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  • Pablo Rodríguez, médico residente del Hospital Universitario La Paz de Madrid, España, conversó con el equipo de El Diario sobre cómo ha cambiado su rutina desde que se agudizó la pandemia por el coronavirus en su país

La jornada de Pablo Rodríguez, de 26 años de edad, en el Hospital Universitario La Paz de Madrid (España), inicia a las 8:00 am, cuando los médicos principales, los de refuerzo y residentes de Emergencia  realizan una pequeña reunión para evaluar todo el terreno, dar parte de las guardias y distribuirse en distintos puntos de la sala donde atienden a pacientes contagiados con Covid-19.

En las primeras horas de guardia reevaluan a los pacientes, estudian los casos y hacen un pase de médicos viendo a los pacientes. Posteriormente se comunican con las familias para transmitirle el estado de salud de su familiar. Esta última es una tarea muy importante, pues en muchos casos es la única información que reciben las familias sobre las personas aisladas.

Esta rutina es relativamente nueva y ha ido cambiando con el pasar de los días. El médico relató que la epidemia del coronavirus irrumpió en el hospital hace apenas dos semanas y desde entonces todo ha sucedido muy rápido. 

El coronavirus era un ente que teníamos sobrevolando nuestras cabezas, dado que nuestros vecinos de Italia ya estaban inmersos en plena crisis sanitaria por dicho patógeno, era solo cuestión de tiempo que una situación similar comenzara en nuestro país” Pablo Rodríguez, médico del Hospital Universitario La Paz de Madrid, España

Cuando llegó el momento de atender al primer paciente de gravedad, lo que pasó por su mente fue miedo y desconocimiento. Al ser un virus nuevo, que se ha ido explorando durante su expansión por el mundo, los médicos del Hospital Universitario La Paz no sabían exactamente  cómo debían actuar, solo conocían la teoría. 

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Coronavirus en España

33.089

Contagiados

2.182

Fallecidos

3.355

recuperados

Una de la situaciones que más sorprendió el residente fue la rapidez con la que algunos pacientes empeoran, lo que obliga a quienes los atienden a tomar decisiones vitales igual de rápido. 

Aunque dice no tener el conocimiento suficiente para evaluar la gestión del sistema de salud de su país en medio de la crisis, considera que es necesario incluir un programa de formación para emergencias, que los ayude a estar mejor preparados en este tipo de situaciones. Espera que pronto ocurra ese cambio en España. 

Rodríguez admite que la pandemia del coronavirus no se parece a nada que haya enfrentado antes, las circunstancias son extremas, por lo que los pequeños momentos de calma que tiene los valora mucho. 

Médicamente, estoy aprendiendo a afrontar una emergencia sanitaria. Es una medicina bélica, con pocos recursos y muchos pacientes que atender. Vitalmente, he aprendido a disfrutar los momentos de descanso, a desconectar las horas que no estoy trabajando y valorar la salud como nunca antes lo había hecho”, añadió. n
OMS

332.930

personas contagiadas en el mundo

14.510

fallecidos

A pesar de que Pablo y sus compañeros van a trabajar con la mejor disposición de aprender, también deben enfrentarse a momentos que los quiebran emocionalmente, especialmente si se trata de casos muy graves. 

“La situación que más me ha afectado fue ver cómo una hija se despedía de su padre cuando le trasladabamos a una sala de aislamiento sabiendo que estaba muy grave y que muy probablemente sería la última vez que se verían. Pensé en mi familia y esa vez el muro que muchas veces tenemos que poner para que las situaciones difíciles no nos afecten y podamos seguir trabajando, se derrumbó”, relató.

El duro testimonio de un médico que lucha contra el Covid-19
Foto: Pablo Rodríguez

Al terminar su turno en el hospital, Pablo recibe muchos mensajes y llamadas de su familia, quienes con preocupación preguntan cómo van las cosas en la sala de urgencias y especialmente cómo se siente él. 

“Ellos están orgullosos, o al menos eso creo, y saben que mi sitio ahora es cuidando de los pacientes”, expresó.

Al salir del hospital, Pablo observa que la crisis que causó el coronavirus en España no solo ha transformado a los hospitales, también sus calles y la forma en la que los ciudadanos actúan.

No hay tráfico, la gente está en su casa y la mayoría de las personas comprende las medidas que ha tenido que tomar el Estado. Veo una sociedad preocupada, pero alegre y positiva, que cada tarde sale a aplaudir a sus sanitarios, a reconocer la labor que estamos haciendo. Es un sentimiento de unidad diferente, sin banderas, sin ideologías, los vecinos nos cuidamos entre nosotros, creo que es un cambio muy profundo”, explicó el médico.

En sus ratos libres intenta descansar lo más que se puede, debido a que sus horarios se han duplicado ante la contingencia. 

A pesar del cansancio que viene acumulando durante estas dos semanas, en ningún momento ha pensado en tirar la toalla o dejar de ir al centro de salud.

“Trabajamos todos muchas horas, pero nadie se quiere retirar. Muchas veces trabajamos más del doble de horas de nuestra jornada laboral, pero no vamos a dejar ningún paciente desatendido. Somos médicos y tenemos el deber de devolver a esta sociedad todo lo que nos ha dado para poder llegar hasta aquí”, comentó.

Pablo confiesa que estos días ha estado más sensible y que tiene las emociones a flor de piel. Explicó que él y sus compañeros están expuestos a un alto nivel de estrés constantemente desde que llegaron los contagiados al centro de salud.

Se junta el cansancio, la tristeza de las situaciones dramáticas, la felicidad cuando ves mejorar a los pacientes y la preocupación de tu familia, pero soy feliz. Soy médico de urgencias, y en estas situaciones es cuando damos todo de nosotros para mejorar la salud de nuestros pacientes”, añadió.

Comparte la reflexión de que los médicos en países como Venezuela, que hasta ahora registran sus primeros casos, deben prepararse lo mejor posible para atender a quienes se compliquen. Insiste en que el virus seguirá extendiéndose, por lo que recomienda a estas naciones tener planes de emergencia, actuar sin miedo y evitar que el contagio se salga de control en el futuro. 

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