• El equipo de El Diario conversó con Kleiber Zambrano, un artista plástico que incursionó en el tallado de madera y cuyo anhelo es abrir su propio taller para exhibir su arte

Kleiber Zambrano es un escultor venezolano, tachirense, de 39 años de edad, quien que ha dedicado casi tres décadas de su vida al arte plástico. Se interesó por ese mundo cuando era todavía un niño, inspirado por sus abuelos maternos, quienes eran artesanos. Desde entonces sus manos han sido su herramienta de trabajo y le han permitido crear piezas de gran magnitud como la figura del doctor José Gregorio Hernández, que acompaña a la reliquia del “médico de los pobres”, ubicada en el santuario del Hospital del Seguro Social en San Cristóbal, estado Táchira.

La posibilidad de crear esa obra surgió en el año 2021 debido a que, tiempo atrás, Kleiber había hecho una pieza de menor magnitud (aproximadamente 60 x 30 centímetros) por encargo de una clienta. Por medio de ella, un sacerdote y el obispo de la entidad, monseñor Mario Moronta, la vieron, les gustó y se interesaron en que él la replicara pero en mayor medida (unos 2,40 x 1,20 metros) y así fue. 

Para Zambrano esa ha sido una de sus obras más emblemáticas desde que talla en madera. Por lo que representa a nivel religioso la figura del doctor José Gregorio Hernández y por el trabajo minucioso que llevó una creación de tal dimensión. 

José Gregorio Hernández tallado en madera
Foto cortesía

“Yo me encargué de toda la figura del doctor y el fondo más el marco donde se fijó se hizo en el taller del maestro Juan Villamizar junto con otro cultor (…) Él (Juan) fue quien me prestó mis primeras herramientas, me guió, me ayudó y estoy muy agradecido por eso”, dijo Kleiber en exclusiva para El Diario.

Él comenzó a tallar en madera en 2017. Fue un proceso de ensayo, error y práctica constante pues su fuerte, hasta ese momento, era el modelado en arcilla, el dibujo y la pintura, actividades que también aprendió empíricamente; nunca asistió a una escuela de artes pero su sed por mejorar y evolucionar en ese campo le permitió convertirse en un artista con talento invaluable.

“Desde niño mi juguete era la arcilla y desde ahí comencé a aprender del modelado, proporciones, volúmenes y ya más grande me dediqué al dibujo y al muralismo”, explicó. 

“Mantengo a mi familia o compro herramientas”

Hace algunos años Kleiber tuvo una tienda de artesanías en Capacho Nuevo, municipio Independencia (Táchira), donde exhibía sus piezas y las de otros artesanos de la zona; sin embargo, debido al alto costo de los materiales, el alquiler y sus gastos familiares se le imposibilitó mantener el local por más tiempo, así que decidió cerrarlo y seguir trabajando desde su hogar.

Ese episodio de su vida lo afectó. Cuando creía que estaba evolucionando a nivel profesional y que tener una tienda física podría ser sinónimo de cierta estabilidad económica, se avecinó un obstáculo que no pudo sortear y se sintió “abatido y devastado”. 

No obstante, su fuerza de voluntad y tenacidad frente a las adversidades le permitieron continuar adelante pese a las limitaciones financieras.

“Cuando se cae un proyecto no hay de otra que tratar de levantarse. No podemos quedarnos dormidos en el aparato”, enfatizó Zambrano.

Según recuerda, los años 2016 y 2017 fueron difíciles debido a la crisis económica que atravesaba el país. Su esposa es educadora y su salario mensual es casi inexistente; y su hija mayor salió de Venezuela en busca de mejores oportunidades.

Conseguir clientes que compraran sus piezas tampoco era tarea sencilla y eso lo obligó a contemplar la posibilidad de emigrar o dedicarse a otra actividad laboral que le garantizara un ingreso más estable para mantener a su esposa e hijas.

“En ese entonces vendía muy poco (…) migrar también era difícil para mí, me costaba mucho sopesar esa opción”, recordó.

De hecho, en el año 2021 viajó a Boyacá, Colombia, con la finalidad de tantear el panorama y ver qué tan factible resultaría irse a ese país, pero se dio cuenta que desarrollar su trabajo allá sería complicado porque el costo de los materiales que requiere eran incluso más elevados que en Venezuela. Aunque no se quedó, sí aprovechó su estadía para promocionar su arte y conseguir nuevos clientes y funcionó. 

