Caminar por una cuerda floja mientras haces malabares con tu vida profesional y personal. Esta es una metáfora de vivir en pandemia. Te pierdes en tu propia casa y en tu pasado. La cuarentena nos ha puesto a pasar por bosques en los que ya nos habíamos perdido. Segundas pruebas más difíciles, como quien le aumenta la dificultad a un videojuego que ya era apocalíptico.

Nos aterra no saber nada, no tener el control. El vértigo de la ansiedad funde los fusibles del coco y se rinde, se deprime. Ahí entramos en hueco, según el slang venezolano.  

Cada quien se mantiene a flote como puede. Después de que vimos que Rose dejó morir a Jack en Titanic por un error de cálculo aprendimos a compartir la tabla con los náufragos que no saben nadar. El tener dónde pisar es una certeza en medio de tanto plot twist de 2020. Y no hay que darlo por sentado, hay que agradecerlo.

Deprimirse es marchitarse, encoger los hombros, esconderse, poner el piloto automático y quedarse en la cama hasta que la culpa o las ganas de hacer pipí te hagan parar. Pareciera que todo se devaluó, que ya nada paga las cuentas, que tenemos un montón de deudas que el pasado nos está cobrando ahora con retroactivos. Todo lo que evadiste llega y se embotella.

 

Pero se puede salir del hueco. 

Actívate en la medida que puedas. Más vale cinco minutos de ejercicio que nada. Y al día siguiente esos cinco minutos se vuelven 1, y después 15 y terminas trotando media hora de la sala al balcón o subiendo de planta baja al pent house. Hay que estar en constante movimiento dentro de nuestro arresto domiciliario, pensar que Leopoldo López estaba papeado porque no dejaba de entrenar. Mantener la mente ocupada te saca de esos espirales de tus obsesiones. Lee, escribe, pinta, canta, baila. Manifiéstate de alguna manera. 

Los episodios depresivos son cíclicos cuando no se atienden. Ya toca cambiarse los amortiguadores. Los huecos van a seguir estando. No hay que mirar por el retrovisor los cráteres que ya pasaste porque vas a caer en uno nuevo. Aguanta la caída, menta madre y sigue.

Sal de la cama y tiéndela

Al despertar tienes 30 segundos para que las sábanas no se te peguen al cuerpo. El autoengaño de “cinco minutos más” más se traducirá en media mañana perdida. Este es el truco para escapársele a la flojera: estira las piernas y los brazos, cuenta hasta cinco y salta al piso. Luego tiende la cama y despídete hasta la noche.

Ya cumpliste tu primera meta (doblar la sábana) y tu primer objetivo y motivación (volver al cuarto en la noche).

La cama no es oficina

A menos que hablemos de Onlyfans, lo ideal es acondicionar otro espacio de la casa para trabajar que no sea el mismo cuarto donde dormimos. La fantasía sexual de todo freelancer depresivo es ganarse la vida con la cabeza recostada de la almohada y dos tubos de Pringles de Cebolla de desayuno. Tentador, pero toda una trampa para la procrastinación y los triglicéridos.

¡Vístete!

A menos que hablemos de Onlyfans, lo ideal es que te vistas (recomiendan que incluso te pongas los zapatos, aunque a mí me va bien en cholas) para que tu cerebro advierta que estás en la oficina aunque no hayas salido de casa. 

¡Revisa menos el celular

Antes de acostarme pongo a cargar el celular en la sala para que revisarlo no sea lo primero que haga en la mañana. Antes se me podía ir la primera hora de la mañana viendo redes sociales. Ahora las chequeo después del desayuno. Así como mi Samsung me pide más espacio cuando quiero guardar canciones, ahora yo le pido más espacio y tiempo para que me deje trabajar y producir.   

Desactiva las notificaciones de las aplicaciones y establece horario para hacer llamadas y contestar mensajes. Así no estarás todo el tiempo desconcentrándote con los DM’s de Instagram, ni con los memes de gatos ni con las fotos de Maluma (sin importar tu tendencia sexual). 

