• La actriz venezolana, radicada en México desde 2019, participó en los filmes: Dos otoños en París y The Exorcism of God, que le han valido reconocimientos internacionales. Recientemente interpretó al personaje Gaby Humor en Eneamiga, telenovela que transmite Televen. Es imagen de marcas como Nescafé, Mc Donalds y Amazon para Estados Unidos y México

María Antonieta Hidalgo dice que desde niña soñaba con ser actriz. Sus juegos eran repetir junto a sus amigas escenas de las telenovelas y películas que veía, siendo a veces la intérprete; otras, la directora. Aquello se lo tomaba muy en serio: “Tenía muy buena memoria y me aprendía los diálogos y las canciones, estaba todo el día imaginándome a mí misma en una pantalla de cine o de televisión”. Ahora, a sus 30 años, puede decir que lo ha logrado. Y con éxito. 

Caraqueña, es periodista graduada de la Universidad Central de Venezuela y actriz egresada de la Escuela Superior de Artes Escénicas Juana Sujo. Arrancó su trayecto en el teatro, le siguieron el cine y la televisión: “No sé si yo escogí a la actuación o si la actuación me escogió a mí”. 

Ha protagonizado proyectos teatrales en espacios como La Caja de Fósforos; en televisión, ha participado en dramáticos como Eneamiga, el más reciente, –producido por Radio Caracas Televisión y transmitido por Televen– en el que interpreta a Gaby Humor; y en cine ha disfrutado el éxito internacional con los filmes Dos otoños en París, con el que ha ganado más de una docena de premios, y The Exorcism of God, por el que viajó a México en 2019. Ambas cintas se estrenarán próximamente en Venezuela y EE UU. 

Ha estado también en el mundo publicitario: como imagen para marcas como Mc Donald´s, IKEA, Harpic, Amazon, Nescafé, en México y Estados Unidos. No se detiene. Y adelanta que vendrán más proyectos. 

Además, lanzó recientemente un podcast junto a su compañero Luis Miguel López, Entre comadres, en el que hablan de temas que les interesan y consideran necesarios, “con un enfoque divertido y utilizando la astrología como herramienta para entender muchas cosas”, cuenta. Cada miércoles transmiten un episodio a través de su canal de YouTube a las 6:00pm, hora México. 

El teatro como punto de partida

María Antonieta Hidalgo
Foto: Cortesía

Para María Antonieta Hidalgo lo mejor que le pudo pasar fue haberse formado en el teatro. Sembró en ella la disciplina, el trabajo en equipo, el respeto por los personajes. “(Me enseñó) a conocerme a mí misma para aprovechar mis fortalezas y trabajar en mis debilidades y sobre todo a tener mucho compromiso con mi oficio. Cada obra de teatro que he hecho ha sido un gran aprendizaje para mí, cuando uno está en vivo frente a una audiencia aprende porque sí. Agradezco mucho haber pasado por el teatro antes de llegar al cine y a la televisión, todas las herramientas que aprendí en las tablas me han preparado para estar frente a las cámaras. Sin duda el mayor aprendizaje es cuando tienes el público o la cámara frente a ti, el trabajo tiene que salir bien. No hay otra opción”.

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Considera sagrados todos los personajes, y todos los disfruta a su manera. Sin embargo, dice haber descubierto una enorme satisfacción al interpretar aquellos con trascendencia social, profundos, que representen el drama de nuestra sociedad: “No es lo mismo para mí interpretar a una mujer linda que interpretar a una mujer linda con problemas económicos, un drama familiar, sueños rotos y deseos profundos, por ejemplo. Me encantan los personajes con conflictos, como en la vida misma. Me gusta que me muevan, que me hagan reflexionar, que me hagan sentir que tengo una gran responsabilidad, que me reten y sobre todo que conecten con la audiencia”.

¿Tienes alguna dinámica en particular antes de abordar un personaje?

