• La profesora universitaria no tiene tanto tiempo para elaborar los chistes que la hicieron famosa en redes. Prepara una tesis y un libro. Extraña tener alumnos, una experiencia en la que siente puede darle rumbo a los jóvenes y aportar a la sociedad. Foto: Darío Sosa

Miliber Mancilla suma a comienzos de este año poco más de 75.500 seguidores en Twitter, red social a la que se unió en 2009. En su perfil precisa que es una venezolana en Venezuela, específicamente en Mérida; que nació un 27 de diciembre, y que es lingüista, con especial énfasis en la morfología y la sintaxis. De repente, en esa descripción de una persona vinculada al estudio del idioma, en esas líneas que configuran a una académica, hay una disrupción cuando remata en el perfil: “La jeva que explica los chistes. A veces escribo”.

Y sí, la profesora de la Universidad de Los Andes (ULA) cobró cada vez más notoriedad en la red por su manera de hacer humor. Una forma en la que cuenta un chiste a partir de un hecho o personaje conocido. Por ejemplo, una vez tuiteó: 

“¿Por qué en el cuadro ‘Saturno devorando a su hijo’, este último sale sin cabeza? Porque Francisco degolla…ba. Jajaja ¿Entienden? El pintor fue Francisco de Goya, pero dije degollaba porque degollar significa matar a alguien cortándole el cuello. REAlmente fue un mal chiste”.

Miliber Mancilla ha sido invitada a programas de radio, podcasts, y ha tenido columnas de opinión en varios medios, en los que desarrolla temas relacionados con el idioma. Las redes también le han servido para hacer catarsis, especialmente en una región bastante afectada por la tragedia venezolana. 

—¿Cómo describe su trabajo como lingüista cuando, por ejemplo, está en una reunión con algunos amigos y hay personas que apenas la conocen y quieren saber de usted?

—Es bastante difícil porque se sabe qué hace un médico, un ingeniero o un arquitecto, pero muy pocas personas saben qué hace un lingüista. Además, quizá para algunos esta profesión no es tan importante para la sociedad, cosa que es completamente falsa. Para explicar de una forma bastante informal, solamente suelo decir que estudiamos el lenguaje, cómo evoluciona y cómo hablan las personas.

Si alguien pregunta eso con qué se come, lo que normalmente digo es que yo soy lingüista computacional, o eso intento. Por los momentos no lo ejerzo, porque solo hago mi tesis. Les cuento que un lingüista computacional enseña a hablar a las máquinas. Está ligado a la inteligencia artificial. Hacia allá va el mundo. Así que algo aportamos. 

—Noto que en Twitter ya no hace tantos chistes como antes. ¿Por qué?

—Armar un chiste lleva su tiempo. Antes tenía más tiempo, pero ahora estoy en nuevos proyectos. No he dejado las redes sociales a un lado, pero me estoy enfocando en mi tesis, por ejemplo. A veces se me ocurre algo y lo armo de una vez. Ese es el problema de los chistes, que llevan tiempo. 

—¿Cómo han sido sus días de pandemia?

—He pasado por varias etapas. Al principio estaba confundida. Me tocó sola. Quería saber cuánto iba a durar. Recordé lo que pasó en 2011 con la H1N1, que me dio. Pensé que pasaría en cualquier momento. Luego vino una etapa de depresión. Me estaba desesperando. No quería hacer nada. Después fue la aceptación y comencé a aprovechar el tiempo. Hice cursos por Internet, adelantaba lo pendiente. Volvió una etapa de depresión porque necesitaba que esto se acabara. Ahora estoy entre ansiedad y aceptación. Creo que todavía falta. 

—¿Ha notado cambios en el idioma durante la pandemia?

—La lengua siempre cambia sin importar las circunstancias. Haya pandemia o no, la lengua cambia todos los días y ni nos damos cuenta. Solo falta que aceptemos eso. Son cambios fortuitos, sutiles, al menos que sea algo impuesto, como el lenguaje inclusivo, por ejemplo. 

—Menciona el llamado lenguaje inclusivo, ha escrito al respecto. ¿Cómo ve esa imposición? ¿Ha perdido fuerza o todavía sigue siendo un intento importante de consolidarse? En Argentina hay medios que lo han adoptado.

—Solo he escrito un par de artículos de opinión al respecto. No estoy en desacuerdo con el lenguaje inclusivo, sin embargo como dije anteriormente, la lengua cambia gracias a sus hablantes, pero de manera fortuita y por sí sola. El lenguaje inclusivo es diferente porque es premeditado, intencional, deliberado.

Así no son los cambios en la lengua. Una sola persona o un grupo no pueden cambiar la lengua porque sí. Todavía puede ganar bastante fuerza, no la ha perdido. Sin embargo, será algo obligatorio. A mí me cuesta usarlo, me confunde. Las reglas no están bien plasmadas. Algunas cosas no las entiendo”.

