• Luis sufrió en 2010 un accidente que lo dejó tetrapléjico, pero lejos de rendirse decidió buscar, a través del dibujo, una alternativa para generar ingresos y ayudar a su familia  

El 17 de julio de 2010, tras un movimiento brusco al lanzarse de clavado en un río de Higuerote, estado Miranda, Luis Zorrilla se fracturó la vértebra C5 y como consecuencia de ello, perdió la movilidad del cuello hacia abajo. Solo mueve los hombros y flexiona el codo derecho, aunque sin control de la muñeca ni de los dedos.

Ese incidente le dio un giro completo a su vida. Realizar actividades que -hasta entonces- eran cotidianas para él, como jugar baloncesto o dibujar, ya no era posible. Eso lo afligió. No tenía ánimos de rehacer su vida o plantarle cara a las adversidades. Al contrario, durante los ocho años siguientes sus días y noches se redujeron a las cuatro paredes de su habitación en Petare, el barrio más grande de Caracas.

Tiempo después se dio cuenta de que no podía seguir así, que ocupar su tiempo viendo televisión o durmiendo no era bueno para él y decidió retomar el dibujo como una vía de escape para drenar sus emociones. 

“El dibujo me cambió la vida (…) como yo no puedo afincar mucho el lápiz se me quitaban las ganas de seguir, pero mi familia me motivaba y eso me dio mucho ánimo”, dijo Luis en exclusiva para El Diario

“Yo me fracturé solo”

La historia de Luis, un joven tetrapléjico que le sonríe a la vida a través de sus dibujos

Luis recordó que al lanzarse al río, sin saber la profundidad del mismo, prefirió levantar violentamente la cabeza antes que golpearse con el fondo rocoso, sin embargo, fue justamente ese reflejo para evitar el impacto lo que terminó afectando su movilidad de por vida. 

“Como varios familiares ya estaban dentro del río yo me confié y me tiré un clavado pero sucede que yo mido 1,92 metros y no me di cuenta de que no era tan hondo así que subí rápido la cabeza para no pegarme y quedé inmóvil flotando boca abajo”, recordó.

Tras lanzarse solo movía el cuello de lado a lado e intentaba aguantar la respiración. Algunos allegados estaban cerca pero creyeron que Luis estaba jugando, hasta que, pasado un tiempo, se dieron cuenta que no se trataba de una broma y acudieron a auxiliarlo. 

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Él recuerda todo con claridad. Su familia lo llevó a un Centro de Diagnóstico Integral (CDI) ubicado en Barlovento, estado Miranda, allí lo estabilizaron y lo remitieron a una clínica en Caracas. Al día siguiente, 18 de julio de 2010, lo intervinieron quirúrgicamente para colocarle una lámina de titanio en la cervical. 

“Los doctores decían que iba a quedar toda la vida postrado en cama, después se quedaron locos cuando fui a los dos meses a revisión y me vieron sentado en una silla” contó Zorrilla.

A partir de allí vino el proceso de recuperación. Recibía terapias en un centro de rehabilitación ubicado cerca de su residencia, fue a sesiones de cámara hiperbárica para llevar oxígeno a los tejidos centrales y periféricos de su cuerpo e incluso le inyectaron células madres. Durante un tiempo esos tratamientos los cubrió la empresa para la que Luis trabajaba en la época que tuvo el accidente, pero cuando lo pensionaron por incapacidad permanente debió costearlos de su propio bolsillo.

También vivió durante un año y medio aproximadamente en Ocumare de la Costa, estado Aragua, dado que en esa zona del país recibía terapias gratuitas, aunque debía cubrir los gastos de hospedaje y alimentación. 

Actualmente Luis no recibe ningún tipo de tratamiento. Regresó a Petare y alega que vivir en una zona muy alta de ese barrio es el principal inconveniente. 

“Bajarme todos los días en silla de ruedas es un poco cansón para mis hermanos y llegó un momento en que ellos no podían, por el trabajo u otros factores”.

El dibujo, una vía de escape

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Desde muy pequeño Luis estuvo interesado en el dibujo, le gustaba recrear imágenes y tenía soltura para ello. Su aprendizaje ha sido plenamente autodidacta y si bien tuvo la intención de ingresar a una escuela de arte en algún momento, su anhelo se esfumó al no contar con los recursos económicos para pagar la inscripción y mensualidades de la misma. Pero eso no lo detuvo ni impidió que siguiera aprendiendo y mejorando su técnica.

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“Siempre fui muy bueno en dibujo técnico o artes plásticas en la escuela y también cuando tenía que hacer una lámina sobresalía por mi talento”, señaló Luis. 

Tras el accidente, olvidó el dibujo por mucho tiempo, tanto que creyó que no podría hacerlo nunca más. Pero hace dos años se llenó de valentía y tomó un lápiz luego de una larga pausa. 

“Estaba en la cama, agarré un lápiz y empecé a dibujar después de tanto tiempo sin siquiera mover los dedos”, relató Zorrilla.

Poco a poco se fue cargando de confianza y motivación. Compartía sus dibujos en sus cuentas de Twitter e Instagram (@luislapizart) y el apoyo de la gente no se hizo esperar. Fue tal el alcance y receptividad de su arte que comenzaron a encargarle ilustraciones y algunas han sido enviadas a Estados Unidos y Colombia.

Al principio temía no encajar en el mundo artístico por ser autodidacta y no venir de una formación académica, pero ocurrió todo lo contrario. Varios ilustradores reconocidos en el país, como Fernando Pinilla, lo han respaldado y aconsejado durante este tiempo, incluso se asombran de ver su talento pese a la discapacidad y lo invitan a incursionar con otros métodos y materiales pero el costo elevado de los mismos obligan a Luis a mantener en pausa esas ideas.

