• De cara a las elecciones presidenciales de Colombia del próximo 29 de mayo, El Diario conversó con dos expertos para analizar a los principales candidatos. En esta entrega, analizan las opciones del abanderado del centro, en un panorama que parece reeditar una lucha entre la izquierda y la derecha. Foto principal: Mauricio Álvaro Lozada

Sergio Fajardo sube a la tarima con una tímida sonrisa. La expresividad no es lo suyo, como él mismo reconoce, pero esta vez el motivo parece ser otro. “¡Presidente, presidente!”, corea la presentadora, tratando de animar el alicaído ambiente en un centro de campaña en Bogotá. A pesar de los intentos por levantar los ánimos y de la naturaleza del mitin, el evento dista de ser una fiesta. Es 13 de marzo, y aunque Fajardo acaba de ser electo como el abanderado del centro político para las elecciones presidenciales de Colombia del 29 de mayo, el panorama general reedita los fantasmas de 2018, cuando también fue candidato presidencial: la carrera final hacia la Casa de Nariño será entre la izquierda y la derecha.

Los números que llegaban, y que finalmente se confirmaron, no pudieron ser peores para Fajardo y el centro. Para el primero, porque apenas sacó menos votos que Francia Márquez, la segunda del Pacto Histórico, la coalición que encabeza Gustavo Petro; y para los segundos, porque lograron poco más de dos millones de votos, muy lejos de los 5 millones de la izquierda y de los 4 millones del Equipo por Colombia, de la derecha.

Los resultados plantean, como en 2018, un escenario para Colombia que deberá elegir entre la izquierda, representada por Petro; y la derecha, ahora liderada por Federico “Fico” Gutiérrez, a quien en medios de las ansias por recortar voto, Fajardo define como el continuismo del presidente Iván Duque. Pero, ¿a qué se debe la debacle electoral de Fajardo y del centro político colombiano en la consulta del 13 de marzo? ¿Podrá revertir el centro una carrera que parece cuesta arriba y romper con la llamada polarización política en Colombia?

Coalición –sin– Esperanza

Fajardo subió a la tarima acompañado de quienes hasta ese momento eran sus rivales de coalición: Juan Manuel Galán, Carlos Amaya, Alejandro Gaviria y Jorge Robledo, además del exaspirante Juan Fernado Cristo y Humberto de la Calle, uno de las voces autorizadas del centro político colombiano. Aunque la imagen simbolizó la unión alrededor de la candidatura de Fajardo, paradójicamente fue la misma coalición la que torpedeó sus aspiraciones a liderar la política colombiana.

Durante varios meses, los candidatos de la coalición se enzarzaron en discusiones sobre quién era más limpio o quién era más independiente. Y aunque la mayoría no tuvo a Fajardo como protagonista, el exgobernador de Antioquia tampoco fue capaz de recomponer el centro y la cordura a pesar de ser la voz con más peso dentro del grupo.

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“El centro no estaba tan bien coordinado, tan bien cohesionado, y se notó mucho en la campaña de la consulta. Había muchas tensiones internas en la coalición”, dijo para El Diario Yann Basset, director del grupo de Estudios de la Democracia de la Facultad de Estudios Internacionales, Políticos y Urbanos de la Universidad del Rosario. A su juicio, eso minó la credibilidad de la coalición y, en consecuencia, la de Fajardo.

Sergio Fajardo, en el centro de la polarización de Colombia
La Coalición Centro Esperanza se dividió en poco tiempo desde su conformación. Foto: Guillermo Torres.

Una de las artífices de las fracturas fue Ingrid Betancourt, quien paradójicamente había llegado desde Francia, donde vivía, para recomponer el centro y hacer de unificadora en la coalición, sin avisar ni consultar presentó su candidatura a la presidencia. En su debut en un debate presidencial, acusó a Alejandro Gaviria de clientelista. El exrector de la Universidad de Los Andes, quien había coqueteado con el Partido Liberal y formado alianzas con políticos tradicionales, respondió: “Lo suyo es hipocresía y oportunismo”. La Coalición Centro Esperanza, que presumía de llegar para hacer política diferente y sin odio, se rompía desde adentro. Fajardo, nuevamente, eligió el tono conciliador al carácter para zanjar la crisis. “Los necesitamos”, dijo sobre Gaviria y Betancourt.

