• El empresario y exalcalde de Bucaramanga competirá en la segunda vuelta tras una campaña en la que se apoyó en su lenguaje confrontativo y las redes sociales para ganarse a los sectores más descontentos del electorado. Sin embargo, también genera alarmas entre activistas por la ambigüedad de sus políticas migratorias y sus comentarios xenofóbicos contra los venezolanos

La primera vuelta de las elecciones presidenciales de Colombia resultó tener un giro inesperado. Más allá de Gustavo Petro, la polarización en los medios de comunicación parecía apuntar a una segunda vuelta con el candidato de la coalición Equipo por Colombia, Federico “Fico” Gutiérrez. Sin embargo, el resultado terminó por ser diferente, y el independiente Rodolfo Hernández Suárez se convirtió en el aspirante que competirá contra el Pacto Histórico por la presidencia el 19 de junio de 2022.

Si bien algunas encuestas vaticinaban el pase del empresario de 77 años de edad a la segunda vuelta presidencial, pocos lo veían como una realidad. Pero con 28,15 % de los votos, Hernández hundió las opciones del uribismo y la centroderecha en las urnas. Gane quien gane, el establishment político colombiano parece haber quedado fuera del próximo gobierno.

Parte de las razones por las que muchos subestimaron la campaña de Hernández fue por su carácter poco convencional. En lugar de Twitter, convirtió TikTok en su plataforma principal, donde compartía retos y videos de comedia burlándose de sí mismo o de sus contrincantes. También resaltó por el uso de un lenguaje más directo y coloquial, confrontando a los que considera como las élites corruptas del país. Su discurso informal también ha sido su talón de Aquiles, con comentarios desafortunados que en varios casos han generado risas en redes sociales, pero en otros también fuertes críticas.

Un ejemplo de ello han sido sus declaraciones sobre las migrantes venezolanas. “Ellas no costean nada, todo lo cubrimos nosotros y los partos que han tenido son como 400 al año, son una fábrica para hacer chinitos (niños) pobres”, declaró en 2019, cuando era alcalde de Bucaramanga. Esto le valió una fuerte respuesta de varios sectores que lo acusaron de ser desde misógino hasta xenófobo. Nunca se retractó por ello.

De la construcción a la política

Rodolfo Hernández, el candidato a la presidencia de Colombia que considera “limosneros” a los migrantes venezolanos
Foto: Cortesía Revista Semana

Rodolfo Hernández nació en 1945 en la población de Piedecuesta, en el Departamento de Santander. Proviene de una familia de campesinos y desde muy joven se instaló en la ciudad de Bucaramanga, en donde cursó sus estudios. En 1970 se graduó como ingeniero civil en la Universidad Nacional de Colombia, dedicándose posteriormente a diversos proyectos de construcción de viviendas.

En 1972 fundó su propia empresa, Constructora HG. Durante décadas se dedicó por completo al sector privado, con el desarrollo de complejos habitacionales, así como en la venta de terrenos. De acuerdo con el portal Infobae, su fortuna asciende a 100 millones de dólares. Lejos de la frase “ser rico es malo” de Hugo Chávez, Hérnandez no oculta en sus discursos el hecho de que es millonario. Por el contrario, asegura que por eso no le interesa adueñarse de ningún fondo público. Al estilo de otros candidatos como Javier Milei en Argentina, promete que donará su sueldo como presidente. “Yo no necesito plata porque esa ya la trabajé. Lo que quiero es devolverles a los colombianos un poco de lo que me han dado”, afirmó.

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Aunque niega haber sido favorecido por los partidos tradicionales en su carrera, lo cierto es que su empresa se vio beneficiada en cada periodo de gobiernos liberales. Incluso llegó a ocupar durante un año la dirección del Fondo Nacional de Caminos Vecinales en Santander. A solicitud de sus amigos en el Partido Liberal, se postuló en 1992 al Concejo Municipal de Piedecuesta. resultando electo. A pesar de sus constantes inasistencias logró repetir en el cargo; sin embargo, en 1995 la Procuraduría General de Colombia lo destituyó por irregularidades, luego de que su empresa firmara un convenio con la Alcaldía.

El portal colombiano La Silla Vacía, aunque se alejó de la vida pública, no lo hizo de la política. Mantuvo relaciones con el gobierno de Ernesto Samper (1994-1998), además de aumentar su influencia en Santander. En 2012 apoyó fuertemente la candidatura a la Alcaldía de Bucaramanga de Luis Francisco Bohórquez, e incluso llegó a financiar su campaña con 100 millones de pesos (unos 26.400 dólares). Como una suerte de poder en las sombras, Hérnandez fue muy activo en la gestión de Bohórquez, acompañándolo en sus eventos y supervisando el avance de las obras. Apenas un año después, ambos amigos se separaron por diferencias irreconciliables. Algunos apuntan a la negativa del liberal de nombrar al empresario como su sucesor.

