• “Creo que ya aprendí a vivir así”, me aseguraba, vía Zoom, una colega periodista. Como ella, muchos nos hemos empeñado en desarrollar habilidades personalísimas para sentirnos cómodos entre cuatro paredes; esforzándonos –aun sin remuneración– en maximizar capacidades productivas y creativas en estos meses de encierro. Extraño Síndrome de Estocolmo en el que terminamos siendo rehenes y cómplices de nosotros mismos. Ahora que el desconfinamiento avanza sí o sí, ¿vendrán tiempos híbridos, mitad encerrados, mitad callejeando? Ya veremos

1 Dancing with myself

Cumplía mis primeros diez días encerrado. La Santamaría de la vida me la habían bajado de un solo trancazo y yo ahí, perro sin dueño, extraviado, acontecido, solo, con hambre y aburridísimo. Aquel domingo, como a las 11 de la mañana, le di play a un CD de grandes éxitos de Ray Barretto, El Manos Duras, El Indestructible, cantados en la voz inconfundible del pana Adalberto Santiago. Salsa ‘eldadera como le llama mi hermano salsólogo Oscarello El Magnífico. El descargatrón sonando a mil en la sala de casa y listo, quién dijo miedo. Treinta minutos bailando conmigo bastaron para entender que no toda soledad tiene que ser triste ni que todo quedarse sin chamba es el fin del camino. Esa tarde me la pasé sonriente. Esa noche dormí mejor. 

¡No quiero que se acabe la cuarentena!

2 Nuevas habilidades, viejos oficios

2.1 Cocinero de la nada

Ingredientes: tres tomates golpeados que quedaban por ahí. Una cabeza de ajo marchito. Medio paquete de pasta guardado en la nevera para que no le caigan coquitos. Sal al gusto. 

Elaboración: inspirarse un pelo y terminar con una cena unipersonal, decente, humeante y bien sazonada. Poner en práctica dinámicas similares mínimo par de veces por semana. 

El amor empieza por los ojos, se enloquece a fuego alto cuando le metemos mano y le caemos a besos, pero siempre termina asentándose (y adecentándose) en la panza. 

2.2 Rendidor de agua

Por mi casa el encierro coincidió con restricciones en el servicio de agua. Qué desgracia. Al asunto hay que agarrarle el tumbao. Organizarse en función de qué días y horarios son los que prenden la bomba del edificio, aun a sabiendas que la mecánica es siempre cambiante.

Muchas veces soñé ir a Tailandia, a la celebración del año nuevo budista. Le llaman Songkran y es literalmente una fiesta por y para el agua. La plenitud de la vida y del espíritu se manifiestan enchumbándose todos contra todos, en templos y calles y avenidas, con oraciones o música estridente, con pistolitas de agua o a manguerazo limpio. 

Yo sigo llenando envases y vacilo. 

La vida es un carnaval. 

¡No quiero que se acabe la cuarentena!

2.3 Domador de zancudos

Calígula, Iván el Terrible, Miguel de Torquemada, María I de Inglaterra. 

Stalin, Pol Pot, Franco, Hitler, Pinochet.

Cuando a medianoche, tratando de dormir, un zancudo me ronda la oreja, pienso en esos personajes tan Universales como infames. 

Lo doy por cierto: a esta hora todos esos malignos están retorciéndose en el hervidero de la Quinta Paila.

¡No quiero que se acabe la cuarentena!

2.4 Pesca de arrastre usando redes (sociales) 

Impulsiva y muchas veces inocentemente entramos a Instagram, Facebook o Twitter. Generamos y reenviamos fotos, textos. noticias. Nos conectamos con chistes, con calamidades, chismes. Curioseamos la vida de otros. Permitimos curioseen la nuestra. 

Así nos hacemos parte de la Big Data. Con cada pulso enviado al mundo virtual reinventamos de algún modo lo que se nos viene a todos. Ante la entropía informática generada por miles de millones de personas manipulando sus celulares, los algoritmos dizque nos descifran y trazan tendencias semiológicas y de consumo. Todo suena tan inabarcable. Tan robótico. Ciencia-ficción.

