• Las denuncias de fraude persiguen al presidente de Bolivia desde inicios de su mandato. Varios fallos del Tribunal Constitucional y del Tribunal Supremo Electoral (TSE) han dado la posibilidad al socialista de mantenerse en el cargo, hecho que se reiteró luego de la elección presidencial del pasado domingo

En el moderno Palacio de Gobierno boliviano mueve las directrices un presidente chavista, como él mismo se define. Viste sin mayor distinción, aunque en ocasiones usa mantas coloridas que resaltan sus rasgos indígenas. A pesar de su pasado austero y su ideal socialista, se traslada en jet privado, juega al golf y disfruta de gustos excéntricos. Es uno de los aliados más férreos del régimen de Nicolás Maduro.

Sin embargo, a Evo Morales Ayma, presidente de Bolivia desde el año 2006, hay algo más que lo une al chavismo: las acusaciones en su contra de entramados judiciales y de fraude electoral para perpetuarse en el poder.

La jornada electoral del domingo 20 de octubre fue solo un atisbo de la estrategia de Morales para asegurar su puesto en la presidencia boliviana. Pasadas las 7:30 de la noche, hora local, el Tribunal Supremo Electoral (TSE) difundió los resultados preliminares con 89,34% de las actas escrutadas, los cuales daban como ganador a Morales con 45,28% de los votos, frente a 38,16% del candidato Carlos Mesa. El resultado daba por sentado una segunda vuelta electoral por primera vez en la historia boliviana. Para evitarlo, el actual presidente requeriría alargar su ventaja a 10 puntos.

Candidato opositor Carlos Mesa. Foto: AFP

“Hemos logrado un triunfo incuestionable que nos permite decir con absoluta seguridad que estamos en segunda vuelta”, celebró Mesa. Sin embargo, la oposición sufriría un duro revés. Fue entonces cuando el pleno del TSE tomó una decisión inédita: cancelar la divulgación de los datos hasta 24 horas después, con unos resultados que ahora sí daban a Morales con la ventaja necesaria sobre Mesa para conseguir la victoria en primera vuelta. Con la totalidad de los votos escrutados este viernes, el organismo electoral otorgó la victoria a Morales sin necesidad de acudir al balotaje.

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Manuel González, jefe de la misión de observadores de la Organización de Estados Americanos (OEA), calificó el cambio del escrutinio como “drástico e inexplicable”. El organismo internacional abogó por un escrutinio transparente, por el respeto a la voluntad de la población y, por ende, por la realización de la segunda vuelta electoral. “No quiero pensar que la OEA ya está con golpe de Estado, golpe de Estado interno y externo”, respondió Morales.

La denuncia de la OEA fue apoyada por Mesa y cientos de bolivianos, quienes salieron a las calles a demostrar su descontento. “Fraude, fraude” y “mi voto se respeta” era el grito de los manifestantes, quienes se enfrentaron a los cuerpos de seguridad del Estado durante varias horas, generando incendios en las oficinas de tribunales electorales y destrozos en la capital boliviana. Una de las imágenes más impactantes de la jornada de protestas la dejó el derribo de una estatua de Hugo Chávez, en Riberalta, una urbanización amazónica que se encuentra muy cerca de la frontera boliviana con Brasil.

Mientras derribaban la estatua — inaugurada por Morales en el año 2013 — , los manifestantes gritaban “No, no, no me da la gana, vivir en dictadura como la venezolana”. Asimismo, en otras localidades los simpatizantes de Morales y de su partido Movimiento al Socialismo (MAS) se manifestaron con la consigna “sin llorar, sin llorar”, a manera de provocación.

El cambio en el escrutinio también se encontró con la unidad opositora para denunciar lo que, según ellos, era un atentado a la democracia. Algunos, como Waldo Albarracín, rector de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA), ya daban por hecho la instauración de una dictadura en Bolivia.

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Opositores en las calles desconocen el triunfo de Morales. Foto: AFP

“Quiero decirle al MAS que su dictadura no va a durar y que este pueblo que está aquí no le va a permitir que sigan cometiendo atropellos. ¡Viva la democracia!”, expresó Albarracín, quien apenas podía abrir los ojos debido a un golpe que ocasionó sangrado en el rostro y que le propinó un adepto de Morales. Mesa en cambio fue más cauteloso y pidió a la comunidad internacional “que se mantenga vigilante (…) para que no entre en el camino de la dictadura al que quiere llevarnos el presidente Morales”.

El camino hacia el poder absoluto

El deseo de presidir su país viene desde finales del siglo pasado, cuando apenas era el dirigente de los sembradores de hoja de coca. Para esa época, muchos lo hacía en una cárcel o muerto por su estirpe combativo. Hoy ya es el boliviano que más tiempo ha gobernado en toda la historia del país, superando a los caudillos o militares que llegaron al poder durante los siglos XIX y XX. Lo que en principio surgió como una “revolución” popular, hoy es uno de los poderes más cuestionados de la región.

