• Una explosión en la cafetería Tostao, en Santiago, calcinó todo el lugar y generó grandes pérdidas; entre ellas, las máquinas de café, neveras, mercancía y sobre todo años de esfuerzo y dedicación de Kathy y Julio, quienes emigraron con la ilusión de tener un negocio exitoso

Julio Andara y Kathy Falcón se despertaban todos los días a las 6:00 am para cumplir con sus labores en Tostao, una cafetería que estaba a tres cuadras de su hogar, sitio donde pasaban gran parte del tiempo. También lo catalogaron como su “segunda casa”. Un día normal en la cafetería consistía en subir la santamaría, ponerse los delantales e iniciar una nueva jornada con la elaboración de pedidos y venta de productos y comida venezolana.

—Buen día, ¿me da una torta y un café? -era el pedido que usualmente querían los clientes al entrar.

Julio enseguida tomaba la orden y comenzaba a preparar el café en el que demostraba su destreza con el barismo. “Soy de Maracaibo (Zulia)”, decía con orgullo. Las habilidades de Kathy, una licenciada en idiomas, en la repostería le dieron un toque característico a la cafetería por su variedad de postres. Ella es de Caracas, aunque pasó gran parte de su vida en la capital zuliana, lugar donde conoció a Julio.

Ambos decidieron emigrar en 2018 a Santiago, Chile. Llegaron con una maleta y ganas de salir adelante. Julio, de 30 años de edad, trabajaba en otra cafetería y Kathy, de 38, en el área administrativa de una empresa.

Poco a poco fuimos reuniendo y nos logramos independizar de nuestros trabajos para formar el negocio; eso fue luego de estar todas las noches pensando en qué hacer. Deducimos que trabajando para alguien más no íbamos a lograr nada. ‘¿Cómo vamos a crecer?, ¿Cómo vamos a darle una estabilidad a nuestra familia?’ Prácticamente lo que cobrábamos se iba para pagar el arriendo. Es difícil”, explicaron Julio y Kathy en una entrevista para el Diario.

Entre los dos se complementaban las respuestas. Mientras uno respondía, el otro terminaba la frase. Julio y Kathy son una pareja que al llegar a otro país, no solo querían cumplir el sueño de “montar una cafetería”, sino de ofrecerle lo mejor de Venezuela a los chilenos en cada comida y bebida elaborada por ellos.

Sin embargo, la madrugada del 26 de mayo de 2021 el fuego de una explosión consumió todo el local dejando a su paso solo escombros y utensilios de trabajo incinerados. “Los bomberos llegaron en 10 minutos”, agregó Julio. Tardaron tres horas en apagar las llamas. Solo bastaron tres horas para perder años de ahorros y esfuerzo.

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Foto: Julio Andara y Kathy Falcón

“Se está quemando Tostao”

La noche del día anterior, Julio y Kathy se quedaron todo el día en el local para preparar nuevas recetas para el menú de Tostao. Algunas eran las empanadas de cachapa y los pastelitos de tequeyoyo, una receta zuliana.

Se quedaron hasta las 12:00 am y luego se encargaron de cerrar todo para irse a casa. A mitad de camino, Kathy le preguntó a Julio si había olvidado algo, por lo que él decidió devolverse a buscar sus documentos de identidad que había dejado en el local.

“Como vivimos a tres cuadras de la cafetería, él se devolvió a buscarlos. Después le recordé que olvidó el teléfono con el que contestamos los pedidos, pero Julio decía que no importaba porque igual íbamos al día siguiente, así que lo dejamos”, dijo Kathy.  “Cuando llegamos a la entrada de la casa, recibí una llamada de parte de la empresa de cámaras de seguridad”, agregó Julio.

—Sr. Julio, se acaban de activar las alarmas con sensores y no podemos verificar nada de las cámaras. Por favor, diríjase al lugar y vamos a efectuar una llamada a los Carabineros (Policía de Chile) y a los bomberos.

Apenas trancó, salió nuevamente a Tostao. Solo tardó unos minutos en llegar. Él escuchó un estruendo. “Yo pensé que se estaban metiendo en la parte de atrás de la cafetería. Con la impotencia que tenía saque un bate del auto y cuando abrí la santamaría lo primero que vi fue humo. ‘Se está quemando Tostao’”, expresó Julio.

