• Paulatinamente los pasos fronterizos entre Colombia y Venezuela se han ido abriendo de manera oficial. Por ello, el equipo de El Diario constató cómo se están aplicando las medidas de bioseguridad, cuáles son los requisitos, expectativas del comercio, costos del transporte fluvial en este cruce por Amazonas.

Eran las 9:00 am (hora de Venezuela) y había un movimiento fluido en el puesto de control migratorio para trasladarse a Casuarito, población del Departamento de Vichada en Colombia. El tránsito de personas era mayor que meses atrás, porque días antes se había anunciado la apertura de la frontera por el lado sur del país.  

Luego de 19 meses de permanecer cerrado el paso limítrofe entre Colombia y Venezuela debido a la pandemia por covid-19, la Administración de Nicolás Maduro autorizó que se abriera. 

En el estado Amazonas el paso fronterizo volvió a su normalidad el pasado 20 de octubre, según lo indicó el gobernador de la entidad, Miguel Rodríguez. Ese día se restablecieron las relaciones entre ambas naciones y se recibió en el muelle de Puerto Ayacucho al alcalde de Puerto Carreño (Colombia), Jair Beltrán.

El poblado más cercano

El primer punto de esta apertura por el sur del país fue el que va hacia Casuarito, que está a tan solo cinco minutos en bongo desde Puerto Ayacucho. Esta localidad es una de las más visitadas por los habitantes de la capital de Amazonas, pues se encuentra más cerca que Puerto Carreño y entre ambas poblaciones existe un importante intercambio comercial, e incluso, algunas personas mantienen una migración pendular al ir y venir por razones laborales.

De acuerdo a lo dicho por comerciantes a El Diario, como la señora Julia Sequera, una buena parte de “los venezolanos vienen a comprar mercancía y víveres para surtir los negocios de Puerto Ayacucho”. Aunque precisó que no había visto el movimiento de compradores que ella esperaba con la apertura de la frontera. 

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También en Casuarito se encuentra la Unidad Educativa Antonia Santos, que cuenta con una matrícula de 525 alumnos, entre primaria y secundaria, a la que asisten niños y niñas de nacionalidad colombiana que viven en Puerto Ayacucho y otros infantes venezolanos, quienes también estudian en esta escuela colombiana. 

Fachada de la Unidad Educativa Antonio Santos en Casuarito
Fachada de la Unidad Educativa Antonio Santos en Casuarit | Madelen Simó

El pasado 29 de octubre era el día de la entrega de boletines y la última reunión de padres y representantes por el año escolar 2021 (en Colombia el calendario educativo va de febrero a noviembre). De allí que varias personas, entre adultos y niños, se formaron en el control migratorio del muelle para registrarse y acudir al encuentro, así como aprovechar el viaje para hacer algunas compras para el consumo de sus hogares.

El control 

En el puesto de control del muelle de Puerto Ayacucho se encontraban funcionarios del Saime (Servicio Administrativo de Identificación, Migración y Extranjería), del Seniat (Servicio Nacional Integrado de Administración Aduanera y Tributaria) y efectivos de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB). De forma manual, los funcionarios hicieron el registro de las personas que iban a trasladarse hasta el lado colombiano; los documentos requeridos fueron la cédula de identidad y la tarjeta de vacunación del covid-19. Además, del uso obligatorio del tapabocas. Allí entregaron un pase, un trozo de cartulina con un número que se debía guardar para entregarlo al regreso. 

Después de este control, se bajó a la zona donde se ubican las “paseras”, como se les denominan a las embarcaciones que cruzan por el río Orinoco hasta Casuarito. El equipo de El Diario se trasladó en una que llevaba por nombre Estrella. El costo del boleto fue de 5.000 pesos colombianos, que equivalen a 1,3 dólares. 

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Estrella es el nombre de una de las "paseras" que va hacia Casuarito
Foto: Cortesía

Eran tres los trabajadores de la embarcación: el motorista, una ayudante y la persona que cobraba el pasaje. Al embarcar en este transporte fluvial, la ayudante colocó antibacterial en las manos del pasajero, le entregó un chaleco salvavidas e insistió en el uso del tapabocas. 

Cuando se desembarcó por el lado colombiano, un funcionario militar recibió a los pasajeros, les colocó antibacterial y solicitó los documentos de identidad. 

Por más de tres meses Casuarito se mantuvo totalmente aislado por la pandemia. Pero luego, como en el resto de las fronteras de Venezuela con Colombia, se idearon las trochas y las personas buscaron cruzar de forma clandestina, bien sea para comprar víveres del comercio informal o para la venta de chatarra, que se convirtió en un modo de subsistencia de los habitantes de Puerto Ayacucho.

