El 16 de marzo, cuando se decretó la cuarentena en Venezuela, yo tenía una clara convicción: este 2020 iba a ser el gran año. Tanto que acababa de inaugurar oficinas en Caracas y en la Isla de Margarita, mi agenda de contrataciones como conferencista se estaba llenando y en unos días me iba a Bogotá para una firma de libros y conversatorio.

El plan era girar con mis conferencias en Venezuela y en el verano viajar a Europa después de mucho tiempo a presentarme y a encontrarme con mi gente. Ni hablar de Semana Santa, donde íbamos a combinar unos días en la Isla de Margarita con el Sunset Roll Festival. La verdad es que todo pintaba bastante bien.

Sí estaba informado sobre el Covid-19 y de hecho había tomado algunas previsiones, pero nunca imaginé lo que vino después. En mi imaginario había algo como: “sí, claro que nos va a afectar, pero pronto conseguirán cura y vacuna, cuestión de tomar previsiones unos quince días”.

Leer más  ¿El Sebin es el órgano de cobranzas de Cashea?

Pero llegó el Covid-19 y la primera semana fue el terror. Contrataciones, viajes y proyectos caídos uno tras otro. Pasé ocho días tratando de entender, procesando todo lo que estábamos viviendo y recibiendo las llamadas que nadie quiere atender. Solo había algo que hacer: tomar decisiones.

La prioridad se estableció rápidamente:

1) Mantener estable a un equipo mínimo de trabajo y prescindir de servicios y apoyos que no se correspondieran con el momento.

2) Asegurarme de contar con lo indispensable para vivir durante un tiempo indeterminado. Algo prácticamente imposible.

Leer más  La Traviata: de la convención al riesgo

3) Invertir en plataformas tecnológicas para desarrollar nuevas ideas, desde casa.

Pero después de todo, al salir de lo urgente, pude ocuparme de lo importante y me pregunté: ¿en qué puedo ser útil? Ahí fue donde las cosas de verdad empezaron a cambiar.

Decidí regalar mi primer libro en PDF durante 15 días y fue una locura la receptividad, después llamaron de la radio para consultar: “¿quieres hacer un nuevo programa con Mariangel Ruiz?” Y sucedió. Luego las llamadas de los amigos: “¿por qué no le hacemos una atención a las empresas”? Y creamos algo llamado: Cuarentena Productiva, un éxito.

¿A dónde voy con toda esta historia? Debo admitir que tengo unas ganas inmensas de estar en la playa y que a veces siento nostalgia por lo que tenía en mente y no se dio.

Leer más  La Traviata: de la convención al riesgo
¿En qué puedo ser útil?
Foto: Álvaro Pérez Kattar

Entiendo que hay mucha gente que ni siquiera se pudo dar el lujo de tomar decisiones como yo y tener las herramientas y la infraestructura para caer de pie. Pero puedo aportarles algo: mi mejor herramienta para afrontar este momento ha sido estar consciente de la importancia de ser útil. Nada vale la pena si no está al servicio de los demás y eso incluye mis increíbles planes de inicio de año.

En solo un mes de aislamiento puedo hacer un balance en números: 11 mil personas nuevas tienen el libro, tengo 2 programas de radio, 1 formación online para empresas, 1 conferencia virtual y estoy pre produciendo 2 más.

Leer más  ¿El Sebin es el órgano de cobranzas de Cashea?

Estamos generando nuevo contenido para redes sociales y no les niego que he tenido mis días de bajón, horas de sueño desajustadas y mal humor. Normal, creo que todas las emociones hay que transitarlas. Pero trato de no pensar en los planes que tenía —ya volverán, o cambiarán—, trabajo en entusiasmarme cada día con eso que podemos empezar a ser y hacer en esta nueva “normalidad”. Al menos a mí me funciona.

La frase que afirma: “El cambio es lo único constante” se me hace más evidente que nunca. Pero si puedo escoger entre sufrir o divertirme frente a la necesidad de reinventarse, yo digo sí a la segunda. Siempre optimista.

Artículos relacionados del autor