• Orlando “Mangan” Martínez, conocido baterista de Viniloversus, y su papá, Iñaqui, crearon hace casi una década un proyecto de arte en el que indagan en la fuerza de los rostros con influencia del surrealismo, el cubismo y el street art, para generar piezas en las que conviven la tecnología y el trabajo a mano. Tras una primera individual en Caracas en 2013, presentarán este mes de junio su nueva propuesta en Carolina del Norte, EE UU. Foto principal: cortesía Ikorma

Ik de Iñaqui. Or de Orlando. Ma de Martínez. Es un asunto familiar. Un trabajar a cuatro manos, padre e hijo, con el resto de la familia acompañando, comprando lienzos, buscando espacios en las galerías. Ikorma es el proyecto artístico que Orlando “Mangan” Martínez, baterista de Viniloversus, y su papá, Iñaqui, llevan desde hace casi una década, aunque en realidad la pasión por la pintura y el dibujo se remonta a una época más antigua. Viene de la casa, la tradición, de los abuelos. Sí, es un asunto familiar.

 “Siempre compartíamos, hacíamos algunas obras. Llegó un día, hace 10 años, en que Orlando hizo un cuadro y me dijo: qué te parece. Lo fuimos modificando entre los dos, yo lo intervenía y después él y después yo. Inventamos la figura del pintor a cuatro manos. Y así empezamos”, recuerda Iñaqui Martínez.

Reunieron una veintena de lienzos y los exhibieron la Galería Centro de Arte Ca’d’oro, se tituló Caras y retrataba un grupo de personajes de la cultura. Recuerdan que vendieron todo. Casi todo: Orlando se quedó con su cuadro favorito, a modo de recuerdo, de colección particular.

Era noviembre del año 2013. Ahora, este viernes 3 de junio presentan su segunda exposición “individual”, el primer solo show en Estados Unidos, luego de haber participado en colectivas como la realizada en el Museo de Arte Contemporáneo del Zulia (Maczul) en 2015. Esta muestra se titula Musicons y con ella llevan su trabajo de los rostros a un nuevo nivel; estará abierta al público en la Eno Arts Mill Gallery, en Carolina del Norte. “Este tiempo representa una gran satisfacción. Me parece un sueño hecho realidad. Siempre lo quise hacer, pero no me atreví, no me lancé. Y ahorita veo que tengo la oportunidad y voy a aprovecharla, viendo que lo que hacemos está gustando y se está vendiendo”, añade. 

Orlando cuenta el resto de la historia, vía telefónica desde Carolina del Norte, donde reside desde hace casi 8 años.

Foto cortesía Ikorma

¿Cómo recuerdas esa primera exposición en Santa Fe en 2013?

—Fue increíble. Recuerdo que la convocatoria era para las 4:30 pm y a las 12:00 ya yo tenía todo listo y había abierto. Estaba tranquilo por el centro comercial, recuerdo que a la 1:30pm entró un señor ecuatoriano. Se puso a hablar conmigo sobre la exposición y me compró el primer cuadro. Ni siquiera había abierto y era como wow. Fue muy importante para todos nosotros porque es un equipo de trabajo, muy inspirado en el maestro Cruz Diez y en su legado. La obra es muy espiritual, nosotros somos muy espirituales. Y para mí fue el universo diciéndome: tienes que empezar a hacer esto. A esto le va a ir bien. 

—¿Qué tomas de Carlos Cruz Diez para tu trabajo?

—Yo amo su obra, pero no trabajo cinetismo. Una de las cosas que he tomado de él, porque uno como buen artista tiene que robar, no nada más el arte, sino uno tiene que robarlo todo, es su influencia. Hoy en día todo es el robo del robo, como yo lo veo. Y entonces él habla mucho sobre vivir en arte y cómo su núcleo familiar apoyó un montón su trabajo y entendía lo que significa vivir en arte, lo difícil que es. En mi caso, desde mi familia antes de casarme y ahora estos últimos 3 años que tengo de matrimonio, es exactamente lo mismo: nosotros vivimos en arte. Y eso ha permitido que la obra crezca más. Nuestra obra es muy cubista, moderna y surrealista, son como las tres tendencias más grandes que tiene. 

¿Seleccionaron estas corrientes artísticas o fue un camino que se trazó con el tiempo?