En el año 2006, Morales llegó a la presidencia después de ganar las elecciones de 2005 con 54% de los votos a su favor. Una hazaña que ninguna encuesta predijo. Parecía imbatible en las elecciones y en popularidad, por lo que dio inicio a la primera decisión para alargar su mandato.

El 21 de octubre de 2008, en medio de una multitud, el presidente boliviano derramó lágrimas de alegría. El Congreso había aprobado las modificaciones finales de la futura nueva Constitución, la cual nuevamente ratificaron los bolivianos ampliamente meses más tardes. La nueva Carta Magna traería consigo un as bajo la manga: buscar la reelección de Morales.

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Entre el antiguo casco histórico de La Paz, irrumpe una enorme estructura de cristal. Se trata de la Casa Grande del Pueblo, el moderno Palacio de Gobierno boliviano que ordenó construir Morales. La edificación cuenta con gimnasio, jacuzzi, entre otros lujos | Foto: Reuters

La oposición aceptó acudir referéndum para poner en vigencia el texto constitucional luego de que el gobierno se comprometiera a reconocer que su primer periodo presidencial transcurría desde el año 2006 hasta el 2010, por lo que solo podría optar a la reelección en los comicios de 2009. Por lo que en caso de ganar, solo podría gobernar hasta el año 2014, y luego volver a la siembra de coca, tal y como prometió en reiteradas ocasiones.

Todo iba conforme a lo establecido, hasta que en medio de su segunda gestión, el oficialismo comenzó a señalar que el primer gobierno de Evo no contaba porque se dio bajo otro régimen constitucional. También argumentaron que el presidente no había llegado a concluir su primer mandato por el cambio de Constitución y que por ello podía volver a postular. Una sentencia del Tribunal Constitucional dio pie a la solicitud.

“Se ha realizado la refundación del Estado como un Estado Plurinacional y esa refundación ha generado una nueva Constitución Política del Estado que contempla un nuevo orden”, sentenció el Tribunal. A pesar de las manifestaciones de la oposición para declarar la ilegalidad de la resolución, el MAS ganó las elecciones de 2014 con 60% de los votos, asegurando el mandato 2015–2019.

Evo Morales durante las recientes elecciones. Foto: AFP

Aupado por su popularidad y ansias de poder, Morales intentó en el año 2016 ignorar la Carta Magna que él mismo impulsó. El presidente propuso otro referéndum para consultar a la población si respaldaba un cuarto mandato. Nuevamente utilizó la promesa de volver a su cultivo de coca en caso de perder la elección. Sin embargo, en esta ocasión sufriría su primer revés en más de una década: con un estrecho margen de 51% de los votos, contra 49%, la opción del “no” a la reelección resultó victoriosa.

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La oposición boliviana celebró la victoria como el fin del evismo, mientras que el gobierno empezaba una lucha mediática para denunciar una supuesta guerra sucia y noticias falsas en contra de Morales que, según ellos, influyó negativamente en el resultado de la elección. Fue entonces cuando el Tribunal Constitucional salvó nuevamente las aspiraciones del presidente. El MAS acudió a la máxima instancia judicial de ese país para interponer un recurso con el argumento de que prohibir una nueva reelección de Morales atenta contra sus derechos políticos.

Los magistrados aceptaron el argumento y fallaron a favor de Evo Morales en 2017, decisión que avaló el TSE, esto le permitía presentar su candidatura para el mandato 2020–2025, junto a otros ocho candidatos. La oposición nuevamente llamó a las calles para rechazar la medida y distintos líderes alertaron a la comunidad internacional del inicio de un autoritarismo o dictadura.

Con el lema de “Bolivia dijo NO”, cientos de bolivianos salieron a las calles de todo el país para reclamar la decisión del Tribunal Constitucional de permitir la reelección de Evo Morales luego del triunfo del “no” en el referéndum del año 2016 | Foto: Reuters

“La acción sumisa ante este gobierno autoritario, la expresa el TSE, que como quien lee un instructivo intrascendente, le ha dado un golpe de muerte a nuestra democracia, habilitando como candidato al dueño de todos los poderes, Evo Morales”, expresó Carlos Mesa en aquel entonces.

Otro líder opositor, Samuel Doria Medina, derrotado tres veces en las urnas por Morales y que para 2019 retiró su postulación en favor de un candidato único, escribió en su cuenta de Twitter que “esta es la más grave afrenta a la democracia desde su reconquista en 1982”. “Llamamos a la unidad para frenar la dictadura. La oposición debe rechazar de manera contundente esa decisión y a la vez, debe unificarse en un solo proyecto para frenar la dictadura”, agregó Medina.

A pesar del rechazo, la oposición acudió a los comicios electorales del pasado domingo y la sombra del TSE volvió a cernirse sobre Bolivia. La unidad opositora y el poder de una población que ya no parece confiar en Morales, será determinantes para decidir si el presidente con más años en el cargo, alargará su estadía en la Casa Grande del Pueblo.

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