El incendio del hogar “Mi refugio” no apagó la esperanza de seguir alimentando a niños de Petare

Josinett Rodríguez
11 Min de lectura

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  • Una explosión en la cocina calcinó gran parte de los equipos y utensilios necesarios para el funcionamiento de “Mi Refugio”, lugar donde se benefician alrededor de 80 niños. Foto: Ivonne Velasco

Hornillas encendidas, ollas listas, platos esperando a ser servidos y manos a la obra es el panorama al que diariamente está acostumbrado el comedor “Mi Refugio”. Este también es el hogar de Karina, que junto a su madre y familiares abren sus puertas a más de 80 niños de la comunidad de Turumo – Caucaguita (estado Miranda) para alimentarlos con amor y entrega.

Sin embargo, el 24 de febrero todo cambió. Ese día, el equipo de mujeres que apoya en el comedor se preparaba para iniciar su jornada, pero las hornillas de la cocina no encendían, por lo que pensaban que era necesario un cambio de las bombonas de gas.

Entre gritos de desesperación, los vecinos contribuyeron a controlar el fuego que poco a poco iba arrasando con las paredes del hogar de Karina.

“Todos estaban sorprendidos de tantas llamas que salían de la casa. Llegó una vecina y gritó que le zumbara una cobija mojada de agua. Así que corrí a casa de mi tío, agarré una cobija, la metí en un pipote de agua y lo hice. Cuando vi que funcionaba busqué otra cobija y volví a hacer lo mismo”, explica Karina.

No obstante, el incendio se propagó por otras zonas hasta llegar a las mesas, las sillas, tanques de agua, ollas, utensilios de cocina y otros electrodomésticos necesarios para el funcionamiento óptimo del comedor.

“La nevera estaba prendida en fuego por dentro, y cuando un vecino la abrió salía mucha llama y yo les gritaba que le echaran agua. Muchos gritaban que no porque el agua le daba fuerza a la candela. Yo agarré un tobo de agua y se la lancé. Y cuando vi que bajaba un poco la fuerza de la llama, le lancé otro tobo de agua y empezaron los vecinos a echarle tierra a todo lo que estaba en llamas hasta que se logró apagar todo”, reveló.

No hay cocina, pero hay que continuar

Karina y su familia aún no pierden las esperanzas ni las ganas de continuar. Trabajan para brindarles apoyo a los 80 niños que dependen de los platos de comida que ofrecen en “Mi Refugio”.

El incendio del hogar “Mi refugio” no apagó la esperanza de seguir alimentando a niños de Petare
La cocina de Karina antes de la explosión

“Cuando me llama la jefa de reparto y me dice que había suspendido la entrega de alimentos por lo sucedido, le dije que no, que yo no podía dejar de darle la comida a los niños y que yo iba a resolver cómo cocinarles”, dijo la dueña del comedor.

Por lo que la mujer y su equipo de colaboradoras están cocinando con un reverbero prestado, pero confiesa que es un proceso difícil porque solo posee una sola hornilla.

¿Quién es Karina?

Karina Quintana es una venezolana que desde sus inicios forma parte de la comunidad de Petare. A los 17 años de edad dejó de estudiar para comenzar a trabajar debido a la muerte de su padre.

El incendio del hogar “Mi refugio” no apagó la esperanza de seguir alimentando a niños de Petare
Karina Quintana, 34 años de edad

Su mamá, Coromoto, quedó sola a cargo de ella y sus cuatro hermanos. Tiempo después, y por medio de una amiga que trabaja en la organización no gubernamental Alimenta La Solidaridad, se hizo el contacto con una fundación llamada Soroctimi y pudo culminar su bachillerato.

También realizó un diplomado como cuidadora de adultos mayores con Alzheimer, por lo que le gustaría especializarse en el área de la salud, pues comenta que el sueño de su padre era que se convirtiera en enfermera.

Si ella pudiera describirse en una frase, sería: “una mujer a la que le gusta ayudar a las personas porque me nace y me genera satisfacción ver a los niños felices”.

Cifras alarmantes

Gran parte de los niños venezolanos que hacen vida en los sectores populares ha sufrido las consecuencias unívocas a una situación crítica que impide tener acceso a una alimentación sana y a una calidad de vida estable.

