• Científicos de la Universidad de Harvard en Estados Unidos descubrieron que la pérdida de melanina en el folículo piloso a temprana edad está intimamente relacionada con los niveles de estrés que pueda llegar a sufrir un individuo

“El estrés me está sacando canas” es una frase que desde hace años puede escucharse en conversaciones informales entre amigos y familiares para responsabilizar a ese sentimiento de tensión física o emocional por la prematura aparición de canas, tanto en mujeres como en hombres. 

La veracidad de esta expresión popular fue investigada por un grupo de científicos de la Universidad de Harvard en Estados Unidos, los cuales descubrieron que uno de los detonantes de la decoloración del cabello está íntimamente relacionado con realizar actividades que eleven los niveles de estrés. 

La investigación realizada en ratones y células cultivadas en laboratorios, publicada en la revista científica Nature, reveló que el estrés activa los nervios simpáticos —encargados de regular la contracción de ciertos músculos y la secreción de glándulas— lo que a su vez genera la liberación de noradrenalina una hormona neurotransmisora que ocasiona un daño irreparable a las células madre encargadas de la regeneración del pigmento en los folículos pilosos.

Ya-Chieh Hsu, profesora asociada del Departamento de Células Madre y Biología Regenerativa de Harvard, explicó que uno de los motivos que impulsaron la realización de la investigación era comprobar el alcance de los efectos ocasionados por el estrés en el cuerpo humano. 

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“Queríamos entender si esta conexión (entre la aparición de canas y el estrés) es verdadera y, de ser así, cómo conduce a cambios en diversos tejidos. Además, teníamos mucha curiosidad por ver si el estrés en realidad conduce al envejecimiento del cabello”, cuenta la investigadora.

De acuerdo con la científica el ciclo natural de la producción de cabello se compone de tres fases, crecimiento (anágeno), degeneración (catágeno) y descanso (telógeno), durante estas  etapas el folículo piloso contiene dos tipos de células madre, células madre de melanocitos formadores de pigmento (MeSC) y células madre del folículo piloso (HFSC). Estas células se mantienen inactivas durante las dos últimas fases, sin embargo esta situación cambia al iniciar el período anágeno, pues con el objetivo de formar nuevos cabellos con pigmentación desde la raíz, se activan.  

Los científicos explican, en la publicación, que su hipótesis inicial al realizar la investigación era que el estrés podría inducir un ataque del sistema inmune en las células productoras de melanina —sustancia encargada de dotar de color tanto al cabello como a la piel—. No obstante los experimentos demostraron que esa suposición era errada pues ratones sometidos a estrés, cuyos organismos no poseían sistema inmune, igualmente presentaban canas. 

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Como parte del proceso natural de envejecimiento del cuerpo humano, las reservas de melanina en el folículo piloso se agotan por lo que la pigmentación del cabello va desapareciendo hasta finalmente convertirse en blanco, es decir, canoso.

Fue luego de ir descartando posibles causas para la generación prematura de canas que los expertos hallaron una conexión entre los nervios simpáticos y la disminución de la melanina responsable de la coloración del cabello.  El hallazgo permitió a los investigadores aprender que la secretación de noradrenalina genera un incremento desproporcionado en la producción de células madre formadoras de pigmento, agotando así en mucho menos tiempo las existencias de melanina en el folículo piloso. 

Thiago Mattar Cunha, coautor de la investigación, relata que en uno de los experimentos decidieron administrar a ratones negros una sustancia llamada resiniferatoxina para activar los receptores de dolor en los roedores e inducirles un intenso dolor, generando así altos niveles de estrés. Luego de cuatro semanas, el resultado era revelador. El pelaje de todos los ratones se había vuelto blanco.  

“Cuando comenzamos a estudiar esto, esperábamos que el estrés fuera malo para el cuerpo, pero el impacto perjudicial del estrés que descubrimos era mucho más profundo de lo que podíamos imaginar. Después de unos pocos días, se perdieron todas las células madre regeneradoras de pigmento. Una vez que se han ido, ya no puedes regenerar el pigmento. El daño es permanente”, explica el científico.

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El experto sostiene que previo a la realización de esta investigación la afirmación de que el estrés era responsable por la pérdida de color del cabello era única y exclusivamente empírica pues no existía ninguna base científica que respaldara dicha hipótesis. Sin embargo esa situación cambió luego de los estudios que realizaron, pues apunta que ya es posible afirmar sin temor a equivocarse que las personas que sufren grandes niveles de estrés son propensas a ser canosas a temprana edad.

Canas en la política

Un ejemplo claro de las consecuencias asociadas con altos niveles de estrés es el de los jefes de Estado, hombres y mujeres que debido al trabajo que desempeñan están sometidos a ingentes cantidades de estrés, tal y como lo reveló un estudio realizado en el año 2015 por científicos de la Universidad de Harvard, la Universidad de Massachusetts y la Oficina Nacional de Investigación Económica de Estados Unidos.

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Estos altos niveles de estrés no solamente se traducen en la aparición de canas a una temprana edad, tal y como les ocurrió a Barack Obama luego de su llegada a la presidencia de Estados Unidos con 47 años de edad y a Juan Guaidó en Venezuela con 35 años, sino que también se reflejan en una reducción de su esperanza de vida de aproximadamente 2.7 años respecto a otros políticos que no llegaron a presidir sus respectivos países.

Obama y Guaidó no son los únicos ejemplos del envejecimiento prematuro ocasionado por el ejercicio del poder pues lo propio le ha ocurrido también a Iván Duque en Colombia, Mauricio Macri en Argentina, Pedro Sánchez en España, entre muchos otros. 

Las huellas del envejecimiento prematuro de los mandatarios se hacen más visibles en la medida en que el tiempo que ejercen más de un período presidencial. Esta realidad ha sido objeto de innumerables artículos es los que se comentaba el cambio físico registrado en los políticos una vez abandonan el poder.

Analizando ambos estudios es posible concluir que el envejecimiento prematuro de los jefes de Estado es la consecuencia de los elevados niveles de estrés a los que se encuentran sometidos durante el tiempo que detentan el poder.

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