• La obra de Cruz-Diez es uno de los signos más relevantes del siglo XX venezolano. Gabo Cruz, su nieto, conversó con El Diario sobre el legado que dejó el maestro en Articruz y en su familia

*Esta entrevista de El Diario se publicó originalmente el 18 de marzo de 2020

En el resto del mundo, desde las calles de Caracas hasta la capital francesa, Carlos Cruz-Diez es reconocido como la figura más importante del arte cinético, pero en la calidez de su hogar, donde el recuerdo de su persona deambula con alegría en el testimonio de sus familiares, es recordado como el “abuelo”. 

El legado de Cruz-Diez en el mundo del arte es inexorable por su búsqueda constante entre los recovecos del color y la luz que, como diría Ariel Jiménez, determina el camino filosófico que persigue el artista durante toda su vida. Esta afición por el color comenzó  en la fábrica de botellas de vidrio que tenía su padre. El reflejo de la luz solar en el vidrio y la creación del color, sin soporte en el espacio, quedó remachado en la mente de Cruz-Diez. 

Gabriel Cruz Mendoza, mejor conocido como “Gabo” y nieto del maestro, comentó en exclusiva para El Diario que su familia estuvo desde un principio relacionada con el arte porque el taller, en el cual el abuelo trabajaba, era parte de la vida cotidiana de todos los presentes. Él lo compara, al recordar esos momentos, con los talleres flamencos, ya que la familia entera era parte del oficio artístico, de una u otra manera.

Gabo Cruz y el legado familiar del maestro Carlos Cruz-Diez
Foto: Gabo Cruz

Esta dualidad taller-casa, en la cual el mismo espacio se transformaba en una obra de arte, fue el primer ápice para la afición artística de cada uno de los nietos e hijos. Actualmente todos son parte de Articruz, taller creado en  2010 en la ciudad de Panamá, o trabajan para la Cruz-Diez Art Foundation (Fundación de arte Cruz-Diez). 

Las conversaciones que rondaban entre la sala, la cocina y los cuartos, comenta Gabo, estaban relacionadas al menester artístico y las características de la invención. Muchos artistas, amigos del abuelo o críticos de arte, caminaron por los pasillos de la casa llevando consigo un discurso sobre la creación que quedó en la memoria de todos los nietos de Cruz-Diez. “Ese es nuestro ADN”, agrega. 

Gabo Cruz y el legado familiar del maestro Carlos Cruz-Diez
Foto: Colección Patricia Phelps de Cisneros

Luego, al tener ese referente de color, libertad y creación, muchos de los nietos tomaron la decisión de trabajar en distintas aristas del arte. Algunos estudiaron la profesión de Historia del Arte, otros fueron parte de una cantidad inigualable de exposiciones, para generar un criterio coherente con la producción artística.

Ya que, según Gabo, la experiencia artística necesita el trasfondo del conocimiento. Ese es el primer bastión que separa la obra de arte de la común y burda artesana. Por ende, aunque todos los nietos vivieron bajo el techo colorido de la imaginación del maestro, su camino en el mundo del arte se construyó con el reconocimiento de la historia.

Articruz, un taller para el arte contemporáneo

En 2009, cuando el maestro tenía 86 años y su cabello blanco compaginaba con su sonrisa, se inauguró en la ciudad de Panamá el taller de Articruz. Al principio, el espacio estaba enfocado, simple y llanamente, en la obra de Cruz-Diez, pero poco a poco las puertas fueron abiertas para recopilar la obra de otros artistas, tanto venezolanos como extranjeros, con características particulares en el arte contemporáneo. 

Gabo Cruz y el legado familiar del maestro Carlos Cruz-Diez
Foto: Rafael Guillen | ©Foto @rafaelguillen

Gabo, por su parte, comenta que el objetivo de la familia es mantener vivo el legado conceptual del maestro a través de las enseñanzas impartidas en el taller, tanto en el de París como en el de Panamá, o desde la fundación de arte Cruz-Diez ubicada en Houston, Estados Unidos. 

