• El director de teatro venezolano Vladimir Vera, residenciado desde hace 4 años en Chile, presenta la pieza Crónicas desde el aislamiento, una revisión de su famoso montaje basado en textos del escritor estadounidense Chuck Palahniuk que ofrece al público a través de la plataforma online Zoom

Todos los días a las 6:30 pm Vladimir Vera cambia de personaje como la naturaleza muda su piel en la oscuridad. Como en un ritual autoimpuesto, se quita el traje de ejecutivo bancario, ese personaje oficial con el que paga sus gastos cotidianos. Es entonces cuando su cuerpo alcanza la libertad deseada: se viste de arte, de movimiento, de creación.

El director de teatro venezolano, fundador de la agrupación Teatro Forte (2003) con la que presentó una decena de montajes en Venezuela y quien dirigió en 2013 una de las principales compañías del país: el Grupo Rajatabla, vive desde hace casi un lustro en Chile junto a su pareja, la actriz Fedora Freites. Allí  mutan constantemente para no apagar la escena.

El primer montaje que presentaron en Chile fue Crónicas Palahniuk, que ya había presentado en España en 2010. Una fabulación que hizo de varios textos de las novelas Asfixia y Fantasmas del escritor estadounidense Chuck Palahniuk (El club de la pelea). Esta obra también la rodaron en su momento por escenarios de Venezuela y Argentina.

Obra de teatro
Foto. Cortesía

En su actual país de residencia, Vera ha dirigido además algunas piezas de teatro breve. Principalmente de autores venezolanos como Gustavo Ott y Javier Vidal; y un cortometraje Amanecer, que ganó en este año en el Barcelona Fiction Film Festival como Mejor Corto de Romance. Además, el monólogo Al diablo con Jennifer, escrito por Freites y representado por la actriz chilena Kathy Peralta, forma parte de los 10 finalistas en la primera edición del International Online Festival of Latin Theater Monologues junto con trabajos de Venezuela, Colombia, México, España y Estados Unidos.

Un teatro político

Fragmento de obra de teatro
Foto: Cortesía

Los dos primeros años de su estancia en Chile, el director venezolano fue principalmente un espectador teatral. Además de asistir a obras de corte comercial, Vera señala que el grueso de la oferta escénica chilena responde a temáticas políticas.

“Generalmente los teatros importantes les dan cabida a espectáculos que tienen que ver con la dictadura de Augusto Pinochet, los abusos del régimen, el asesinato de Salvador Allende o piezas sobre la vida de Pablo Neruda o Gabriela Mistral. Y en algún momento me sentí ahogado porque quería ir al teatro y quizás ver La casa de Bernarda Alba, un Hamlet, un texto de Ibsen. Estos eran muy contados, porque es un país muy nacionalista que busca textos locales”.

El trabajo que realiza Teatro Forte busca destapar lo privado, indagar en lo que ocurre cuando se hace público. Esta temática tiene en Chile un público principalmente estudiantil. Sin embargo, en Argentina ha logrado un nicho mayor, afirma Vera. Por ello suelen viajar al menos una vez al año para participar en festivales, allí llevaron -invitados por el actor Diego Balaguer- La piel en llamas, que había escenificado con Rajatabla en Caracas en 2014 y que fue reconocida en Argentina.

Pero llegó la pandemia. Y todo se detuvo

Antes de que las autoridades decretaran la cuarentena, Teatro Forte estaba invitado a estrenar una obra de Gustavo Ott en el Festival de Teatro Breve de Córdoba. Tras suspenderse el evento, se sumieron en una depresión creativa hasta que en una fila en un supermercado hablando con los actores, les planteó retomar la propuesta de Palahniuk. Así comenzaron a ensayar vía Zoom.

ensayo de obra de teatro vía Zoom
Foto: Cortesía

Nació Crónicas desde el aislamiento, que presentan a través de la plataforma online. La próxima función será el miércoles 5 de agosto a las 7:30 pm (hora Venezuela), como parte de Píldoras ONG, de la Organización Nelson Garrido con sede en Chile. Es un formato gratuito de actividades y encuentros en línea en el que participan diversos autores e investigadores de la imagen. La “entrada” es libre, aunque se invita al público a colaborar con el espacio a través de PayPal. El link se enviará a los participantes el día previo a la función. Para mayor información, pueden ingresar en el sitio web de la ONG Chile.

Intregrantes del la obra Crónicas desde el aislamiento
Foto: Cortesía

Crónicas desde el aislamiento, dirigida por Vera, es una propuesta que reúne cinco monólogos en los que los personajes –cinco seres marginados por la sociedad – reaccionan con agresividad autodestructiva con toques de humor por la anormalidad de las situaciones que narran, desde sus propios encierros consecuencia de la pandemia. La soledad ficticia y la real se funden a través de una pequeña cámara en el celular o la computadora.