Paulatinamente el paso se fue flexibilizando, sobre todo para el comercio. Las autoridades colombianas permitían el ingreso para abastecerse de víveres en cantidades medianas, pero con una lista establecida de lo que se iba a comprar. Lo que si no era permitido era el traslado de chatarra que, desde el lado venezolano, es calificado como “material estratégico”.

Regularización en puerta

En ese 29 de octubre no solo se entregaron los boletines escolares en Casuarito, también esta localidad recibió la visita de una comisión del gobierno colombiano integrada por la Capitanía de Puerto la Alcaldía de Puerto Carreño, la DIAN (Dirección de Impuestos y Aduanas) y la Secretaría de Salud, con el fin de conversar con los “bongueros” venezolanos sobre la importancia de contar con el reglamento para transportar pasajeros. 

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Durante gran parte del cierre fronterizo colombo venezolano, la movilidad de carga y pasajeros entre Puerto Ayacucho y Casuarito se mantuvo en la informalidad y a cargo de los llamados “bongueros”, quienes con pequeños bongos a motor o canalete, hacían los traslados. Ahora, con la reapertura legal del paso entre estas dos poblaciones comenzaron a trabajar las empresas fluviales debidamente reglamentadas y que estuvieron inoperativas durante casi dos años. Mientras que esas otras embarcaciones informales dejaron de trasladar a pasajeros y carga como lo estuvieron haciendo. 

De allí que la inspección de la Policía de Casuarito debió realizar el primero de noviembre un “censo de estos ciudadanos venezolanos que venían operando los bongos para identificarlos y buscar un acuerdo entre las partes, que permita una organización dentro de la legalidad que garantice un óptimo servicio y seguridad para los pasajeros en tránsito, sin menoscabar el desempeño de las empresas legalmente constituidas en la zona”. Esto según lo indicó el medio colombiano El Morichal.

De Puerto Nuevo a Puerto Carreño

El martes 2 de noviembre el turno para abrir la frontera fue desde Puerto Nuevo (conocido como El Burro) del lado venezolano hasta Puerto Carreño, capital del Departamento de Vichada. El inicio oficial contó con la presencia de las cooperativas de transporte fluvial venezolanas y colombianas, así como funcionarios de ambas naciones. 

Ese día el alcalde del municipio Atures de Amazonas, José Zamora, recordó una particularidad común entre Puerto Ayacucho y Puerto Carreño y es que ambos territorios están bien alejados del centro de sus países. El último está a 962 kilómetros de Bogotá, la capital colombiana, mientras que Ayacucho está a 710 kilómetros de Caracas. Por ello “necesitamos que estas dos fronteras sean y estén integradas”, precisó Zamora en las redes sociales de la Gobernación de Amazonas.   

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Por su parte, el alcalde de Puerto Carreño, Jair Beltrán, destacó: “Somos una frontera que toda la vida hemos vivido de ese comercio, tanto de allá para acá, como de aquí para allá. Agradecemos la gestión del gobernador por querer ayudar a su comunidad y a nuestro pueblo”.

Jair Beltrán, alcalde de Puerto Carreño, Departamento de Vichada, Colombia
Jair Beltrán, alcalde de Puerto Carreño, Departamento de Vichada, Colombia | Cortesía

Para esa fecha todavía estaba en discusión con los transportistas el costo del pasaje fluvial y los requisitos. Antes del cierre de la frontera, el valor del boleto para cruzar el Orinoco de Puerto Carreño hasta Puerto Nuevo era de 10.000 pesos colombianos.

Del sello migratorio

En el mes de junio, cuando Colombia autorizó la apertura de la frontera con Venezuela, se indicó que para el sellado del pasaporte se debía hacer un pre registro en la página web de Migración Colombia, en donde se llena un formulario que luego se imprime y se entrega en el puesto de control. En el caso de Puerto Carreño, el horario para este procedimiento es de 6:00 am a 5:00 pm. 

Avance en la estructura de la oficina del Saime de Puerto Ayacucho

Avance en la estructura de la oficina del Saime de Puerto Ayacucho | Madelen Simó

Con la apertura oficial del paso entre Vichada y Amazonas, hasta la entrega de esta historia el sellado continuaba igual en Colombia. Mientras que del lado venezolano se sigue haciendo en el muelle de Puerto Ayacucho, debido a que la oficina del Saime en Amazonas continúa en remodelación por los daños que sufrió la estructura en enero de 2019, aunque se espera que pronto entre en operaciones.

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