• Una herramienta exitosa en estos días es el delivery. Siendo tan complicado moverse, productos y servicios de muy variada índole se ponen los patines y nos llegan hasta la puerta de la casa. Quienes trabajamos en las aporreadas áreas de las artes y el entretenimiento tuvimos que reempacarnos y hacer lo propio, no fuera que termináramos borrados del interés y memoria de nuestras entrañables audiencias. Y hablando de entregas, por acá dejo esta última

Día 93: Puntualidad

Hace ciento y pico de días creí haberle llegado tarde al zaperoco. Me encontraba fuera de Caracas y sentía la zozobra de estar perdiéndome de algo. Ya no lo veo así, obvio. La crisis nos llegó a todos con precisión suiza, estuviéramos donde estuviéramos, y nos volteó la vida exactamente cómo y cuándo quiso. 

Termina junio y con él pasa de largo el primer trimestre de confinamiento. ¿Conclusiones a estas alturas? Ninguna. Llevamos, sí, la certeza de que todo se mantiene a escala ultra cambiante y que nuestras inestabilidades globales, locales y personales no salen de su centrífuga esquizoide. 

El 2020 nos metió a empujones en una licuadora, puso el motor modo frapé y de esas aspas, hasta ahora, no hay quien nos saque. En algún momento saldremos de ahí hechos un batido, una salsita de nosotros mismos. ¿Qué sabor y consistencia tendrá ese menjurje?

Eso sí: nos sabemos acompañados, a esta misma hora, porque la locura es colectiva. Locos frente al alud noticioso, frente a la economía resquebrajada, frente a las calles ciclotímicas que se llenan y se vacían según lo decreten desesperaciones o temores. También cuando es inevitable el cara a cara con el espejo. 

Hace sopotocientos años uno marcaba un número Cantv y una voz nasal, regañona, como de militar constipado, daba la hora… al oír el tono serán las tantas horas, tantos minutos, tantos segundos, piiiiii

Hoy nos sabemos transeúntes de esta hora exacta y caótica, una que está durando más que las demás. 

Día 94: Mundo

¿Qué pasó con aquella catajarra de voces pidiéndole disculpas al Planeta Tierra? Recuerdo perfectamente los mea culpa, las plegarias elevadas al más alto cielo para que nos llegara de una vez por todas la conciencia ecológica, global, solidaria, fresca como la brisa de la mañana. ¡Hasta hace nada se viralizaban videos de ballenas en las costas de Venezuela, delfines en los canales de Venecia, venados en las calles de no sé dónde!

La inevitable avalancha de información va cambiándole líneas a nuestros intereses, y como no podemos con todo, y como eso ya no pinta tan urgente entonces se nos sale de radar y se nos desinfla en un dos por tres el neoecologismo post new age. 

¿No es tan urgente? El divulgador ambiental catalán José Luis Gallego en su libro “Plastic Detox | 5×10 ideas para reducir el plástico en tu día a día” aseguraba en febrero 2019 que en los mares del mundo hay al menos cinco súper islas de basura: sí, islas malolientes y tóxicas, millones de toneladas de plástico y espuma de poliestireno y otras porquerías amalgamadas en millares de kilómetros cuadrados flotando pa cá y pa llá. Es el puto Armagedón. 

¿Suena muy distante eso de los mares del mundo…? Vale. Si sientes que no es contigo, vengámonos más cerca. El Lago de Maracaibo, ¿cómo está? ¿Y el Río Guaire, para los caraqueños? ¿Esa pestilencia y fealdad no atentan de muerte contra nuestra calidad de vida?

La última entrega

Día 94 ½: Mi bebida por favor sin pitillo

Súper interesante leer las propuestas de la británica Kate Raworth. Ni la humanidad tiene porqué soportar malvivir por debajo de la línea de bienestar, ni el planeta aguantará mucho más los esquemas demenciales de una economía que crece ilimitadamente a costa de lo que sea. 

En su representación gráfica, que es la de una dona, este modelo muestra dos círculos concéntricos, siendo el interior la línea de derechos y necesidades humanas de la que no debemos descender y la exterior las fronteras de los derechos planetarios que no debemos trasgredir. Entre ambos está un cinturón de seguridad.

En el post-coronavirus deberíamos dejar atrás la híper hipocresía de discursos izquierdistas que encadenan mientras ofrecen liberación, sin dejar de enfrentar la brutal irresponsabilidad de la economía suicida, esa que nos está llevando a las puertas de la sexta extinción masiva.

¿Para cuándo dejaremos estas discusiones? ¿Cuándo comenzaremos a echarle pichón y a actuar corresponsablemente y a impactar para bien en nuestro entorno más inmediato? 

¿Cuándo nos parecerá cool?

La última entrega

Día 95: Tres monos sabios

Mizaru (見猿), Kikazaru (聞か猿), Iwazaru (言わ猿) son tres famosos macacos japoneses que respectivamente y desde hace siglos nos muestran el no ver, el no oír y el no hablar

Descendientes directos de primates pero con muchas carencias de conocimiento y erudición, acá estamos a quienes nos tocó esta crucial angulación del curso de la historia. 