En su desesperación intentó salvar la máquina de café porque la consideraba “el corazón de la cafetería”; sin embargo, no lo logró porque el fuego se aceleró y se aproximaba a él.

“Simplemente no pude entrar. Salí corriendo a buscar a Kathy porque estaba muy mal. Empezaron a llegar vecinos, familiares, los bomberos llegaron a la 1:10 am y se quedaron hasta las 4:00 am más o menos. El incendio se hizo viral porque subimos el video en nuestro Instagram para que los clientes se enteraran. Muchas personas nos escribieron expresando su apoyo”, indicó el zuliano.

La respuesta de los bomberos fue: “Todo fue pérdida total”. En ese momento las interrogantes y las dudas comenzaron a angustiar a Julio y Kathy.

¿Qué hubiese pasado si nos devolvemos?”, “¿Qué hubiese pasado si llegamos a tiempo para apagar el fuego?”. Le damos las gracias a Dios de que salimos antes y no estuvimos ahí. Y sí, nos duele. Tostao era todo. Pasábamos más tiempo en la cafetería que en nuestra casa. De hecho, durante estos días para nosotros fue raro porque ya no tenemos un lugar a donde ir a trabajar. Nuestro itinerario consistía en levantarnos a las 6:00 am para ir hasta allá”, comentó Kathy.

Afortunadamente, gracias a las redes sociales y a la cantidad de personas que vieron el video del lugar en llamas, muchos se solidarizaron con la causa. El comediante venezolano Marco Pérez, conocido como Marko Música, les escribió a través de Instagram para brindarles apoyo económico, al igual que el puertorriqueño Raphy Pina, un productor discográfico. También recibieron solidaridad de Antonio Maia, conocido como Un Delivery de parte de Dios y otros seguidores.

“Los clientes y familiares al ver nuestro dolor empezaron a etiquetar personas para que ayudaran. También personas que le tomaron fotos al negocio empezaron a publicar en redes sociales y todo se hizo viral. Había clientes que querían aportar económicamente y nuestro abogado nos aconsejó colocar las cuentas bancarias para recibir apoyo. Realmente todo sumaba”, dijeron los venezolanos.

A través de GoFundMe lograron recaudar $7.300 (cinco millones de pesos chilenos). Kathy recalcó que ese monto no se construye un negocio en Chile de la noche a la mañana; sin embargo, contribuye con el arrendamiento del nuevo local que logren conseguir.

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Foto: Equipo Tostao Café y Antonio Maia

Es un trabajo de hormiga

“Las personas tienen una imagen errónea de lo que está sucediendo. Nos dicen: ‘con eso montas un negocio y vives con eso’ y la verdad es que no es así. Afortunadamente también contamos con nuestros ahorros, más el apoyo de los proveedores, los clientes y locatarios. Tostao o cualquier negocio, para convertirlo en empresa con 7.000 dólares es imposible, a menos que monten un bazar pequeño y el emprendedor fabrique sus productos sin necesidad de empleados. De hecho, así fue como iniciamos, pero ya Tostao no está en ese nivel”, enfatizaron Julio y Kathy.

Actualmente, los dueños de Tostao se encuentran en busca de un lugar en el que pueda establecerse y comenzar de nuevo. “Esta mañana hablamos con las personas de la fiscalía, también estamos en espera del reporte de los bomberos para ver qué sucedió realmente. Nosotros estamos en eso, viendo locales. Y estamos muy agradecidos con la receptividad de las personas que nos escriben de diferentes partes de Chile y de otros países”, añadió Julio.

Por otro lado, señalaron que estaban expectantes ante la receptividad de los seguidores y nuevos clientes que les aseguraron acudir a la inauguración y al negocio. Entre risas, Julio y Kathy mencionaron que solo ellos cocinaban pues no contaban con el capital para pagarle a empleados.

“Te confesamos que tenemos miedo porque es un negocio familiar donde trabaja mi hija, mi hermano y nosotros dos, ese es el equipo de trabajo; y ahora con esta nueva inauguración, vendrá más gente y nos preguntamos: ‘¿Cuántas empanadas tendremos que hacer’”, contaron Kathy y Julio con humor.

