• El golpe de timón del régimen de Nicolás Maduro en el esquema de comercialización del combustible incluye la eliminación de los concesionarios y concentra el poder del negocio en el Estado. No obstante, hay quienes estiman que no todo está dicho, ya que es posible que entren nuevos actores al negocio, los aliados políticos de Maduro

La toma de varias estaciones de servicio que comercializaban la marca PDV de gasolina, por parte del régimen de Nicolás Maduro, no sorprendió a actores económicos relacionados con la industria petrolera nacional. Forma parte de la nueva normalidad nacional el hecho de que en pleno confinamiento se rompa un paradigma de la revolución: la gasolina no tenía precio, el litro era prácticamente regalado.

En la Venezuela de 2020 hay un esquema mixto de comercialización del combustible. Hay que desembolsar 0,50 centavos de dólar por litro en la modalidad “precio internacional”. Es prácticamente lo mismo que se cancela en Colombia (0,5 centavos) Puerto Rico (0,48 centavos) Ecuador (0,48) y un poco menos que en Brasil (0,7 centavos).

El esquema de subsidio y de regalo se mantiene si el consumidor es transportista, taxista o mototaxista. Este segmento no paga nada. Y para los que estén inscritos en la plataforma Patria, el litro de gasolina pasó a costar 5.000 bolívares. Un ajuste sustancial. El suministro del combustible está racionado por mes y solo habrá venta de 120 litros para los autos y 60 para las motos. El que gaste su cupo debe pagar a “precio internacional”.

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Este reacomodo llegó hasta los expendios de gasolina esta semana. El director de mercadeo interno de Petróleos de Venezuela (Pdvsa), Marino Lugo Aguilar, ordenó la entrega de las estaciones de servicio (E/S) a un número indeterminado de concesionarios, en todo el país. En redes sociales se filtraron algunas comunicaciones en donde se daba la orden de entregar las gasolineras. Del sector oficial no se ha informado cuantas E/S pasarán a manos del régimen de Maduro.

Persisten las dudas

Ramón Castro Pimentel, ex vicepresidente de Deltaven, filial de Pdvsa que en su momento se encargó de la comercialización de combustibles, se refiere a la medida tomada por Maduro.

Advierte para El Diario que “la comunicación del director de mercadeo interno de Pdvsa, el señor Lugo, es un poco ambigua, porque no específica las causas de suspensión del contrato. Sabemos que había cláusulas muy claras de las razones del desalojo y las condiciones que tenían los concesionarios, sus obligaciones y derechos. Estoy seguro que en la República Bolivariana de Venezuela existen Tribunales Mercantiles en donde eso (la suspensión de la concesión) se puede dilucidar y yo creo que es la manera razonable de manejar las cosas”.

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Castro, ya jubilado de la industria petrolera, trabajó muchos años en la dirección de mercadeo interno. Consideró que “la carta que circuló en redes no es comercial y tampoco amigable. Los concesionarios son de gente que tiene 25 años hasta 40 años trabajando. Hay generaciones de generaciones de venezolanos. Y los desalojaron en 72 horas. Yo creo que hay maneras de hacer las cosas y en estos momentos necesitamos un clima que contribuya a una sana situación como la que vivimos hoy en día. Incluso en medio de la pandemia, donde todos estamos resguardados, es necesario un clima para las inversiones. El empresario necesita reglas claras igual es para todos”, puntualiza.

—Con base en su experiencia en Pdvsa, ¿podría precisar si este tipo de contrato de concesión tenía un tiempo limitado?

—La mayoría de esos contratos se convirtieron a términos indefinidos, ya que eran renovados automáticamente cada año.

—¿Cuánto podría ganar un concesionario por venta de combustible cuando era en bolívares y cuánto podría ganar ahora que se vende en dólares?

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—Yo no sé exactamente cuáles son los márgenes, pero eran cantidades que le permitían vivir al concesionario. Lo que pasa es que el negocio de las estaciones de servicio no es solamente la venta de combustible; es la de aceites, lubricantes, además de lo que se genera en las tiendas que tienen muchas.

Al tener un precio tan bajo, la venta de gasolina no generaba ganancias. Por eso los negocios colaterales eran tan importantes para mantener la rentabilidad. En una situación de reglas claras y estables en el tiempo, el negocio de las tiendas de la gasolinera podía generar ganancias que representaran 2 o 3 % del Producto Interno Bruto (PIB)”

—¿Cuántas estaciones de servicio hay en Venezuela en estos momentos?

 —En la actualidad hay unas 1.200 gasolineras que manejan los privados bajo el régimen de concesión y no se aún sabe si todas pasarán al control total de Pdvsa. Las acciones de suspensión de concesiones no contribuyen a un clima de entendimiento en el país. El gobierno maneja apenas 200 gasolineras.

—¿Qué ventaja para el país pudiese representar el manejo de estaciones de servicio por parte del sector privado?

—Muchísimas. Las inversiones que se hacen en una estación de servicio privada las asume el empresario. En Venezuela, con la escasez de recursos financieros que tenemos hoy en día, todas las ventas de combustibles deben ser manejadas por entidades no gubernamentales. Las inversiones en el mantenimiento integral de las E/S pueden correr por cuenta de los privados. En tanto, el Estado debe dedicarse a mantenimiento de hospitales y carreteras, por ejemplo.

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Antes de PDV

Ramón Castro Pimentel comenta que a finales década de los noventa “había varias opciones que ofrecían gasolina al venezolano”. En el segundo gobierno del expresidente Rafael Caldera se abrió la posibilidad de que hubiese competencia entre empresas que participaban en el negocio de la comercialización del combustible. Es así como aparecen en el mercado E/S bajo marcas nacionales e internacionales como Trebol gas, Llano petrol, La Petrolia, Beta Petrol, Mobile, Shell, Texaco y BP.

Las empresas tenían la responsabilidad de transportar, almacenar, vender e importar gasolina si así se estimaba conveniente.

Todas debían trabajar bajo el eje rector del gobierno en materia de venta de combustible. “Por carácter estratégico esta actividad se reserva al Estado venezolano; es un servicio público y de interés social. En Venezuela, esto ha sido siempre así. En la ley de 1998, el Estado también fijaba los precios del combustible y fiscalizaba la actividad de los privados. Este esquema funcionó hasta 2008, cuando en el gobierno del fallecido expresidente Hugo Chávez hubo un nuevo cambio: todo el negocio relacionado con el combustible pasó a manos del Estado. Fue allí cuando nació la marca PDV y se impuso el método de concesiones al manejo de las E/S, que es el que está cambiando en la actualidad”, detalla Castro Pimentel.

“Nueva normalidad” trajo dudas al mercado de combustible venezolano
Foto: Víctor Salazar

El jubilado de la industria petrolera también señala que no hay mucha información en relación con la política que manejará el régimen de Maduro. O monopoliza todo el negocio del combustible o idea nuevos esquemas con socios comerciales de naciones afines políticamente.

“En este momento es poco probable que se abra o privatice al sector. En todo caso, los empresarios aspiran que se establezcan reglas claras, estables en el tiempo e iguales para todo el mundo para integrarse a un negocio con mucho potencial, pero no se vislumbra”, finalizó el ex vicepresidente de Deltaven.

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