• Desde que la tasa de cambio alcanzó el millón de bolívares por dólar, se hizo aún más evidente la necesidad de una reconversión monetaria. Sin embargo, quitarle de nuevo varios ceros a la moneda sin emprender una reforma que abarque las políticas fiscal y monetaria, no pondrá freno a la hiperinflación, que es el problema de fondo

Eliminar tres, cinco o seis ceros al bolívar no tiene mayor relevancia si el régimen de Nicolás Maduro continúa monetizando el déficit fiscal que comenzó a abultarse en 2014 con la caída de los precios del crudo y el declive de la producción petrolera nacional. Más tarde se sumaron las sanciones financieras de Estados Unidos contra actividades que representaban financiamiento o un salvavida al gobierno, castigado por violar derechos humanos y socavar la democracia y el Estado de derecho.

Y es así como una nueva reconversión —la tercera en menos de 15 años — viene en camino. Durante la primera semana de enero, la Superintendencia de las Instituciones del Sector Bancario (Sudeban) sostuvo una reunión con representantes de la banca nacional, en la que se informó que la materia se discute con el equipo económico y el Banco Central de Venezuela, dijo a El Diario una fuente bancaria que optó por mantener su nombre en reserva.

“Van a eliminar 6 ceros y reducir la existencia del dinero. No tiene sentido imprimir dinero que es disfuncional. Hay que resetear el bolívar. Con el carnet de la patria se va a bancarizar a buena parte de la población”, dice en entrevista con El Diario, el analista José Gonzáles banquero de inversión y socio director de GCG Advisors, basado en Nueva York.

Pero la posibilidad no luce tan cercana si se trata, como en efecto parece que lo es, de digitalizar los medios de pagos, según ha adelantado el propio Maduro.

La economía digital

En declaraciones ofrecidas al periodista español Ignacio Ramonet y transmitidas el 1° de enero de 2021 por TelesurTV, Maduro señaló que este año va hacia una economía digital para referirse a la vía electrónica del pago, en cualquiera de sus modalidades.

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Y hasta ahora, el chavismo ha cumplido —más tarde o más temprano— con lo que anuncia o lo que cree debe ser. Así, Nicolás Maduro decretó, en esa entrevista, la muerte física del bolívar, aunque no le dará sepultura porque lo mantendrá como el signo monetario del país. 

Una nueva reconversión sentenciará la muerte del bolívar en papel moneda

“El dinero físico desaparece y para Venezuela es una gran ventaja”, dijo a Ramonet luego de mostrar un gráfico en el que en el mes de noviembre apenas un 3,4% de los gastos del hogar se pagó con dinero en efectivo. Del otro lado, 77,3% se hizo a través de tarjetas de débito.

En ese sentido, Maduro informó que se autorizó a la banca a abrir cuentas de ahorro y corriente en divisas para que el cuentahabiente pueda hacer los pagos en su equivalencia en bolívares.

El bolívar deja de existir como papel moneda, pero no como moneda de curso legal, por lo que el gobierno seguirá financiando el gasto del aparato del Estado con dinero netamente electrónico, toda vez que sus ingresos en divisas —96% por concepto de las exportaciones de petróleo y sus derivados— cayeron al mínimo histórico tras la debacle de la industria petrolera.

El uso del bolívar se ha ido abandonando por falta de confianza, mientras que las divisas –de manera preponderante el dólar– siguen ganando espacio en las operaciones cotidianas de los venezolanos.

Grandes números, grandes problemas

En una economía que se ha dolarizado de hecho, promover instrumentos financieros en divisas ha sido la salida que el gobierno ha encontrado para “resolver” el problema de la falta de efectivo de bolívares, pero no el de la hiperinflación que, a fin de cuentas, es lo que conducirá a otra reconversión.

Desde 2020 el sistema bancario nacional se ha ido preparando para lanzar al mercado instrumentos que faciliten las transacciones, en una economía donde ya la enorme cantidad de dígitos no cabe en las máquinas registradoras. 

No solo “se genera dificultad a la hora de pagar porque las cifras son muy grandes, sino que las etiquetadoras no tienen cómo expresar números tan grandes”, dice para El Diario, Felipe Capozzolo, presidente del Consejo Nacional del Comercio y los Servicios (Consecomercio).

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La situación ha obligado a colocar cifras con tres ceros menos del precio real, en algunos casos, lo que no siempre es comprendido por todo público causando malos entendidos e inconvenientes.

“Una reconversión deja números más racionales y comprensibles, pero hay que facilitar medios de pago, el vuelto, que afecta la transaccionalidad de bienes y servicios”, señala el dirigente empresarial, para quien “lo deseable es que una política integral de defensa del valor del bolívar venga acompañada de otras medidas que limitan la manipulación de la moneda y emisiones sin respaldo para atender las necesidades del gobierno nacional”.

Capozzolo es partidario de un esquema multimoneda que favorezca la transaccionalidad. Plantea que la incorporación de la banca permita que “todos podamos tener tarjeta de débito y gastar en dólares en el país, porque el gobierno seguirá haciendo emisiones de dinero y no tiene sentido seguir avanzando con el esquema tradicional”.

