• Joselyn Castellanos lidera en Madrid Siete Letras, un proyecto para recaudar materiales y dar becas escolares a través de su marca

Niños que corren, juegan, bailan y transmiten sonrisas. Anécdotas que inspiran acompañadas de esfuerzo y humildad; ese fue el panorama rural que acogió a Joselyn Castellanos, cuyo propósito es contribuir con el futuro y desarrollo de la educación en diversas comunidades.

La venezolana inició su proyecto Siete Letras en febrero de 2019 a través de Instagram. Todo empezó con una mujer española en situación de calle que pedía dinero en el Metro de Madrid. A partir de ese momento Joselyn decidió conocer su testimonio e invitarla a comer. Ese día supo que quería relatar historias que nadie más conocía. 

Cada vez que Castellanos hablaba con un personaje, se daba cuenta que sentía cercanía y motivación. Preguntas como: “¿Qué es lo más difícil que te ha tocado vivir?” y “¿qué te hace feliz?”, revelaron que a pesar de las dificultades, esas personas lograron salir adelante.

Ese mismo año viajó 20 días como misionera a la zona Maya de Cancún (México), y luego 15 días a Guinea Ecuatorial (África Central). Finalmente, en septiembre de 2019, sintió que Siete Letras necesitaba llegar a otro nivel, ella quería generar un aporte a través de becas y materiales escolares a cientos de niños y jóvenes en las comunidades que visitó.

Un proyecto con propósito social

La identidad del proyecto surge de su nombre, pues tiene siete letras: Joselyn. Ella nació en Caracas, sin embargo, vivió parte de su infancia en Carora, estado Lara. Luego regresó a la capital para culminar sus estudios universitarios y se graduó como licenciada en Comunicación Social en la Universidad Católica Andrés Bello. Confiesa que con una maleta llena de esperanzas y miedos emigró a Madrid, España. Su hogar desde hace cuatro años. 

La joven de 27 años de edad trabaja como coordinadora de Juventud Misionera España, apostolado del movimiento católico Regnum Christi. Asegura que ser misionera ha sido su forma de vida desde hace más de 10 años.

“Si yo ayudo a otro país tengo que ayudar al mío también”, indicó para El Diario. Es así como a partir del 7 de enero de 2020 comenzó a materializar el proyecto, y lo hizo a través de un GoFundMe. Ella inició su alianza con dos fundaciones: Proyecto Tepuy de Venezuela y Yotam (Yo también) de África.

Proyecto Tepuy nació en 2018 por un grupo de estudiantes del quinto año de medicina en la Universidad de Carabobo. La doctora y presidenta de la fundación, Mónica Peña, comentó que realizan jornadas de atención médica en más de 13 comunidades indígenas del sector Valle de Kamarata del Parque Nacional Canaima, estado Bolívar, y en comunidades urbanas como La Paraguita I y la Casa hogar Semillita del estado Carabobo. Próximamente tienen planeado beneficiar a otra comunidad del estado Falcón.

El proyecto sumará una nueva comunidad

Además de realizar jornadas médicas y entregar insumos a más de 1.000 personas en las comunidades, se encontraron con otra necesidad: niños sin materiales escolares. Con la ayuda de Siete Letras, iniciaron un proceso de recolección de útiles escolares que busca ayudar a 100 niños en una escuela de la comunidad indígena de Santa Marta en Valle Kamarata. Para el momento se recolectaron más de 1.000 artículos escolares.

Los materiales no los hemos podido entregar porque por motivos de la pandemia. No hay acceso hasta estas comunidades indígenas que solo son accesibles por vía aérea. Sin embargo, estamos tratando de coordinar un vuelo de la aviación militar que logre ir hasta esa zona para hacer esa entrega”, afirmó la presidenta de la fundación.

