• El cantante asegura que son varias las canciones que le faltan por publicar, incluso una escrita por Armando Manzanero. Son muchas las vivencias que recopila para su biografía. Asegura que nunca se dejó vencer por la vanidad | Foto: Cortesía de Elena Ibarreto

Una noche antes, Gualberto Ibarreto estuvo jugando truco hasta tarde. Por eso, durmió más de la cuenta al día siguiente. Con cartas y suerte celebró el cumpleaños de su hijo Cruz. “Yo no bebo, pero juego truco. (Ríe). Me puse a jugar y me trasnoché”, cuenta como si fuera una confesión de una travesura. Habla desde Maturín, la ciudad en la que vive.

En sus redes sociales, se ve a Gualberto Ibarreto en constante actividad. Grabaciones y presentaciones, como la recientemente publicada en el canal de Youtube del Sistema de Orquestas y Coros Juveniles e Infantiles de Venezuela. Un grupo de músicos acompañó al cantante en la interpretación de varios de sus clásicos. Anuncia que pronto habrá otra, pero con orquesta completa. 

“Me siento bien. Gracias a Dios. Con mis problemas de neuropatía diabética. No camino, pero estoy bien de salud. Pasé el covid, tengo algunas secuelas. Voy a cumplir 75 años y todavía canto algo”, comenta Gualberto Ibarreto, quien nació en 1947 en El Pilar, estado Sucre. 

Gualberto Ibarreto
Fotografía de Manuel Tineo

—¿Sigue sin poder tocar el cuatro?

Sí. Es por mi neuropatía diabética. Tengo la mano dormida. Eso me genera dificultades con los dedos y esas cosas.

Debe extrañar el instrumento

Por supuesto. Pero bueno, los años pegan. Uno tiene que aprender a vivir con sus achaques. Mis órganos están bien. El resto del cuerpo funciona bien.

Una vez Luis Mariano Rivera dijo que usted había sembrado bastante. ¿Todavía recoge de esa cosecha?

¡Claro! Él me dijo que sembrara amor. Y eso es lo que he hecho. Sigo cosechando. Gracias a Dios, el público, de generación a generación, ha disfrutado las melodías que interpreto; tanto las mías como las de  otros como Simón Díaz o Enrique Hidalgo. De esa manera he permanecido en el tiempo.

—¿Sabe muy bien que forma parte de ese olimpo de los músicos venezolanos?

—¡Claro! Es una gran responsabilidad y representa un gran orgullo. Es una alegría haber aportado a mi país y dejar un legado musical para las generaciones que vienen. 

—Entre esas nuevas generaciones, ¿a cuál músico hay que seguirle la pista?

—Bueno, Rafael “Pollo” Brito es uno de ellos, así como Héctor Medina. ¿Qué otro hay por ahí? Lo cierto es que surgen nuevos valores que tienen un gran futuro. Ojalá los acompañe el éxito y el público, y que sobre todo, puedan poner en alto la música venezolana. Es lo que nos pertenece como nación.

Gualberto Ibarreto
Cortesía de Elena Ibarreto

—Hace unos años en una entrevista que le hice me comentó que le gustaría que Venezuela fuera como un disco, con muchas canciones 

—Digo que Venezuela es como un disco. Hay diferentes gustos, pero que en ese disco cada quien quiera elija las que quiera. Con canciones muy populares y otras que no se deben menospreciar. Hay personas que creen que hay temas míos que son nuevos, pero en realidad son viejos. Los grabé hace tiempo. No hubo chance de transmitirlos por radio. Lo que pasa es que yo grababa dos discos por año, por eso mi repertorio es tan amplio Hay muchos temas que son desconocidos.

—Usted incluso llegó a grabar gaitas

—Gaitas, música llanera y romántica.

—Sí, las canciones románticas se conocen, quizá las otras no tanto

—Grabé con Barrio Obrero y Ricardo Aguirre. Además, también hay una canción con Jesús Soto.

—¿Recuerda los nombres de esas canciones?

—”La pica pica” es la canción con Ricardo Aguirre. Con Jesús Soto fue el tango “El día que me quieras”.

—¿Alguna vez le propusieron grabar un género que no le gustaba?

—No. Yo llegué inclusive a cantar polka chilena.

-Eso no lo sabía

—Hmmm. Sí. “Esta peñita” y “Ni contigo ni sin ti”. Eso fue un disco internacional.

—En 1980 le censuraron una canción: “Mi chinita”

—No fue ese año. Fue cuando salí del sello Promus y me fui para Disqueras Unidas. Prohibieron esa canción porque era un poquito picante, pero no tenía mayor cosa. Cuando yo saqué “Cuerpo cobarde”, pensé que la iban a censurar también cuando puse lo de la pea. No pasó. 

—En una entrevista que le hicieron en los años ochenta leí que contó que su padre le enseñó las primeras notas del cuatro, que su abuelo tocaba violín y bandola, además de ser artesano; y que su abuela era poetisa y bandolinista. Su mamá tocaba armonio

—No, no. Mi abuelo tocaba cuatro, pero hacía violines, cuatros y bandolas.