Pero más allá de esa dialéctica, que no menos distópica y paranoica, cabe preguntar, al mejor estilo Marcelino Bisbal, ¿qué hacemos nosotros con todo lo que vivimos cuando entramos en las social media? ¿Hasta qué punto son o no un Arca de Noé salvándonos del diluvio?

Todos nos hemos vuelto más y más expertos en este planeta zoomanizado. Hemos afilado cuchillos para cortar fino. Hemos fortalecido amores, sexualidad, cultura y cuerpos. Hemos cerrado quién sabe cuántos capítulos menguados. 

Sí. En estos meses es mucho lo que con estas redes hemos pescado. 

3 Viejos textos, nuevos cuentos

Dejando tras de sí un mar tan atroz, ahora que el buque de mi ingenio dirige sus velas hacia otras mejores aguas, y cantaré aquel segundo reino donde el alma se depura y se hace digna de merecer el cielo. ¡Oh benditas musas, que la extinta poseía resurja aquí, pues vuestro soy; y que [la diosa de la poesía] Caliope se levante y acompañe mi canto con aquella música que escucharon las [que desafiaron a la musa y que fueron convertidas en] Urracas desdichadas y por la cual perdieron la esperanza del perdón!

En el Canto Primero de El Purgatorio de La Divina Comedia, Dante Alighieri nos hablaba de ese paso entre el infierno y el cielo. Allí nos tendía la invitación a pararle pelota a la inspiración, so pena de quedarnos mal pegados. Buena esa, bro. 

¡No quiero que se acabe la cuarentena!

4 La vida verdadera

La vida verdadera nos empuja a predecir menos futuro y producir más presente, centrándonos en lo que tenemos, o no, a mano. Y eso no nos aplana la existencia, no no no, en modo alguno. Eso nos da foco y nos activa en distintos niveles frente a eso que los físicos llamas magnitudes fundamentales: “tiempo, longitud, masa y carga eléctrica con que se expresa una variable” (siendo nosotros la variable).

Por eso en cuarentena mucha gente se procuró los mejores espacios posibles para chambear y telechambear; se limpiaron escritorios y mesas, se movieron sillas y materos, se pusieron medianamente ordenados esos backgrounds que nos acompañaron cuando prendíamos las cámaras de nuestros dispositivos. 

Aprendimos cómo resolver cuando el internet no ayudaba, en cuál rincón de la casa y en qué horario el celular tenía mejor conectividad, cuál app nos era más útil para una cosa y cuál para otra. 

Retomamos las agendas 2020 (esas que en algún punto pensábamos serían inútiles) y las llenamos de más pendientes, más proyectos, más responsabilidades; incluso sin ser especialistas en muchas de ellas.

Y en eso mismo radar la gente, maravillosa gente, activó sus energías en torno a otras tareas pendientes por resolver: racismo, igualdad de género, tolerancia, ecología, arte, democracia.

Gloria a este tiempo si en él lxs humanxs decidimos arreglar la casa.

5 Alquimia interior

Monjes benedictinos, cartujos o jerónimos. Monjas carmelitas, agustinas, benedictinas, anunciadas, clarisas, concepcionistas o mínimas. Como a ellos, aunque por muy distintas razones, a nosotros nos ha tocado clausurarnos, coaccionados por el impedimento de que personas ajenas entren a nuestros espacios de residencia, impidiéndosenos de igual modo desempeñar actividades en el exterior.

En términos de espíritu, ¿cuál sería la finalidad de mantener tal clima de aislamiento? Para los religiosos esta separación física del mundo pretende mantenerles unidos a la humanidad y a sus problemas a través de sus oraciones, amén de apretarle bien las tuercas a esas indescifrables conexiones con lo Divino. 

Creo no equivocarme cuando pienso que nosotros, profanos todos, también hemos dispuesto de herramientas ascéticas, nobles, mediante las cuales nos hemos solidarizado de corazón con quienes más han sufrido la pandemia, con las cifras terribles de contagios y decesos que en estos días aumentan en Estados Unidos, Latinoamérica y África. También por las economías golpeadas, a las que les vienen muchos sacrificios.

