• Los críticos de cine Odalin Martin y Edgar Rocca analizan para El Diario las posibles razones por las que el documental Once upon a time in Venezuela quedó fuera de la lista de preseleccionados de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de Estados Unidos

La expectativa e ilusión fueron inmensas, pero la realidad decidió tomar otro rumbo para el documental Once upon a time in Venezuela. La cinta dirigida por Anabel Rodríguez Ríos quedó fuera de la carrera por la nominación a los 93° Premios Óscar, luego de que la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de Estados Unidos no la incluyera este martes 9 de febrero en su lista de semifinalistas.

La cinta aspiraba obtener la nominación en las categorías de Mejor Largometraje Documental y Mejor Película Internacional (nuevo nombre desde 2019 de la categoría Mejor Película Extranjera). Aunque no era una favorita, las probabilidades invitaron a soñar el pasado 28 de enero, cuando superó el primer corte de 93 filmes escogidos de todos los rincones del planeta. En esta edición de los Óscar, la shortlist para Película Internacional amplió su cupo de nueve a 15 producciones, entre las cuales figuran siete europeas, tres latinoamericanas, dos asiáticas, dos de países musulmanes y una africana. La apuesta venezolana no superó el filtro.

Tampoco tuvo suerte en el rubro del cine documental, donde predominaron largometrajes estadounidenses lanzados a través de plataformas de streaming como All In: The Fight for Democracy, Crip Camp, Boys State o Dick Johnson Is Dead; además de producciones internacionales laureadas como la rumana Collective, ganadora en su categoría en los European Film Awards; la también estadounidense MLK/FBI, ganadora del Festival Internacional de Cine de San Diego; o la chilena El agente topo, que fue parte de la selección oficial del Festival de Cine de San Sebastián, entre otras. 

Sin embargo, los sinsabores del cine venezolano con los Premios Óscar no son una novedad. El cineasta y miembro del Círculo de Críticos Cinematográficos de Caracas (C4) Edgar Rocca afirma que Venezuela es quizás el segundo país que más veces ha aplicado para el galardón sin quedar en el cuadro final, solo superado por Portugal.

Desde 1977 el país ha postulado 30 películas de las cuales solo Libertador, dirigida por Alberto Arvelo, quedó en el shortlist del año 2014, aunque no logró avanzar a los nominados.

A su juicio, lo que le falta a la industria cinematográfica nacional para ser más premiada en el extranjero simplemente es “suerte” y mejores decisiones administrativas. Afirma que existen películas venezolanas que debieron ser nominadas en galas pasadas, o mínimo semifinalistas. Como es el caso de Hermano, en 2010, o Desde allá, que en 2015 fue la primera película latinoamericana en ganar el León de Oro del Festival Internacional de Cine de Venecia. 

“Creo que es algo de suerte. Hay un grupo de cineastas venezolanos que hacen el intento para que eso pase (el reconocimiento internacional) y en algunos casos casi lo han logrado. Recordemos que Hermano estuvo cerca de la shortlist hace unos años y Libertador lo logró. Hay talento, pero ha faltado ese golpecito de suerte, esa conexión. Y creo que se ha trabajado esos puentes de entendimiento que permitan que tengamos más visibilidad en la industria latinoamericana”, señala en entrevista para El Diario.

También menciona el caso de Secuestro Express, cinta de Jonathan Jakubowicz que en 2005 no fue postulada por el Centro Nacional Autónomo de Cinematografía (CNAC); a pesar de ser aclamada por la crítica y tener un contrato de distribución con la empresa Miramax. En su lugar se escogió 1888: El extraordinario viaje del Santa Isabel, la cual no pudo ser inscrita debido a las acusaciones de presiones políticas y censura por parte del gobierno de Hugo Chávez. Desde entonces, el CNAC renunció a su potestad de ente postulador, que quedó a cargo de la Asociación Nacional de Autores Cinematográficos (ANAC) y la Cámara Venezolana de Productores (Caveprol).

Un concurso de popularidad

¿Qué hay detrás de la exclusión de Once upon a time in Venezuela de los Premios Óscar?
Anabel Rodríguez Ríos, directora de Once upon a time in Venezuela. Foto: Cortesía AFP

Precisamente la visibilidad es uno de los factores por los que Rocca sospecha que la Academia pudo haber descartado a Once upon a time in Venezuela de su lista. Para él, la actual situación de aislamiento que vive no solo el cine nacional, sino todo el país, impidió que la película lograra la debida promoción dentro del jurado. 

Reconoce que el equipo encargado del documental usó todas las herramientas a su alcance para intentar promocionar la película y posicionarla en festivales como Sundance, donde se estrenó el 27 enero de 2020 y compitió en la categoría de Documental Internacional. No obstante, señala que los costos publicitarios para llevar la película a Los Ángeles y exhibirla a los miembros de la Academia son demasiado elevados.