La historia de Luis, un joven tetrapléjico que le sonríe a la vida a través de sus dibujos

“En una oportunidad hice una pintura en lienzo con acrílico porque una tienda de arte en Caracas me donó los materiales, también he hecho trabajos en bolígrafo y en lápiz de grafito que es lo más asequible para mí”, dijo.

Un trabajo de lunes a sábado 

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Zorrilla se toma muy en serio su rol como artista. A tal punto que dibuja de lunes a sábados y solo se permite descansar los domingos, a fin de tener un ritmo constante para cumplir con el tiempo de entrega de cada obra. 

“Normalmente comienzo a mediodía y dibujo unas tres horas sin parar, descanso, duermo un ratico y sigo otra vez dos horas más. Lo hago así porque la mano se me cansa mucho”, precisó.

Sus hijas, hermanos o algún vecino que esté cerca lo ayudan a voltearse de la cama para comenzar la jornada. La mano que usa para dibujar es la derecha, por ende, debe acostarse hacia ese lado. 

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En cuanto al tiempo empleado, dibujando a una sola persona puede demorar una semana más o menos y el costo varía entre 15 y 18 dólares; mientras que dibujando a dos personas se tarde de semana y media a dos semanas y el precio promedio es entre 30 y 32 dólares. 

“Gracias a Dios comencé a percibir dinero aunque no es tanto porque me tardo en cada dibujo por mis limitaciones físicas, pero es una bendición volver a dibujar y lo tomé muy en serio, incluso puedo decir que dibujo mucho mejor que doce años atrás”, aseveró.

Afirma que algunos clientes le pagan el doble o el triple de lo que cuesta un dibujo porque aprecian su esfuerzo y su talento. 

Ese ingreso lo destina para apoyar con los gastos de alimentación en su hogar o ayudar a sus hijas en cualquier cosa que necesiten para sus estudios de bachillerato y, de vez en cuando, si le queda algo de dinero lo usa para comprar algunos materiales de dibujo.

Terapias a un costado 

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Luis debería asistir a terapia permanentemente para evitar que sus músculos se atrofien pero la situación económica hace que lo vea como un lujo y no una necesidad inmediata.

“Es realmente muy difícil porque lo que gano con cada dibujito no me alcanza para cubrir esos gastos y mi otra entrada es la pensión y no me ayuda en nada”, contó. 

Por suerte, sus hermanos le colaboran cada cierto tiempo con alimentos o pañales y un laboratorio médico le suministra el tratamiento que necesita para las escaras que tiene en los glúteos y le hace seguimiento a la evolución de dicha patología.

“Eso es algo que me ha dejado más en cama (las escaras) porque es doloroso, sino yo me sentaría más seguido porque hasta ejercicio hacía en mi casa moviendo los brazos con poleas”, puntualizó Luis.

Respecto a ayudas provenientes de entes gubernamentales, asegura que nunca las ha recibido. Así que se las ingenia con los pequeños o medianos aportes que obtiene de familiares y clientes.

“Quería ser profesor de Educación Física”

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A los 14 años de edad Luis comenzó a jugar baloncesto. Al principio lo practicaba como un pasatiempo pero luego decidió tomárselo en serio, sin embargo, admite que empezó muy tarde y llegar a nivel profesional era muy complicado en aquel entonces.

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“Estuve en buenos equipos y compartí con jugadores que sí llegaron a profesionales, pero eso no me afligió. Igual disfrutaba jugar y repartía mi pasión entre el dibujo y el baloncesto”, indicó Luis.

Gracias a ese deporte entró becado al Colegio Universitario de Caracas para estudiar Administración de Empresas, y aunque no era precisamente lo que le gustaba fue la carrera que le asignaron. Estudió hasta segundo semestre y se retiró.

“Luego volví a estudiar, pero Educación Física en la Universidad Pedagógica de Miranda, eso sí era lo que me gustaba, estaba muy enfocado”. 

Había pasado al tercer semestre cuando sufrió el accidente en el río y se vio obligado a paralizar sus estudios. Soñaba con ser profesor de educación física y especializarse en el baloncesto pero no fue posible. 

La historia de Luis, un joven tetrapléjico que le sonríe a la vida a través de sus dibujos

Si bien sus metas no se cumplieron tal como lo soñaba, ha logrado inspirar a cientos de personas gracias a sus ansias de superación y talento innato. Luis se siente feliz con el don que Dios le regaló y sus sueños en estos momentos están enfocados en mejorar cada día para perfeccionar su técnica del realismo y que más personas, de todo el mundo, conozcan su arte.

Recientemente, la actriz mexicana María Antonieta de las Nieves, mejor conocida por su papel de “La Chilindrina” en la serie El Chavo del 8, publicó en su cuenta de Instagram un dibujo que Luis le hizo hace algún tiempo y eso lo llenó de felicidad.

“Nada es imposible, con amor, paciencia y esfuerzo se logra lo que uno quiere”, dijo sin dudarlo.

Dibujar es su mejor terapia, lo mantiene activo y ocupado constantemente, además le ha regalado infinidad de alegrías, el afecto de miles de personas que, a diario, se deleitan con su talento a través de las redes sociales y la oportunidad de darle un nuevo sentido a su vida luego del suceso que le marcó un antes y un después.

La historia de Luis, un joven tetrapléjico que le sonríe a la vida a través de sus dibujos
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