• La actriz y empresaria dirige un proyecto editorial, pero también está al frente de organizaciones dirigidas a jóvenes y emprendedores. Le gustaría volver al cine | Foto: Guillermo Felizola

Mariángel Ruiz y el piano. El instrumento se ha convertido en otro idilio, una pasión que se suma a la agenda. No hay apuro. Con firmeza, pero con calma, lleva a cabo las lecciones en las que se hablan de notas y escalas. 

Luego, pocas horas después, la atención está en otros temas, en pautas editoriales, sesiones de grabación, fotografías. Y con una agenda tan copada, su manera de hablar transmite calma. No es que hable lento, para nada. Tampoco es rápido. Es una forma suficiente y certera, como si cada palabra hubiese pasado antes por una pasarela, engalanada y cuidadosa. 

Mariángel Ruiz desde finales de 2020 es editora de Revista Mariángel, el medio enfocado en temas como bienestar, relaciones, salud, nutrición, moda, belleza, libros y demás intereses enfocados en las mujeres. 

Desde abril el proyecto tiene un espacio en el magazine Portada ‘s de Venevisión, el canal del que es emblema. 

Pero no todo queda ahí. También conduce en Unión Radio La historia de esta semana; está al frente de la Escuela de Creadores Digitales y es fundadora de la organización Ingeniando El Plan, dedicada a impulsar a los adolescentes a lograr sus metas. 

—Hace poco regresó a su natal San Juan de Los Morros. ¿Desde cuándo no iba?

—Es una ruta frecuente cada vez que voy a Guárico. Mi familia es guariqueña. Yo nací en San Juan, pero la mayoría vive en Valle de la Pascua. No solo es la ciudad donde nací. También estudié en la Universidad Rómulo Gallegos. Tengo recuerdos bellos. Hace dos semanas subí los morros. Cuando estaba en la universidad, iba con mis compañeros. Esta vez fui porque me dijeron que las escaleras para trepar estaban en buen estado. 

—¿Y de pequeña cuántas veces se subió al San Juanote de la plaza?

—¡Ah, bueno! Yo nací en San Juan de los Morros, pero no viví ahí, sino que iba de visita. Siempre pasaba por el San Juanote y la plaza. ¿Tú eres de San Juan?

—No, pero tengo familia allá

—Bueno, disfruté la ciudad durante los años de la universidad, cuando me mudé para allá. Pero no solo el San Juanote, tengo recuerdos y sensaciones súper vivas del campanario. Yo vivía cerca de la plaza. Recuerdo cómo en la mañana, al mediodía y en la tarde sonaban las campanas. Ese sonido de tan, tan tan, me conecta con tanto. No he vivido más nunca cerca de un campanario. 

—En Wikipedia se lee que es modelo, seguido de ex reina de belleza, actriz y animadora. Cada vez son más los roles en su vida. Si pudiera editar ese perfil, ¿qué pondría de primero y que agregaría?

—Sabes que cuando alguien acude a Wikipedia, busca lo más relevante o el rol que haya alcanzado a más gente. Por eso ves esos que mencionas, que hicieron que pasara de ser una desconocida a una figura pública. Ser reina de belleza es un suiche que cambia todo. En la época en la que fui Miss Venezuela, no existían ni redes sociales. Uno estaba en las portadas de los medios de un día para otro. Era más difícil. Llegaban menos personas a esa posición. Ahora, sobre cómo me defino, me he atrevido a explorar. Nunca me he querido quedar pegada. Claro, no todas las personas son así, y es respetable. Hay personas que pueden pasar toda la vida en el mismo rol. Yo no soy así. Me gusta explorar áreas distintas. Estar conectada con el arte de diversas maneras, bien sea de forma pública o privada, como terapia sanadora y crecimiento personal. Ahora soy editora de mi propia revista. ¿Qué pondría en Wikipedia? Soy una eterna aprendiz, apasionada por el crecimiento espiritual, intelectual y físico. 

—A ver, repasemos. Desde octubre de 2020 está al frente de Revista Mariangel, que ahora tiene un espacio en Portada ‘s de Venevisión. También graba en Unión Radio. Lleva adelante la Escuela de Creadores Digitales y la organización Ingeniando el Plan. No sé si me falta alguna. ¿Cómo organiza su tiempo?

—Esa es una pregunta recurrente… Bueno, te faltó mencionar que tengo una marca de ropa…

—Cierto

—Es una pregunta que siempre me hago. Constantemente estoy en la búsqueda de atender todas las ventanas que tengo. Busco un equilibrio que nunca hallo. Es la verdad. Nunca siento que todo esté atendido como me gustaría. Es una carrera contra mí misma, bueno, una carrera a favor de mí. La única manera que he conseguido es turnarme. Cuando siento que va caminando, voy a otra. También hago equipos con personas que se monten en la misma balsa. No son muchas, me gustaría que fueran más, pero en este momento no se puede. Por los momentos somos 3. Personas que se enamoran de estos proyectos. 