Sentía que el teatro necesita violencia, una forma distinta, necesitas modificar al espectador. No hacerlo sentir cómodo, sino realmente generarle una incomodidad que lo haga recapacitar; que lo haga pensar en su imaginario, en su vida, situación personal. A veces funciona y a veces no. Nosotros quisiéramos modificar a este espectador para bien o para mal. Algo que no sea fácil, que no sea simplemente pasar el rato, sino que te lleve a algún tipo de reflexión”, afirma.

La pieza arranca con un hombre que desde la oscuridad de un clóset cuenta cómo sus placeres sexuales lo han llevado a perderlo casi todo. Luego una mujer, maquillada y coqueta desde un cuarto lleno de velas, abre su intimidad a la cámara como dándole permiso al espectador de entrar en sus pecados. Otras dos mujeres hablan iluminadas por las lámparas de sus espacios cerrados. Un trastornado cocinero se tambalea por una cocina llena de ropas sucias y telas rotas, retando con un cuchillo en mano al espectador. Los intérpretes son Jesús Sosa, Nadeschda Makaganow, Fedora Freites, Kathy Peralta y Alonso Torres.

¿Cómo se hace teatro desde el aislamiento?

— Mi amor más grande en la vida es la escena, la necesito para sentirme vivo, que realmente tengo un sentido dentro de este universo. Con pandemia o sin ella uno busca las formas. En pandemia no puedes trabajar con la energía de los actores, pero tienes que buscarla desde la distancia. Es un poco solitario. Nosotros nacemos de rituales y en la lejanía estos rituales son un poco más fríos. Tratamos de generar un discurso, crear nociones. Nosotros lo que hicimos fue tomar una obra que ya teníamos y reinventarla dentro del discurso para presentarla. A mí me parece de muy mal gusto ver obras grabadas. Si eres actor o director es necesario el trabajo en vivo para tener un poco de conexión con lo que realmente es la esencia del teatro. Lo otro es un playback que no tiene sentido. Eso me parece simplista, me parece incluso irrespetuoso, porque el teatro es orgánico, respira, necesita tener el sentido del error, necesita el vivo.

¿Qué ha implicado el “en vivo” desde Internet?

— Se trabaja con todas las limitaciones. En Crónicas desde el aislamiento Nadeschda participa desde Venezuela y el día de la función estaba aterrada porque pasó el día sin luz y justo había llegado una hora antes de comenzar la obra. Jesús está en Perú, para los ensayos y luego para el personaje se mete en un clóset porque afuera está su esposa, su hijo recién nacido, vive además con otras personas. Kathy Peralta, que está en Santiago, trabaja desde su habitación. También Alonso desde su casa. Fedora hace su escena desde mi espacio de home office en la casa y yo dirijo desde el cuarto. Entonces esa adrenalina de cada actor se inyecta al teatro. Es importantísimo: el actor tiene que traer esas cosas del día, tiene que ser un trabajo orgánico, de verdad.  La verdad siempre. Como eje. Como punto más importante del hecho creativo. Es la gran norma que lleva nuestro teatro en pandemia.

¿Cómo se puede nutrir el artista de una escena en línea y qué le resulta insuficiente?

— Insuficiente siempre va a ser el contacto directo, la energía del espectador. Esa especie de comunión. Al presentar la obra por Zoom no siempre lo percibes porque muchos espectadores pueden tener la cámara apagada y tú no puedes obligarlo a que la encienda. Tienes el feedback después, pero a mí me gusta sentir cómo va la obra a partir del movimiento del espectador, de sus gestos. Es algo que extraño. ¿Qué se suma? Volver a crear desde la distancia con amigos en Venezuela, Perú, otros que están encerrados en Santiago y no pueden salir. Ese espacio de creación se hizo más fácil. Eso es algo que rescato muchísimo de la creación online: ya no hay fronteras. Puedo hacer  mi obra con actores que están en otros países y que me vean también espectadores que están en España, en Canadá, Estados Unidos, Panamá. Todos nos conectamos y se genera la gran comunión que es el hecho teatral.

¿Cómo perfila un mundo para el teatro frente a esta incertidumbre?

— El teatro por lo general se reinventa. Si se ha hecho teatro cuando bombardeaban Londres, cuando bombardeaban Alemania y se ha levantado, se levantará ahora. Tal vez el espacio online va a estar activo por un tiempo, se trabajará un teatro más multimedia, que es algo que viene de la performance de los años setenta y tuvo un boom en los años noventa. En este espacio virtual tu discurso no puede ser gratuito, tiene que tener un peso para que calce. Hay que evitar la gratuidad y trabajar más los conceptos para generar un discurso que comunique y genere algún tipo de situación en la piel del espectador, dentro de las limitantes de esta situación.

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