- Expertos consultados por El Diario explicaron las diferencias entre la dolarización transaccional que se vive en el país y el proceso que implica la dolarización formal de una nación
Los pagos empleando monedas distintas al bolívar —mayoritariamente dólares— para realizar transacciones de manera cotidiana en Venezuela han generado un fenómeno que muchos han considerado como el inicio de la dolarización de la economía.
Este fenómeno es definido por los expertos como una “dolarización transaccional”, donde el bolívar ha perdido terreno frente a la divisa norteamericana al momento de realizar operaciones comerciales, entre otros motivos por las facilidades que brinda al efectuar pagos por montos que en bolívares resultan demasiado elevados. Aunado esto a la escasez de dinero en efectivo que se padece en el país.
Pese a lo extendido que se encuentra el uso del dólar, el economista y profesor universitario Aarón Olmos niega rotundamente que Venezuela esté experimentando un proceso de dolarización formal. Pues afirma que dicho proceso requiere de un conjunto de pasos que no se están produciendo.
En primer término, tendría que generarse un diálogo entre el Banco Central de Venezuela (BCV) y la Reserva Federal de Estados Unidos —institución que funge como el banco central de EE UU— a través del cual se les solicite que Venezuela pueda utilizar la divisa estadounidense como propia.
Es aquí donde, según él, comenzarían los escollos para dolarizar el país. Debido a las sanciones impuestas por EE UU a Maduro y su círculo cercano; además, del no reconocimiento de su “gobierno”, luce poco factible que la administración presidida por Donald Trump acepte dicha solicitud.
Olmos considera que el visto bueno de la Reserva Federal de Estados Unidos solo podría ocurrir si la solicitud fuese realizada una vez que se produjese un cambio de gobierno y, por ende, de la junta directiva del BCV.
En segundo término, en el escenario de que asumiese la conducción del país un nuevo gobierno, tendría que llevarse a cabo la creación de un andamiaje legal que permitiese el cambio de moneda en la nación. Ello requeriría de un proceso constituyente que modificara la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela. Específicamente, el contenido del artículo 318, para permitir la circulación del dólar como moneda de curso legal.
“También habría que cambiar la Ley del Banco Central de Venezuela, la Ley del Impuesto al Valor Agregado, el Código Orgánico Tributario, Ley Orgánica de Administración de Sistemas Financieros Nacional, entre muchas otras”, señala Olmos en exclusiva para El Diario.
Artículo 318:
Sary Levy, MSc. en Economía Internacional y Doctora en Estudios del Desarrollo, sostiene que en el contexto de que todos esos pasos fuesen realizados y se concretase la dolarización formal de Venezuela, el BCV y el Estado estarían en la obligación de informar a la población cuáles serían las ventajas y desventajas de dicha medida.
La especialista dice que entre los aspectos positivos que se producirían una vez que se implantara el uso del dólar, estaría una mejoría en la credibilidad general del país debido a la eliminación del riesgo cambiario; una reducción significativa de los niveles de inflación —poniendo fin a la hiperinflación—; además, la remonetización de la economía.
La dolarización también permitiría que los precios se equiparen a los del mercado internacional y que se amplíen los mercados financieros, debido a que una medida de este tipo tiende a estimular el intercambio y la inversión.
La otra cara de la dolarización, la cual a juicio de Levy no debe obviarse, sería la renuncia a la conducción de la política cambiaria por parte de Venezuela y, por tanto, la eliminación de muchas de las competencias inherentes al BCV. Por ejemplo, la emisión de dinero y el control de la política monetaria de la nación.
Una dolarización exitosa
Tanto Olmos como Levy señalan que existen ejemplos de países donde se ha decidido dolarizar y el proceso ha obtenido buenos resultados. Tal como ocurrió en Ecuador, Panamá y El Salvador. Entre las razones de su éxito concuerdan que el principal factor fue que en dichos países comprendieron que la dolarización debía ir acompañada de un plan de ajuste y reestructuración de sus respectivas economías.
Sostienen que dolarizar formalmente una economía no tiene por qué ser un proceso traumático, si es realizado de forma metódica y siguiendo los pasos antes mencionados. No obstante, coinciden en que cualquier proceso de cambio monetario plantea un conjunto de dificultades.
“El proceso será más o menos traumático en la medida que el Poder Ejecutivo lo haga sin informar y sin preparar a la población. En cambio, si se hace de buena forma, tomando la experiencia de otros países, las expectativas pueden ser muy buenas”, dice Olmos.
Al tiempo que Levy añade que “una dolarización realizada de manera correcta debe seguir ciertas pautas institucionales y procedimentales. Todo proceso bien concebido debe tener un marco regulatorio que defina qué es lo que hay que hacer y cómo hacerlo”.
Los expertos concluyen que, mientras más se profundice la dolarización transaccional y referencial, será más necesaria dolarización formal como parte del proceso de recuperación del país y de la reestructuración económica a la cual tendrá que ser sometida Venezuela una vez se produzca un cambio de gobierno.