• La cantante chilena prepara su próximo disco, que prevé estrenar en 2022. Le gustaría volver a componer con Lasso y acaba de sacar la canción “Perreo pa’ las nenas”. Foto: Universal Music

Su música es una convergencia de estilos. En el hogar de su creatividad e ímpetus no hay puertas cerradas para expresiones diversas. Por eso, Cami es pop, sí, por mencionar un término en una dinámica que siempre exige un calificativo. 

Pero es un pop ambicioso. No necesariamente afanoso por el éxito, sino por explorar fuera de unos moldes que han hecho cotidianos ciertos sonidos. 

La cantante chilena apunta a una propuesta que puede ir desde lo  más contemporáneo, hasta indagar en las reminiscencias folclóricas del sur. No es de extrañar en una artista que nació en el país de Los Jaivas, esa banda emblemática del rock chileno que reivindicó la posibilidad de la fusión con la tradición.

Cami no hace rock, pero tampoco su música niega el género. De hecho, el año pasado, por esa propuesta tan abierta, su segundo disco, Monstruo, estuvo nominado como Mejor Álbum de Rock Latino o Alternativo. 

En 2020 formó parte de los artistas convocados a participar en la serie de HBO A Tiny Audience, en la que los invitados interpretan tanto temas propios como de otros músicos. 

Ahora, Cami acaba de estrenar “Perreo pa’ las nenas”, un tema que desde la intimidad busca discusión y reivindicación. Entre los autores de la canción está la venezolana Claudia Prieto, nominada en 2018 al Latin Grammy como Mejor Nuevo Artista, y quien también figura como responsable de éxitos de artistas que suelen sonar últimamente. El videoclip fue dirigido por el venezolano Nuno Gomes. 

La cantante y compositora prepara otro disco, que prevé esté listo en marzo de 2022. “Tiene pop, folklore, baladas así más tiradas hacia lo que hago yo. Estoy muy emocionada”, comenta para El Diario.

Con Lasso tiene dos éxitos: “Un millón como tú” y “Odio que no te odio”

—¿Hay alguna historia particular que la haya llevado a estrenar una canción como la que promociona actualmente?

—¿Para hablar del placer femenino?

—Ajá.

—Lo que me toca vivir con mujeres. La incomodidad que siento cuando escucho tanta ignorancia por parte de ciertos varones dentro de la industria con respecto al placer de las mujeres. Me pasa que todo está muy distorsionado. Falta mucho por aprender, escuchar y reconstruir. Hay que dejar un poco  el personaje y el ego a un lado, darse cuenta de que hay una responsabilidad lírica.

Creo que la solución no es dejar de hablar de sexo. Como artistas tenemos el deber de cuestionarnos todo lo que hacemos con respecto al arte. No hago esta canción para competir con artistas urbanos que están sonando. Si quisiera hacer eso, haría otro tipo de tema. Me hubiera gustado que de chiquita hubiese tenido un referente artístico que me cuestionara cómo veo mi sexualidad. Nunca nadie me facilitó esa pregunta. Nadie, y a las mujeres especialmente, nos introduce de una manera amable en ese tema. Hablamos de algo tan importante como el autoconocimiento y el autoplacer. Para mí la educación sexual integral es la forma que tenemos para superar muchos patrones machistas que existen en nuestra sociedad.

—Noto en algunos artistas que han alcanzado cierto reconocimiento una intención de estructurar las canciones con un vuelco en las letras, por presentar una líricas con intenciones más íntimas y personales, un replanteamiento.

—No siento que hoy en día haya una conciencia por eso. Por el contrario, veo una falta de responsabilidad importante por parte de la industria. No creo que el mainstream esté preocupado por una propuesta artística. Creo que la industria pide que la masa sea complacida, que los números suban, y que la gente escuche. Una búsqueda por un estatus de éxito.

Está bien, pero creo que debe existir una diferencia entre el artista que hace entretenimiento, y el que plantea una propuesta musical. No desmerezco a nadie, pero es lo que creo.

—Lo preguntaba por su caso, así como el de Nathy Peluso, y bueno, desde hace rato Natalia Lafourcade.

—Sí, pero siempre son las mujeres las que tienen que ponerse en un lugar de lucha. Eso tampoco es sano. No veo un aporte por parte del otro lado. Cuando existen polémicas con artistas del género urbano, los compañeros se quedan callados. Hay como una normalización de ciertas cosas. No hay una preocupación genuina. Son las mujeres en la industria las que tienen que estar con este tema, como lo que ocurrió entre Anitta y Arcángel. Siempre nosotras somos las que tenemos que poner el límite. Eso es agotador. No podemos ser mamás de gente que tiene cierta edad. 

Cami
Foto: Universal Music

—¿Cómo se siente al ver una carrera exitosa con nominaciones al Grammy, presentaciones en HBO y ser reconocida en la región? 