Lo cierto es que Hernández igual se postuló a las elecciones en 2016 como independiente. Sería el comienzo de su rechazo hacia los partidos y las clases políticas tradicionales. Como alcalde, tuvo una buena percepción por parte de la ciudadanía, a pesar de no cumplir la mayoría de sus promesas de campaña. Por un lado, se enfocó en el desarrollo urbano y saldó el déficit fiscal; por el otro, la Procuraduría lo sancionó en tres oportunidades por irregularidades y su mal comportamiento, destacando el escándalo por la contratación de la compañía Vitalogic por la Empresa de Aseo de Bucaramanga, en el que se vio involucrado su hijo. Hérnandez renunció en 2019, luego de su tercera suspensión. 

No tan solidario

Estudios como la  Gran Encuesta Integrada de Hogares (GEIH) arrojan que actualmente hay más de 2,8 millones de migrantes venezolanos en Colombia. Una cifra que se mantiene en crecimiento y equivale a casi el 5,5 % de su población (51 millones de habitantes). Por ese motivo, el próximo gobierno de la Casa de Nariño tendrá la tarea de crear políticas que ayuden a ese sector de desplazados, la mayoría indocumentados y en situación de vulnerabilidad.

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En ese sentido, la campaña de Rodolfo Hernández ha sido una de las más ambiguas en cuánto a qué hacer con los venezolanos. El candidato ha dicho que tendrá una política “solidaria” con los migrantes, aunque anteponiendo siempre los intereses y necesidades de los colombianos. Más allá de ello, no anuncia ninguna acción en concreto ni se pronuncia ante medidas del actual gobierno de Iván Duque, como el Estatuto Temporal de Protección para Migrantes Venezolanos (ETPV).

A esta falta de interés en el tema migratorio se suman declaraciones hechas antes de su campaña, en los que ha emitido comentarios abiertamente xenofóbicos sin ningún recato. En 2017, mientras era alcalde de Bucaramanga, exigió a Migración Colombia controlar la entrada de venezolanos a su ciudad, afirmando que eran responsables de varios delitos en Bucaramanga. 

“Y se vinieron todos los limosneros de Venezuela para acá, y crece la prostitución y los desocupados, porque prácticamente somos lindero de frontera. Entonces ¿cómo hacemos? porque ¿plata de dónde sacamos? No podemos con los habitantes de calle de aquí y llegan los de Venezuela pues se pondrá a pedir limosna pues los factores de supervivencia yo no los puedo resolver”, declaró.

Lejos de retractarse, lo ratificó en 2019 cuando llamó a las mujeres venezolanas “fábricas para hacer chinitos pobres”. Incluso como candidato presidencial, no mostró arrepentimiento por sus palabras. Al ser confrontado por ese comentario en una entrevista, respondió: “Todo lo que digo es verdad”. Argumentó que la Alcaldía de Bucaramanga debió utilizar recursos de su presupuesto para dar atención médica a las venezolanas embarazadas, lo que, aseguró, afectó en el mantenimiento de servicios públicos para los locales.

Desentenderse del problema

El 30 de mayo de 2022, Hernández compartió en su cuenta de Twitter un hilo con 20 cosas que cambiaría de la Administración de Iván Duque. Allí confirmó que restablecerá las relaciones diplomáticas plenas con Venezuela. Estas se encuentran totalmente disueltas desde 2019.

“Las relaciones consulares hay que activarlas el mismo día porque los que están pagando las consecuencias de las peleas políticas son los tres millones de colombianos que viven en Venezuela. Ellos no tienen nada que ver con eso, hay que ayudarles para que puedan establecerse, regularizarse”, dijo en una ocasión.

Esto ya lo había adelantado en entrevistas anteriores. A pesar de ser identificado con la derecha, es un punto que comparte con Gustavo Petro. Sin embargo, su postura frente al régimen de Nicolás Maduro es de total neutralidad. Aunque Colombia en los últimos años ha liderado los esfuerzos en la región por una transición democrática en Venezuela, Hernández asegura que prefiere concentrarse en atender primero los asuntos internos de su país.

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“Que Maduro resuelva con los venezolanos y los venezolanos resuelvan qué hacen con Maduro, eso no me interesa a mí”, opinó.

Personalidad complicada

Rodolfo Hernández, el candidato a la presidencia de Colombia que considera “limosneros” a los migrantes venezolanos
Foto: Cortesía

Hernández ha sido una novedad durante la campaña debido a su personalidad. En medios de comunicación se ha caracterizado por su lenguaje soez, y por no contenerse al momento de opinar sobre sus contrincantes u otros políticos. Este carácter impredecible se convirtió en su marca, y lo ha explotado en las redes sociales para sumar adeptos. Sin embargo, sus críticas señalan que también ha demostrado públicamente su falta de conocimiento en varios temas. Por ejemplo, al confundir en televisión al científico alemán Albert Einstein con Adolf Hitler, o por sus múltiples equivocaciones en geografía.