—Investigo todo lo que puedo sobre el contexto que envuelve al personaje. Por ejemplo, si tengo que interpretar un personaje que no es venezolano, necesito aprender mucho sobre su país de origen para sentirme cómoda. Luego comienza la etapa de descubrir y crear el personaje, me gusta mucho conversar con mis directores para que ambos tengamos la misma visión del personaje, proponerle cosas y trabajar en conjunto. Estudio muy bien mis líneas y les creo un background a los personajes, un mundo interior, sus preferencias y hasta su signo zodiacal. Mientras más información tenga del personaje, es más fácil para mí el trabajo.

En Latinoamérica, ¿cómo es posible continuar activo en el mundo de la actuación mientras transcurre una pandemia?

—Esta pregunta me la he hecho muchas veces. Aprendí en la pandemia que debo vivir un día a la vez y que por muy difíciles que sean las circunstancias, cuando tenemos clara la meta, no podemos desistir. Esta carrera es muy amplia y creo que me favorece el hecho de que vivo en un país con un mercado enorme en mi área. En México hay muchísimo trabajo y lo que no he dejado de hacer nunca es buscar mis oportunidades dentro de esta industria. Estuve algunos meses sin trabajar, me angustié mucho, pero nunca dejé de intentarlo. A partir de octubre comenzó una buena racha para mí y desde ese momento no he dejado de trabajar. La incertidumbre es la regla en la vida del actor, si escoges este oficio debes saber que siempre hay altos y bajos. Si eres un actor de verdad, nunca tiras la toalla. La pandemia me afectó en ese sentido como a todo el mundo, pero la verdad es que estoy acostumbrada a las subidas y bajadas.

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El proyecto The Exorcism of God, que te llevó a México en el año 2019, fue tu primera experiencia en el género de terror…

The Exorcism of God fue mi primera vez en muchas cosas: en hacer cine fuera de Venezuela, en trabajar en inglés y en incursionar en el género de terror. Lo que más disfruté de esta experiencia fue trabajar con un equipo de mexicanos, americanos y venezolanos. El intercambio cultural fue algo que me nutrió muchísimo y me enseñó distintas maneras de trabajar. Conocí personas maravillosas dentro del equipo y aprendí mucho. Lo más retador de esta experiencia fue filmar tanto tiempo de madrugada, fueron pautas muy largas y agotadoras. Creo que en general el género de terror es bastante demandante, pero muy divertido de filmar.

¿Qué es lo más complejo de actuar en una cinta de terror?

—Depende del personaje. En mi caso pasábamos unas dos o tres horas maquillando. Llevaba unos lentes de contacto que cubrían todo el ojo y trabajé con ellos en todas las escenas, además de una peluca larguísima. Esos elementos ayudan muchísimo a entrar en contexto, pero tienes que aprender a usarlos porque no es fácil. También fue complejo el trabajo corporal del personaje, el trabajo de la voz, las pautas largas y el clima (hacía mucho frío).

La película Dos otoños en París te ha valido varios reconocimientos internacionales, ¿qué significa esto para ti?

—No me lo esperaba. La verdad fue un proyecto que demandó mucho de mí y durante todo el proceso en lo último que pensé fue en ganarme algún premio. Recuerdo que el primer galardón que me llevé fue en Rusia y me emocionó demasiado. Van 15 en poco más de un año y cada uno de ellos ha sido muy especial para mí. Lo más gratificante es representar a Venezuela en festivales donde compiten actrices de todo el mundo. Que yo me gane un premio significa que Venezuela se gana un premio, y eso me hace muy feliz. Creo que lo necesitamos como país y me alegra que el trabajo que hago con tanto amor sea valorado y reconocido en el mundo entero.

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Actuar desde otras fronteras 

¿Cómo ha sido tu proceso de migración?

—Un aprendizaje diario. Primero viví en Madrid y luego en Ciudad de México. He tenido la fortuna de trabajar en ambas ciudades y eso lo agradezco mucho. En México hasta ahora he hecho teatro, cine, videoclips y comerciales de televisión. No ha sido fácil porque la competencia es enorme, pero confío mucho en mi formación y en mi experiencia y la verdad no me puedo quejar. Ha sido un cambio enorme porque aquí he tenido que empezar prácticamente desde cero. Mientras en Venezuela me conocían dentro de la industria y tenía muchas ofertas de trabajo, aquí he tenido que castear mucho y mostrar mi trabajo para ganarme las oportunidades dentro el medio artístico. Lo más difícil, sin duda, ha sido aprender a estar lejos de la familia. Pero es lo que tocó, es la vida que hoy llevamos miles de venezolanos y tenemos que echarle pichón y seguir adelante. Siempre valdrá la pena ir detrás de nuestros sueños.

