• A los 12 años, durante un viaje a Miami, le diagnosticaron una bacteria agresiva y debieron amputarle las extremidades. Siempre con una sonrisa superó cada dificultad y ahora utiliza su historia para motivar a miles de personas  

El día había llegado. El sueño de un niño venezolano de 12 años de edad al fin se cumpliría. Sus padres le regalaron un viaje a Miami, Estados Unidos, como premio por haberse graduado de la primaria. Entre los paseos que realizaría estaba visitar Orlando. Esperaba con ansias poder ver las icónicas orejas de ratón Mickey Mouse  en Disney World que son un ícono de la infancia de muchos niños. Ya todo estaba listo. Su familia abordó un avión en Maiquetía con destino a Miami el 13 de septiembre del año 2011. Ese viaje cambiaría su vida. Un hecho inesperado fue el punto de partida de un amplio proceso de superación y motivación. 

A Franklin Mejías siempre le ha gustado estar en movimiento y desde niño practicaba varios deportes. Pero las cosas cambiaron durante ese viaje. Una noche en el hotel el malestar se apoderó de él, la fiebre calentaba su cuerpo y derrumbaba sus energías, mientras que no dejaba de vomitar. Se sentía terrible. Sus padres lo llevaron a un médico inmediatamente. Luego de que le realizaran una serie de exámenes el diagnóstico fue desgarrador. El niño había adquirido una infección causada por una bacteria agresiva llamada Streptococcus. Esta bacteria se alojó en su torrente sanguíneo e impedía la circulación en sus extremidades. Otro médico que consultaron le indicó a la familia que este cuadro clínico se debía a una deficiencia de IRAK-4, lo que impide que su sistema inmunológico produzca las células necesarias para combatir infecciones y bacterias.

El venezolano que perdió sus extremidades y motiva a otros a través de su experiencia
Foto: @franklinmejiasc

La falta de circulación había afectado sus extremidades. Por lo que los médicos le dieron a la familia otra noticia fuerte: había que amputar sus pies y manos. El viaje a Disney no se realizó. En lugar de eso, estaba en una cama de hospital recuperándose de una operación dolorosa y que para muchos sería traumática. Pero a pesar de lo difícil del panorama que enfrentaba, nunca dejó de sonreír.

“Nunca imaginamos que de un sueño iba a venir una tragedia. Todo sucedió de una manera caótica”, comenta para El Diario Franklin Mejías, quien ahora tiene 20 años de edad.

De un momento a otro se enfrentó a una nueva realidad. Su cotidianidad cambió y en ese momento la vida lo puso a prueba. Mejías compara ese momento con los primeros pasos de un bebé, pues debió aprender a hacer todo de nuevo, desde caminar (con prótesis) hasta escribir. Cada paso era más difícil que el anterior, se cayó muchas veces y la frustración tocó a su puerta. Pero no se iba a dejar vencer por ninguna limitante. A pesar del proceso traumático que vivió, la sonrisa acompañaba su rostro en todo momento. Una sonrisa genuina e infantil, la sonrisa de un niño que sabe que nada lo va a detener. Estando en la camilla del hospital, recuperándose de la operación, su actitud e ímpetu sorprendía a los enfermeros y cualquier persona que lo veía. Las personas respondían a su optimismo con una sonrisa. “Es complicado, la vida a veces es una montaña rusa”, explica.

Causalidades más que casualidades

Para Franklin Mejias nada pasa por que sí. Todo tiene un propósito y la clave está en descubrirlo de todo aquello que acontezca en la vida. Bajo esa premisa se enfrentó a una vida sin extremidades pero también sin limitantes. Cada paso que dio fue con el propósito firme de tener la vida de cualquier niño, adolescente y adulto. Reemplazó el ¿Por qué? por una interrogante que le generaba más esperanza: ¿Para qué?

Yo creo que a todos nos han dado una mala noticia. Pero todo está en la mente. Una vez que tú entras en ese proceso de aceptación y preguntas: ‘¿Para qué me está sucediendo esto a mí?’, todas las respuestas llegan a tu vida”.

No demoró mucho en encontrar la respuesta a esa pregunta. Desde que vio cómo la gente se impresionaba al conocer sobre lo que le pasó y la manera en que logró superarse a sí mismo se dio cuenta que su historia era una herramienta poderosa que podía utilizar para motivar y ayudar a otros. Pasaron los años y ahora ha contado su historia en auditorios frente a miles de personas con la intención de transmitir su experiencia en el proceso de autosuperación.  “Si yo puedo sonreír, tú también puedes hacerlo”, dice frecuentemente ante personas que se “se llevan a su casa algo de su historia y les va a quedar por el resto de la vida”.

“No me imagino mi vida de otra manera. A veces me dicen ‘coye si no hubieras venido a este país no te hubiera pasado lo que te pasó’. No pienso que sería de mí con mis cuatro extremidades. Me quedo con lo que soy en este momento, las experiencias, las anécdotas, que me sirven para motivar y decirle a todo el que me ve: ‘mira, si yo puedo pararme tú también puedes, si yo puedo incluso hasta sonreír tú también puedes hacerlo’. Yo nunca imaginé no tener manos ni pies, ni depender de unas prótesis, o ver una silla de ruedas como una amiga. Yo estoy muy agradecido, le doy gracias a Dios, porque me dio la manera de caminar y correr, de ser yo al máximo aunque me faltan mis manos y mis pies”, cuenta sin dejar de sonreír.

