• Un autobús convertido en barbería móvil y un quiosco donde se cobra por freír pescado son dos apuestas de comerciantes de Vargas, quienes quisieron innovar con sus servicios

Esa mañana del 12 enero varias personas se acercaron al local de Franklin porque no aguantaban la curiosidad de conocer cómo era una barbería dentro de un autobús. Precisamente, esa es la novedad de este establecimiento ubicado en el sector Caribe, parroquia Caraballeda del estado Vargas, que no es como cualquier otro, pues se creó dentro de un vehículo acondicionado para trabajar entre tijeras y máquinas de afeitar. 

Franklin “La Máquina” Iriarte decidió que 2021 sería un año de cambios, luego del trago amargo que dejó la pandemia. Después de un tiempo de trabajar para otros y a domicilio, este barbero supo que era el momento de crecer y dar un paso adelante: tener su propio negocio. 

Por su parte, la experiencia de Ignacio “Nené” Cabrera fue la de reinventarse para seguir sosteniendo un negocio familiar, que ya tiene 50 años. Su quiosco de comida en Macuto ha pasado por varios altibajos, entre ellos, la tragedia de Vargas del año 1999. Pero esta pandemia lo puso en un momento donde se apropió de su creatividad y simpatía para ofrecer una opción a sus comensales: la atención y un servicio de fritura de alimentos que el propio cliente lleva al lugar. 

En ambos emprendimientos el ingenio del guaireño ha sido el detonante de sus negocios, los cuales abrieron sus puertas para que el equipo de El Diario conociera sus historias.  

Tomar el riesgo  

Iriarte venía de laborar por más de dos años en Acrópolis, una barbería ubicada en la parroquia Caraballeda del estado Vargas. Cuando llegó la pandemia en marzo de 2020 y después de pasar varios meses inactivo, comenzó a trabajar como barbero a domicilio. Pero ya los ingresos no le alcanzaban y pensó en buscar otra forma de ganar dinero. 

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Esa idea que tenía la compartió con un cliente y fue él quien le dio un giro a lo que inicialmente pensaba. “Le dije a mi esposa: ‘Voy a comprar un autobús para tener otra entrada de dinero’. Todavía no pensaba en la barbería y le comento a un cliente que voy a comprar un autobús, él se echa a reír y me dice: ‘¿Qué? ¿Vas a montar una barbería móvil?’”, sostuvo.

Ese comentario hizo que Franklin comenzara a investigar por las redes sociales y se diera cuenta de que era posible. “Vi unas referencias en Miami, en República Dominicana, en todos esos lugares hay barberías rodantes y me pregunté ‘¿por qué no lo voy a hacer yo?”

Así fue como Iriarte vendió el carro que tenía. Duró un mes buscando el autobús y lo halló con ciertos detalles, pero a buen precio. Contó que invertía, mientras continuaba afeitando a domicilio. “No tenía fuerza monetaria, por eso lo pinté con pintura de herrería y como es un carro viejo lo hice con un compresor. Después de hacerle la latonería comencé a arreglarlo por dentro, conseguí paletas de madera, las lijé y coloqué los tableros”. 

Este es el camino de Iriarte para tener la primera barbería móvil en La Guaira y la segunda del país. En octubre de 2020 una idea similar surgió en Caracas con Prime Barber Truck, cuando un joven que había emigrado a Panamá se trajo a Venezuela esa idea importada. 

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Negocio Vargas máquina
Franklin “La Máquina” Iriarte ofrece el servicio de barbería para niños y adultos. Foto: Madelen Simó

Los primeros clientes 

Luego de seis meses de arreglos en el autobús, en diciembre de 2021 La Máquina Barbería estaba lista para prestar sus servicios. “Quería hacerlo lo más pronto posible, porque no quería que mis hijas pasaran la Navidad sin sus regalos, su vestimenta. Incluso comencé a trabajar con cosas prestadas, pero me fue bien gracias a Dios”. 

La receptividad de sus clientes ha sido un estímulo para seguir con su emprendimiento. Iriarte narró que las personas lo felicitan, se toman fotos en la fachada de la barbería, piden permiso para montarse en el autobús y conocerlo. “Aquí en Venezuela sí se puede trabajar, sí se puede echar pa’lante”, afirmó. 

Otro aspecto importante para poner en funcionamiento el negocio fue lo relacionado con los trámites. Iriarte contó que en eso se tardaron un poco, porque después de tener el acta constitutiva tuvieron varias devoluciones hasta que lograron obtener el registro. 