“En estos momentos vivo únicamente de la talla de madera (…), he querido incursionar en la piedra pero todavía no. El trabajo en arcilla también lo tengo en pausa en estos momentos”, indicó Kleiber.

Para él la talla es rentable hasta cierto punto. Si bien le genera ingresos estos son destinados a gastos del hogar. De momento no ha podido comprar sus propias herramientas y la posibilidad de abrir un taller para trabajar más cómodamente a veces se vuelve un espejismo. 

“Uno trata de dar precios accesibles, comerciales pero ha sido muy difícil. O hago mercado o compro herramientas y me toca quedarme con la primera opción porque no hay de otra”, puntualizó.

Tallado en madera
Foto cortesía

La pieza más compleja

Kleiber ha elaborado numerosas obras desde que trabaja con la talla en madera. Desde cuadros de paisajes para decorar un espacio, pasando por avisos externos para locales comerciales, hasta imágenes religiosas de diferentes formas y tamaños; sin embargo, hay una que particularmente le ha exigido al máximo para lograr un acabado impecable: la escultura de Cristo.

Ha sido un proceso muy lento porque cada día me exijo más en el trabajo de las piezas, yo pienso mucho en que la calidad es más importante que la cantidad. Prefiero una pieza de buenas proporciones, que la gente vea y sienta que está comprando algo que no va a encontrar tan fácilmente”, precisó Zambrano.

En cuanto a los pasos para elaborar el Cristo asegura que primero hizo un dibujo, tomó las medidas y de ahí pasó a devastar, poco a poco, la madera para ir dando la forma que necesitaba lograr. Ese procedimiento también aplica para tallar otras figuras. No obstante, explicó que los académicos siguen pasos distintos. 

“Hacen una matriz en arcilla y la llevan al yeso porque la arcilla al secar se cuartea y se daña la pieza. Una vez en el yeso se saca la medida para tallar en madera”, expuso.

Actualmente trabaja en esa escultura de Cristo, en un cuadro del arcángel Gabriel que le pidieron desde Colombia y también en una línea de imágenes religiosas pequeñas que comprenden un total de 17 piezas, entre ellas San Judas Tadeo, el Divino Niño, José Gregorio Hernández y más. El objetivo de estas últimas es que tengan fácil comercialización al ser menos complejas.

Enseñar y aprender: dos factores importantes

Años atrás tuvo la posibilidad de impartir talleres de dibujo y arcilla en comunidades y escuelas de Capacho Viejo, municipio Libertad. Es una faceta que disfruta y aprecia cuando otros se interesan en aprender de él, así que les enseña sin esperar una remuneración económica a cambio. 

“Siempre digo que nadie me cobró por enseñarme y yo tampoco lo hago. Van a conseguir en mí alguien que les pasará humildemente sus conocimientos”.

Ha querido dictar un curso de tallado en madera, pero de momento esa idea está en pausa porque no cuenta con las herramientas necesarias. Otro proyecto que –al menos por ahora- no vislumbra es la idea de estudiar arte como carrera universitaria.

Artista plástico táchira
Foto cortesía

“A cualquier cultor le gustaría profundizar más y tener el título en artes pero no es mi caso; tendría que irme a Caracas, dejar a mi familia y todo implica un gasto importante”, precisó.

Por ahora, Kleiber está enfocado en estabilizar su negocio y abrir el taller que tanto desea. Su hija menor tiene 13 años de edad y está incursionando en el mundo del arte plástico, aspecto que lo motiva a querer iniciar una empresa familiar para que el legado se mantenga a largo plazo.

“Si vendo mis productos se consolida el proyecto, si no, pues lamentablemente tendré que migrar a otra actividad. Por ahora están saliendo clientes y tengo la ilusión de viajar a otras ciudades para exhibir mi trabajo”, añadió Zambrano.

Las redes sociales también son una tarea pendiente. No maneja cuenta en Instagram, Twitter o Facebook, pero planea abrir una pronto para compartir fotografías de sus creaciones y llegar a más personas que se interesen en comprar.

Kleiber asegura que todavía tiene un largo camino por recorrer. Es entregado a su trabajo y se exige para dar lo mejor de sí en cada obra que elabora, con la plena convicción de lograr sus metas pese a los obstáculos que se le han presentado en el camino.

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