—Era luthier

—Correcto. También era agricultor y carpintero. Mi papá también era carpintero.

—Y su abuela poetisa…

—Sí. Mi abuela por parte de madre era poetisa y bandolinista. 

—Su madre tocaba el armonio

-Exacto

—Creció entonces rodeado de música. Eso venía porque sí. ¿Sus hijos tienen inclinaciones musicales?

—Mi hija sobre todo. Mi hijo también, pero ella tiene más facilidades.

—¿Elena?

—Sí. Mi hijo canta un poco y toca guitarra.

—Bueno, Elena además es su manager…

—Sí. Ella es la que más activa está.

Gualberto Ibarreto
Cortesía de Elena Ibarreto

—”María Antonia” fue la canción por la que dejó los estudios de Economía en la Universidad de Los Andes

—Ríe). “María Antonia” me sacó del pupitre. Me dediqué a la música. Me decían que cómo iba a dejar de estudiar. Yo contestaba que la universidad siempre iba a estar ahí, no se iba a mover, todo lo contrario a mis cualidades vocales. Un vocalista es como un deportista. Eso no dura toda la vida, pero una profesión sí. Entonces hay que aprovechar el momento. Un futbolista tiene máximo 20 años de vida profesional, así como un beisbolista. Acá en Venezuela los artistas tienen una vida corta. No sé la razón, pero pasan de moda. Yo tuve muchas etapas, en las que desaparecía y volvía a aparecer, pero seguía teniendo esa vibra en la gente. La vanidad no me venció. No me emborraché de vanidad. Seguí tratando a la gente de manera cordial y amistosa. Todavía sigue siendo así. A veces el éxito transforma a la gente, la pone antipática, engreída. Gracias a Dios no me pasó eso.

—Creo que después de unos años intentó volver a estudiar Economía. ¿Así fue?

—No, no, no. No me dio tiempo. El alcoholismo me agarró, pero gracias a Dios, a Alcohólicos Anónimos, y al pueblo de Venezuela, voy a cumplir 31 años que no sé lo que es comprar alcohol. El cigarrillo lo dejé hace más de 12 años.

—Llegó a ser director de la estudiantina de la Universidad de Los Andes y delegado estudiantil del Departamento de Cultura. Estuvo muy vinculado a esa casa de estudios

—Claro que sí. Hice muchas actividades extra cátedra, tanto en el liceo como en la universidad. En el liceo no cantaba, solo era director del conjunto. Eso fue en el liceo Briceño Méndez de El Tigre, donde estudié primaria y secundaria. En Mérida también pasé una etapa de mi vida formidable. Luego fui a Caracas. Ahora estoy en Maturín, donde tengo 12 años.

—En una entrevista en 1986 dijo que estaba escribiendo poemas y que sentía una gran inseguridad como compositor. Comentó que todo eso estaba muy bien guardado. ¿Todavía tiene eso engavetado?

—Sí, algunas. Empecé una novela, pero no la he terminado. Tengo el esqueleto, pues.

—¿Comenzó una novela?

—¡Sí!

-¿Cuándo?

—Eso fue en 1991, cuando estuve ingresado en una clínica. Fue un retiro. No me dejaban hablar con nadie. Esa fue la última etapa antes de tomar la decisión de dejar la bebida.

—¿Qué pasó con esa novela?

—La tengo por ahí. Tengo la estructura, el tema principal. Se llama Amorismo negativo. Tiene mucho que ver con la personalidad de un alcohólico. También es sobre lo que hemos vivido. Mucha gente prefiere vivir en la urbe y no en el campo, como si les hiciera falta el monóxido de carbono. Autodestructivas.

—¿Todavía tiene pensado publicar la novela?

—Sí, sí. Pero tengo que trabajar mucho en ella. Todavía hay tiempo. No importa. Tengo mucha parte de mi vida escrita, mi biografía, y sigo recogiendo momentos, anécdotas para dejarle todo eso a Venezuela

—¿Y hay planes para un nuevo disco?

—Estoy en contacto para el envío de nuevas canciones, y tengo otras por ahí. Hay un tema inédito que Armando Mazanero hizo para mí.

—Hay que grabarlo

—Sí, y las canciones mías que no han salido.

—Y con todo este tema de la diáspora, ¿ha sido difícil conseguir músicos que lo acompañen?

—Yo tenía mi conjunto, pero a veces por cuestiones económicas, me han ofrecido músicos de los lugares a los que voy.  Entonces, a cada lugar que voy, los músicos que hay saben mis canciones. Así he podido cantar. Pero siempre mi conjunto era primordial.

—¿Algún mensaje para culminar la entrevista?

—Doy la gracias por mantener al público informado sobre mis inquietudes, lo que estoy haciendo y los cuentos de mi pasado. Los sigo queriendo y doy gracias infinitas por el amor que me han brindado, ese amor que no termina y que llevo conmigo. Doy gracias a Dios y a la virgen porque Venezuela me sigue queriendo. 

Gualberto Ibarreto
Cortesía de Elena Ibarreto
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