“Internamente creo que se hizo lo necesario. De hecho, el documental es producido por la que es probablemente la mejor casa productora que hay en nuestro país (TRES Cinematografía). Se hizo todo lo que había que hacerse, o al menos en mi opinión. Yo creo que esto es una buena experiencia que nos va a llevar a que año tras año estemos más experimentados a la hora de mover nuestros productos”, resalta.

Con el único fin de costear su gira de relaciones públicas en Hollywood y buscar el reconocimiento de la Academia, el equipo creó en diciembre de 2020 una campaña de recaudación de fondos en el portal Indiegogo.

“Llegar a los Óscar 2021 nos proporcionaría la plataforma más importante para mostrar la realidad que viven los venezolanos, para compartir nuestra historia colectiva con el resto del mundo, y por esto necesitamos tu ayuda”, rezaba la solicitud. La campaña fue un éxito y de los 30 mil euros fijados como meta, se lograron recolectar € 34.330, donados por 1.642 internautas.

Aún así, para la periodista especializada en cine y también miembro del C4 Odalin Martin existen muchos factores, además de la publicidad, que influyeron en la decisión final de la Academia. Asegura que debido a la gran cantidad de películas competidoras, los encargados de la selección no logran acceder a todas; o en algunos casos ni siquiera las ven completas, por lo que es importante que las productoras y distribuidoras sepan promocionar y hacer cabildeo. Para que así los jueces se interesen por una apuesta en específico.

“Sabemos que las películas que llegan a ser nominadas han tenido un lobby bastante interesante. Han sido vendidas de una manera bastante efectiva dentro de la Academia. Si una película no es nominada, es muy posible que uno de los factores sea que no tuvo un buen lobby, que no hizo una buena promoción dentro del proceso para pasar de la shortlist a las nominadas”, afirma.

Historias que conectan

¿Qué hay detrás de la exclusión de Once upon a time in Venezuela de los Premios Óscar?
Foto: Cortesía

Martin señala para El Diario que la Academia estadounidense siempre ha sido muy selectiva al momento de escoger a sus nominados. Y muchas veces el problema radica en que la historia contada por la película no logra conectar con el jurado. “No significa que la película sea mala o que tenga algún fallo; sencillamente esta selección se hace muy a nivel personal de cada uno de los académicos que votan”, agrega.

Considerada por la crítica local como uno de los mejores documentales producidos en Venezuela en los últimos años, la cinta de Rodríguez Ríos narra la crisis humanitaria desde sus entrañas. Lo hace mostrando la decadencia del Congo Mirador, un pueblo pesquero a orillas del lago de Maracaibo (Zulia). A través del testimonio de dos mujeres se cuenta una historia de corrupción, declive y resiliencia. Un escenario que se proyecta como un reflejo de todo el país y que, en palabras del periodista Melanio Escobar, “quedará eternamente como un registro fiel a nuestra realidad”.

Aunque no descarta que pudiera haber una evasión del problema político venezolano entre las causas de la exclusión de Once upon a time in Venezuela, Martin señala que el abordaje de historias crudas y temáticas fuertes es habitual en la premiación, sobre todo para categorías como Mejor Película Internacional.

“Sabemos que Once upon a time in Venezuela cuenta una historia muy fuerte y lo sentimos más cercano porque somos nosotros. Lo vivimos acá y lo tenemos de frente; pero también las otras películas cuentan historias duras, cosas difíciles, y quizás dependiendo de la temática, y sobre todo de la popularidad o el lobby que le hayan hecho, esta puede ganar o salirse de la shortlist”, opina.

Pero si hay una conexión que también se ha roto, es la que tenía el público con la gala más importante de la industria cinematográfica. Martin explica que la caída de rating que los Óscar ha sufrido en sus últimas entregas se debe principalmente a una crisis de creatividad y a la poca capacidad de arriesgarse. La columnista afirma que la Academia no busca presentar a su audiencia nuevas propuestas ni revelar las joyas ocultas del séptimo arte; en su lugar, apunta que prefiere estancarse en las apuestas más seguras y convencionales.

Por eso muchas veces nos quedamos sin ver películas maravillosas. Hay un montón de películas increíbles cada año que no llegan a las listas de nominados de los Óscar y vale la pena verlas. Solo me queda invitarlos a que busquen y vean contenido más allá de los Premios de la Academia, e incluso de la temporada de premios, porque hay un montón de cine independiente que posiblemente pase por debajo de la mesa”, lamenta.