Más allá de mis manos

Hace más de dos años, Franklin Mejías estrenó su primer libro titulado Más allá de mis manos. En cada página el joven describe desde el momento en que se enferma hasta el día que decide ser voz motivadora para otros.

Cuando salió del hospital y se enfrentó a la nueva realidad de vivir sin extremidades, su papá le comentó la posibilidad de escribir un libro para contarle a otros su experiencia. Pero no fue sino hasta seis años después cuando supo el poder de su historia y lo que sentían las personas al contarla era algo que podía ayudar a muchos a superar cualquier situación en la vida.

El venezolano que perdió sus extremidades y motiva a otros a través de su experiencia
Foto: @franklinmejiasc

Su libro narra lo ocurrido en su vida, todas las experiencias que ha tenido desde el día en que le diagnosticaron la enfermedad y cómo transitó los caminos de la autoaceptación, el agradecimiento y la superación personal como las únicas herramientas que le permitirían vivir la vida que él deseaba. Una vida sin limitantes.

Durante toda la entrevista, Franklin Mejías agradeció a Dios en varias oportunidades por muchas razones, pero principalmente por permitirle ser él mismo a pesar de no tener manos ni pies y poder disfrutar sus días al máximo. Durante el tiempo de recuperación y redescubrimiento entregó cada uno de sus pasos a la voluntad de Dios. “En todo momento supe que él estaba conmigo y que sin él no hubiese podido salir adelante”, asegura.

Tiene mucho que agradecer y no lo niega. Como buen creyente, da gracias a Dios por guiarlo en el camino y a su familia por darle el apoyo que necesitó en todo momento. Pero también agradece las palabras de aliento y apoyo de las personas que, sin conocerlo, le brindaban una mano amiga o una sonrisa gentil y empática.

Conferencia u0022Más allá de la acciónu0022 con Franklin Mejías

Franklin Mejías presentará este martes 24 de noviembre su conferencia u0022Más allá de la acciónu0022 con el apoyo de la Agregaduría Cultural de la Embajada de Venezuela ante Estados Unidos. nnEn el evento, Mejías compartirá su historia y cómo supero los obstáculos en su vida para lograr sus objetivos. Se realizará a las 7:00 pm. La inscripción es gratuita mediante el link: https://www.eventbrite.com/e/entradas-mas-alla-de-la-accion-128948920693?ref=eios

Caer y levantarse

Pero no todos los días la actitud positiva llena la mente y el corazón de Franklin Mejías. Existen momentos en que el camino se hace tortuoso y complicado. Es cuando aparece la frustración, la tristeza o la rabia.

El venezolano que perdió sus extremidades y motiva a otros a través de su experiencia
Foto: @franklinmejiasc

“Somos humanos y decir que soy positivo 24 horas y siete días a la semana es mentira”, se ríe para luego explicar que se enfrentó a una situación complicada  en su vida recientemente.

Mejias vive en Estados Unidos, uno de los países más golpeados por la pandemia del covid-19. La cifra de casos de ese país supera los 12.000.000 según la Universidad Johns Hopkins. A pesar de que tomó todas las medidas de protección para evitar un contagio, contrajo coronavirus lo que lo llevó a estar hospitalizado durante varios días. Además varios de sus proyectos, conferencias y charlas que tenía pautadas para este año se suspendieron debido a la cuarentena.

La frustración llegó pero Franklin no permitió que se quedara. Con la buena actitud que lo caracteriza se repuso del virus para seguir trabajando en ayudar a otros a través de su experiencia de vida.

La vida es un hilo muy frágil que debemos entender. Para llegar a la etapa donde estoy hoy en día tuve que atravesar muchísimos escalones. Todo fue un día a la vez, hubo frustración, porque no es fácil. Pero todo es cuestión de que la mente y el corazón estén en sintonía para que el cuerpo actúe solo”.

Su historia y el poder que tiene para inspirar a otros ha causado tanto impacto en otras personas que incluso en el año 2018 ganó un premio Emmy. Un momento inolvidable en su vida.

Luego de ocho años en los que su vida le dio un giro de 180 grados, tuvo que aprender todo desde cero y descubrir su potencial. Hoy se siente satisfecho con lo que le ha tocado vivir y hace énfasis en que no cambiaría nada de lo que pasó. Cuando está compartiendo su historia frente a miles de personas y observa el rostro atento de cada oyente siente que cada paso difícil, cada escalón que subió para superarse a sí mismo y cada dolor que experimentó valió la pena.

“Ahí es cuando me doy cuenta que todo lo que he pasado, todo el dolor ha valido la pena. Sé que las personas que están presentes en esa sala o en ese auditorio se van a llevar algo a sus casas, que lo van a conservar consigo por el resto de su vida”, dice.

La vida puso a prueba a Franklin Mejías a los 12 años, una edad en la que los niños piensan en jugar y divertirse. Sin embargo, a su corta edad miró de frente al problema y decidió que no se dejaría vencer. Su objetivo era vivir su vida como un niño o adolescente normal, pero encontró su propósito de ayudar a otros más allá de sus manos.

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