La madrugada del 23 de enero de 1958 ocurrió uno de esos episodios que quedarán marcados por siempre en la historia del país. Contra todo pronostico cayó la dictadura de Marcos Pérez Jiménez y se abrió el proceso hacia la democracia. Un camino en el que los partidos políticos jugaron un papel protagónico. Se mantuvieron unidos frente a la persecución, hostigamiento y la militarización de las instituciones. Todo esto con el único propósito de construir un músculo lo suficientemente sólido como para movilizar a la sociedad y presionar al gobierno. Que en aquel entonces pretendía atornillarse en el poder luego de unas elecciones fraudulentas.

Partido político puede definirse como un grupo de personas que comparten el interés primordial de que sus candidatos resulten electos. Esto a través de procesos electorales, para ocupar puestos de representación en las instancias formales o legales del sistema político. Mediante sus posibilidades de influencia y participación en los procesos de toma de decisiones públicas o mediante el ejercicio directo del poder a ellos conferido jurídicamente, los partidos políticos concretan sus aspiraciones, posiciones, decisiones, reivindicaciones u otros intereses estratégicos, programáticos o ideológicos. Teniendo en cuenta esta definición, sería oportuno cuestionarse lo siguiente: ¿deben los partidos políticos participar en elecciones frente a regímenes autoritarios?

Uno de los mitos más grandes de los últimos años es el de “dictadura no sale con votos”. Aunque el dominio y la manipulación de un gobierno autoritario sobre las instituciones del país es bastante claro, no es cierto que ir a elecciones en contra de un gobierno de corte autoritario sea una batalla perdida.

En Polonia la oposición aplastó en 1988 al general Jaruzelski, y se obtuvieron 160 de los 161 diputados. El gobierno autoritario chileno se desplomó con el triunfo del “No” en el plebiscito de 1989. En 1990 Rusia eligió a Boris Yeltsin y luego de un año se derrumbó la Unión Soviética. Ese mismo año, en Nicaragua, Violeta Chamorro, con el apoyo del Carlos Andrés Pérez, le ganó contundentemente a Daniel Ortega. Asimismo, en los comicios de Hungría barrieron a las Fuerzas Renovadoras. En el año 2000 finalizó lo que se conoció como la “Dictadura perfecta” en México; había durado setenta años. Vimos que en Perú el congreso destituyó a Fujimori colapsado por el fraude electoral que pretendían hacerle a Toledo. Quien contra todo pronóstico, decidió participar en la contienda electoral.

El ventajismo electoral por parte del Consejo Nacional Electoral (CNE) hacia el fallecido expresidente Hugo Chávez y Nicolás Maduro ha sido duro y descarado. Incongruencias con el registro electoral, modificación de circunscripciones electorales a conveniencia, inhabilitación de líderes políticos, desarticulación de los partidos, entre otros, ha sido el ABC a la hora de asistir a cualquier evento electoral. Esta es una situación que, por supuesto, posiciona en desventaja a quienes adversan al gobierno; sin embargo, es necesario recordar que aun con condiciones desfavorables, se han tenido triunfos importantes.

En las elecciones regionales del año 2010, la oposición venezolana logró quedarse con los estados mas importantes y de mayor población en el país. Así como también se conoce la paliza electoral que se le dio al gobierno en las elecciones parlamentarias del año 2015.

Si bies es cierto que hay aspectos que muestran que se lograron victorias electorales frente a regímenes autoritarios, no es menos cierto que las condiciones del país hoy en día son peores que las de 2015. A partidos políticos de mayor popularidad como Primero Justicia (PJ), Acción Democrática (AD) y Voluntad Popular (VP) los inhabilitaron sin titubeo alguno. El impacto de la crisis económica, el covid-19 y las fallas en el servicio de Internet hacen cuesta arriba contar con campañas de comunicación efectivas. Se dificultan las jornadas de activismo y la conformación de equipos de movilización el día de la elección electoral. Factores fundamentales en el momento de la elección.

No votar por el hecho de cantar fraude electoral es igual de necio que ir a unas elecciones con el pretexto de no perder espacios. Bien decía Teodoro Petkoff que uno de los retos más importantes de quienes ejercen la política no es solo decir qué hacer, sino cómo hacerlo. Hoy existen partidos y dirigentes que viven para boicotear y sabotear la gestión y el liderazgo del presidente encargado, Juan Guaidó. Esto mientras esperan ingenuamente la llegada de los funcionarios de Estados Unidos. En lugar de buscar la forma de construir esfuerzos que permitan definir una estrategia clara sobre la posición que se va a tomar de cara a las próximas elecciones parlamentarias. Indiferentemente del camino que se escoja, la estrategia y un plan político es lo que realmente determinará el acierto o no de esa decisión.

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