¿No habremos dicho ya demasiado, mientras nos negábamos a oír lo urgente y ver lo obvio?

Ni tapaojos ni tapaoídos: lo que la pandemia nos exige usar es tapabocas

Poderosa metáfora.

Día 96: El Diablo se toma el guayoyo dulcito

Con el calor de la tarde apretando, el polvo del Sahara enrareciendo el aire, y luego de un rato de relajado silencio, el Diablo, sentado frente al ventilador, en la roja butaca de al lado, entabla conmigo este diálogo…

Diablo: El trabajo, ese bien que a muchos pareció esfumársele por allá por el lejanísimo mes de marzo, ¿no sigue dando señales contradictorias? ¿No sigue planteando encrucijadas, retándoles a activarse y a crear o, por el contrario, empujándoles a desconectarse de una vez por todas? 

Yo: Para muchos anclar el barco no fue la respuesta…

Diablo: A lo que yo digo: menos mal.

Yo: Claro, porque a ti trabajo no es lo que te falte.

Diablo: ¡Pero a ustedes tampoco! 

Yo: Tú siempre tendrás chamba porque tú eres el más malo malísimo del mundo mundial.

Diablo: ¡Por favor! ¡Eso son ustedes!

Yo: ¿Te refieres a que todos somos malos en este mundo?

Diablo: Me refiero específicamente a ti, que eres una infinitesimal muestra de la inmensidad del todo.

Yo: Perdona, pero esa no te la compro. Es demasiado variopinta la humanidad…

Diablo: Lo que explica tantos millares de millones de maneras de expresar maldad.

Yo: ¿Y la poesía, y la música, y el arte? No. No es cierto que todos seamos malos.

Diablo: La representación de lo intangible y aun más su disfrute son actos de lascivia espiritual.

Yo: ¿Cuántas de azúcar?

Diablo: Tres por favor, igual que al tuyo.

Yo: Con todo gusto, no faltaba más.

La última entrega

Día 97: Criptozoología

En Caracas nunca hemos oído del diablo de la selva, un humanoide a quien en el Sur llaman Xapiripë. Tampoco tenemos idea del gigantesco y pestilente perezoso Mapinguarí, que anda metiendo miedo Amazonas adentro, o de las sirenas deltanas canturreando sílabas que en el viento se confunden con nombres o encantamientos. Al parecer, el planeta entero está repleto de animales fantásticos, muchos de ellos atemorizantes, que creíamos extintos o que lograron esconderse entre mitos y folclores.

Imagino en ocho mil años a nuestros descendientes, supervivientes estilo Planeta de los Simios, escondidos en cavernas oscuras, temerosos de ser descubiertos, haciendo dibujitos en las paredes porque hasta el habla olvidaron.

Los criptozoólogos de entonces vivirán partiéndose el coco, volteando el método científico, tratando de descifrar si alguna vez existimos, o si solo fuimos producto de alguna mala pesadilla. 

Día 98: Todo

Abrir los ojos y saber que han pasado ocho o cien días. La ventana abierta de par en par para inhalar profundo el Verde Ávila. Imaginar que si la esperanza tuviera algún sabor éste sería refrescante, analgésico y antiséptico como eucalipto galipanero. Mantener la calma y aun cuando los aeropuertos sigan cerrados, durante esta mañana, dejar la mente modo avión

Con la tarde pasar el switch. Corruptos apresados en África. Aumento de casos de Covid-19. Foco de cuidado en el Mercado Las Pulgas. Manos juntas porque han beatificado a nuestro José Gregorio. Día del periodista en Venezuela. Desde siempre quienes cuentan los cuentos tienen el poder de despertarnos la indignación, el miedo, la solidaridad, la compasión, la reflexión, la imaginación.

Hablan las artes. Mis amigos de la banda punk hardcore caraqueña 4to Reich, Dead Kennedys locales, editan después de 35 años un EP 2020 en Spotify. En Netflix la serie alemana Dark estrena su tercera temporada y entre confusiones dramáticas y temporales nos anuncian que hoy es el fin del mundo. 

Y rugen los suelos. Temblor en México y también por estos lados. Se mueven estructuras. Caen cosas al piso. Y así, entender que no es uno quien deja a los amores: son los amores quienes nos van soltando. Y el sol tiñéndolo todo de Dorado Caribe, color único que es el mismo de tu piel, mujer divina. Le cambiamos razones y tumbaos a nuestras pulsaciones. Todo es parte del camino, del proceso, del ciclo.

De noche es cuando mejor nos entendemos con el sexo, la poesía y el alcohol, decía el poeta. Se silencia la calle. Este año nos inscribió en una narrativa de célibes. Pero la sexualidad confinada nos mueve hacia la creatividad. Las lujurias de la mente nos seducen con banquetes en mesas servidas para dos o para tres. 

