• La ley argentina ofrece facilidades para obtener la residencia y muchos venezolanos triunfan con distintos tipos de emprendimientos o en su desempeño profesional, pero la crisis económica y los estragos del covid-19 llevaron a otros a tomar la decisión de regresar a su tierra natal

Acostumbrada a recibir inmigrantes desde 1880 prácticamente sin restricciones hasta hoy en día, Argentina es uno de los países que abrió ―y mantiene abiertas― sus puertas a miles de venezolanos que han viajado a estas tierras en búsqueda de cumplir sueños, plasmar proyectos, gozar de oportunidades. Quizá por no exigir visa para entrar ni quedarse a vivir, o por costumbres como el fútbol y el asado, o su riqueza cultural, muchos encontraron en ella un nuevo hogar donde establecerse. Ocurre con médicos, cocineros y emprendedores, por nombrar algunos ejemplos. Pero también está la otra cara de la moneda, con algunos que decidieron, pasado un tiempo, regresar a Venezuela.

Con una crisis que arrastra desde hace años y que se agravó con la pandemia de covid-19, el país de Diego Maradona y Gustavo Cerati cerró 2021 con una inflación de 50,9%, la segunda más elevada de la región, solo superada por Venezuela. A esos números rojos se suma una pobreza que afecta al 40,6% de la población, o lo que es lo mismo, unas 18 millones de personas en un país que ronda los 45 millones de habitantes. Todos estos datos cuentan con el aval oficial del Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec).

Y 2022 arrancó con otro agravante: en la última semana de enero, al momento de escribirse este trabajo periodístico, el dólar paralelo batió récords históricos al venderse por encima de los 220 pesos.

La combinación de todos estos factores, más las ganas de reencontrarse con su familia y la nostalgia por su lugar de origen, empujó a más de un venezolano a volver a su país. Es el caso de Kenny Oropeza, de 34 años de edad, que llegó a Buenos Aires en abril de 2017 con el objetivo de independizarse y brindar, aun a distancia, apoyo para sus padres que se quedaron en su casa de toda la vida en Los Teques, capital del estado Miranda.

Me fui por la crisis económica y la escasez. Quería ayudar a mi familia y durante los primeros dos años lo logré, pero desde 2019 en adelante la vida se puso muy costosa”, contó Oropeza para El Diario.

Para subsistir probó suerte en distintos rubros, como la gastronomía y en un call center. También experimentó con un programa de radio el cual, admite, le sirvió como “válvula de escape” para lidiar con los cambios que conlleva convertirse en migrante, sobre todo cuando se está solo.

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Poco antes de 2020 comenzó a cavilar sobre mudarse a Chile o Uruguay, pero la irrupción del coronavirus y el cierre de fronteras en casi todos los países del mundo, en un inicio, retrasó sus planes, que luego se modificaron con la vista puesta en Venezuela.

Al igual que él, otros compatriotas contemplaban la misma posibilidad, pero sin vuelos directos ni oportunidad de costearse un pasaje, intentaron canalizar un vuelo humanitario. En enero de 2021 el grupo reunía a 80 personas, y para julio superaba las 400, distribuidas entre distintas provincias, no solo en la Ciudad de Buenos Aires.

Oropeza pudo regresar a Venezuela, con el apoyo de sus familiares y amigos, en noviembre de 2021. “El pasaje era muy costoso y no disponía de los medios económicos para regresar”, reconoció.

Por circunstancias similares, Natalia Chanchamire, de 29 años de edad, puso punto final a su estadía en Argentina en diciembre de 2019.   Viajó acompañada de su hermana en 2018. Juntas, se instalaron en la ciudad de La Plata, capital de la provincia de Buenos Aires, que es la más extensa y poblada del país.

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Su anhelo era trabajar para reunificarse con sus padres y otra hermana, que se quedaron en Venezuela. Consiguió trabajo en una tienda, donde tuvo roces con la encargada. Sin embargo, trató de adaptarse, pero al igual que Kenny, tuvo que enfrentar una economía que le  impedía desarrollarse.

El dinero no me alcanzaba como esperaba. Se me iba todo en pagar y pagar. Quizá hubo desespero de mi parte o me faltó paciencia para entender que en los primeros años iba a ser así”, analizó Chanchamire en retrospectiva para El Diario.

En paz con Argentina… y con Venezuela

Con experiencias en ciudades diferentes de Argentina y ahora de vuelta en sus hogares ―Kenny cambió la Ciudad de Buenos Aires por Los Teques, Natalia a La Plata por Puerto La Cruz, en el estado Anzoátegui―, no se conocen entre sí, pero en sus lecturas sobre su estadía en el extranjero pueden hallarse varias coincidencias.

Ambos atesoran buenos recuerdos. De la ciudad, de la gente, del estilo de vida. No guardan, pese a sus reveces, un sabor amargo.

