SIMÓN:

“Mis infidelidades fueron, por el contrario de las experiencias, el acicate para nuestros amores. Nuestras almas siempre fueron indómitas como para permitirnos la tranquilidad de dos esposos”.

NARRADOR:

Bolívar valoraba la libertad de los pueblos y de la soltería. Cumplió la promesa de no volver a casarse, luego de que su primera y única esposa, María Teresa del Toro, muriera de fiebre amarilla 8 meses después de la boda. 

20 años más tarde, Manuelita aparecería en escena para tratar de domesticar al hombre que se le volvió una migraña porque no la amaba como ella quería (por eso hay que enamorarse sin expectativas).  

MANUELA: 

“Hay algo en usted que nunca he conquistado. Yo tengo ansiedad en las noches y no amanece. Mi llanto y mi voz son mis espantos. Grito, en el abismo, sin eco y sin resuello. Amor, Simón, mi daga interna, ¿por qué, si hasta su nombre me levanto, hay algo en usted que nunca se me entrega? Dígamelo usted”.

NARRADOR:

Simón Bolívar levantaba más que Asier Cazallis. Tenía conquistas en todos los pueblos y esto atormentaba enormemente a Manuela, que ante la mínima sospecha se armaba la novela en la cabeza, estando a kilómetros de distancia de su amado tormento. Nunca tuvo pruebas de nada. Hasta que un día llegó una pequeña y brillante señal a sus manos….

SIMÓN:

“Mis generales holgaron en perfidia para ayudarme a deshacerme de mi Manuela, apartándola en algunas ocasiones, mientras que yo me complacía con otras. Por eso tengo esta cicatriz en la oreja”.

NARRADOR:

¿Qué tanto levantaba Bolívar? El historiador Luis López de Mesa dice que Bolívar “No fue un Apolo en apariencia”. Hay una descripción física de El Libertador que es atribuida a José Antonio Paéz, que durante años ha sido visto como el Sancho Panza de nuestra historia. 

JOSÉ ANTONIO PAÉZ (sobre Bolívar):

…“Bajo de cuerpo. Cejas espesas y ojos negros, románticos en la meditación y vivaces en la acción. Pelo negro también, cortado casi al rape, con crespos menudos. Las patillas y los bigotes se los cortó en 1825. El general es todo menudo y nervioso. Tiene la voz delgada pero vibrante. Y se mueve de un lado a otro, con la cabeza siempre alzada y alertas las grandes orejas” (…) “El general es decididamente feo y detesta a los españoles”…

NARRADOR:

Poder político mata galán. Bolívar se desplazaba sobre su caballo blanco, el equivalente a una camioneta Bronco hoy en día. No era tan guapo, pero su valentía le daba sex appeal. 

Todo un repertorio de batallas ganadas, menos una: la que se libró a puertas cerradas cuando su amada Manuela encontró entre las sábanas de la cama un zarcillo de otra mujer.

***Tensión dramática colonial***

***Plano de Manuelita tomando el zarcillo mientras la bravura se le sube a la cara**

***Simón ve su muerte en cámara lenta***

***CORTES COMERCIALES***

***REGRESO DE CORTES COMERCIALES***

***Simón le echa el cuento a un amigo***

SIMÓN:

“Sepa usted que nunca conocí a Manuela. En verdad, ¡nunca terminé de conocerla! ¡Ella es tan, tan sorprendente! ¡Carajo! ¡Yo siempre tan pendejo! ¿Vio usted? Ella estuvo muy cerca y yo la alejaba; pero cuando la necesitaba siempre estaba allí. Cobijó todos mis temores…”

 “¡Todos, todos la conocen! No, no hay mejor mujer. ¡Encuentre usted alguna! Esta me domó. Sí, ¡ella supo cómo! La amo. Sí, todos lo saben también. ¡Carajo! ¡Ni las catiras de Venezuela, que tienen fama de jodidas!”.

***Cortina de terror colonial***

SIMÓN:

“Este es un trofeo ganado en mala lid: ¡en la cama!”.

***Simón enseña la mordida en la oreja que le hizo Manuelita a lo Mike Tyson***

SIMÓN:

“Ella encontró un arete de filigrana debajo de las sábanas, y fue un verdadero infierno”. 