“Los museos se encargarán de difundir la obra y de la parte artística, junto a nuestra colaboración, pero lo que estamos tratando es que la fundación sea la vela que guíe ese legado”, agrega. 

Más allá del soporte artístico de las obras que se distribuyen por el mundo, el objetivo de la familia, asegura Gabo, es la difusión del pensamiento de Cruz-Diez. Su mirada entre los resquicios de la luz, la búsqueda del color a través del espacio, rompiendo lo conocido y entrando —como el aventurero en la maleza de la selva— en lo desconocido. Cada una de estas características son primordiales para entender el oficio del arte y, posteriormente, enseñar el camino artístico a las nuevas generaciones. 

Para Jorge Cruz, hijo del maestro y fundador del taller, el objetivo de la iniciativa era transformarse en un espacio fecundo de creación y estudio sobre las diferentes aristas del oficio. Además, se pretende poner a disposición de los artistas presentes en el catálogo la experiencia, el conocimiento y la peculiar mirada de Cruz-Diez para que, más allá de la obra, la figura del artista sea un referente.

Gabo Cruz y el legado familiar del maestro Carlos Cruz-Diez
Foto: Rafael Guillen | ©Foto @rafaelguillen
Articruz, desde su fundación, se concibió como un taller de artistas, donde nosotros ayudamos al artista a desarrollar su discurso y a estructurar su obra. Como lo hizo el abuelo. Siempre tuvo talleres, donde trabajó la familia y trabajaron otros artistas que ayudaban al abuelo a producir su obra”

Este proceso, en el cual otros artistas participan del taller, ha permitido que la muerte del maestro no haya sido un golpe seco en el futuro de Articruz. El recuerdo de Cruz-Diez se mantiene fecundo en su obra, en su mirada, en los artistas que compartieron con él y, sobre todo, en su familia que lo recuerda con el aura de color y la vitalidad de su pensamiento. 

Además, cada uno de los participantes del taller tiene un deber con el estudio del arte porque el abuelo, como lo llama Gabo, inventó la noción “arte”. Ese concepto de lo artístico que se ha difuminado en la mente de toda la familia, por la enseñanza del maestro, es primordial para entender el oficio realizado en Articruz. 

Nosotros concebimos el arte como un elemento transformador de la realidad, como un transformador del presente. Un artista que no estudia el pasado, nunca va a entender el presente y, mucho menos, lo va a modificar. Entonces, nosotros tratamos que los artistas tengan un conocimiento de lo que se hizo antes, cuándo se hizo y qué pueden hacer para modificarlo”

Y, aunque aclara que nunca tuvo la curiosidad necesaria para ser artista, el concepto del abuelo sobre el arte se mantiene con él. Por ende, el artista para Gabo Cruz es un individuo que inventa el futuro, que desde el discurso, algo intangible encerrado en la psique y plasmado en la palabra, transforma la manera de encarar la vida. Para eso, como ya lo ha dicho, el artista debe estudiar hasta el último registro del pasado, conocerlo y entenderlo para que, de esta forma, el futuro tenga una base fuerte en el conocimiento. “El artista es alguien de avanzada y necesario para romper todo tipo de paradigmas”. 

Gabo Cruz y el legado familiar del maestro Carlos Cruz-Diez
Foto: Rafael Guillen | ©Foto @rafaelguillen

Un ejemplo de tradición es el arte cinético, tan reconocido en Venezuela por la obra de Jesús Soto, Alejandro Otero y, por supuesto, de Cruz-Diez, pero que en este momento, para Gabo, debe tomarse como un referente del pasado para construir el futuro. La emulación de estas corrientes artísticas, tanto el cinetismo como cualquier otra del proceso vanguardista, es insuficiente para romper con el paradigma. 

En Venezuela los artistas jóvenes tienen una gran oportunidad de reinventar su futuro. Yo entiendo que la tradición geométrica, y específicamente la cinética, ha sido muy importante para los artistas venezolanos pero, yo creo, que es un buen momento para salir de esa tradición y reinventarse, puntualiza Gabo Cruz.