“La Coalición de la esperanza fue dinamitada por dentro, en particular por Ingrid (Betancourt) y las peleas que se dieron a raíz de sus decisiones”, comentó para El Diario César Caballero, politólogo colombiano y gerente de la empresa encuestadora Cifras y Conceptos. “Eso además ha impedido entender en qué consiste su apuesta de cambio y su promesa al país. Hoy debe concentrarse en eso y en reconstruir su coalición”.

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La noche electoral del 13 de marzo, el propio Fajardo reconoció los problemas internos: “Nosotros como coalición hemos cometido errores. Pero esa es una etapa superada”, prometió. “A partir de ahora como coalición estamos unidos y vamos a reunir a toda Colombia”.

El camino de la remontada

Pasada la página de la consulta, Fajardo se ha centrado en darle nuevos aires a su candidatura. Lo hace, eso sí, sabiendo que parte con desventaja. Este 29 de marzo el abanderado del centro empezó su campaña en Antioquia con el lema “Arranca la remontada”. Una remontada que quiso empezar el 17 de marzo, cuando anunció al exministro de Ambiente, Luis Gilberto Murillo, como su candidato a vicepresidente. En Colombia, un país tan diverso y multicultural, las fórmulas vicepresidenciales son claves para captar los votos que el candidato a presidente no puede o se le hace más cuesta arriba.

Exalcalde de Medellín.
Sergio Fajardo (d), junto a su fórmula, el exministro de Ambiente Luis Gilberto Murillo (i), habla durante la inscripción de su candidatura presidencial en la Registraduría, en Bogotá (Colombia) | Foto: EFE

En el caso de Murillo, le aporta a Fajardo un nuevo componente regional y étnico. Afrodescendiente, es oriundo de un pequeño pueblo en el departamento del Chocó, el más pobre de Colombia, y del que fue gobernador durante dos periodos. En la presentación de Murillo como su fórmula a vicepresidente, Fajardo destacó la necesidad del desarrollo de un país en el que las regiones “no se ven desde el centro”, así como la necesidad de incluir “con dignidad” a los grupos que no han tenido voz.

“En esencia significa un tema de inclusión y una persona que está preparada para gobernar el país”, opina Caballero sobre la unión con Murillo. No obstante, considera: “No creo que le sume muchos votos”.

La candidatura de Murillo, sin embargo, podría simbolizar otro tipo de exclusión: el de las mujeres. Durante la campaña fue una de las principales críticas que le hicieron a la Coalición Centro Esperanza, al tener solo hombres como candidatos, salvo cuando se unió sorpresivamente Ingrid Betancourt. Por si fuera poco, en ese aspecto también saca ventaja Gustavo Petro, quien eligió a la líder ambientalista y afrodescendiente Francia Márquez.

La “tibieza” del centro

Pero ni las discusiones de los demás candidatos ni las debilidades de su candidato presidencial son el principal problema para Fajardo. El candidato del centro arrastra sus propios fantasmas que lo persiguen desde 2018, cuando quedó a las puertas de la segunda vuelta electoral, al perder contra Iván Duque y Gustavo Petro. En esa elección, Fajardo anunció su voto en blanco. Desde entonces sus detractores le sacan en cara la definición de “tibio”, expresión que indica que no tomar posición por una cosa ni la otra.

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Así, para la izquierda colombiana, Fajardo sirve a los intereses de la derecha; mientras que para ese último sector, es un aliado de la izquierda. “A mí me dicen que soy de las FARC, que soy castrochavista, lo cual es falso”, dijo Fajardo a Carmen Aristegui en 2018. “Están buscando dividir el país. En la polarización se convierte en amigo y enemigo. No hay más”, agregó en ese momento, un discurso que mantiene en la actualidad, cuatro años después de aquella elección, casi calcado.

