• Tras varios años de ausencia, el maracucho volvió a YouTube con un nuevo formato. Desde Nueva York, ahora graba sus recomendaciones cinematográficas sin perder el toque de humor que caracterizó a su show

Vestido con franela gris, lentes traslúcidos y una barba simétrica aparece en pantalla. Un fondo blanco y un micrófono completan la escena que marca el inicio de Alejando Hernández como crítico de cine a través del recurso audiovisual. Su tono de voz ahora es mucho más profundo, aunque sin perder su acento maracucho.

El 1° de noviembre el venezolano regresó a YouTube, plataforma que utilizó para entretener al público con The Alejandro Hernandez Show (TAHS).

Desde hace años sus seguidores le habían pedido que continuara con su programa habitual, pero él estaba seguro que no quería realizar nuevamente el show que lo consagró como uno de los primeros youtubers venezolanos.

Recuerda que su mejor amigo le sugirió que regresara como crítico de cine y él lo pensó por un momento, pero decidió guardar esa sugerencia en algún lugar de su mente. No fue sino el pasado 5 de octubre cuando la idea de materializar el proyecto volvió a su cabeza.

“Necesito que vuelvas a YouTube, pero como crítico de cine, please”, le escribió una muchacha en Twitter y en ese momento sintió el impulso para regresar.

“Yo había sentido como que si alguien tomó mi motivación y mi creatividad, las tiró a la basura y nunca más me las devolvió. Toda esa motivación desapareció, pero ahora volvió y quiero hacer más videos. Estoy muy contento de haberlo hecho porque lo necesitaba”, dijo Hernández en exclusiva para El Diario.

Su primer video en esta nueva etapa se titula “Las 10 Mejores Películas de Terror de la Década (2010–2019)”. A lo largo de los 6:25 minutos del audiovisual, aparecen toques de ese humor al que sus seguidores se acostumbraron con el otrora TAHS.

“No voy a hacer el show, pero sí a seguir con ese estilo que me caracterizaba, y creo que es lo mejor, porque estoy hablando de algo que me apasiona y aparte le estoy inyectando eso por lo que la gente me conoce. Es la mejor fórmula”, destaca.

Las críticas de cine son contenido común en su cuenta de Twitter. Su amor por el séptimo arte siempre lo hace encontrar un espacio para ver películas y descubrir largometrajes que, a su juicio, merecen mucho más reconocimiento.

Hernández comenzó a hacer videos “porque estaba aburrido” — como él mismo comenta — . En principio solo compartía su contenido con sus amigos de Facebook, pero cuando se dio cuenta de que personas que no conocía comenzaron a seguirlo y a pedirle más contenido, decidió subirlos a su canal de YouTube.

Comenzar a hacer los videos le cambió la vida por completo. Asegura entre risas que eso lo ayudó a transformarse en la persona que deseaba ser. “Creo que en la mitad del show me di cuenta que había cambiado todo de muchas formas”, señala.

No le comentó a su familia lo que hacía con los videos, pero eventualmente ellos se dieron cuenta debido al nivel de popularidad que había adquirido.

“Llegó un momento en el que ellos obligatoriamente tenían que verlos, porque todo el mundo les hacía referencia a los videos y ellos no entendían nada. Yo no se los quería mostrar porque me daba pena y a veces hablaba de cosas que no quería que ellos escucharan, como una referencia sexual o una grosería”, comenta entre risas.

Nunca fue “el payaso de la clase”, sino más bien alguien “invisible” en sus años de bachillerato, pero en el show mostró una personalidad distinta y la gente se empezó a dar cuenta de que él sí tenía algo que decir.

Su crecimiento fue rápido y constante: cuando subía videos enseguida se hacía tendencia en Twitter. Justo cuando estaba en el tope de la popularidad Planeta Urbe, una revista digital, lo contactó para que trabajaran en conjunto, pero la alianza — asegura — “no funcionó como debía”. De allí Hernández migró a El Mostacho, última página a la que se unió, pues después de eso dejó de hacer TAHS.