La misión es educar

Reginaldo Menene Oluy y Ana Gómez Jaraíz crearon la fundación Yotam en 2018. Actualmente hay más de 103 niños escolarizados en el distrito de Ebibeyín, al noreste de Guinea Ecuatorial. Con la ayuda de Siete Letras lograron nueve becas escolares de 100 euros y dos de esas becas fueron entregadas con materiales escolares.

Niñas escolarizadas en Guinea Ecuatorial

De esta forma, la meta principal de Siete Letras es ser parte de los colaboradores de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), número cuatro: “Garantizar una educación de calidad inclusiva y equitativa, y promover las oportunidades de aprendizaje permanente para todos”.

Objetivos de Desarrollo Sostenible

Son una iniciativa impulsada por la Organización de las Naciones Unidas para dar continuidad a la agenda de 2030, que plantea 17 Objetivos de Desarrollo del Milenio, con 169 metas de carácter integrado e indivisible que abordan los ámbitos económicos, sociales y ambientales.nnSegún un informe publicado en 2017 por el Instituto de Estadística Unesco (UIS), más de la mitad de los niños y adolescentes carecen de un nivel mínimo de alfabetización. Son más de 617.000.000 de jóvenes en el mundo.n

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“Fue un proceso que llevó mucho esfuerzo y dedicación. Llevaba y traía todos los días materiales a mi casa. La sala estaba repleta de materiales, pero tan solo pensar que esos niños iban a tener algo suyo por primera vez, me hacía recordar porque estoy haciendo esto desde el principio”, afirmó Castellanos.

Libretas para aportar y crecer 

Hoy en día agradece y se sorprende de cómo personas desconocidas se acercaron al proyecto. Cuenta entre risas, que Dios es su socio, y que él ha sido el encargado de poner a las personas correctas en su camino. Sin embargo, asegura que conseguir donaciones no fue un trabajo sencillo.

Iniciar un proyecto social muchas veces genera inseguridad, sin embargo, Castellanos estaba decidida a continuar. Además, comenta que el confinamiento no ha sido un obstáculo y que, al contrario, la ha ayudado a desarrollar el producto principal del proyecto: libretas. 

Fueron días de ensayo y error, de buscar inspiración e ideas hasta lograr finalmente unas libretas excepcionales. Ella Investigó y se formó a través de cursos y talleres sobre cómo podría adentrarse en el mundo del emprendimiento social. De esta forma, lograría recaudar más fondos y potenciar a Siete Letras con la venta de un producto, no obstante, necesitaba algo más que le hiciera resaltar el objetivo inicial de la marca. Contar historias.

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Son cuatro modelos de libreta, y cada una lleva el nombre de la historia de niños que conoció en las misiones. La primera es David, de Guinea; Joselyn cuenta que su encuentro con el alegre niño de cinco años siempre era a la hora del almuerzo. “Hicimos un clic al conocernos, pero él no hablaba español, por lo que su única forma de comunicarse eran las risas y las ganas de jugar con su balón de fútbol. Ese era nuestro idioma”, indicó.

Luego están Nerea (3 años de edad) y a Estrella (19 años de edad), ambas de Guinea. Castellanos comenta que Nerea es una niña que no hablaba mucho, pero su lenguaje era sonreír y tomarla de la mano, en ella podía ver la sencillez y la humildad “en su máxima expresión”. Por su parte, Estrella, en las oportunidades que hablaba con Joselyn, le aseguraba que lo que más le gustaba era ayudar a los demás.

Por último, la libreta de María, ella es de Venezuela, específicamente de Carora (estado Lara). Tiene ocho años y es una niña con muchas ganas de aprender y le gusta dibujar.

A María no la conozco físicamente, supe de ella porque llegó al trabajo de mi papá pidiendo comida y le preguntó si tenía un cuaderno y un lápiz para dibujar”, indicó Joselyn.

Las libretas están hechas de material reciclable y cuentan con ilustraciones minimalistas que poseen un significado. Por ejemplo, el bombillo dibujado en el cuaderno de David representa a cada persona como símbolo de luz al alumbrar el camino de cada niño. Los demás significados de las libretas se pueden encontrar en la página web de Siete Letras.