“Me encantó, quedé enamorada de Argentina. Su gente fue maravillosa, nos recibieron con los brazos abiertos. Fue una experiencia muy linda. Me dejó muchos aprendizajes”, describe Chanchamire.  

Volvieron a Venezuela luego de vivir en Argentina: ¿Cuál fue su experiencia?

Oropeza apela a sus vivencias. De lo que puede lograrse con trabajo y esfuerzo para surgir independientemente de dónde se esté. Y de la radio, que ahora aspira retomar en formato de podcast vinculado con la escena artística.  Quiere darle continuidad.

En el plano emocional, cuando se ha estado tan lejos, reconectarse no se ve como un paso atrás. Al contrario, sirve de impulso para lo que viene.

“Volver me trajo mucha paz, es una sensación única. Hubo gente que me preguntaba si estaba loca o tirando mi futuro por quedarme en Venezuela; sí, colapso cuando me toca hacer cola por la gasolina, pero no saben cómo me calmo cuando recorro el Paseo Colón o me voy a las playas, a veces a las de Sucre. Conocer el país, juntarse con la gente, es algo que no tiene precio”, se sincera Natalia, tras su reencuentro con el Caribe.

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Kenny, por su parte, halló regocijo en quienes lo rodean, luego de casi cinco años en los que le tocó lidiar con la soledad.

“Disfruto mucho a mis papás. Y con mis amigos que están muy contentos de volver a verme. Siento mucha paz interna de estar en mi lugar, con mi gente, con mi cultura, en mi casa”, coincide.

¿Cómo ven Venezuela los que regresaron?

Para que emigraran, además de la crisis económica, fue clave la escasez de productos básicos. Precisamente la comida y productos de uso cotidiano, con todo y sus precios dolarizados, incluso abarrotan los pasillos de las tiendas. Cómo hacer para poder pagarlos, sostienen, es el nuevo desafío.  

“La escasez tenía a mucha gente agobiada, maltratada. Hoy ya no hay. No sé en qué momento cambió eso. Creo que fue por los dólares. Se ve mucho dinero inyectado en la calle. Y gente que busca innovar, salir adelante. Muchos de los que se quedaron intentan hacer país independientemente del gobierno”, señaló Oropeza.

A Oropeza no le ha resultado sencillo encontrar un trabajo formal que le garantice un ingreso fijo. Sigue en la búsqueda. Mientras tanto, vende algunos productos en su casa, al estilo de una pequeña bodega. Aspira a poder reunir dinero para mudarse a Caracas, donde le gustaría instalarse.

Son casi 200.000

u003c!u002du002d wp:paragraph u002du002du003enu003cpu003eAproximadamente 170.000 venezolanos viven en Argentina según la Dirección Nacional de Migraciones. El número no paró de crecer exponencialmente desde 2016 en adelante, aunque el total es menor al de países como Chile y Ecuador. u003c/pu003enu003c!u002du002d /wp:paragraph u002du002du003e

Lejos de la capital, en Puerto La Cruz, Chanchamire describe la existencia de dos realidades que confluyen: la de quienes abarrotan los centros comerciales los fines de semana, se sientan en restaurantes y pasean con aparente normalidad, y los que hurgan en la basura para buscar comida.

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“Hay mucho dinero que no se sabe de dónde proviene. Parece la Venezuela de 2012. Está la burbuja de Lechería, con locales nocturnos llenos, pero hay hospitales en los que hay que llevar de todo para que te atiendan, o lugares con niños que piden en la calle”, contrapuso.

No olvida, por ejemplo, que en Argentina, con un sistema sanitario público, podía atenderse. Incluso más de un conocido pudo operarse sin inconvenientes.

En el presente, Natalia trabaja en una importadora que surgió como emprendimiento. Cree que la situación, cuando se tiene alguna manera de generar ingresos, mejoró en algunos aspectos

“Pienso que no se está arreglando. Es mentira cuando dicen que todo está perfecto y es injusto mentirle a los que están afuera con eso de que en Venezuela alcanza la plata”, alertó Natalia.

Pero, a su vez, reconoció: “Tampoco estamos como antes, cuando a mucha gente nos tocó comer sardinas y maíz”.

Sin prejuicios por volver

Más de seis millones de venezolanos se encuentran fuera de su país según estimaciones de la Agencia de Naciones Unidas para los refugiados (Acnur) en diciembre de 2021, cuando estipulaban que aproximadamente mil personas salen diariamente del territorio sin intenciones de regresar.

A la resolución del conflicto político o la crisis económica se suma el reto del reencuentro social entre los que se fueron, los que se quedaron y los que regresaron.

“Muchos venezolanos salieron con tristeza, algunos incluso con odio. Hoy algunos juzgan a los que están acá por lo que compran o porque viajan. Y hay gente que trabaja y se esfuerza y se siente triste porque les hablen así. Pero al final somos un solo país, no dos, porque todos somos venezolanos”, concluyó Oropeza.

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