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Muchas veces creemos que los deportistas solo existen para marcar goles, conectar jonrones, realizar jugadas magistrales o encestar balones. Creemos que las 24 horas de sus días la dedican a ello y que detrás de eso no existe nada más que el deporte.
La realidad es que se parecen mucho a nosotros. Claro, con grandes diferencias en cuanto al tema físico. Pero, en general, comen, duermen, tienen familia, tienen problemas personales, pelean con sus parejas, viven, mueren. La gran diferencia radica en que mientras más famoso o más cerca del estrellato está el deportista, entonces más atención se le presta a su entorno y a cada paso que da.
Con el aumento del alcance de las redes sociales en los últimos años, es común enterarse de cómo muchos deportistas se ven involucrados en temas de violencia doméstica, abuso sexual, drogas, alcohol y demás. Dan un mal paso y toda la presión mediática cae sobre ellos. Muchos nos asombramos, otros no tanto. Pero lo cierto es que estas grandes figuras del deporte deben cuidar mucho su imagen no solo dentro del juego sino también fuera de él.
Los niños que practican alguna disciplina, ya sea deportiva o no, crecen tomando como modelo a algún ídolo en particular. Y, generalmente, la forma de actuar de estas personas son repetidas por el niño, pues quieren llegar a ser como él. Entonces, ahí es donde radica uno de los grandes problemas del porqué se deben cuidar tanto de este tipo de acciones. Sin dejar a un lado, claro está, la importancia que tiene el no hacerle daño a alguna persona o el cometer algún delito en particular.
No pretendo escribir nombres en mi texto, pues creo que no es necesario en estos momentos. Por el contrario, siento que mi deber es hacer entender a los fanáticos que estas personas a las que admiramos también son como nosotros y que, muchas veces, cometen errores (unos más grandes que otros) que pueden manchar de por vida su carrera profesional y su futuro.
Como en todo lugar, cada acción trae consecuencias. Por ende, amigo deportista, profesional, trata siempre de cuidar cada paso que das, no solo dentro del campo, sino fuera de él. Puedes ser una estrella y ser el número uno del mundo, pero si no cuidas tu forma de actuar fuera del deporte, el estrellato puede convertirse en tu peor pesadilla.
Y a los fanáticos, no nos asombremos si vemos algún mal paso de nuestras estrellas. No solo nacieron para brillar, en algún momento también se apagan. Es normal entender que son humanos y que, si cometen algún delito, la justicia es la que deberá tomar la palabra. Y si no es de delito que se habla, recordemos separar entonces la relación entre el deporte y lo cotidiano. Así también dejaremos a nuestros ídolos respirar y brillar con más fuerza.