“El lugar para funcionar lo hablamos con un amigo que conocía algunos trámites en la alcaldía. Nos dijeron que tomara fotos del sitio y ellos nos prestaban el apoyo para el permiso, para podernos desplazar”, dijo. 

La Máquina Barbería, aunque se puede movilizar por varias zonas de La Guaira, por ahora se ubica en la avenida principal de Caribe, frente al parque de diversiones. Los cortes de cabello tienen un valor de 5 dólares o su equivalente en bolívares. 

Su esposa, Selene Manahú, y sus dos hijas de 11 y 5 años de edad, lo acompañan en este sueño, con el que espera convertirse en una referencia en Vargas. 

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Negocio Vargas
La barbería por dentro funciona con comodidad y aire acondicionado que suministra una planta eléctrica. Foto: Madelen Simó

Todos ganan

“Ganan ellos y ganamos nosotros”. Esta es la mejor manera con la que Ignacio “Nené” Cabrera define una modalidad muy curiosa con la que atrae clientes a su quiosco de comida, ubicado en Macuto. Se trata de un servicio de fritura de alimentos que los propios comensales llevan a su negocio. 

Hay gente que no tiene mucho dinero y entonces es más económico así. Se fríe el pescado y con las raciones iguales, si quieren papás fritas o tostones, lo pesamos todo. Siete kilos por 1,5 y bueno, una familia come por 10,5 dólares” precisó Cabrera para El Diario.

También pueden tomar la opción de únicamente freír la proteína, bien sea pescado o pollo, y solo venden las guarniciones o las bebidas. Esa es la que más le gusta a Luis Camargo, uno de los clientes que prefiere ir hasta el quiosco de Ignacio para comer ese pescado fresco que compra a los pescadores de Macuto. “Es una excelente opción, no gastas tanto dinero y tampoco tienes que tomarte tiempo de cocinar en casa y dejarla toda impregnada con el olor a pescado”, indicó el cliente. 

¿Pero cómo le surgió esta idea a Ignacio? Con la pandemia el quiosco perdió mucho de su capital y tenía que buscar la manera de generar ingresos, aunque fuesen pocos. Así recordó a unos clientes árabes que tenía: “al árabe le gusta comer bien y fresco. Entonces ellos traían el pescado y el aceite y me pedían hacerlo así, después me decían ¿cuánto es?”. 

Así fue el inicio de este servicio que empezó a implementar en su quiosco y que otros negocios ubicados en el bulevar de Macuto, también comenzaron a ofrecer. 

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Quiosco negocio Vargas
Ignacio “Nené” Cabrera trabaja en su quiosco desde que era un muchacho. Foto: Madelen Simó 

Tradición familiar 

El quiosco de Ignacio es una herencia de su padre, con quien comenzó cuando era muy joven. Sus recuerdos de infancia están llenos de olor a comida y cuando se hizo adulto decidió hacerse cargo del negocio familiar. Los padres de Ignacio son fundadores de Galipán, a donde llegaron cuando migraron de las Islas Canarias, España. 

Con 53 años de edad, Ignacio siempre ha apostado por mantener el local a flote. Tuvieron dos meses cerrados por la pandemia y poco a poco se  levantaron. Primero comenzó él solo y luego se incorporaron las dos cocineras que lo acompañan y el mesonero.

Cabrera es capacitador aduanero de profesión, pero nunca ejerció. Tiene dos hijos: uno es diseñador y vive en Chile, la otra es comunicadora social y trabaja como actriz de doblaje en Venezuela. 

Otro atractivo de su negocio son las empanadas que venden y preparan al gusto del cliente. Por ejemplo, si quiere una empanada de plátano con queso, pescado con mariscos, chicharrón, molida con queso, las cocineras de Ignacio las elaboran al momento. 

Pescado frito
Ruedas de dorado que un comensal llevó para freír en el negocio de Ignacio. Foto: Cortesía instagram Luis Camargo.

El local de Ignacio se llama Inversiones Cabrera y funciona de lunes a domingo, de 6:00 am a 6:00 pm. Para más señas, se puede encontrar en el bulevar de las playas de Macuto, a la altura del segundo balneario, frente a un santuario de José Gregorio Hernández. 

En definitiva, el ingenio del venezolano le brinda herramientas para sortear un país que, aunque no lo parezca, sigue en crisis. Franklin e Ignacio son dos ejemplos de ello, de persistencia y entusiasmo en el litoral central. 

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