En Articruz los artistas que son parte del catálogo presentan puntos de relación con la obra del maestro pero, al mismo tiempo, se encargan de construir su propio discurso. Desde Carlos Medina, nacido en Barquisimeto en 1953, que se caracteriza por darle expresión pura al material como elemento autónomo, hasta Rafael Barrios, nacido en Baton Rouge, EE UU, en 1947, que presenta una obra que rompe con la direccionalidad ortodoxa del espacio, abriendo un abanico de perspectivas distintas. 

Gabo Cruz y el legado familiar del maestro Carlos Cruz-Diez
Foto: Rafael Guillen | ©Foto @rafaelguillen

Asimismo, recuerda Gabo, otro de los artistas presentes en el taller es Manuel Ojeda, nacido en San Fernando de Apure en 1968, quien fue por mucho tiempo el serígrafo del maestro en Venezuela. En Panamá, junto a Cruz-Diez, define su propio discurso artístico. “Trabaja para el abuelo y trabaja para su obra”, agrega. La obra de Ojeda tiene como punto característico la superposición del color que genera, a su vez, un resultado distinto a partir de la interacción de los elementos. 

Las nuevas generaciones, afirma  Gabo, necesitan crear un concepto auténtico y autónomo. En ese momento de la conversación recordó una anécdota que le contó su padre sobre el maestro Soto: un día, comenta, su padre le preguntó a Soto sobre las características estéticas de los nuevos artistas. Jesús Soto, con su bigote pronunciado y su mirada jovial, le respondió: “si lo supiera, lo estaría haciendo”. 

El artista es el medio de realización de la expresión humana y, por ende, decodifica ese lenguaje abstracto y presenta una mirada al futuro. Para Gabo la tecnología es un factor que modifica la experiencia del arte, pero, asevera, que se debe utilizar como medio útil, no como fin último. “Hay que separar la tecnología del discurso plástico”, agrega. 

Gabo Cruz y el legado familiar del maestro Carlos Cruz-Diez
Foto: cortesía

En este momento, en donde el arte tiene una relación conflictiva con el elemento artesanal y, de cierta manera, el minimalismo reduce la obra al concepto, Gabo comenta que la obra tiene que ser un todo. Tanto el concepto como la ejecución deben ser impecables para generar el dialogismo entre la artesanía del escultor, del pintor, entre otros, con la conceptualización del aspecto filosófico que se cierne sobre la obra.  

Para diluir, comenta Gabo, la diferencia entre el concepto y el trabajo de manufactura es necesario reconocer el tipo de discurso que antecede a la obra.

“Lo que falla, a veces, es la percepción de recurso. Hay muchas veces que la obra tiene un discurso literario, pero es ejecutado a través de la plástica. Quizás, estamos confundiendo los recursos disponibles”, agrega. 

Free Color, la realización de la quimera de Carlos Cruz-Diez

“¿Qué es el color? ¿En qué parte de nuestra memoria habita? Propongo vivir el presente a través del color, como una experiencia única y absoluta. Crear un acontecimiento inédito”, es una de las primeras frases que enuncia el maestro en el documental Free Color, con la voz apaciguada por los años pero impoluta, radiante y, sobre todo, llena de color.

Este proyecto estu00e1 comandado por el guionista, director y productor venezolano Alberto Arvelo y estu00e1 escrito por Leonardo Henru00edquez. nn

 Gabo Cruz explica que el documental está dividido en distintas aristas del trabajo del maestro. Sin necesidad de caer en la biografía cronológica, se encarga de mostrar la esencia de Cruz-Diez a través de los distintos puntos de su vida, de su obra y de su trascendencia. “Una es biográfica, otra habla sobre el taller, descrito como un taller flamenco y la otra es de una obra que el abuelo siempre quiso hacer”, agrega.

Gabo Cruz y el legado familiar del maestro Carlos Cruz-Diez
Foto: Rafael Guillen | ©Foto @rafaelguillen

El sueño que, desde un principio persiguió Carlos Cruz-Diez, fue la autonomía del color. El arte, como era entendido, utilizaba al color como un elemento que rellenaba la forma y estaba atado a un soporte, pero para el maestro el color era capaz de deambular libremente a través de la luz. 

