• El fármaco de origen venezolano, capaz de anular por completo al coronavirus -según palabras de Nicolás Maduro-, ha ido desaparecido de la opinión pública nacional. Foto: Cortesía

Muchas opciones, cero soluciones reales. Desde que llegaron los dos primeros casos de coronavirus a Venezuela, Nicolás Maduro y otros altos funcionarios de su Administración han dado a conocer diversos paliativos contra el covid-19.

Gárgaras con agua y sal, interferón, ivermectina, recetas a base de malojillo, jengibre, pimienta negra, cáscara de limón amarillo, jugo de, limón, miel y cauco (la fórmula de un científico venezolano llamado Sirio Quintero), las moléculas carvavitir y la denominada DR-10 -promovida por Rafael Lacava, gobernador del estado Carabobo-, entre otras, forman parte del grupo de propuestas oficiales en Venezuela.

Esta última tuvo su momento estelar a finales de 2020, cuando Maduro la publicitó en varias apariciones televisivas y a través de su cuenta de Twitter.

“¡Tremenda noticia! Certificamos la molécula DR10 como un antiviral altamente efectivo en la lucha contra el covid-19. Hemos iniciado el proceso de certificación ante la OMS para ofrecer este tratamiento al mundo. Agradezco al equipo del IVIC por este gran aporte a la humanidad”, dijo textualmente a través de la popular red de microblogging el pasado 25 de octubre.

Previamente hubo una campaña de intriga en las redes sociales de Lacava -muy activa particularmente en su perfil personal de Instagram- e incluso en vallas de algunas de las vías en la entidad que gobierna, como la Autopista Regional del Centro.

Pero ¿en qué consistía esta molécula y por qué se promocionó como una posible vacuna contra el covid-19? El presidente de la Academia Nacional de Medicina (ANM), Enrique López-Loyo, lo explicó para El Diario.

La molécula que ellos llamaron DR-10 se apoya en el uso de ácido ursólico como su base fundamental. Fue probada porque inhibe de forma directa el ARN polimerasa, una enzima que se estudió desde el año 2007 en China para neutralizar elementos virales de hepatitis C, e igualmente se probó en el uso de tratamiento para el virus del papiloma humano, en algunas fases experimentales, así como en el ébola”.

Como “santo Tomás”

De acuerdo con López-Loyo, su utilización para el virus del SARS-CoV-2 no fue comprobada en investigaciones serias, y a pesar de que se adelantarían estudios clínicos de fases 2, 3 y 4 según las autoridades, no se presentaron resultados a la comunidad internacional o realizaron publicaciones en revistas científicas para su evaluación por “pares”, lo que se conoce en inglés como peer review

“Ellos dijeron a la Organización Panamericana de la Salud (OPS) que remitirían los resultados de esta molécula. De vuelta hay una declaración de la propia OPS en la que indica que principios activos de origen vegetal o de otra naturaleza no eran recomendados, ni para uso preventivo o curativo, en el caso del SARS-CoV-2”, indicó.

Para cumplir con toda vacuna y todo precepto de tipo farmacológico se necesita que existan ya los estudios de fase 3, argumentó el galeno.

“Los protocolos de estudios clínicos van de cero, uno, dos, tres y cuando se comienzan a usar masivamente, se realizan estudios de fase cuatro para verificación de toxicidad en el caso de los medicamentos convencionales y en el caso de la vacuna, se evalúa cuál es el tiempo potencial de protección y si hay informes de nuevos efectos colaterales o adversos”.

Estos requerimientos deben ser cumplidos al 100% para ser considerados como una posible vacuna.

Por estos antecedentes, la ANM y la Sociedad Venezolana de Puericultura y Pediatría emitieron un comunicado conjunto para alertar a la población sobre este delicado asunto.

No es que realmente se ignore el hecho de que deben hacerse estos estudios y ahora se propongan estudios experimentales en el país, es que puede ser el inicio de un mecanismo en el cual se le diga a las personas que con el uso masivo de medicamentos no aprobados como lo son las vacunas experimentales se podría solucionar este problema (de la pandemia)”, dijo López-Loyo.

La DR-10 en la web

Llama la atención que, pese a que la DR-10 se vendió como un medicamento “100% efectivo” contra el coronavirus, corrió con la misma suerte que otros remedios promovidos desde el sector oficial: fue quedando poco a poco en el olvido.

De hecho, cuando se realiza una búsqueda avanzada con las palabras “DR-10” en Google, el grueso de los resultados que devuelve proviene de páginas publicadas en los meses de octubre y noviembre de 2020, mayoritariamente de sitios web progubernamentales.

En Twitter ocurre algo curioso. Al copiar “DR-10” en su buscador avanzado, entre el 1° de enero y el 28 de abril de 2021, la indagación no retorna trinos significativos o publicaciones recientes. Lo llamativo es que varios de los tuits aparecen en los resultados porque el perfil de varias personas incluye el nombre DR-10, como una forma de mantenerlo presente en el imaginario colectivo.

Sin excusas

El doctor López-Loyo aprovechó la oportunidad para recordarle a las autoridades competentes que no se pueden generar excusas para evitar una vacunación con fórmulas reconocidas internacionalmente, ni siquiera porque haya efectos colaterales, ya que se ha establecido que los beneficios de tales vacunas superan con creces a los riesgos, muchos de ellos asociados a las comorbilidades que presentan los pacientes que reciben esas vacunaciones.

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