Los inicios de Tostao

La idea de emprender no es nueva, esta pareja de venezolanos ya venía haciéndolo en Maracaibo por medio de un stand móvil con el que podían trasladarse a los eventos o los bazares donde les brindarán una oportunidad de vender.

“Cuando llegamos aquí (Chile), pensamos en qué hacer para empezar, pero averiguamos y los alquileres eran sumamente costosos. Estaba complicado por los documentos legales y los permisos, pero nos arriesgamos. Buscamos locales en ferias y luego de tanto caminar conseguimos un puesto en un bazar. Yo tengo conocimiento en hacer tortas, él tiene conocimiento en hacer barismo, y comenzamos”, explicó Kathy.

Por su parte, para evitar contratar a personas y ahorrar dinero, ambos se las ingeniaron para diseñar y construir la imagen de su negocio. Julio sabe de carpintería, así que un día fue a una ferretería, buscó tablas de madera, y con eso armó un mueble de exhibición.

Luego en 2019, decidieron avanzar en su negocio y buscar nuevamente un local para establecerse no solo un emprendimiento de comida sino como una cafetería.

“Julio se metió en MarketPlace de Facebook y un chileno estaba alquilando puestos de comida y el valor era accesible. No nos pedía depósitos o garantías y nosotros podíamos avanzar. El local estaba ubicado en una buena zona donde había muchos peatones, estaba cerca de extranjería y como nosotros éramos venezolanos por ahí, dijimos ‘quizás esta es la oportunidad’. Les vendimos el local del bazar a otros venezolanos, y con ese dinero que ellos nos dieron, pagamos el arrendamiento del nuevo espacio”, expresó la Kathy. “Súper entusiasmados reconstruimos eso. Desde cero, no había nada. Luego pasó el proceso de los nombres”, añadió Julio.

¿De dónde sacaron el nombre?

Julio comentó que fue un proceso jocoso porque el primer nombre que escogieron era “Al Grano” en alusión al grano de café. “Nosotros buscamos por Internet y no aparecía nada, y pensé que ese sería el nombre hasta que un día me reuní con una abogada que me estaba gestionando el proceso migratorio en el país, y me dice para irnos a tomar un café. Cuando bajamos a la cafetería, el lugar tenía un letrero que decía: ‘Al Grano’”, dijo.

Enseguida llamó a su esposa y le comentó que existía una cafetería con ese nombre. Días después, Julio pensó en el nombre: “Calente”, que según ellos es caliente en italiano.

Se me ocurrió la magnífica idea de colocar en un papel: ‘¡Muy pronto Calente Cafetería! y lo puse enfrente del local. Cuando puse el anuncio se me acercó un chileno y me dijo: ‘Oye ¿cuándo vienen las chiquillas?’. Aquí le dicen así a las mujeres, y existe una cafetería muy conocida que se llama “Café con piernas”. Allá atienden mujeres con poca ropa para entregar las órdenes. Automáticamente tuve que cambiarle el nombre porque la gente pensaba que íbamos a poner un local de esos con puras mujeres”, comentó Julio con una carcajada.

Después, a Kathy se le ocurrió el nombre de “Tostado” en alusión al proceso de tostar el grano de café para que llegue al sabor y aroma perfecto.

“A mí se me complicaba porque soy maracucho y nosotros acortamos muchas palabras. En vez de decirle Tostado prefería decirle Tostao. En Venezuela también le dicen así las personas que están locas, entonces nos identificamos mucho con el nombre porque en parte estábamos locos por montar el proyecto y así se quedó”, reveló Julio.

Regalar las tortas

El 7 de noviembre de 2019 los dos venezolanos fijaron esa fecha para inaugurar la nueva cafetería “Tostao” de la zona de San Pablo en la región metropolitana. Ese día asistieron amigos y familiares más cercanos.

No obstante, antes de comenzar, debían hacer sacrificios, uno de ellos era que Julio renunciara su trabajo para encargarse del local, mientras Kathy iba a su trabajo a generar ingresos que contribuyen con los ahorros de la cafetería y de la casa.