—¿Cómo es vivir consciente de ser una inspiración para otras personas?

—Se trata más bien de hacerse responsable de todo lo que hago o comunico. Tampoco es que doy a conocer todo lo que hago. Me gusta mantenerme dueña de mi vida. Pero para todo lo que transmito, hay responsabilidad. Tal vez eso inspira a otras personas. No lo tengo tan claro, pero sí recibo el feedback de muchos que me agradecen por haber compartido algo. Dicen que a partir de eso, los inspiré.  Pero no lo hago con ese objetivo. Solo me gusta comunicar lo que ha sido bueno para mí. Desprenderme de lo que he probado para que alguien más pueda usarlo.

—Hace unas semanas hablaba con una amiga y ella la definió como emprendedora. Eso podría ser un modelo a seguir

—Podría ser. Creo que soy emprendedora. Ahora, el reto de todos los emprendedores es ser cada vez más profesionales. Convertir el proyecto en empresa, no dejarlo en emprendimiento. Esas transiciones requieren de organización y estudio, más allá del impulso inicial. 

Cero nostalgia

Marángel Ruiz
Cortesía de Guillermo Felizola

—Uno de los mensajes que suele subrayar es que en la vida uno debe desligarse de la agenda de otros. ¿En qué momento su vida dejó de estar determinada por los planes de otras personas?

—(Suspira) Podría decirte que siempre ha sido así, pero estuve muchos años formando parte de un engranaje. Por ejemplo, toda la época en la que hice televisión en vivo. Eso no está mal, me enseñó muchísimo, pero yo simplemente transmitía lo que había que transmitir. Luego formé parte de producciones dramáticas. Eso también es ser parte de la agenda de otra persona. Lo disfruté, me retó y me enriqueció. Pero cuando vas sola a plantear tus objetivos, y es tu agenda, eres tu propia jefa. Tiene ventajas y  dificultades. Hay que estar preparada para eso. Pero puedes estar en las dos posiciones. 

—Me llama la atención que en su mensaje no hay nostalgia por el pasado, esa idea de que todo tiempo pasado fue mejor. Veo un optimismo por el presente, tomando en cuenta los problemas y los desafíos, pero consciente de las potencialidades para encarar el mañana

—No tengo nada de nostalgia por el pasado. No porque no haya sido bueno, sino porque lo vivido plenamente no tiene sentido repetirlo. Lo más sabroso de sentir que estás vivo es entender que no hay mejor momento que eso que vives ahora. Ninguna oportunidad pasada puede ser mejor que la que actualmente puedes crear o aprovechar. 

—Hace cinco años entrevisté a Francisco Suniaga por la novela Adiós Miss Venezuela. Afirmó que el Miss Venezuela es uno de nuestros logros culturales, una propuesta estética importante. Dijo que él venía de ese mundo cultural que cuestiona el certamen, pero que ahora lo entendía de otra forma. ¿Qué opina?

—Hace unos segundos hablamos sobre la añoranza por el pasado. Si hay algo que la colectividad añora, es esa propuesta estética bien lograda. Creo que forma parte de la cultura. A ver, no la competencia de la belleza en sí, me refiero a una puesta en escena que cada año sorprendía a quien la veía. Es un espectáculo del que nos enamoramos desde pequeños. Desde niña lo veía como el evento más importante del país. Y me dije que quería estar ahí, no importa haciendo qué. Me gustaba la música, el colorido en la escena, los cientos de bailarines acompasados, la iluminación, la variedad de conceptos, la preparación de meses. En ese momento yo no conocía Broadway ni sabía qué era el Circo del Sol. Para mí era un momento de gloria saber que sobre un escenario se podía hacer tanto. Bueno, logré estar en muchos sentidos. Competí, fui jurado, presenté, bailé. Claro, hay añoranza por ese espectáculo, pero ya no se puede porque no hay presupuesto. Pero siempre vamos a querer ver ese montaje.

—Pero también hay otro punto. No todo se queda en la competencia. Hay participantes que luego afianzan otras profesiones. Actrices, animadoras o crean empresas. Diversifican su mundo, especialmente cuando se es tan joven y hay tantos temores

—Además, te daba reconocimiento de un día para otro. ¿Sabes lo difícil que es que tu nombre sea conocido en cualquier profesión? El reto siempre está en posicionar tu nombre, y acá ocurre inmediatamente. El espectáculo daba muchas oportunidades para desarrollarte. 

Sobre la belleza

—Ha estado muchos años vinculada al mundo de la televisión, del entretenimiento, y ahora se adentra en los medios, en el que sigue siendo importante la estética en cuanto a la presentación de un producto: una fotografía, un diseño o locación. ¿Cómo define la belleza después de todo este camino recorrido?

