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  • Su nombre es Maisong Lee y es influencer. Nació en Falcón y se crió en Cabimas, Zulia. Actualmente vive la crisis generada por el coronavirus desde Seúl, su hogar desde hace dos años.

Un video en el que imita el peculiar anuncio de los vendedores de plátanos venezolanos lo llevó a la fama en redes sociales. El audiovisual fue compartido miles de veces y hasta en el Time Square, en Nueva York, se escuchó el popular cántico: “¡Amarillo, amarillo, amarillo los plátanos!”, acompañado de un silbido al final. Todo antes de que la ciudad que nunca duerme y el mundo entero necesitara quedarse en casa. 

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Sus rasgos asiáticos y el voseo zuliano resultaron en apodos como “chino maracucho” o “chino malayo”, como también es conocido, a pesar de no ser ni chino, ni maracucho.

La historia de su nacimiento es propia de esos relatos que no se cuentan a diario. Pues un día llegó a las costas falconianas un marino mercante proveniente de la lejana Corea del Sur y al ver a una joven cabimera, no dudó en proponerle matrimonio. Producto de esta unión nació Maisong Lee, en Punto Fijo, estado Falcón. Tiempo después la familia sumaría un nuevo integrante, su hermano, Chang Lee. 

“No soy un virus”: el coreano-venezolano que vive la crisis del Covid-19 en Asia
Foto: Cortesía

Maisong o el “chino malayo”, se crió en Cabimas, estado Zulia. Allí estudió primaria y bachillerato, pero luego se mudó a Maracaibo y posteriormente vivió un tiempo en Caracas y Vargas. Estudió Ingeniería Marítima, al igual que su padre, quien falleció cuando apenas era un niño.

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El origen

De acuerdo con el “Diccionario maracucho” del periodista venezolano Renny Berto, la palabra “malayo” no tiene ninguna relación con el idioma que se habla en Malasia. Por el contrario, se trata de una versión ligera de la locución marabina: “mardito o mardeto”.nnAunque parezca contradictorio, en Maracaibo es posible saludar de manera informal maldiciendo. Claro está, se debe sustituir la letra “l” por una “r” para obtener el resultado: “mardito”. Si se desea disminuir la intensidad de la bienvenida se pueda usar “malayo”. Después de un buen chiste, que jamás podrá faltar en la ciudad petrolera, la frase: “¡Malaya sea con vos, nojoda” es esencial y suele ir acompañada de abundantes carcajadas.

Su nueva vida en Seúl

Hace dos años decidió emigrar y conocer la tierra de su familia paterna. Vive actualmente en la República de Corea, la que describe en tres palabras: mística, milenaria y exótica. Está residenciado en su capital, Seúl. “Una de las cosas que me sorprendió y me sigue sorprendiendo es el orden, sumamente limpia, bien construida y segura”, expresó para El Diario.

El 20 de enero de 2020 las autoridades surcoreanas informaron sobre el primer caso de coronavirus (COVID—19) en el país, cuando aún los medios de comunicación lo describían como un “misterioso virus” que apareció por primera vez en la ciudad china de Wuhan.

Al poco tiempo, Maisong subió un video a su canal de YouTube donde se le puede ver caminando a través de una calle, con parte de su rostro cubierto con una mascarilla negra y exclamando, a manera de introducción “En Venezuela vencí el chikungunya, me dio dengue a los doce años, papera (parotiditis), lechina (varicela). Soy leyenda, sobreviví al chavismo”.

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En el audiovisual explica cómo fue su experiencia estando en el país asiático cuando era el segundo con mayor número de contagios y ahora cuenta para El Diario cómo ha sido vivir la cuarentena preventiva en Corea del sur. 

¿Cómo vives la cuarentena?

Vivimos todo esto con calma, al menos mi familia y yo. Al principio no salíamos casi y cuando lo hacíamos era por necesidad (…) Yo tenía a mi abuela enferma y al visitar el hospital debíamos utilizar mascarilla y pasar un torniquete de seguridad: toma de temperatura y lavado de manos.

El gobierno ha desplegado por todo el país cientos de puntos de chequeo. A la persona que cree tener síntomas, sin bajarse de su auto, le hacen el examen de manera gratuita y recibe los resultados en un mensaje de texto

¿Qué opinas de la compra masiva de tapabocas, antibacterial, papel higiénico?

En momentos duros hay que ser solidario. Tú podrás comprar mil tapabocas, pero si tu vecino se queda sin mascarillas y es contagiado, también correrás riesgo.

Este influencer coreano-venezolano se unió a la campaña “No soy un virus”, en la que ciudadanos chinos y de origen asiático denuncian actos xenofóbicos por relacionarlos directamente con el origen del Covid—19. 

“Es un tema muy delicado, mucha gente inocente está sufriendo por eso”, especificó Maisong.

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¿El lago de Maracaibo o los médanos de Coro?

De regreso al cuestionario sobre el terruño. Le es difícil elegir entre dos opciones, entre las aguas maracaiberas o las arenas corianas.  Optó por elegir ambos destinos, quedó bien con todos. Cuando era niño se escapaba al lago de Maracaibo con su hermano y primos, allí aprendió a nadar y disfrutó del pescado frito. A su vez, cuando visitaba su tierra natal, los Médanos de Coro eran parada obligatoria. 

Sin embargo, su respuesta es clara sobre qué representa el estado Zulia en su vida: “Significa todo, mi madre es nacida en Cabimas, y yo a pesar de no haber nacido allá, me crié toda mi vida en mi pueblito”.

Rememora una escena de su infancia. Justo después de que su padre murió, corría sobre montañas de arena que utilizaban para construir una casa.

En diversas entrevistas ha declarado que deseaba reconectarse con sus orígenes, un vínculo con papá, conocer la familia que vivía lejos.

Parte de este sueño lo completó a través de Halmoni, su abuela. Miles de personas siguieron de cerca la historia de quien fuera protagonista en videos de Tik Tok, Instagram TV y fotografías.

Halmoni, debido a su estado de salud, permaneció hospitalizada antes de partir. El día que decidió abandonar este mundo, Maisong, publicó una fotografía en la que parafrasea una cita de Marco Aurelio sobre la muerte. Chang y Maisong soñaban de niños con conocer a su abuela.

“No soy un virus”: el coreano-venezolano que vive la crisis del Covid-19 en Asia
Foto: Cortesía

En una casa de Cabimas, bajo una tarde soleada como muchas, jugaban los hermanos Lee en una montaña de arena, luego comían pescado frito y se imaginaban cómo sería el país de su papá. 

“Gracias, Halmoni, por esperar por nosotros”.

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