¡Mosca con lo que miras!

Pensamientos – Emociones – Acciones 

Guarda este mapa mental. Lo que piensas condiciona lo que sientes y con base en lo que sientes, accionas. Acá la idea es aprender a centrar la atención en las cosas que te motivan y no en las que te espichan. Si todo el tiempo piensas en lo que te asusta, accionarás desde el miedo.

Culpas y ansiedades. El pasado no se puede editar y el futuro siempre estará lejos. Nos cuesta conjugarnos en presente porque preferimos darle atención a las amenazas y a lo que pudo ser. Se nos va la vida esperando que explote un triquitraqui que está apagado. Hay que centrar los sentidos en lo que está pasando ahorita ya. Es como el carro que anda en la oscuridad y las luces solo le alumbran dos metros del camino. 

¡Agradece!  

Todos los días doy gracias por tener un techo, comida, una familia unida y un PlayStation 3 que todavía sirve. Agradecer es no dar por sentadas las cosas en la vida. Agradecer es ver el vaso de cocada medio lleno después de haber botado la otra mitad por accidente. 

¡Escribe a mano!

Al despertar hago una bitácora de todas las cosas que me pasan por la mente. Sin preocuparme por la ortografía o la incoherencia de algunas ideas. Lo importante es soltar la mano y manifestar esos pensamientos que rebotan en tu cabeza. Cuando pones en un papel lo que te dice tu mente, estás creando. 

Escribir a mano es una forma de meditación porque estás concentrado en coordinar los movimientos de la mano para que transcriba lo que piensas y sientes. Se activa la memoria motriz y se clarifican tus pensamientos, ves a tus demonios en su justa dimensión. Y como por arte de magia empiezan a llegar respuestas en tu entorno. Sincronía. Aprendí al respecto con el libro El Camino del Artista de Julia Cameron que les recomiendo si tienen un bloqueo emocional y creativo. Se consigue en PDF. 

Haz listas

Anota las cosas que quieres hacer en el día en una hoja. También puedes usar Google Keep, una app que te permite organizar la compra, las diligencias de la semana, las series pendientes en Netflix que no has podido ver porque se te olvida o Cantv no colabora. Tacha las tareas que cumplas y sentirás un fresquito. Te puedes premiar por ser más productivo. Yo me regalé un Air Fryer por volver a escribir y publicar.

Encerrados en casa y sin posibilidad de ejercer los talentos caemos en un loop de aburrimiento generalizado que nos atrofia ciertas habilidades. La naturaleza del hombre es creadora. Muchos huecos emocionales son por sentirnos incapaces de producir. 

Borrón y cuenta nueva 

Para aprender de nuevo hay que borra el pizarrón. Identifica tus creencias limitantes y siléncialas. Lo bueno de la época que vivimos es que estamos haciendo revisión de todas esas cosas absurdas que asumimos como verdades en una época en la que solo repetíamos. Olvídate de lo que te dijeron cuando estabas chiquito. El mundo es inmenso y hay que actualizar la base de datos todos los días. 

¡Báñate con agua fría!

Este es el principio de “siéntete cómodo estando incómodo” que nos invita a salir de la zona de confort. Hay relaciones o circunstancias a las que no les ponemos fin porque nos dan cierta comodidad, pero nos hacen un daño silente. Hay que salir de eso sin pensarlo mucho, como si fuera un baño de agua fría, exactamente.  

¡Duerme mejor!

-30 minutos antes de dormir, evita cualquier pantalla.

-Habitación completamente oscura y ligeramente fría.

-Respiración 4-7-8: inhalas en cuatro segundos, mantienes por 7 y exhalas en 8. Repite al menos 4 veces.

¡Acepta el cuerpo y la cara que te tocó!

Édgar Ramírez llegó temprano a la repartición de todo, por eso les digo que hay que pararse temprano. Pero ya será para la próxima vida. Recuerden tomar agua que también es importante.  

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