Recuerda que en algún momento sintió que lo que estaba haciendo no se igualaba a lo que hizo en su mejor época.

“A veces la vas a pegar (acertar) y otras no, pero en ese momento sentía que tenía mucho tiempo sin pegarla y que se notaba en los videos. Creo que ese fue el momento donde dije que tenía que terminar porque era una mezcla de eso y que ya no lo estaba haciendo con pasión”, destaca.

Aumentando gradualmente su tono de voz, el venezolano enfatiza que le parece exagerado que le digan que marcó a una generación de jóvenes que creció viendo sus videos, pero a pesar de ello se siente feliz de haber dejado una huella en las personas que lo siguieron.

Desde pequeño sintió interés por el cine, afición que contó con el apoyo de sus padres. Es por ello que estudió Artes Audiovisuales en la Universidad del Zulia. Expresa que su familia siempre ha estado orgullosa de su trabajo y que nunca le cuestionaron lo que hacía o decía en TAHS.

“Nunca me dijeron cosas malas. Simplemente mi mamá que a veces me decía ‘¡muchacho, deja de decir groserías!’. Pero de resto todo bien, de verdad”, afirma riendo.

Mientras el show estuvo al aire, Hernández nunca enfrentó una situación difícil por lo que hacía o decía frente a la cámara. Sin embargo, destaca que lo más fuerte que le tocó vivir en esa época fue la fibrosis múltiple que padecía su padre.

De Maracaibo a Nueva York

La vida de Alejandro Hernández en Venezuela transcurrió en Maracaibo (estado Zulia) una ciudad iluminada por un inclemente sol que no descansa. Aunque expresa su amor por su tierra natal, afirma que cuando era niño sentía que no pertenecía a ese lugar. “Creo que se me hizo difícil cuando estaba en el colegio porque la gente tenía una personalidad más extrovertida o más maracucha y yo era diferente”, comenta.

Él no habla constantemente con su madre, quien ahora vive en Chile junto a la hermana Hernández, y ella se lo reclama: le dice que la olvida. Pero él se excusa diciendo que es una persona que poco habla por teléfono y que es “muy malo escribiéndole a la gente”.

“A veces paso como cinco días sin escribirle o llamarla, pero así es mi personalidad; eso no quiere decir que no la quiero o extraño. Creo que tengo que hacer un esfuerzo con mi mamá: ella siempre dice que nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde, y ahorita que no estoy con ella necesito hablarle más seguido, sobre todo porque mi papá ya no está, y sé que es muy importante hablar constantemente con la familia”, expresa.

Lo que más añora de Maracaibo es la conexión emocional con la comida o los lugares a los que iba con su mamá, su papá y su hermana.

“Mucha gente me quiere matar por esto, pero voy a decir algo muy controversial: las pizzas de Nueva York no son tan buenas como las de Maracaibo y una de las cosas que más extraño es la pizza. Yo no sé qué es lo que las hace tan buenas”, revela.

Las pizzas y las hamburguesas, con queso de mano y pollo, quedaron atrás en septiembre del año 2014 cuando salió de Venezuela. Afirma que esa decisión la tomó “casi que de un día para otro”.

“Mi hermana tenía un buen trabajo y me dijo: ‘yo te puedo ayudar un poco para que tú vayas a estudiar allá’. En ese momento todavía estaba el cupo Cadivi, ¿te acuerdas, no?, y bueno, me vine en parte con eso”, resalta.

Cadivi era un organismo encargado de administrar las divisas a los venezolanos bajo diversas condiciones establecidas por el Estado.

Hernández empezó a estudiar cine, pero el lugar donde lo hizo no cumplió sus expectativas, por lo que dejó de asistir. No le preocupó mucho el hecho de abandonar la carrera, pues en el área en la que se desenvuelve se le da prioridad a la experiencia y no a los títulos académicos.

