La traducción nunca es tan precisa. “The big picture”, expresión muy al uso entre los angloparlantes no se ajusta al enunciado literal en castellano: “la gran imagen”. Picture, en inglés, nomina objetos diversos, desde una composición pictórica, una fotografía y hasta un largometraje.

¿Qué nos sugiere, entonces, quien emplea la frase habitual en inglés “Look at the big picture”? La semántica de la expresión tiene un guiño emotivo, por lo demás. Persuade a algo así como “tómatelo con calma”, o “mira bien antes”.

Refiere a lo que la filosofía llama el pathos de la distancia. Tomar distancia es lo que hace el visitante de un museo al dar un paso atrás para contemplar una obra en toda su magnitud. Dar un paso atrás trae consigo la duración necesaria para mirar la imagen, precisamente, con calma y cierta veneración.

El acto secular de tomarse el tiempo debido para apreciar una obra de arte replica a la hora de “hacerse una imagen” de la realidad. La pregunta no tarda, entonces: ¿Y en lo múltiple de la realidad cuál es la gran imagen? En el periodismo se aplica el principio. Axios, medio web de noticias e información radicado en Estados Unidos, emplea la noción de “the big picture” para jerarquizar el contenido. 

Al abrir la página de inicio, por ejemplo, aparece la imagen: un “plano americano” de un bombero forestal. La leyenda de la foto ensaya un texto que ajuste al impacto visual: “…los incendios están ardiendo más, por más tiempo y con mayor frecuencia en todo el mundo (…) Y a pesar de que los incendios forestales están empeorando, la forma en que los combatimos no ha cambiado en un siglo”.

El bombero, el esforzado ser humano que se enfrenta al fuego cuerpo a cuerpo, simboliza la forma tradicional de combatir los incendios masivos que desde hace mucho, en forma cíclica, se dan, por solo mencionar, en vastas zonas de Estados Unidos y Australia. La gran imagen en este caso apunta a que esa forma de actuar ante la ferocidad de las llamas, hoy por hoy, resulta, si bien loable, insuficiente.

La gran imagen, por tanto, no necesariamente corresponde al valor del encuadre cinematográfico, del gran plano general o panorámica. En este caso, la imagen relevante, se atiene a un plano medio que singulariza a un individuo identificado por su oficio y su función en la sociedad.

El encuadre de la crisis

El trance histórico en el que la nación venezolana parece trágicamente atascada, sin salida (o desenlace) a la vista, suele manifestar con una sucesión de imágenes del infortunio en los medios y redes sociales; variaciones sobre el mismo tema, que exhiben la indolencia de la repetición.

En el caso del periodismo, es función esencial dar registro de la imagen por mucho que repita el motivo, pero corresponde hacer un discernimiento, establecer el criterio que apunte a la noticia como definición. “The big picture” no es cualquier imagen que “ilustre” el tema relevante; es el encuadre acertado sobre el acontecimiento de cambio; el punto de giro en el relato, en este caso, del entorno noticioso. 

Cuando de la cobertura noticiosa se trata, paradójicamente, hay las veces de dar el paso atrás del contemplativo visitante de museo; y tomarse el tiempo, librarse a la duración necesaria para obtener, no la imagen buscada, sino reveladora. Esperar es tener el sentido de la oportunidad que, en el transcurso del tiempo, puede adquirir el significado de lo histórico.

La excepción hace historia y la gran imagen puede que esté apartada del tumulto, la agitación y la violencia que imanta el acontecimiento noticioso.

Churchill y Big Ben

El 23 de junio de 2016, el electorado del Reino Unido acudió a las urnas para decidir sobre asunto muy grave: la salida de ese país de la Comunidad Europea. Tal vez la fotoperiodista Mary Turner no haya sido la única que dio con el encuadre y la iluminación propicia para la imagen adquirida por Getty Images y que sirvió para acompañar un artículo del editorialista de Time, Jeffrey Kluger, titulado “Cómo la psicología hizo inevitable el voto del Brexit”. 

La psicología sin duda venía a cuento para entender lo acontecido en aquella votación, una jornada que acumulaba una enorme carga emocional para la nación británica. Días antes, la parlamentaria laborista Jo Cox había sido asesinada por un fanático partidario del Brexit, que la apuñaló al grito de “Britain first!”. Cox promovía el voto a favor de permanecer en la UE.

El aullido del criminal expresa algo que echa honda raíz en el inconsciente colectivo. Uno de los psicólogos consultados por Kugler apunta: “Los británicos estaban ofendidos por ser solo un diente en la rueda en lugar de la rueda”. El otrora imperio de la Armada Invencible sigue palpitando en pleno siglo XXI, y para ese sentir resulta intolerable que asuntos vitales de la nación estén en manos de unos burócratas en Bruselas.

Cuestiones de orden económico como la pérdida de oportunidades en un mercado común, tanto para bienes como, sobre todo, para la nueva generación de profesionales, serían avasalladas por la emoción atávica del votante.

La foto de Turner se ajusta a la gran imagen de la paradoja británica. La estatua del británico más conspicuo del siglo pasado, Winston Churchill, sugiere el gesto de que la figura –que representa al estadista ya anciano– camina hacia el Big Ben.

El tiro de cámara toma la estatua de espaldas en ángulo con el reloj de la emblemática torre del Palacio de Westminster, a una hora avanzada de la tarde; momento en el que la votación ya tuvo lugar. El crepúsculo está próximo, mientras bajo el pedestal del viejo Churchill destaca, por similitud, la espalda de un joven transeúnte. Más de tres años después, la fotografía ajusta a la inminente salida del Reino Unido de la UE, efectiva a partir del 31 de enero. Una gran imagen queda para la historia.

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