***Efecto “Chan Chan Chan” mientras la cámara enfoca fuego en los ojos de Simón, que recuerda la ofensiva de su amada *** 

SIMÓN:

“Me atacó como un ocelote, por todos los flancos; me arañó el rostro y el pecho, me mordió fieramente las orejas y el pecho y casi me mutila”. 

“Yo no atinaba cuál era la causa o argumentos de su odio en esos momentos y, porfiadamente, me laceraba con esos dientes que yo también odiaba en esa ocasión”.

***Música de arrepentimiento colonial***

SIMÓN:

 “Pero tenía ella razón: yo había faltado a la fidelidad jurada, y merecía el castigo. Me calmé y relajé mis ánimos y cuando se dio cuenta de que yo no oponía resistencia, se levantó pálida, sudorosa, con la boca ensangrentada y mirándome me dijo”:

***Close up a Manuela convertida en Linda Blair***

***Truenos coloniales***

MANUELA:

“¡Ninguna, oiga bien esto señor, que para eso tiene oídos: ninguna perra va a volver a dormir con usted en mi cama!”. 

NARRADOR:

Manuela se vistió y se fue. 

***aplauso al empoderamiento femenino***

Simón pidió cacao. Derrotado, le escribió 10 cartas de perdón a Manuela con la labia solemne de los hombres mal portados, y ella lo dejaba en visto:

SIMÓN:

Primer intento: ¿borrón y cuenta nueva? 

“Mi deseo es que usted no deje a este su hombre por tan pequeña e insignificante cosa. Líbreme usted misma de mi pecado, conviniendo conmigo en que hay que superarlo”. 

Segundo intento: hacerse la víctima

“Nunca después de una batalla encontré un hombre tan maltratado y maltrecho como yo mismo me hallo ahora, y sin el auxilio de usted. ¿Quisiera usted ceder en su enojo y darme una oportunidad para explicárselo?”. 

“Sepa usted que parezco perro de hortelano castigado por jauría”.

“¿No se conmueve usted? Venga, venga pronto, que me muero sin usted”.

Tercer intento: convertir el pelón en poesía

“Mi adorada Manuelita, el hincarme la porcelana iridiscente de tu boca fue el flagelo más sutil demandado por mortal alguno en la expiación de su pecado; tus dedos se adhirieron a mi carne, como en las breñas de la ascensión al Pisha, para darle a este hombre (tu hombre) un hálito mortal, en la contemplación de tu divinidad hecha mujer”.

Cierre pasivo agresivo:

«Manuela, mi amable loca…»

NARRADOR:

La mujer contestó. Es capaz de perdonarlo hasta que vuelva a meter la pata. 

MANUELA: 

“Yo bien sé que con mi compañía usted se sentirá mejor, dando al traste con todas sus desgracias; que yo pueda ser remedio de sus males. ¿Me espera usted? Su amiga, desesperada por verlo”.

NARRADOR:

Y a la semana ya estaban peleando otra vez, esta vez porque Simón no le paraba. 

MANUELA :

“He de decirle a usted que mi paciencia en no ver su ánimo disponible hacia su amiga, que lo es sincera, tiene un límite”. 

“Ni siquiera piensa en mí, ni su respuesta es espontánea. Téngame un poco de amor, aunque sólo sea por lo de patriota”.

Por cartas a mano o por Whatsapp, los rollos de convivencia amorosa son los mismos para los famosos de antes y los de ahora. 

***FIN***

CRÉDITOS

NARRADOR: ¿Nelson Bocaranda?

SIMÓN BOLÍVAR: Asier Cazallis

MANUELITA SÁENZ: Norkys Batista

JOSÉ ANTONIO PAÉZ: (hacer casting)

TEXTO Y PELONES DE EDICIÓN: Iván Zambrano

EFECTOS ESPECIALES: Microsoft Word 2010

ESCENA POSCRÉDITOS

MANUELA

“Si quiere, le mando el almuerzo con patacones como a Su Excelencia le gusta”.

***Diálogos extraídos del libro: Las más Hermosas cartas de Amor entre Manuela y Simón acompañadas de los Diarios de Quito y Paita, así como de otros documentos.

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