La Academia intenta revertir los bajos ratings abriéndose a la diversidad. No lo hace solo en materias pendientes como temas raciales y de género, sino incluyendo en sus categorías principales voces de países diferentes; como el caso del thriller surcoreano Parásitos, que el año pasado se convirtió en la primera cinta de habla no inglesa en llevarse el premio a Mejor Película. En simultáneo con el de Mejor Película Internacional, Mejor Guion Original y Mejor Director.

Sin embargo, la edición número 92 tuvo una caída de 20% de su audiencia respecto al año anterior, con 23,6 millones de espectadores, el rating más bajo registrado en su historia.

Oscars 2020
Foto: Cortesía

A esa globalización apeló Once upon a time in Venezuela al postularse tanto a la categoría de Documental como de Película Internacional. A pesar de que esta última suele ser dominada principalmente por filmes de ficción. Rocca precisa que si bien esta premisa podría sonar innovadora en el medio venezolano, más bien llega a destiempo; la idea de un documental trascendiendo su nicho en la premiación ya fue explotada antes por otras producciones como la macedonia Honeyland, que sí logró esa doble nominación en 2019.

“Hay una mayor apertura a todo nivel y en la etapa de selección de películas. No solo tiene que ver con las minorías, sino con la amplitud. Ya el año pasado un documental entró en la categoría de Mejor Película Internacional compitiendo contra Parasitos y otras tres ficciones. En el caso de Once upon a time in Venezuela era una buena idea, era mantener ese cambio de paradigma. No salió esta vez, pero creo que estaba bien jugada la carta”, comentó.

Este año, tanto Collective como El agente topo están preseleccionadas en ambas categorías. Será el próximo 15 de marzo cuando se anuncie la lista final de nominados. Ese día se sabrá si repiten el hito marcado por Honeyland. 

Una segunda oportunidad

El sueño del Óscar quedó truncado para Once upon a time in Venezuela; pero los Premios de la Academia no serán los únicos que vendrán luego de un año sin noticias de la temporada de premiaciones y festivales. Para Martin es la oportunidad de que la cinta expanda sus horizontes y busque exhibirse en otros eventos menos políticos.

Yo apostaría a que esta película la llevaran a festivales de cine independiente que son ultra reconocidos como Cannes y San Sebastián. De verdad deberían promoverla en estos eventos y ver la receptividad no solo del público americano, sino del público europeo, donde nuestras producciones han tenido mucho éxito”, apunta.

Una opinión distinta tiene Rocca. Aunque el documental tuvo un buen inicio en el festival de Sundance de 2020, la pandemia interrumpió su gira por otros encuentros cinematográficos. Por ello duda que aún tenga oportunidad de ir a nuevas premiaciones ahora que toca el turno de las producciones de este 2021. Considera que su participación podría verse limitada solo a proyecciones especiales. “Es un momento complicado, por eso sería una gran alegría que suceda lo contrario”, añade.

Uno de los trenes que ya pasó fue el Premio de la Asociación Internacional de Documentales, conocido como los IDA Awards. Este se realizó el pasado 16 de enero en una ceremonia virtual.  Su máximo galardón lo obtuvo una de las preseleccionadas al Óscar, Crimp camp; mientras que Dick Johnson Is Dead se llevó los reconocimientos a Mejor Guion y Edición. La plataforma Netflix fue la gran ganadora de la noche, pues sus producciones triunfaron en siete de las 21 categorías.

El próximo encuentro cinematográfico en el calendario es el Festival Internacional de Cine de Berlín, conocido como Berlinale, que empieza este jueves 11 de febrero. La temporada seguirá con el festival de Cannes, en Francia, que se realizará del 6 al 17 de julio; mientras que la Mostra de Venecia está programada del 1° al 11 de septiembre. El último de los eventos más importantes de cine internacional es el festival de San Sebastián, que transcurrirá entre el 17 y el 25 de septiembre.

En caso de no lograr entrar a la selección oficial de estos festivales, Rocca apuesta a que Once upon a time in Venezuela continúe su recorrido por el circuito de cine comercial. Tal como lo hace desde la reapertura de las salas nacionales el pasado 27 de enero. Actualmente, la película solo se puede ver en Caracas, en la cadena Cinex del centro comercial Tolón; en el Cines Unidos del centro comercial Líder y el Trasnocho Cultural, en el Paseo Las Mercedes.

Mientras persistan las oleadas de covid-19 en América y Europa, además de la aparición de nuevas variantes del virus, el futuro del cine en todo el mundo seguirá siendo incierto. Pero en lo que expertos y cinéfilos sí parecen tener una certeza es en el impacto que Once upon a time in Venezuela dejó en el género documental venezolano. Más allá de las alfombras rojas y las estatuillas.

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