—Bueno, la belleza tiene mucha cercanía con la plenitud. Lo estético está enmarcado en el equilibrio. Creo que siempre hay que buscar cómo transmitir belleza. Hay demasiada fealdad en la realidad del mundo. La belleza no está ligada estrechamente a juventud o medidas, eso es cierto, pero hay que procurar belleza en todo lo que se haga:en las palabras, en la estética, en el trato, en la conducta.

—Y veo que está buscando esa belleza en el piano

—Estoy estudiando música. Cada vez son más las horas de estudio. Yo no estudiaba música desde que era niña. Mi hija estudió desde que tenía 5 años de edad hasta los 12. Ahora tiene 14. Su piano estaba ahí. Cuando comenzó la cuarentena, retomé y busqué tutoriales. Intenté sacar cosas nuevas, pero hubo un momento en el que dije que necesitaba más. En Youtube no encuentras las técnicas. Así que llamé a Prisca Dávila porque quiero estudiar con seriedad. Tenemos varios meses. Estoy sorprendida de lo que se puede lograr con dedicación. Otra cosa que se derrumbó es el mito de que la música, así como otras cosas, hay que aprenderlas de niños. Eso no es verdad. 

—¿Le gustaría en algún momento tocar en público o participar en algún disco?

—Ríe) Bueno, no es el objetivo que tengo planteado en este momento. Eso sería como aprender a caminar hoy, y que te digan a la semana siguiente para ir al pico Naiguatá. (Ríe). Mi meta en este momento es seguir aprendiendo. El camino es largo. Ahora, sí con los años puedo hacer algo así, sería fantástico.

—Uno siempre se pregunta si tendrá el tiempo o la vida para hacer todo lo que se propone. En estos días conversé con Gerry Weil, quien me comentó que a sus 81 años de edad, estudia dirección de orquesta….

—¿Queeeé? Eso es un regalo que me estás dando…

—Sí, imagine el ímpetu que se mantiene en él. No sé si también piensa en eso

—Mira, no importa si alcanza o no la vida. Lo más bello es que uno sienta que justo en ese momento en el que estás haciendo lo que quieres, el tiempo pasa de manera distinta, como que se detiene. No es igual el tiempo que invierto en ver redes sociales, o qué sé yo, que el momento en el que me entrego al aprendizaje. Hay más vida, más juventud. Volvemos a ser niños en el momento en el que nos atrevemos a hacer algo nuevo. No sé si muera mañana, pero si me pongo a pensar cuánto alcanzará la vida… No sabemos si tenemos tiempo mañana, pero lo que importa es el tiempo que puedas dedicar en este momento. Así lo vivo.

En el cine

—Hay un aniversario importante: los 10 años de la telenovela La viuda joven. ¿Hay planes de volver a la actuación?

—Están las ganas. Se cumplieron 10 años en abril. Acá no se están haciendo producciones, o son muy pocas. Pero en estos días me dieron ganas de hacer cine nacional. Pero no he tenido conversaciones con nadie al respecto. 

—A eso iba. Le iba a preguntar si había inquietud por el cine venezolano. Veo que solo está la participación en ¡Qué detectives!

 —¿Sabes por qué? No conozco a nadie que esté haciendo cine. Es decir, no es que no haya gente que haga. No he hecho la tarea de buscar. Pero hace como un mes me dije que iba a empezar a averiguar cómo es la movida. 

—Bueno, veamos si algún director de los que está activo en estos momentos acá como Luis Carlos Hueck, Carlos Daniel Malavé, Edgar Rocca, o la productora Claudia Lepage leen esta entrevista y se animan

—(Ríe). Sí, tengo que averiguar. Me gusta la idea.

—De resurgir la industria de la televisión en Venezuela, ¿cuál sería el aporte de Mariángel Ruiz a ese impulso?

—Bueno, ahora estoy en un espacio de pocos minutos en la televisión. Estoy haciendo algo que es creado por mí. Es un aporte porque es llevar temas que tienen un valor para quien escucha. Hay entretenimiento, pero trato de que el contenido eduque, inspire y sea valioso. Si existiera la posibilidad de que la industria mejore, y yo pueda tener un espacio con más tiempo, me entregaría a llevar contenido que sienta que puede mejorar la vida de alguien.

—Y en ese objetivo de mejorar la vida de alguien, ¿cuál ha sido la reacción de una persona que ha confirmado esa determinación?

—He recibido mensajes de agradecimiento, personas que valoran lo que hago. Eso me contenta. Le apuesto a un público con ganas de consumir contenido bueno. He estado pendiente de no subestimar a quien esté del otro lado, bien sea en la televisión, en la radio o en los teléfonos. Nunca consideres que los demás no merecen lo mejor de ti. 

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