“Yo puedo ir a una entrevista de trabajo y me van a decir ‘muéstranos lo que has hecho’. Puedo llevar el título y quemarlo delante del que me está haciendo la entrevista e igual me van a dar el trabajo porque no le prestan atención a eso, sino al portafolio”, señala riendo.

El frío en la Gran Manzana es tan intenso como el calor en Maracaibo, pero le gusta. Cuando llegó se repetía a sí mismo que pasó más de 20 años viviendo en un lugar donde hacía hasta 35 grados de temperatura y que era momento de cambiar.

“A veces hacía 14 grados y eso para mí eso era un frío arrechísimo, pero cuando ya me fui acostumbrando no me afectaba tanto. Me encanta el frío, me encantan las cuatro estaciones y ahora si es de cinco grados para arriba estoy bien, si es de cinco para abajo ya estoy sufriendo”, afirma.

Haber cumplido su sueño de estudiar en Nueva York no impidió que le afectara no estar en su país. Explica calmadamente que en esa ciudad es muy difícil tener contacto constante con amigos y, en cuestiones amorosas, ver a alguien por segunda vez supone “un logro increíble”.

“Cada quien tiene su propia vida. Uno sale a la calle y hay demasiada gente, pero al final te sientes solo. En una época donde no tenía casi amigos, casi no salía y eso me afectó mucho, pero con el tiempo fui conociendo más gente y me fue mucho mejor en ese aspecto. En una época no me sentía bien porque había pasado por una relación que me afectó”, comenta.

Relata que aprendió a ser adulto en Nueva York porque en Venezuela no vivió situaciones parecidas a las que enfrentó en la Gran Manzana. Destaca que aprendió mucho de sí mismo y maduró emocionalmente durante ese trayecto.

La pronunciación perfecta

El dominio perfecto del inglés en sus videos despertaba la curiosidad de las personas y todavía lo sigue haciendo.

En medio de una carcajada explica que cuando era pequeño veía series y películas con audio y subtítulos en inglés, lo que le permitía trabajar en su pronunciación.

“Mientras más joven estás expuesto al idioma, mejor va a ser la pronunciación, y cuando seas adulto todo va a estar excelente. A veces tenía conversaciones en inglés con mi hermana que lo hablaba un poquito y con el tiempo me metí en el curso de inglés porque mis padres tenían la necedad de que yo necesitaba un certificado”, añade.

El 1° de enero de 2015 Hernández posteó en su blog un texto en el que revelaba su orientación sexual. Lo que no esperaba era el efecto que la confesión ocasionaría en los lectores.

Luego de publicar el post se fue a caminar en Central Park durante dos o tres horas intentando no pensar en nada y cuando llegó a su hogar se dio cuenta de las miles de menciones que tenía en Twitter.

“Fue abrumador porque no pensé que causaría tanto impacto. Sacaron artículos al respecto y no me esperaba eso. Tampoco me esperaba que mucha gente me apoyara, y mucha gente también estaba: ‘¡Ay, ya yo sabía!’”, comenta.

Su familia y algunos amigos conocían previamente sus gustos sexuales, pero aun así sentía que debía hacerlo público para sentirse bien consigo mismo y poder conversar acerca de temas relacionados con la homosexualidad.

Acepta que cuando “salió del closet” hablaba mucho acerca del tema porque tenía guardadas demasiadas opiniones que quería compartir.

“Mucha gente estaba como que ‘ahora este salió del closet y es de lo único que habla’, y creo que esa gente no debía seguirme, porque se supone que si alguien me sigue es porque le gusta mi trabajo o lo que escribo. Ya puedo hablar libremente de eso y me encanta porque no hay ningún problema”, destaca.

Hernández está consciente que la Maracaibo que dejó atrás ya no existe. Ahora la ciudad se transformó en un lugar que a duras penas resiste los golpes de la crisis venezolana.

Para él, estos momentos no son adecuados para volver a Maracaibo, aunque no descarta en algún momento regresar a su tierra natal, así como regresó a YouTube, para poder degustar nuevamente su pizza favorita y recorrer los lugares que frecuentaba con su familia.

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