Esta personalidad volátil no es nueva. De hecho, lo ha seguido en cada momento de su carrera, no siempre con buenos resultados. Su primera sanción como alcalde ocurrió en 2018, cuando en pleno despacho abofeteó al concejal John Jairo Claro, luego de que le cuestionara por el papel de su hijo en el escándalo de Vitalogic. No ha sido la única vez que el aspirante presidencial fue grabado peleando con otros políticos hasta llegar a los golpes, o amenzándolos. Él mismo se ha burlado de eso en sus videos de TikTok.

Por otro lado, también resulta una incógnita para varios analistas determinar su verdadera ideología política. Hernández es un férreo crítico del expresidente Álvaro Uribe Vélez y el Centro Democrática, a los que acusa de integrar esas cúpulas de corrupción que planea combatir de llegar a la presidencia. No obstante, está lejos de pertenecer al centro o la izquierda, apelando más por un estilo pragmático y populista, similar al de figuras como Donald Trump. De hecho, Hernández confiesa que es admirador del presidente de El Salvador, Nayib Bukele, a pesar de sus acusaciones de autoritarismo y violación de derechos humanos.

Esto va en sintonía con su disposición de gobernar por decreto en caso de llegar a la Casa Nariño. Asegura que la única forma efectiva de lograr cambios en el país proviene del Poder Ejecutivo, y no parece tener la intención de buscar acuerdos con el Congreso, lo que genera alertas en varios sectores ante la posibilidad de que no respete la separación de poderes. Fuera de esto, en sus propuestas se ha mostrado a favor de la legalización del aborto y del matrimonio homosexual. También de la reducción de impuestos y de revertir las reformas fiscales impulsadas por Duque.

Otro punto resaltante de Hernández es su posición a favor de los diálogos de paz con la guerrilla. Asegura que de ganar, buscará firmar un acuerdo de paz con el Ejército de Liberación Nacional (ELN). Un proceso similar al que hizo Juan Manuel Santos con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Esto tiene una connotación bastante personal para él, quien vivió en carne propia las consecuencias del conflicto armado colombiano. Su padre estuvo 135 días secuestrado por las FARC; mientras que su hija Juliana desapareció en 2004. La familia de Hernández confirmó que fue secuestrada por el ELN y en 2021 pararon la búsqueda, aceptando que posiblemente fue asesinada. 

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Chance de ganar

Rodolfo Hernández, el candidato a la presidencia de Colombia que considera “limosneros” a los migrantes venezolanos
Foto: Cortesía

En la primera vuelta, Hernández logró 5,9 millones de votos, frente a 8,5 millones de votos de Petro. Para derrotar al Pacto Histórico, el líder de la Liga de Gobernantes contra la Corrupción deberá conseguir el apoyo de los sectores que insultó antes en Internet. Sobre todo los del candidato Federico “Fico” Gutiérrez, quien llegó en tercer lugar con 5 millones de votos (23,91 %). Incluso los del centrista Sergio Fajardo, quien obtuvo 888.585 (4,20 %).

Con esa suma de los votos de Gutiérrez y Fajardo, las posibilidades de Hernández de convertirse en el próximo ocupante de la Casa de Nariño son bastante altas. Sin embargo, para ello el candidato deberá aceptar la ayuda del uribismo que tanto critica. Luego de las elecciones, Fico Gutiérrez manifestó su intención de votar por el empresario con tal de evitar la victoria de Petro. Aunque agradeció el apoyo, aclaró que no cambiará su discurso contra sus dirigentes. “Mi única alianza es con el pueblo colombiano”, dijo.

Por su parte, el comando del Centro Esperanza, que apoyaba a Fajardo, está bastante dividido. Si bien tuvieron acercamientos con el comando de Hernández durante la campaña para aumentar sus posibilidades, no hubo acuerdos y ambos candidatos acabaron distanciados. Con el panorama actual, Fajardo declaró que mantiene contacto telefónico para articular su apoyo, aunque le dio la libertad a los militantes del Centro Esperanza de votar por el candidato de su preferencia. Por ejemplo, Luis Gilberto Murillo, quien acompaña a Fajardo en la fórmula a la vicepresidencia, ya anunció su respaldo a Petro para la segunda vuelta.

Indiferentemente del resultado de la segunda vuelta, el próximo gobierno de Colombia promete romper el status quo. Algunos sectores de la población ven esto con alivio, pues el desencanto con la clase política fue precisamente el motor de estos resultados. No obstante, a grupos como el Observatorio Venezuela de la Universidad del Rosario les preocupa que esto signifique también un cambio drástico de postura ante la migración venezolana. La continuidad de medidas como el ETPV o el apoyo a los campamentos de refugiados podría estar en riesgo luego de estas elecciones.

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