—Hace cinco años entrevisté a Francisco Javier Pérez, quien dijo que posiblemente con los años el uso del “xq” y el “q” sería más común y no una excepción en la escritura entre jóvenes. Pero pareciera que esa tendencia ha desaparecido. ¿Qué opina?

Son cambios difíciles de predecir. No sabemos si algunas palabras, frases, expresiones o formas perdurarán en el tiempo o durarán solo un rato . Hay algunas que se ponen de moda y desaparecen. Otras llegan para quedarse. Hay palabras que a mi edad le escucho a mi papá y yo no las conocía. Lo mismo ocurre con las formas, las maneras de escribir. Recuerdo que cuando era adolescente mucha gente escribía minúsculas y mayúsculas en una sola palabra. Esta nueva generación escribe mucho en minúscula y hay generaciones que aman escribir en mayúscula. He visto también que la tendencia del “xq” ha desaparecido. 

¿Qué palabra extraña que alguna vez estuvo de moda?

¡Cool! Para mí todo era cool: la bicicleta, la ropa, los zapatos. Pero ya no la escucho mucho en estas nuevas generaciones. Soy millennial y no la percibo tanto en los centennials que hablan en español. Obviamente en inglés todavía está. Yo la sigo usando.

Sé que prepara publicar un libro. ¿Sobre qué es?

Soy una persona supersticiosa. De esas personas que no cuentan nada hasta que todo esté bastante encaminado. Y como no lo está, prefiero no decirlo porque siento que se caerá todo. Pero no será una novela. Será un libro sobre lenguaje. 

¿Cuál ha sido la experiencia más gratificante como profesora?

Enseñar. Doy materias teóricas. Siento que puedo encaminar a los estudiantes hacia el futuro. Uno tiene que ver hacia dónde va el mundo. Cuando yo era estudiante, nunca me enseñaron así. El mundo ahora es bastante tecnológico, la inteligencia artificial. Bueno, hay que agarrar la rama en la que estamos y llevarla hacia allá. Uno tiene que aportar algo a la sociedad. Se trata de dar uno golpecitos para que los jóvenes vean qué harán con su vida, qué van a comer, cómo aprovechan lo que se está estudiando.

Desde que comencé a dar clases digo estas cosas. No se trata solo de decir quién es Noam Chomsky o cómo analizar una oración, sino también ver para qué servirá. Es gratificante sentir que los puedo ayudar más. Un estudiante puede tener 20 en una materia, pero tiene que saber qué hacer con ese conocimiento.

Me imagino que extraña a sus alumnos y que algunos la busquen. ¿Cómo ha sido el vínculo con ellos a pesar de no haber clases?

Lo que más extraño es tener alumnos. El vínculo entre profesor y alumno es momentáneo. Doy clases por semestre. Las clases son geniales, el alumno puede contar conmigo, se crea un vínculo especial, pero se rompe cuando se acaba el semestre. No creo que eso sea malo. Siempre vendrán alumnos nuevos y ellos siempre tendrán otros profesores. Es normal. Terminé el semestre antes de la pandemia y ya no teníamos ningún contacto. Así funciona. En estos momentos no tengo contacto con ningún estudiante. Además, creo que cada quien está lidiando con sus cosas en este momento. 

Ha hablado de que sería feliz solo con una computadora en una isla con Internet. ¿Qué encuentra en el silencio una persona que trabaja con el idioma?

Los seres humanos somos sociales. Necesitamos siempre esa interacción. Sería feliz en una isla con una computadora mientras tenga Internet. Necesito esa interacción, ver gente así sea detrás de una pantalla. Mientras tenga redes sociales o Youtube, se puede seguir trabajando con el idioma. No estaría en silencio. Solo que todo el ruido estaría detrás de una pantalla. Eso es algo que he venido haciendo durante la pandemia. Actualmente se nos hace más fácil la interacción porque tenemos un montón de aplicaciones. Si en cambio habláramos de estar en una isla sin nada, no podría

Siempre me he hecho esta pregunta. ¿A qué se debe que los habitantes de distintas zonas tengan acentos diferentes a pesar de hablar el mismo idioma?

Hablamos diferente dependiendo de la región, edad, género. También tenemos el idiolecto, que es que cada persona a pesar de que tiene un dialecto o sociolecto, tiene su manera individual de hablar. En el caso de los dialectos, que se refiere a la manera de hablar diferente de acuerdo a la región en la que nos criamos o estamos, quiere decir que los factores políticos, económicos, sociales e históricos fueron distintos en cada región. En el caso de los españoles, llegaron a distintas zonas. Y cada grupo tenía diversos dialectos. Los que llegaron a Zulia voceaban y los que llegaron a Mérida no. Así fue. 

¿Se ve como una integrante de la Academia Venezolana de la Lengua?

No, realmente.

Noticias relacionadas