El incendio del hogar “Mi refugio” no apagó la esperanza de seguir alimentando a niños de Petare
Foto cortesía

En el boletín alertan que fueron analizados 13 estados del país. Se registró que las parroquias más afectadas son las de Caracas, Barinas, Machiques y Coro, que enfrentan a un grado de desnutrición compatible con el umbral máximo de severidad o nivel catastrófico.

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Ante esta situación, los comedores de diversas ONG en el país han ideado iniciativas para solventar la problemática de desnutrición infantil; que además de saciar estómagos vacíos, generan empleos y desarrollan programas educativos y de crecimiento tanto para los niños como para la comunidad.

Anécdotas que motivan

Karina señala que verles las caras de satisfacción a los niños después de comer, le genera fuerzas para seguir en su labor; y más aún cuando les sirve postres o algún regalo gracias a los donativos.

De las anécdotas que recuerda, hay una en particular que la motivó a continuar trabajando y esforzándose por los niños de la comunidad.

El comedor “Mi Refugio”

El incendio del hogar “Mi refugio” no apagó la esperanza de seguir alimentando a niños de Petare
Niños del comedor | Foto cortesía

—¿Cuándo fue que decidió convertir su hogar en verdaderamente un “refugio” de alimento?

—Nosotros trabajamos con Carlos Ocariz cuando era alcalde (en 2017) y el director Chola (Andrés Schloeter) hizo un programa donde atendimos en los sitios más importantes a los niños que estaban más debilitados. Había un doctor que atendía a muchos niños desnutridos, y luego de hacer un censo, como estábamos trabajando en un centro, el doctor nos cedió a los niños para alimentarlos. Armamos un grupo de 37 niños que atendemos en el comedor.

Cuando cambiaron de alcalde y perdió Ocariz, a nosotros nos sacaron del centro. Estuvimos buscando lugares donde poner el comedor, pero en los sitios en los que buscábamos querían que uno les pagara un alquiler. Por eso, yo decidí llevar el comedor hacia mi casa para que los niños no perdieran ese beneficio.

Vimos el espacio, yo tenía unas mesas, unas sillas, me dieron unas ollas y preparábamos todo en mi cocina. Desde allí es que salió la idea del comedor, por la situación. Después seguimos censando y llegamos a la capacidad de 70 niños, y estando el comedor en funcionamiento llegaron 10 niños más.

Por eso es que ahora tengo 80 en total; también hay otros niños que están en lista de espera por el espacio porque ya ocupan toda la casa. Antes se les daba la comida para comer aquí, pero ahora con la situación de la pandemia, traen los envases y comen en sus casa.

A pesar de la pandemia

Aunque el covid-19 llegó a Venezuela, y se activaron las medidas para afrontarlo, como la cuarentena social, existen áreas que no se pueden detener, como las ONG o fundaciones que se dedican a llevar comida a las comunidades más necesitadas, los servicios de distribución de alimentos, los centros de salud y los cuerpos de seguridad.

Andrea Varvaro, gerente de Alimenta la Solidaridad, expresó para El Diario que los comedores que tiene la organización en 14 estados del país siguen operando bajo dos premisas.

La primera con mayores niveles de higiene y salubridad, a través de tapabocas, guantes y desinfectantes a las personas que trabajan en los comedores, así como campañas de sensibilización para educar a la población del sector sobre el virus.

La segunda es sobre el funcionamiento de los comedores, para promover el tema del distanciamiento social, los niños no están comiendo en los espacios previstos para eso, sino que junto a sus padres recogen la comida y la consumen en sus hogares.

La meta para el comedor

En la cocina, Karina junto a su mamá, sus primas y otras madres colaboradoras, comienzan su jornada pese al incendio que calcinó gran parte de los equipos y utensilios necesarios para el funcionamiento de “Mi Refugio”. Sin embargo, necesitan recuperar su espacio para seguir funcionando de manera óptima.

Por esto, la fundación “Alimenta la Solidaridad”, a través de las redes sociales, promueve una campaña de apoyo al comedor. La meta es recaudar fondos monetarios y así poder costear los gastos de “Mi Refugio”.

“La meta ahorita es volver a reconstruir el comedor y que funcione como antes y mejorar el servicio. Te digo que luego de ver todas mis cosas quemadas me puse a llorar. Sentí que el mundo se me venía encima al ver cómo había quedado todo, pero también le di gracias a Dios porque no nos pasó nada”, concluyó Karina.

Josinett Rodríguez
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