La pareja confesó que al inicio las ventas no eran muy buenas. “En un día podíamos vender 2 cafés y una porción de torta. Nuestra forma de trabajar es que si la torta no se vendía. Al siguiente día se donaba porque como éramos una cafetería nueva, el producto no puede tener más de dos días en la nevera, pierde la consistencia y el sabor original. Durante esas semanas regalamos tortas a las personas que estaban en situación de precaria o a las personas que nos encontráramos en la calle, le regalábamos una porción de torta con su cucharita y servilleta”, explicaron.

La publicidad de Tostao no fue a través de redes sociales ni de vallas, sino a través de los vecinos de la zona que sabían de unos venezolanos que  donaban tortas. “Así nos conocían. Con el boca a boca de la gente. Ellos empezaron a regar la voz. Ese fue nuestro marketing”, agregó Julio.

Agregan que lo que obtenían de las ventas no era suficiente para subsistir, pero era utilizado para invertir y pagar el alquiler del local. Y junto al trabajo de Kathy lograban cubrir los gastos de la familia.

La cuarentena

“Con el estallido social en 2019 teníamos miedo de que fueran a quemar el local, teníamos mucha incertidumbre de qué pasaría con el negocio porque estaba en una zona aledaña a donde estaban los chilenos protestando entonces fue complicado. Al final, cuando se calmó todo pudimos abrir de nuevo”, dijo la venezolana.

Meses después, comenzó el 2020. Un año en el que tuvieron altos y bajos. Tostao se estaba consolidando como una cafetería gourmet, pero al caer la cuarentena por el covid-19 las ventas volvieron a decaer, y los servicios a domicilio estaban dominando el rubro de los restaurantes y locales de comida.

“Al caer la cuarentena, todos estaban con Delivery, pero no estábamos inscritos en ninguna página de esos servicios porque no teníamos suficientes clientes. En la cuarentena comprar en una cafetería un café o una torta era un lujo porque el año pasado las personas estaban pendientes de comprar lo necesario para vivir. Lo que se me ocurrió fue vender productos venezolanos (harina de maíz, jamón endiablado, chucherías). Adicional a las tortas y el café le agregamos un mini market”, expuso Kathy.

Esta última idea tuvo resultado porque las personas comenzaron a comprar de nuevo. “Recuperamos la inversión y volvimos a invertir con eso. También si querían hacer un pedido de arreglos de cumpleaños. Nos amoldamos al presupuesto de las personas. Eso fue lo que nos mantuvo durante la pandemia por 7 meses”, dijo Kathy.

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Foto: Kathy Falcón

Gracias al trabajo remoto de Kathy, ella pudo acompañar a Julio en el local y gestionar mejor. Ese año decidieron añadir las empanadas al menú de Tostao.

“Vendíamos 10 empanadas diarias y para nosotros era una alegría inmensa”. Sin embargo, había otros días que pensábamos: ‘¿será qué cerramos?’ Porque las ventas no eran buenas”, dijeron.

En junio, decidieron colocar a una persona de la familia como repartidor, quien se iba a pie a entregar los pedidos cerca de la zona, esto duró hasta que una persona allegada a la cafetería les donó una bicicleta. “Con el incendio es lo único pudimos recuperar y la guardamos como una reliquia de Tostao”, indicó Julio.

A pesar de los obstáculos

Llegó 2021 y Tostao estaba dando los resultados que ellos esperaban. El negocio finalmente estaba creciendo. “No fue hasta hace tres meses que empezamos a cobrar nuestro sueldo. Ya la cafetería tuvo ese periodo de prueba, y como dice todo el mundo, ‘no le vas a ver frutos al negocio hasta después de dos años’, y efectivamente así fue”, respondió Kathy.

Pero a pesar del incendio, los obstáculos económicos, un estallido social y la pandemia, los dueños de Tostao se describieron como personas perseverantes, apasionadas, sonrientes a la vida y disciplinadas en su objetivo: Inaugurar una nueva cafetería.

En redes sociales la historia de Julio y Kathy la han comparado con “la leyenda del ave fénix, un animal que se regenera de las cenizas”. Otros aseguran que deben cambiarle el nombre para “renovar las energías”, pero sin importar las cenizas o los comentarios, sus dueños continúan trabajando para encontrar el lugar ideal que le brinde sonrisas a sus clientes en cada bocado y en cada café.

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