Asimismo, para este periodo escolar 2020-2021 el propósito es continuar recaudando fondos para seguir desarrollando becas escolares en Guinea. Se tiene previsto para septiembre de 2021 hacer entrega de kits con materiales (lápices, cuadernos, crayones, entre otros útiles) a una escuela de 60 niños en Carora, estado Lara. 

Experiencias en cada recorrido

En Guinea observó las carencias y las alegrías, sintió una cercanía, un déjà vu que inmediatamente la conectaba con sus raíces, Venezuela. Joselyn señaló que la cultura de allá es muy parecida a la de los venezolanos. Son personas resilientes a pesar de las dificultades. 

A la hora de describir sus experiencias en cada misión, entre una sonrisa y otra recuerda a las personas que ha conocido en sus viajes -niños, jóvenes y adultos mayores- como seres entusiastas que contagian de vivencias, valores, momentos, bailes y juegos.

El proyecto también ayuda niños en Guinea Ecuatorial

En cuanto a sus anécdotas, narró que una de ellas fue en México en un lugar donde atienden a personas de la tercera edad con enfermedades terminales. “Son personas mayores que no sabes si han recibido amor. Lo primero que piensas es en tratarlos con cariño y darles la atención y cuidado que merecen. Debes cambiarte el chip, bañarlos, vestirlos, realmente ayudarlos”.

Relató que en ese mismo viaje había un señor con tres llagas en su cuerpo, profundas y del tamaño de su mano. Sin embargo, cuando Joselyn le preguntó si necesitaba algo, él solo se regocijaba y mencionaba que todo estaba bien. “Desde ese momento, me dije que no volvería a quejarme. Es increíble cómo personas con carencias o situaciones difíciles todavía sonríen. Son una lección de vida”, expresó Castellanos.

Otra de sus vivencias fue en Venezuela, la misionera llegó junto a otras personas a casa de una familia muy humilde, y en el terreno había una vaca que se paseaba por la sala; las gallinas también formaban parte de ese cuadro. Arepa y sopa fue el almuerzo de ese día. “Al despedirnos, la señora de la casa nos regaló tres huevos y nos dijo: ‘yo sé que esto no alcanza para todo lo que ustedes hacen por nosotros, pero esto es lo que tengo y les doy gracias’.

Nuevas propuestas

Si Joselyn pudiese describir su proyecto con tres palabras, serían: entrega, confianza y oración. Más que una marca, es una herramienta que le permite influir en la educación, en valores y nuevos retos para futuras generaciones que dibujan sueños, escriben metas y leen visiones. 

Una de las palabras indígenas que más recuerda es akiba, que significa “gracias”, de la tribu Fang, en África. De Venezuela no tiene una palabra en especial, pero siempre tiene en mente la siguiente frase: “La alegría de darte hasta lo que no tengo”.

Niños que reciben ayuda

Próximamente le gustaría sacar nuevos productos como bolsos para el día a día, establecer alianzas con otras fundaciones, específicamente las que están comenzando desde cero, pues siente que es una oportunidad para hacer un mayor aporte e impulsarlas más. “Me gustaría renovar cada año e inspirar a otros, así como muchos que ni siquiera lo saben, me inspiraron a mí”, afirmó Joselyn.

Además, tiene en mente colaborar en hogares de niños huérfanos, llevar a cabo el programa educativo de formación profesional (que por la pandemia, no pudo realizarse), y poder generar aportes para la creación de pozos de agua en las comunidades.

“Amar más y mejor”, se convirtió en su lema de vida, ese que espera mantener presente en cada jornada que lleve a cabo. Más que contar historias busca cambiarlas, por lo que continuará ofreciendo ayuda a niños venezolanos y de África que les permita obtener nuevas oportunidades de crecimiento y desarrollo. 

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