• Los independientes, que hace un año dieron la victoria a Joe Biden, dieron la espalda al partido en los comicios locales del 2 de noviembre. En conversación con El Diario, la analista demócrata Millie Herrera aseguró que los candidatos a gobernadores por el Partido Demócrata se equivocaron al centrar su campaña en diferenciarse del expresidente Donald Trump. Foto principal: Getty Images

Los resultados electorales en Virginia y en Nueva Jersey, Estados Unidos, marcaron la pauta al Partido Demócrata y a la Administración de Joe Biden de cara al futuro. La inesperada derrota de los demócratas en la gobernación del primer estado, y la mínima victoria conseguida en el segundo, además de ser una muestra de debilidad, fueron una dura advertencia: la escasa mayoría demócrata en el Congreso podría borrarse y pasar a manos de los republicanos en las elecciones de mitad de periodo a realizarse en 2022.

En la contienda por la gobernación de Virginia, el republicano Glenn Youngkin asestó un duro golpe a Biden y al Partido Demócrata. No solo porque el presidente había apostado todas sus fichas al candidato del partido, Terry McAuliffe, -“Vamos a ganar. Creo que vamos a ganar en Virginia”, dijo el mandatario antes de los comicios-, sino porque perdió a una importante base electoral que le había dado la espalda a Donald Trump en las presidenciales de 2020 y que ahora volvió a votar en masa por el Partido Republicano.

Y en Nueva Jersey, con boletas aún por contar, el republicano Jack Ciattarelli estuvo a menos de 30.000 votos de impedir la reelección del demócrata Phil Murphy, aunque todas las encuestas marcaban una amplia ventaja para este último y que hace solo un año Biden superó a Trump en el estado por 16 puntos de diferencia.

¿Por qué los resultados electorales en Virginia y Nueva Jersey son desalentadores para el futuro de Biden y de los demócratas en EE UU?
El demócrata Phil Murphy celebró su reelección en un mitin. Foto: Getty Images.

El efecto Trump

La victoria de Youngkin en Virginia tuvo un efecto aleccionador tanto en los demócratas como en los republicanos sobre cómo llevar su hoja de ruta en medio de la figura más polarizante de la política estadounidense: Donald Trump.

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Durante la campaña, los demócratas insistieron en caricaturizar a Youngkin como un clon del expresidente. La estrategia, sin embargo, salió mal principalmente por dos motivos. El primero, a juicio de la analista demócrata Millie Herrera, es que centraron sus ataques en esas comparaciones y no en cómo motivar al electorado demócrata. “(McAuliffe) Se confió en el ‘yo no soy Trump’, y eso causó que no dedicara sus energías a motivar a los demócratas a salir a votar por él”, dijo Herrera para El Diario. Estrategia que, por otro lado, se replicó en el resto del partido, desde Biden hasta el expresidente Barack Obama.

Por otra parte, el candidato republicano supo lidiar con el trumpismo sin adherirse a su narrativa públicamente ni mostrarse públicamente junto a Trump -se negó a participar en un evento con él-, pero asegurándose el respaldo de su base.

El contrincante republicano hizo una campaña excelente al distanciarse de Trump oficialmente, aunque lo apoyaba en privado. Esa fue una táctica buenísima. Si Terry se hubiera dedicado a hablar sobre si necesitamos pasar los proyectos de ley del presidente Biden, reactivar las políticas que han hecho a la clase media fuerte en este país, yo creo que hubiera sido una campaña más efectiva y hubiera ganado”, añadió la analista.

De esta forma, mientras que McAuliffe trató de emular la carrera por la gobernación con algo más nacional, Youngkin se centró mucho más en los problemas locales, comprometiéndose a derogar el impuesto a los comestibles, suspender el impuesto a la gasolina y reactivar la economía del estado.

Con ese contraste menos combativo e incendiario que el del expresidente u otros gobernadores republicanos, Youngkin ganó el 17 % de los votantes que dijeron que desaprueban a Trump, de acuerdo con las encuestas a boca de urna. McAuliffe, en cambio, ganó solo el 5 % de los que aprueban al expresidente. Youngkin también demostró ser más agradable que Trump: el 52 % dijo que lo veían favorablemente, en comparación con el 42 % de Trump y el 45 % de McAuliffe.