Los hechos nos confrontan, nos retan, nos zarandean. 

Pero tanto y más lo hacen artes y sus ideas.

Es allí donde quedará escrita nuestra historia.

Día 99: Pon de fondo el iTunes y dame alguna razón para escribir

  • ¿Por qué no le dices a Horacio a ver si escribe algo sobre su experiencia en cuarentena? Con esas palabras de Eduardo Ponte, Editor-in-Chief de eldiario.com, me llegó la invitación y el reto de escribir en este medio, y fue ahí cuando decidí que todos mis textos tocarían desde ángulos distintos el tema pandemia y todos mostrarían sensibilidades y perspectivas caraqueñas y venezolanas. Así arranqué con “8 días”, mi primer esfuerzo por lograr una fusión entre crónica y ensayo. Si quedó salpicada de reflexión e intentos poéticos fue porque no se me dio de otra manera.
  • Cuando redacté el ensayo “Taoísmo y sopa de murciélago” estaba caliente en muchos ámbitos de opinión señalar a la nación china como la culpable de la pandemia. Así, me propuse llamar a la reflexión sobre racismo y xenofobia (sinónimos de ignorancia) semanas antes de que los acontecimientos en Estados Unidos pusieran esas temáticas en el centro del debate global. 
  • La casa de las ventanas cerradas” fue mi primer cuento, en onda de realismo mágico y además ambientado en la Caracas de hace un siglo (me puse yo mismo la barra bastante alta). Uno de sus metarrelatos señalaba la violencia de género y otro el vivir en dictadura. Este texto me exigió días y días de trabajo e investigación.
  • Cuarentena Kinky” fue mi primera entrevista. Quedé gratamente sorprendido con las magníficas respuestas de la gran Venus Afrodita. Muchos amigos me confesaron se les habían desmoronado unos cuantos prejuicios: ¡punto a favor! Uno de mis textos con mayor cantidad de lectores. 
  • Publicar una colaboración periodística redactada a manera de poema, con música y  lyricvideo en YouTube. Ese arriesgado experimento literario multiplataforma quedó plasmado en “Mejor | Poema Simple Pandémico”. Gracias de nuevo a mi querido Ernesto “Cere” Brito, gran ilustrador y mejor amigo, por su apoyo con las gráficas. Muy chévere.
  • Había quedado con el buen sabor de mi entrevista a Venus, así que fui a por una segunda. Tuve suerte que este “Genio de las feas artes” accediera a conversar largo y tendido conmigo. Carlos Zerpa no es solo un artistazo, es también un sorprendente visionario.
  • Una mañana cualquiera salí a trotar y se me ocurrió que mi próximo texto podría llamarse “21 píldoras para aliviarse de cuarentena”. Un poco de humor y reflexión para tratar de entender cómo rayos se sobrelleva una cuarentena indefinida. 
  • Mi penúltimo ensayo fue “El año de la rueda del hámster”. A pesar de estar enjaulados y justo por eso no podemos dejar de montarnos en nuestro carrusel personal y darle pedal y pedal. Creo que en este estuve hasta el último minuto solicitando ajustes a Génesis Herrera, súper profesional y amabilísima Jefa de Redacción de eldiario.com. ¡Gracias chama! 
  • Otra crónica semi ficcionada fue “Romances de bajo octanaje”. Lo real fueron las ocho horas que me calé para echar gasolina iraní pagada en dólares. Lo demás fue divertirme un poco. Me encantaría saber, ¿quién o qué creen que representa la bachaquera de la historia? Este texto también tuvo muy buena receptividad.  
  • De vuelta a la ensayística, con premeditación y alevosía me disparé un texto paranoico: “¡No quiero que se acabe la cuarentena!”. Usando docenas de referentes súper disímiles entre sí pretendí, incluso desde el título, ser provocador.
  •  “Abducción” representa el último cuento de esta colección. Corto, decadente, alucinado y con no pocas referencias bíblicas, evidenció una narrativa estilo cómic hecha sin ilustraciones.
  • Y mi cierre llegó con este mi último ensayo-crónica: “La última entrega”. Si has llegado hasta acá ya sabes de qué va y probablemente hayas advertido, por aquello de la importancia de la circularidad en el arte y el cierre de los ciclos, que en mucho es este una respuesta a “8 días” mi primer esfuerzo por lograr una fusión entre crónica y ensayo.

Día 100: A veces el mejor plan es no tener ninguno

Y así, luego de trece entregas sabatinas, este trimestre de deliveries literarios llega a su fin. 

Agradecido también con eldiario.com por darme el honor y la más absoluta libertad creativa, y por supuesto y por encima de todo a ustedes quienes se tomaron el tiempo y las ganas de leer. 

Para que nada se olvide, todo se logre y además lleve magia, siempre siempre anota… 

Yo dejo esto hasta aquí y me retiro lentamente.

Hasta las próximas letras. 

Horacio Blanco

Veintisiete de junio del veinte veinte

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