El punto de no retorno

El gobierno ha permitido a la sombra que avance la dolarización. Y se ha mostrado, incluso, a favor señalando que es “una válvula de escape para la economía” y en ese sentido se ha ido moviendo para pasar de una dolarización transaccional a la financiera.

Esto es una consecuencia de la hiperinflación y la escasez de billetes, que apenas sirven para pagar el pasaje del transporte público y la gasolina subsidiada.

La escalada en la tasa de cambio hace necesaria una reconversión monetaria, a menos de tres años de la que eliminó cinco ceros al bolívar.

El 26 de noviembre de 2020, el precio promedio de la divisa estadounidense en su relación con el bolívar marcaba un nuevo récord. Por primera vez cerraba por encima del millón de bolívares (Bs 1.085.529,92) en el mercado paralelo. 

El tipo de cambio pasó de Bs 500.000 (28 de octubre) a Bs 600.000 (11 de noviembre) en 14 días. De Bs 600.000 a Bs 700.000 (19 de noviembre) se llevó 8 días. Pero llegar a la siguiente centena de mil fue cuestión de horas, pues el 20 de noviembre la alcanzó.

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Ubicarse en los Bs 900.000 tomó 3 días (23 de noviembre) y llegar hasta el millón otros 3 (26 de noviembre). De allí en adelante la escalada ha sido indetenible, al punto que, al 26 de enero de 2021, justo a dos meses de haber pisado la barrera del millón, marcó al cierre de la jornada un precio de Bs 1.828.660,10, es decir, 68,45% más.

Ciclos más cortos

A esta velocidad y sin la intención manifiesta del régimen de emprender una reforma estructural de la economía venezolana, las autoridades tendrán que reconvertir cada vez que lo consideren necesario.

En 2008, el gobierno de Hugo Chávez le quitó 3 ceros a la moneda, proceso del que derivó el bolívar fuerte. Pasaron 10 años para otra reconversión, pero en esa ocasión se eliminaron 5 ceros que dieron lugar al bolívar soberano. 

El proceso de 2021 dejará como resultado el bolívar digital o electrónico, ya que la apuesta es a la desaparición del papel moneda. Pero para ello hay que digitalizar toda la economía como lo ha dicho Maduro, y aunque parece fácil, aún hay puntos que solo aceptan el bolívar en físico como algunas estaciones de gasolina o el transporte público (empiezan a digitalizar el cobro del pasaje), o lugares remotos donde las comunicaciones son escasas.

Esta reconversión va a durar seis meses. No sirve con una inflación anual de 1.500%. Y hasta que no resuelvas el problema de fondo que es la hiperinflación, se haga una reforma estructural con ayuda de organismos multilaterales y se levanten sanciones, con medios electrónicos puedes reconvertir cada 24 horas”, señala Gonzáles.

La posibilidad la abre la desmaterialización del sistema monetario al no tener que imprimir billetes. Entonces “cada vez la reconversión se hará en ciclos más cortos, con lo que el gobierno no está solucionando nada, está resolviendo atacando las consecuencias que son los ceros, pero no la causa que es la hiperinflación”, dice el banquero, quien afirma que cada vez Venezuela se asemeja más a Zimbabue.

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Igual operación y los mismos resultados

Con la reconversión de 6 ceros se llevaría la tasa de cambio a 1 y se adoptaría el dólar como medio de pago y de cambio, advierte José Gonzáles. Sin embargo, los resultados serán exiguos si la reconversión monetaria se lleva a cabo de manera aislada como ya ocurrió en dos ocasiones.

Suprimir más ceros al bolívar sin que se vaya a una disciplina fiscal, solo sirve para garantizar el fracaso. Y hasta ahora, aquella mención de ir hacia a una política de déficit cero, hecha por Maduro el 20 agosto de 2018, fecha en la que entraba en vigencia el bolívar soberano con un nuevo cono monetario, quedó en solo un anuncio. Y por el contrario ha profundizado en el financiamiento del gasto a través de dinero inorgánico.

No puede darse una recuperación en esos términos, y menos cuando el Estado se encuentra además en default. Los venezolanos se han ido empobreciendo por una desbordada hiperinflación y el Producto Interno Bruto se ha encogido 75% en siete años. 

La economía de bodegón es la que mantiene a cerca de 35% de la población, en base al ahorro externo que pudo acumular durante años y ahora viven de ello. “Pero eso se va a acabar si no se genera valor agregado”, señala Gonzáles.

Hay que reconstruir la infraestructura petrolera, la seguridad jurídica y personal y eso va a tomar 40 años. La recuperación pasa por otros parámetros: hay que recuperar la industria para tener flujo de caja y levantar las sanciones secundarias sería un gesto humanitario. Así, pasas de una economía de 30.000 millones a 50.000 millones de dólares en año y medio, solo con exportar 100.000 barriles a EE UU”, indica el analista, quien recomienda un acercamiento con la administración de Joe Biden.

Observa que “sería un rebote que permitiría una mejor base para reestructurar la economía y eso hay que hacerlo con los organismos multilaterales para generar crecimiento a largo plazo”. Sin embargo, reconoce que el gobierno de Maduro no tiene un plan de reforma y reestructuración.

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