• El proyecto proteccionista Yo rescato mestizos empezó hace 20 años. Actualmente es un refugio que brinda cobijo a 38 perros

La desesperación llegó como el agua que arrastró todo a su paso: de repente. Entre la lluvia helada que cayó del cielo encapotado y una corriente de lodo furiosa, Yajira Herrada vio hundirse parte de lo que ella considera su proyecto de vida, el refugio de animales Yo rescato mestizos. Ese 9 de septiembre se desbordó el río El Limón y otros ríos aledaños, como el Turmero, en Maracay, Aragua. El torrente que recorría los recovecos de las calles aragüeñas no solo llevaba consigo piedras y tajos de terreno. También arrastraba el miedo y la desesperanza de quienes vieron sumergida parte de su vida en aquella masa de agua salvaje.

Yajira Herrada nunca se preparó para vivir aquel momento. Estaba sola en el refugio, velando por la seguridad de los 38 perros a los que les da cobijo. Recuerda en exclusiva para El Diario que su prioridad fue resguardarlos, salvarlos de aquel desastre inesperado. La desesperación la empujó a actuar. Una vez que se aseguró de que todos estaban a salvo y protegidos del agua helada, recordó que su automóvil estaba estacionado afuera. Fue en ese momento cuando salió a resguardarlo también de la inundación.

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Las fuertes lluvias  que se registraron en la ciudad de Maracay aquel día provocaron el desbordamiento de los ríos. Yajira y otros cientos de habitantes se vieron afectados por la fuerza del agua. El escenario empantanado era agobiante. Algunas familias perdieron parte de sus viviendas en medio de aquella anegación.

Yajira asegura que le perdió el miedo a lo inesperado. En medio de la agobiante situación pudo reconocer sus fortalezas, pero también sus debilidades. “Ahora voy a corregirlas”, asegura. Sabe que debe sobreponerse y, sobre todo, prepararse.

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Un sueño que se materializó

Fue hace 20 años cuando inició todo. Al principio Yajira alimentaba y brindaba cariño a 10 canes. En aquel momento trabajaba para una compañía que era dueña de un galpón en la ciudad aragüeña. No permitían mayor cantidad de animales en el lugar. Al sitio solían acudir numerosos clientes y “no a todos les gustan los perritos”, detalla.

Refugio
Foto: Yo rescato mestizos

Los animales paseaban a su gusto. Tenían la libertad de entrar y salir del galpón cuando lo desearan. Llegaban solos siempre en busca del alimento que Yajira les ofrecía. Pero la manada pronto fue creciendo. Ya no solamente era ella quien se preocupaba por los animales, el dueño de la compañía también se sumó a la tarea de llevar a su refugio informal a los canes que encontraba en la calle. Los alimentaban, los esterilizaban, los cuidaban y los daban en adopción, pero para Yajira no era más que una noble acción, no sabía nada sobre el proteccionismo animal.

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Algunos años después conoció a la proteccionista Mayra de Lima, en una jornada de esterilización en la Universidad Central de Venezuela (UCV), en Caracas. A través de ella supo que su camino era el rescate animal. Decidió ser formalmente una proteccionista.

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Pero las cosas no siempre salen de la forma esperada. El galpón cerró y algunos de los animales quedaron en la calle. Permanecían en el callejón adjunto. Yajira siguió alimentándolos, pero ya pensaba en la idea de alquilar un espacio para darles refugio. Compartió ese pensamiento con una de sus amigas, Sarah Rangel, quien también tenía bajo su cuidado algunos animales. Una vez que materializaron este sueño surgió Yo rescato mestizos, en la Intercomunal Maracay-Turmero, en el sector 19 de abril. Ya han pasado cuatro años desde aquel momento.

Ayudando a patas amigas

Tener un refugio animal en una Venezuela llena de dificultades ha sido todo un reto. Yajira lo sabe, pero no se aminora por eso. No lleva la cuenta de cuántos perros y gatos ha rescatado y ayudado con el paso de los años, pero a cada peludo que llega a su refugio le brinda la atención y los cuidados que merece, hasta que consiguen un hogar en el que recibirán el amor y el calor que tanto anhelan.

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Mensualmente suelen dejarle cobijo a tres o cinco canes. Cada rescatado cuenta con el espacio que necesita dentro del refugio, Yajira los quiere mantener siempre en las mejores condiciones mientras tengan que vivir bajo sus cuidados.

Refugio
Foto: Yo rescato mestizos.

La alimentación, los medicamentos, insumos de higiene y gastos veterinarios son parte de las responsabilidades económicas que debe cubrir. Afortunadamente, cuenta, para realizar estos pagos cuenta con un fondo con el que colaboran personas comprometidas con la causa del rescate animal, además de su propio sueldo y el de su amiga Rangel, que son quienes están al frente del refugio. También han ideado planes de recolección de dinero a través de rifas y actividades. Todo suma.

Yajira Herrada, de 55 años de edad, nunca ha perdido la motivación. Ni siquiera con la inundación, que la dejó con más retos para afrontar. Quiere preparar el galpón, hacer de él una fortaleza donde pueda tener a sus animales seguros. Parte de su proyecto de ahora es adecuar el refugio con una estructura que los proteja contra el paso del agua, el paso del tiempo. Rendirse es una palabra que no pareciera estar dentro de su vocabulario.

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Siempre imaginó pasar su vejez viviendo en una casa austera, pero con un terreno extensísimo en el que pudiera mantener a muchos animales. Es un sueño que todavía prevalece.

Refugio
Foto: Yo rescato mestizos.
Quiero vivir cuidándolos porque me encanta ver esos ojos de alegría y emoción cuando llegas. Ver esas colitas que parecen limpia parabrisas al moverse. Esos ojos de gratitud cuando los recoges moribundos y los ayudas a nacer de nuevo, hasta les consigues un buen hogar. Esa satisfacción no tiene precio”, asegura.
Refugio
Foto: Yo rescato mestizos

Nada ha podido empañar los sueños de Yajira. Esa satisfacción que le abarrota el corazón cada vez que ve a alguno de los animales que protege. Ni el cansancio, ni el agua, ni la lluvia, ni Venezuela misma con sus dificultades. Yajira soñó con vivir su vejez rodeada de animales, de la alegría, de la nobleza que emana de los ojos inocentes de un perro que se acerca moviendo la cola para demostrarle que sí, que ha valido la pena. Hoy lo agradece. Porque no hay mejor manera de vivir la vida que a través de ese sueño suyo. Así lo cree Yajira. Un sueño compartido con quienes velan por la vida de los animales, un sueño sin fin.

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