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¿Por qué los resultados electorales en Virginia y Nueva Jersey son desalentadores para el futuro de Biden y de los demócratas en EE UU?
El republicano Glenn Youngkin celebra su victoria en Virginia. Foto: Getty Images.

Para Herrera, sin embargo, la victoria de Youngkin no necesariamente significa una ventana para los republicanos no trumpistas. A su juicio, el gobernador electo de Virginia forma parte de esa misma ala, aunque haya matizado su mensaje. “Yo creo que Virginia no fue ganado por los republicanos, sino que fue perdido por los demócratas. Se confiaron en decir ‘no soy trumpista’, y eso no motiva a nadie”, reiteró la analista.

Responsabilidad de Biden

Las elecciones en Virginia, principalmente, son vistas como una gran encuesta sobre dos aspectos determinantes. La primera es una evaluación del primer año del presidente, debido a que siempre son un año después de las elecciones presidenciales. Y la segunda, porque arroja pistas de lo que sucederá en los comicios de mitad de mandato, en el que se renovará parte del Congreso y del Senado.

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Así las cosas, el panorama para la Administración Biden no es precisamente alentador. Buena parte de la opinión pública en Estados Unidos lo señala como el principal responsable de la debacle electoral demócrata, al verla como una reprobación de su primer año como presidente. Desde junio, la popularidad de Biden ha caído 14 puntos, hasta el 42 %, de acuerdo con el sondeo de Gallup. Y entre los independientes, que fueron el sostén de Youngkin en Virginia, la aprobación del presidente pasó de 32 puntos favorables en abril a -2 puntos en la actualidad, según una encuesta de NBC News.

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El presidente Joe Biden con McAuliffe en un acto de campaña en Virginia. Foto: EFE.

Los motivos, de acuerdo con la prensa local, obedecen principalmente a la desordenada salida de Afganistán, por los índices de inflación o por la dificultad de sacar adelante sus proyectos de ley sobre seguridad social e infraestructura.

No obstante, Herrera quita la carga de las críticas hacia Biden y las distribuye en los propios candidatos, en los asesores políticos e incluso en los republicanos. Sobre Afganistán, por ejemplo, la analista considera que el error fue de las distintas Administraciones que han pasado por la Casa Blanca al sostener una ocupación durante tantos años, y resalta el hecho de que se evacuaron a todos los soldados estadounidenses y cientos de miles de personas.

En cuanto a la responsabilidad de los candidatos, la analista refiere a una campaña “poco efectiva”. En una encuesta de Fox News realizada a fines de octubre, el 52 % de los eventuales votantes dijeron que confiaban más en Youngkin en educación, en comparación con el 44 % de McAuliffe. La educación fue uno de los temas centrales de la campaña, a medida que se fue disminuyendo la preocupación por la pandemia del covid-19.

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Volver a las raíces

Por otra parte, la analista considera que el Partido Demócrata está “dormido” y “exhausto” luego de los cuatro años de la Administración Trump. En consecuencia, opina que el partido debe cambiar la estrategia electoral, apoyándose y mejorando la comunicación con las bases, especialmente con los hispanos, a quienes considera “el futuro del liderazgo de Estados Unidos”.

“El Partido Demócrata tiene que cambiar su forma de operar. Lo que necesitamos hacer es volver a nuestras raíces, lo que hizo el presidente Barack Obama, que era una persona que estaba en las comunidades organizando, dando información correcta. Esto es lo que tenemos que regresar a hacer, no podemos ser minirepublicanos. Esos consultores no tienen muchas veces las bases de lo que es la población estadounidense y, sobre todo, las nuevas poblaciones”, comentó la demócrata.

De no cambiar, las consecuencias para los demócratas están a la vista. Con solo cinco congresistas más por ahora, y con un empate en el Senado, las apuestas apuntan hacia una nueva mayoría republicana en el Congreso y en la Cámara Alta en 2022. Y, quienes van más allá, en un posible regreso republicano a la presidencia.

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