irregular del tratamiento para diabéticos en las farmacias o instituciones del Estado se convierte en el principal dolor de cabeza de los pacientes. En algunos casos, la frustración lleva a muchos a desistir paulatinamente del tratamiento, lo que también conduce a desarrollar depresión.

Colombia, una alternativa

La desesperación por no conseguir el tratamiento o no tener el dinero suficiente para costearlo ha llevado a muchos pacientes a cruzar la frontera colombo-venezolana para surtirse de insulina o hipoglucemiantes.

Cientos de venezolanos cruzan la frontera hacia Colombia para buscar tratamientos, vacunas y alimentos | Foto cortesía

A los 8 años de edad, la hija de Zulay Cabrera fue diagnosticada con diabetes tipo 1. La docente leyó todo sobre la condición de su hija y cumplía su tratamiento con rigurosidad. Pero recientemente continuar con el tratamiento se volvió cuesta arriba.

Solo le quedaba un pen de insulina en la nevera y no tenía dinero suficiente para comprar más. Rápidamente trazó un plan. Compró un pasaje de autobús con destino a San Antonio, Táchira, para cruzar la frontera hacia Colombia. Ahí podría comprar suficiente insulina para su hija.

Se subió al autobús y emprendió un viaje de 12 horas hacia Táchira, para luego cruzar el puente internacional Simón Bolívar. Pudo comprar la insulina y las tiras reactivas para el glucómetro de su hija, que es el dispositivo que mide el nivel de glucemia en la sangre. Regresó el mismo día y pudo llegar a tiempo para darle el medicamento a su hija, pero la desesperación que sintió al saber que ella podía quedarse sin tratamiento es una sensación que jamás olvidará.

¿Cómo influyen las cajas CLAP en la diabetes?

La Asociación Americana de Diabetes explica que los alimentos que contienen carbohidratos pueden elevar el nivel de glucosa en la sangre, tanto como los que contienen almidones (arvejas, maíz, lentejas, avena, arroz), azúcar (naturales o agregadas) y fibra (avena, pan, lentejas).

El Comité Local de Abastecimiento y Producción (CLAP) es programa del régimen de NIcolás Maduro que pretende surtir a la población de los alimentos básicos que no pueden costear. Este sistema no abarca a la totalidad de la población y tampoco distribuye productos de calidad que garanticen una buena alimentación, mucho menos a las personas con diabetes.

La nutricionista Iza Hernández explica que 90% del contenido de las cajas CLAP son carbohidratos de absorción lenta. “La alimentación de un paciente con diabetes no puede estar basada en carbohidratos de absorción lenta, y eso es lo que contiene la caja. El venezolano se está alimentando netamente de carbohidratos, lo que en personas con diabetes disparan las glucemias”, explicó para El Diario.

Las cajas CLAP no le llegan a toda la población | Foto cortesía

Las personas con esta condición deben tener un plan de alimentación de 2.000 calorías que equilibren los carbohidratos de absorción lenta (arroz o harinas) con los de absorción rápida (vegetales).

En la caja CLAP se consiguen pocos alimentos que contengan proteínas. A veces contiene leche, atún y lentejas; sin embargo, los pocos productos con proteínas no compensan la carga calórica de los carbohidratos de los demás.

“En cuanto a la leche que trae esta caja, en muchos casos se trata de bebida láctea y en otros de leche completa, pero en cualquiera de las dos presentaciones el porcentaje de proteína es sumamente bajo y de dudosa procedencia”, detalla.

No pocas son las angustias que deben sortear las personas diabéticas en Venezuela para controlar sus niveles de azúcar: escasez de medicamentos, precios dolarizados de los fármacos y bajos ingresos que impiden cumplir con la alimentación adecuada; pero silentemente va creciendo una preocupación mayor — tan grave como la propia diabetes — y es el justificado miedo de los pacientes de desarrollar complicaciones y enfermedades derivadas del incumplimiento del tratamiento.

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