Sergio Fajardo, en el centro de la polarización de Colombia
Sergio Fajardo durante un debate en el año 2018. Foto: Luis Eduardo Noriega A./EPA, vía Shutterstock

A juicio de Caballero, la decisión de no apoyar ni a Duque ni a Petro en 2018 “le está pasando una fuerte factura y lo ha hecho en los últimos cuatro años”. Los datos de los sondeos puede que le den la razón. Mientras que en junio de 2018 la imagen de favorabilidad de Fajardo era de 67 %, según una encuesta de Invamer-Gallup, para febrero de 2022 esta se desplomó a 25 %. Y su desfavorabilidad subió, pasando de 13 % en junio de 2018, al 33 % en febrero de 2022.

Basset considera que la falta de apoyo de Fajardo actualmente no tiene que ver directamente con no haber apoyado a nadie en 2018. En cambio, cree que obedece a la falta de un discurso que irrumpa en el espacio político de Colombia, en un momento en el que los problemas de la sociedad arrecian tras las masivas manifestaciones de 2019, la pandemia de covid-19 o el alto índice de inflación (superó el 8 % en febrero de 2022).

“El discurso del centro, que consistió en destacar el peligro de los candidatos que retratan como extremistas, se ha visto como un discurso que en esta coyuntura, para esta Colombia, es muy difícil que cale”, dice el catedrático de la Universidad del Rosario. “Este discurso de rechazar los extremos porque sí y de tratar de ser razonable en todo, se vio un poco timorato y no muy a la altura de la situación grave que está atravesando el país”.

Esto ha ocasionado la paradoja de que un país que se define mayoritariamente de centro, apueste a los extremos por no ver credibilidad ni fuerza en el centro, comenta Basset.

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Gana la polarización

Aunque no tiene todo perdido, son varios factores que ponen muy cuesta arriba la remontada por la que apuesta Fajardo.  A pesar de los 2 millones de votos de la Coalición Centro Esperanza, nada garantiza que podrá mantenerlos para la primera vuelta del 29 de mayo. “Hay un movimiento centrífugo de que los votos del centro tienden a irse hacia la derecha o la izquierda, a través de un principio de voto útil que favorece a Gustavo Petro o Federico Gutiérrez. Es muy difícil para Fajardo luchar contra esta tendencia”, explica Basset.

Sergio Fajardo, en el centro de la polarización de Colombia
Federico Gutiérrez y Gustavo Petro durante un debate presidencial. Foto: Héctor Fabio Zamora / El Tiempo

Por otra parte, no ha tejido alianzas más allá del centro político, algo que sí han hecho sus rivales. En algo que representa también un duro golpe para Fajardo, Fico Gutiérrez anunció a Rodrigo Lara Sánchez, quien incursionó en la política en el año 2010, motivado precisamente por Fajardo. Asimismo, Fico tiene un apoyo prácticamente sin fisuras, aunque sin pactos oficiales, con el sector que representa el expresidente Álvaro Uribe. En el caso de Gustavo Petro, a pesar del rompimiento con el expresidente César Gaviria, el izquierdista ha tenido acercamientos con el tradicional Partido Liberal, que tiene la fama de movilizar millones de votos.

Esto no compensa que Fajardo tampoco tiene fama de agitador como con la izquierda y la derecha.

Ante este panorama, no es impensado que las tendencias de los sondeos, que apuntan a un cara a cara entre Petro y Fico, la izquierda y la derecha, se mantengan en una segunda vuelta electoral en el mes de junio. Y es allí cuando, ganando la polarización, los ojos de millones de colombianos volverán a mirar lo que haga Fajardo. Y quizás lo encuentren igual que siempre: en el centro de la polarización, sin apoyar a nadie. 

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