Durante toda su vida persiguió ese color libre que recorría el espacio y era autónomo ante la mirada de los seres humanos, pero que siempre, paradójicamente, necesitaba de un elemento externo para reflejarse. El documental relata el camino de Cruz-Diez para lograr ese color libre de soporte a través de la conversación con una serie de científicos, como Seamus Blackley, Ana Asenjo y Spyridon Michalakis, especializados en el uso de los campos magnéticos.

La idea de la obra realizada a través de los campos magnéticos, según el relato de Gabo Cruz, está antecedida por las cámaras de cromosaturación que su abuelo creó en el año 1965. En Caracas existe una en el Museo de la Estampa y el Diseño Carlos Cruz-Diez, ubicado en la avenida Bolívar. 

Gabo Cruz y el legado familiar del maestro Carlos Cruz-Diez
Foto: cortesía

En esta obra el color se explaya y se refleja en la blancura del cuarto, en las paredes impolutas, para representar al color como un elemento flotante. Pero, en ese caso, comenta Gabo, el color sigue estando atado al bombillo, a la luz externa, al soporte. El uso de los campos electromagnéticos permitirá que el color esté, literalmente, flotando en el espacio. 

“En la película él comenta que sería la culminación de su discurso artístico. Sería sacar el color, verdaderamente, del soporte y que esté completamente desprovisto de la forma. Sería la culminación del discurso de una persona que dedicó toda su vida a la investigación del color”, agrega. 

Gabo Cruz y el legado familiar del maestro Carlos Cruz-Diez
Foto: cortesía

El director de la película, Alberto Arvelo, comentó en una entrevista con al agencia de noticias EFE que “el color ha estado en la historia del arte en lugares muy álgidos. Los expresionistas, por ejemplo, tenían una especial atención por el color (…). Pero Cruz-Díez va más allá todavía: es el color liberándolo de toda forma y, algo muy bello que él dice, de toda anécdota, de sus historias. No solo libre de forma sino también de las tradiciones culturales. Creo que eso es único”.

Gabo comenta que su abuelo estudió exhaustivamente el trabajo de los impresionistas como Edgar Degas, Claude Monet, Camille Pissarro, Auguste Renoir, entre otros, que buscaban la representación en el lienzo de la luz, de la realidad en el momento exacto, sin pensar la forma, el color, el objeto que se dibujaba. Pero el soporte seguía y el yugo de la forma se mantenía por encima del color. 

A partir de la obra de estos pintores, como de Josef Albers, un profesor y teórico del arte alemán, Carlos Cruz-Diez empezó a perseguir la liberación del color. Salió del lienzo, con el aprendizaje de la serigrafía, para trabajar la escultura y liberar el soporte. 

Gabo Cruz y el legado familiar del maestro Carlos Cruz-Diez
Foto: cortesía

“La generación del abuelo utilizó esto de punto de partida, no se parece ni a Albers, ni a los impresionistas, sino que utilizaron dicha reflexión para inventar su discurso”, agrega Gabo.

El documental, por los momentos, se ha presentado en distintos festivales de cine independiente por su carácter artístico. El 4 de enero de este año se estrenó en las salas del festival de Palms Springs en California, EE UU y Gabo Cruz aseguró se mantienen a la espera de la confirmación de otros festivales importantes de Latinoamérica. 

En Venezuela, agrega, se mantiene en conversaciones con el embajador de Francia en el país, Romain Nadal, para la distribución de Free Color. La relación entre la embajada y la familia, teniendo como enlace la obra del maestro, ha llevado a la restauración de los pasos peatonales diseñados por Cruz-Diez en la Plaza la Castellana, en Caracas, entre otros proyectos. 

Carlos Cruz-Díez falleció en la comodidad de su hogar en París, mientras dormía, el 27 de julio de 2019. No pudo ver el resultado final del documental, ni ver la nebulosa de color flotando encima del río Sena, en la capital francesa, pero su legado se mantiene en las enseñanzas, en la ardua investigación sobre el color, en sus obras regadas por el mundo y, sobre todo, en el corazón de su familia. 

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