De alguna manera todos hemos suplicado por soluciones. Todos hemos abrazado a los ancianos recuperados. Hemos juntado las manos para dar gracias a los médicos que están jugándosela. Hemos anhelado ser parte de la solución de cara a los negocios que han cerrado, los empresarios que perdieron dinero, los desempleados que están buscando qué hacer.

Transmutación maravillosa, increíble, solidaria, honesta. 

Incluso en los más infieles. 

6 Flores sin florero

Por recomendación de Francisco Coco Díaz le sigo la pista a Mattia Calvi, fantástico body artist italiano creador del “tattoo destrutturato”. En estos meses @mambotattooer, como se le conoce en Instagram, decidió desarrollar sus increíbles diseños como piezas de arte únicas, en lienzos: tatuajes que enmarcados alegrarán de colores no las pieles sino las paredes.

Haciendo hincapié en la letra de la canción B.L.M. (Black Lives Matter) el artista británico @lynvalgoldingofficial guitarrista de los legendarios @thespecialsofficial le hace un muy inteligente y relevante marketing a “Encore”, extraordinario más reciente disco de su banda.

@laplantabase propone desde Caracas recetas increíbles a base de Tempeh, y aunque casi nadie sabe de qué se trata nos lo ofrece con fotos bien bonitas e ideas suculentas que despabilan hasta las más conservadoras papilas gustativas.    

Odontólogos, coachs motivacionales, instructores deportivos, artistas plásticos, actrices… imagina la profesión u oficio que gustes: en todos los nichos y para todos los gustos encontrarás gente esforzándose por llamar tu atención, la más de las veces de manera cercana, personal, inspirada, original. Justo por eso es que has volteado a verles. Justo por eso has conectado con ellos.

Las relaciones humanas han entrado en revisión y en esta nueva dimensionalidad “si es lejano, no es”. Lo inmediato ya no es necesariamente fugaz. El presentismo (término del que leí por primera vez en el libro “Miamificación” de Armen Avanessian) es nuestro bien más duradero. Nunca como en estos meses habíamos presenciado tan brutal desvanecimiento de los moldes según los cuales (nos) entendíamos y (nos) compartimentábamos el mundo. 

Nunca lo virtual fue #tanreal #tancercano.

¡No quiero que se acabe la cuarentena!

7 Congruencia

El no poder dormir le fue enloqueciendo y la locura le llevó a escribir mil genialidades. Su obra, inclasificable puesta escénica de sus tormentos, se llenó de mitos e historia tanto como de fantasmas, esoterismo y muerte.

Mi vida había cesado en la morada sin luz, un retiro desierto, al cabo de los suburbios. El esplendor débil, polvoso, de las estrellas, más subidas que antes, abocetaba apenas el contorno de la ciudad, sumida en una sombra de tinte horrendo. Yo había muerto al mediar la noche, en trance repentino, a la hora misma disipada en el presagio.

Aunque parecieron muchas más, cuentan que el poeta cumanés José Antonio Ramos Sucre se suicidó dos veces. A la segunda, la vencida.

(¿Alguien por acá siente que Jósean le está diciendo algo?, ¿hello?)

¡No quiero que se acabe la cuarentena!

8 Contubernio

Entonces, amiga, ¿no quieres que se acabe la cuarentena? 

Don’t worry.

En poco más de seis meses el albacea del 2020 dispondrá cómo hemos de cumplir la última voluntad de este año maravillosamente absurdo, dolorosamente glorioso. Y cuando el teletrabajo, los zoompleaños y los conciertos híbridos se hayan instalado como parte de lo cotidiano estaremos contando, quién sabe con cuántas reinterpretaciones y tergiversaciones, cómo fue decir presente cuando el Covid-19.  

Como ocurre con sobrevivientes de guerras o cataclismos, estos tiempos se quedarán en nosotros. 

La cuarentena nunca se irá de nosotros.

Horacio Blanco

Trece de junio del veinte veinte

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