¿Qué has incorporado de la cultura mexicana a tu dinámica artística?

—Trabajar con un poco más de calma. En México los ritmos son totalmente distintos a los de Venezuela. Acá he tenido que aprender a esperar, a entender que los procesos toman un poco más tiempo y que la dinámica de trabajo es distinta. Recuerdo que el primer proyecto que hice en México fue una obra de teatro. Llegué de Madrid y a la segunda semana ya estaba ensayando, era un musical. Aprendí mucho porque yo quizás traía un ritmo un poco acelerado de Venezuela, de ensayar demasiadas horas, todos los días, querer tener la pieza montada rápidamente y asegurarme de que todo estuviera listo y perfecto. Acá se toman el trabajo con más calma, los procesos son más tranquilos y uno aprende a disfrutárselos. El humor mexicano también es distinto al venezolano y tuve que aprenderlo para poder trabajar la comedia. No paro de aprender de México todos los días, estoy muy agradecida con este maravilloso país.

El impacto del acoso en el arte 

Como joven actriz, ¿cómo miras las recientes denuncias de abuso y acoso sexual en el medio cultural venezolano?

—Fue un golpe que no me esperé. Puedo decir que en diez años trabajando en el medio artístico venezolano, jamás fui víctima de una situación tan siquiera parecida a las que denunciaron tantas y tantas mujeres. Me indigna y me da mucha tristeza utilizar el arte, la sensibilidad artística de las jóvenes y las posiciones de poder de algunos dentro de la industria como un canal para abusar sexualmente de muchas jóvenes. Repudio cualquier tipo de abuso y me duele que todo esto haya pasado. Pero me genera una gran satisfacción que estos casos hayan salido a la luz, es totalmente necesario que estas cosas se sepan, que las niñas que vienen después de nosotras estén atentas y que jamás permitan que se arremeta en contra de su integridad, ¡mucho menos en nombre del arte! 

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¿Qué opinas sobre el manifiesto que impulsó #YoTeCreoVzla?

—Me invitaron a participar en el movimiento y a firmar el manifiesto y no lo dudé ni un segundo. Me parece urgente y necesario que en nuestro país finalmente nos unamos y organicemos para dar la cara ante tanto horror, para denunciar sin miedo y para obligar a las autoridades a hacer justicia en tantos casos de abuso y acoso sexual. Creo que nunca es tarde para alzar la voz. Este movimiento fue como un despertar para mí y, asimismo, lo fue para miles de mujeres dentro y fuera de Venezuela. Me genera mucha satisfacción que hoy podamos hablar sin miedo, que se haya creado una red de apoyo tan poderosa y sobre todo que logremos identificar las conductas abusivas y atacarlas de raíz. Juntas somos imparables.

¿Cómo has percibido que se trabajen temas como el machismo, el abuso sexual, la violencia de género en una sociedad como la mexicana?

—Hay dos realidades muy marcadas. Una parte del país es tremendamente machista, ha normalizado la violencia de género y el abuso por generaciones. Las estadísticas en México son alarmantes, ocupa el primer lugar en abuso sexual infantil con 5.4 millones de casos por año. Por cada mil casos se denuncian cien y de esos cien solo diez van a juicio. De estos, solo un caso llega a condena. Creo que precisamente de esta situación tan injusta han surgido una cantidad de movimientos feministas muy potentes, sobre todo en las nuevas generaciones de mujeres mexicanas que están cada vez más despiertas e informadas y que defienden sus derechos a toda costa. Hay mucha unión y visión y siento que el machismo, el abuso sexual y la violencia de género en México por fin han sido expuestos. De ahí parte el proceso de transformación imparable en la sociedad mexicana y en el mundo entero. Ya no hay vuelta atrás. 

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