—(Suspira). No sé. Todavía no tengo un análisis claro sobre cómo me siento con la exposición. Por momentos me angustia mucho. Como quiero hacer más, estoy muy incómoda en la industria en la que vivo. Hay cosas que me chocan mucho de la cultura. Al mismo tiempo, amo tanto la música, que estoy solo agradecida por la cantidad de experiencias hermosas que he vivido con los artistas maravillosos que he conocido, con el equipo hermoso con el que trabajo. Tengo esos dos sentimientos. Es mucho esto. (Ríe). No sé cómo proceder. Siempre hay un desborde de agradecimiento en mi corazón. Ese agradecimiento viene de la mano con esto de que me gustaría hacer más. Quiero ser la mejor versión de mí.

—En ese agradecimiento del público, ¿cuál ha sido la reacción que más la ha conmovido o sorprendido de tu público?

—Siento que en vivo hay un intercambio energético muy potente. No sé si te puedo dar ahora una experiencia que viví. El show es agotador, pero al mismo tiempo muy nutritivo. La gente está con el corazón dispuesto a escuchar, a hacer catarsis conmigo en el escenario. Es el mejor regalo que alguien me puede dar: esa intención de querer sentir conmigo algo tan sagrado para mí que es la música.

—¿Ha pensado en algún momento colaborar nuevamente con Lasso?

—¡Sí! Hace rato que venimos hablando de hacer otro tema. Todavía no hemos agendado. He estado grabando full este disco nuevo. Pero hay muchas ganas de volver a colaborar.

—Me imagino entonces que podemos decir que se convierte en la artista que deseó ser cuando comenzó.

—(Ríe) No sé, no sé. Tengo 24 años de edad. Queda mucho…

—Pero es bastante lo que ha logrado para su edad.

—Sí. Lo que te decía antes. Todo es tan intenso que aun no puedo hacer un análisis claro sobre cómo me siento. No sé ni siquiera lo que quiero. Estoy improvisando en el camino. Tampoco me quiero encasillar. Por eso nunca me he puesto un género musical en la frente. No creo en coartar ni reprimir mi creatividad. Tiene que ser una fuente eterna, dejar que todo fluya y pase. Hoy por hoy siento que estoy improvisando con mi historia de vida, con lo que me pasa, con mis letras, mis melodías. Estoy combinando todo, haciendo un disco, viviendo, sintiendo todo lo que me pasa, y esperando dar lo mejor de mi. De lo único que soy responsable hoy en día es ser la mejor versión que puedo ser. Lo demás lo dejo en manos del universo y que pase lo que tenga que pasar.

—Se dice que esperamos ver en el arte, en este caso en la música, el producto de esa incertidumbre por la pandemia. ¿Veremos una obra que también responda a esos momentos inciertos?

—No sé si hablo en sí de la pandemia. Hay un tema que trata sobre la ansiedad con la vivo desde que estoy chiquita. La ansiedad que siempre he tenido se mantuvo igual durante esos meses. Claro, hubo días mucho más claustrofóbicos, pero este año fue de mucho crecimiento y de mucha reflexión, y creo que sí hay una parte del disco que es reflexiva, y profunda. Pero no sé si es que hablo de un virus en el mundo. (Ríe). Hablo de la sensación claustrofóbica, pero no sé si en específico de la pandemia.

—Se habla del urbano como un género que domina el mundo. Cantantes que son famosos en otro país sin cantar en inglés. ¿Ve un fortalecimiento que podría dar cabida a difundir otros géneros más allá de lo urbano?

—(Piensa). No siento que la música deba ser forzada. Hay que respetarla. No creo en el éxito que nos pinta la industria hoy día: el número, el chart. No se me da mucho esa energía de forzar a la gente a que me escuchen para ser el número uno. Para gustarle a todos tengo que hacer algo que represente a muchas personas. Y yo soy muy crítica a la hora de crear música.

Acabo de estrenar una canción que habla del orgasmo femenino. Canto folclore. Estoy bien con que me escuche la gente que me tiene que escuchar. Vivir tranquila, de la música, hacer lo que amo, dormir en paz. Obviamente el éxito es exquisito para todos, se disfruta de manera muy rica. Es hermoso cuando pasa. Pero también hay falta de variedad dentro de la industria. Hoy día hay como un tipo de mainstream, a diferencia de la industria gringa y anglo, en la que hay muchos tipos de mainstream. El alternativo puede ser mainstream. Puedes ver a Anderson .Paak y Mac Miller, que también son mainstream.

Eso no pasa en la industria latina. Nos concentramos en la aspiración de ser un artista exitoso como Bad Bunny u Ozuna. Tenemos un solo tipo de éxito. Creo que estaría bueno que nos cuestionemos eso para abrirle frente a géneros y artistas que tienen propuestas distintas, que poseen planteamientos desde la música. El éxito no va enlazado a un tipo de música, sino que tiene que ir junto con una obra artística.

—¿Algún artista venezolano, además de Lasso, con el que le gustaría colaborar?

—(Piensa). Me gustan mucho Danny Ocean y Elena Rose. A ella la amo, y hemos escrito un montón. Creo que me gustaría hacer algo con Danny Ocean.

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