• La Encuesta del Observatorio de Universidades (Enobu 2021) reveló que 7 de cada 10 docentes pensó en dejar su trabajo durante la pandemia del covid-19. El sondeo también evaluó la situación económica de los educadores y alumnos, quienes debieron recurrir a otros trabajos para poder comer. Foto principal: Martinoticias

Después de un año y cinco meses sin clases presenciales, la frustración y la tristeza son los sentimientos que predominan en los profesores y alumnos universitarios de Venezuela. Así lo reveló la Encuesta del Observatorio de Universidades (Enobu 2021), que consultó a 4.180 docentes y alumnos de 42 instituciones públicas y 22 privadas en todo el país.

De acuerdo con el sondeo, la frustración es mayor entre los estudiantes: 52% dijo sentirse así, mientras que 40% siente tristeza. Entre los profesores los datos son similares (46% se siente frustrado y 46% triste), especialmente entre los mayores de 60 años de edad. Este malestar psicológico refleja otro dato alarmante: 7 de cada 10 docentes pensó en dejar su trabajo durante la pandemia del covid-19, mientras que 6 de cada 10 estudiantes pensó en abandonar su carrera.

Sin embargo, desde el observatorio señalaron que son varios los motivos por los cuales docentes y alumnos llegaron a pensar en dejar la universidad.

“Eso se puede asociar a la pandemia, pero mayormente es por las condiciones en las que están trabajando”, explicó Yelena Salazar, socióloga y coordinadora del OBU. Esto podría ser, por ejemplo, la realidad de la institución en la que estudian o trabajan: 9 de cada 10 profesores y 8 de cada 10 estudiantes considera que la universidad en la que hacen vida está estancada o en retroceso.

Esta sensación de estancamiento o de retroceso podría afectar principalmente a las universidades públicas, debido a que 23% de sus estudiantes aseguró no haber recibido clases durante la pandemia. El número es considerablemente menor (3%) en los de universidades privadas, donde casi todos han visto clases.

Crisis económica

Más allá de la situación universitaria, la crisis económica golpea duramente al sector. En el caso de los profesores, 8 de cada 10 tiene un ingreso familiar inferior a 100 dólares mensuales. La mayoría (30%) gana de 1 a 10 dólares mensuales, y de 11 a 30 dólares (26%).

“En 2001, un profesor titular ganaba alrededor de 2.400 dólares. Este año, ese mismo profesor obtiene 11 dólares mensuales por su trabajo, es muy lamentable, como lo han señalado los gremios que han denunciado a la reciente convención colectiva anunciada por el Ministerio de Educación Universitaria.  En  México  y  hasta  en  Nicaragua,  los  sueldos  en  el  mayor escalafón varían entre los 1.000 y los 2.000 dólares”, apuntó Carlos Meléndez, director del OBU y profesor de la Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado (UCLA).

Educación a distancia

El WhatsApp y el correo electrónico fueron las herramientas más utilizadas durante la modalidad de educación a distancia. Para 83 % de los profesores y estudiantes su conexión a Internet es de regular a mala.

Sobrevivir fuera de las aulas

Esta crisis económica generalizada ha llevado a los profesores y estudiantes universitarios fuera de las aulas para obtener más dinero y poder vivir. En el caso de los docentes, 7 de cada 10 realiza trabajos independientes para tener otros ingresos, ligeramente superior a los alumnos (6 de cada 10).

Al menos 15 % de estos recibe remesas del extranjero. 97 % de los inscritos en universidades públicas dijeron no recibir ningún tipo de beca. Entre la muestra de estudiantes, 92% dijo no recibir bonos del Estado.

Los escasos recursos económicos se reflejan en la seguridad alimentaria. 50 % de los profesores y 21 % de los estudiantes encuestados afirman que la alimentación empeoró respecto al año 2020. Tres de cada diez docentes admitieron que tienen menos de tres comidas al día. En la región nororiental la situación empeora: les ocurre a casi cinco de diez. Más de la mitad debió recurrir a la venta de bienes personales para comprar comida en los últimos 12 meses.

Profesores y estudiantes

“El empobrecimiento  ha  aumentado,  sin  embargo,  vemos  una  capacidad  de agencia   y   de   compromiso   social   de   los   universitarios   que   se   han incorporado  a  desarrollar  sus  clases  a  pesar  de  este  contexto.  Hay  un potencial de  resiliencia  importante  en  las  instituciones  del  sector público”, concluyó Salazar.

Sin vacunas

El Enobu reveló que, hasta el mes de junio, 88% de los profesores y 95% de los estudiantes universitarios del país no han sido vacunados contra el covid-19.

“Los universitarios no han sido incluidos dentro de la población prioritaria para recibir la vacuna”, remarcaron desde el observatorio.  

Entre los docentes, 13% dijo que tuvo covid-19, mientras que 17% de los estudiantes indicó haber padecido la enfermedad. No obstante, la mayoría de ellos (casi 80 % en ambos casos) no se realizó pruebas certificadas para confirmar el diagnóstico.

“Están vulnerados los  derechos  a  la  salud  y a  la  alimentación,  también  la  libertad  de participación y de toma de decisiones. Se han profundizado   las desigualdades en materia de vacunación para los universitarios, no hay un sistema  de  salud  pública  o  de  seguridad  social  muy  precario y las poblaciones más vulnerables son los adultos mayores. Las desigualdades también se ven de acuerdo al tipo de institución, a la ubicación geográfica, al género y a la edad de los encuestados. Los del Nororiente y Guayana tienen mayores dificultades de servicios y más inseguridad alimentaria”, añadió la coordinadora del OBU.

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