• Victoria Rodríguez asegura que los mujeres también pueden brillar en este oficio y borrar el estereotipo de que los hombres son los únicos que lo pueden hacer bien 

Cuando entras a un estudio de tatuajes lo primero que imaginas es que verás hombres listos para trabajar. Se abre la puerta y lo primero que se observa es una joven de cabello largo y negro, con unas mallas rojas un poco transparentes que permiten que se vean algunos de sus tatuajes en la pierna derecha, una falda y una camisa negra que combinan con sus zapatos. 

Victoria Rodríguez, conocida como Vicky Tatto, es una joven de 22 años que inició su camino como tatuadora profesional cuando apenas tenía 18 años de edad. Ella es la única mujer que trabaja en ArepaTattos. 

Foto: Víctor Salazar

Sus compañeros muestran respeto por ella y por su labor. Cuando llegan la saludan y en ocasiones le piden uno que otro consejo acerca del trabajo que realiza. Vicky mira con orgullo lo que ha logrado con su edad.

Recuerda la razón por la que comenzó en este apasionante oficio. Victoria estaba en una academia de arte en donde tenía un profesor que es tatuador, eso capturó su atención. Su hermana le regaló el kit básico que quería para empezar a hacer pequeños tatuajes, desde momento inició la aventura. Su primo fue su primer cliente, le siguieron algunos amigos.

Considera que le agarró rápido el ritmo. A su alrededor era común ver algún dibujo sobre la piel de sus amigos, pues pertenecía a un grupo de patineteros, así que para ella era rutinario ver esas cosas. 

Nunca se imaginó que algo que comenzó como un hobbie se convertiría en su oficio. Cuando estaba pequeña hacía dibujos, por lo que asegura que siempre tuvo creatividad para crear diseños.

“Nunca me vi como tatuadora hasta el año que la universidad presentó algunos problemas, por eso fue que tomé la decisión de hacerlo y ha sido el único trabajo que he tenido”. 

Cuenta con una sonrisa un poco tímida que cursaba Idiomas Modernos en la Universidad Central de Venezuela. No se arrepiente de haber iniciado sus estudios pue siempre ha querido graduarse. Sin embargo, asegura que gracias a los paros de la universidad inició su camino profesional en este mundo, pero fue enfática al afirmar que se reincorporara el año que viene en su carrera universitaria. 

Foto: Víctor Salazar

A pesar de que se ha dedicado a esto los últimos años, realmente empezó a crear sus propios diseños en agosto de 2019. Desde que empezó en ArepasTattos inició en la creación desde cero, quizás no es como todas las personas se imaginan el proceso pues hace los diseños en Photoshop. 

“Para tener un buen tatuaje hay que llegar a un acuerdo con lo que yo quiero con mi estilo y lo que quiere el cliente, luego de ese acuerdo inicia un proceso creativo. Busco algunas ideas que yo pueda fusionar con mi estilo para llegar a un diseño correcto”, explica. 

El mundo de los tatuajes siempre ha estado dominado por los hombres, las mujeres han surgido en los últimos años como una fuerza indiscutible. Vicky se considera una persona extrovertida al momento de tatuar o de compartir con otros tatuadores. 

Comenta que le gusta aprender cada día más de sus compañeros y también hacerles comentarios constructivos para el crecimiento de ellos. No los considera una competencia, pero asegura que entre tatuadores tienen que ser duros con los comentarios pues son cosas que no se quitan de la piel. 

Vicky recuerda que desde que tatúa profesionalmente en dos ocasiones la han menospreciado por ser mujer. Cuando trabajaba en un local en Sabana Grande hacía tatuajes maori o celta, aquellos en los que predomina el negro; las líneas gruesas, esos que son para hombres que suelen estar muy formados en los brazos. 

Cuando decían que ella era la especialista en ese estilo los clientes mostraban asombro y en algunas ocasiones rechazo, pero los que si aceptan hacérselos con ella se daban cuentan al final de la sesión que el resultado era mejor de lo esperado, “como si lo había hecho un hombre”. 

A pesar de esos momentos de desconfianza, de los clientes aprendió todo lo necesario y en ocasiones tuvo que hacer cosas que le desagradaban, pero aceptaba porque era trabajo. Cuenta que los tatuajes cercas de las axilas son los más incómodos que hace porque a veces generan malos olores. 

Victoria ha tatuado nalgas, partes íntimas de mujeres, brazos y piernas. Agrega que en el estudio no llegan tantos diseños fuera de lo común, pero cuando estaba en Sabana Grande tuvo que enfrentarse a los más locos y desagradables. 

Foto: Víctor Salazar

Cuando le preguntas como se visualiza de aquí a dos años se queda mirando hacia el techo, pero sin dudarlo responde que le gustaría estar especializada en rostros debido a que eso era lo que le gusta dibujar. 

Asegura que se imagina tatuando en el mismo estudio o fuera del país. No tiene planes de irse, pero si se le da la oportunidad buscaría la manera de continuar haciendo lo que le apasiona.

No cree que montaría puesto que quiere seguir aprendiendo y trabajar para alguien le permitiría que más puertas se le abran en el camino. 

Le gusta su trabajo y lo demuestra en cada trabajo que le ha tocado realizar. Ha tenido que ser un poco más firme en su entorno, cree que las mujeres seguirán brillando en este mundo y mostrarán que también pueden hacer lo mismo que los hombres. 

“Las mujeres también tenemos nuestras virtudes”, afirma. Cree que las mujeres que inician en este camino deben seguir practicando cada vez más y no dejarse intimidar por nadie ni nada.

Para ser tatuadora hay que tener un carácter fuerte y arriesgado”, sentencia Victoria, quien asegura que esas cualidades son indispensables para defender el arte y cumplir a cabalidad con este oficio.
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