—Lo surrealista viene 100 % de mi papá: es un recontra fan de Salvador Dalí, pero a niveles locos. Es su artista favorito desde que tenía 5 años. Mi papá viene de estudiar arte durante 14 años, en cambio a mí me lo enseñó todo él. En la casa teníamos un estudio y desde que tengo uso de razón el pincel siempre ha estado en mi casa. Y en ese sentido mi papá se convirtió en mi maestro. Por mi lado desde muy chiquito estuve mega relacionado con el arte. Visitaba con mi abuelo el Museo de Bellas Artes frecuentemente. Mi primera obra de arte me la regaló mi abuelo a los 8 años. Aquí la tengo. Para mí Pablo Picasso y todo el movimiento cubista son referencia. Una de las cosas que me fascina es la cantidad de obra que hizo, la diversidad que había en su obra y cómo iba evolucionando dentro de su mismo cubismo, entonces eso me apasionó. Y creo que es moderno, porque cuando empecé a hacer arte me encantaba el street art. Me encantan artistas como George Condo, ahorita estoy siguiendo a Jason Boyd, que hace cosas brutales. Siempre me ha gustado también esa parte del japonés Takashi. Era como la estética que le queríamos poner. Y además que fuera visionary art y tuviera un trasfondo: las caras y el proceso de creación nuestro es pintar la energía humana. Después de Caras, que eran rostros individuales, vino la segunda parte en la que las caras comenzaron a relacionarse y dos formaban una tercera que solo existe por las otras dos. Y todo el mensaje hoy en día de la obra es todos somos uno, estamos interconectados como humanos. Y así empezó la experimentación. Me encanta también todo el asunto de los extraterrestres y digo, nada más para fastidiar a la gente, que es una raza alienígena que me contactó. Yo estoy abierto a todo y a lo mejor vienen y me contactan (risas). 

Foto cortesía Ikorma

Con esta influencia familiar en la plástica, ¿por qué arrancas tu carrera profesional desde la música?

—Yo no tenía ni idea que quería ser artista. Desde muy chiquito siempre he sido súper creativo, melómano, me encanta la música. En primer grado le pedí al Niño Jesús una batería, entonces ya por ahí había algo. Mi mamá súper melómana. Tengo miles de recuerdos de escuchar la discografía entera de Los Beatles y Elton John, sobre todo esos dos eran la biblia en mi casa. La batería nunca llegó, vivíamos en un apartamento, era difícil, yo entiendo a mi papá. Y cuando estaba en 5to año, tenía 18 años, me la compré yo. Y es muy loco, porque el cuento, y a lo mejor la gente lo sabe, es que yo nunca había tocado batería. Cuando nos encontramos Rodrigo y yo en Le Club, ahí los dos un poco pasados de trago o bien borrachos diría más bien, le digo: ‘Brother, me voy a comprar una batería. Por fin nos mudamos a una casa y voy a comprar mi batería’. Y Roro me dice: ‘¡Qué! Brother, vamos a comprarla juntos y armamos una banda’. Y yo y que bueno dale pues. Y al día siguiente fuimos y la compramos. Y así empezó Vinilo (muchas risas).

Entonces, ¿por qué la música? Fue lo primero que me vino. Yo quería estudiar animación, me encanta el 3D, y obviamente yo quería eso pero no me supieron guiar, en Venezuela no había mucho de eso cuando estaba más joven. Me fui a estudiar ingeniería, pero termino renunciando, diciéndole a mi papá: esto no me está sirviendo. Ellos igual me decían que debía hacer algo, entonces empiezo a estudiar cocina. Pero tampoco me gradúo; no tenía tiempo de hacer las pasantías porque ya estaba a tope con Vinilo. Y en ese último año de estudiar cocina, pum, nos nominaron por primera vez al Grammy y entonces todo el mundo entendió que esto era lo que iba a hacer el resto de mi vida. Y ya. 

¿Cómo se fue gestando Musicons?

—Aquí en Carolina del Norte tenemos el estudio principal de Ikorma, puedo trabajar de la mano del condado, vivo en el Orange County y fui seleccionado para tener un estudio en el complejo. Es una fábrica vieja de textiles que remodelaron y habilitaron con una galería, oficinas de arte, un salón para dar clases y 15 estudios privados para artistas. Entonces, imagínate, quedamos seleccionados con Ikorma y con lo que estoy haciendo con mi esposa Jessie que se llama Dibkorma. Cuando me mudé a Estados Unidos estaba muy metido con Vinilo, hice algunas cosas con Ikorma pero no le pude seguir el trote.

Retomé la banda justo antes de la pandemia, pero llegó el confinamiento y se volvió a caer todo. Así que el año pasado finalmente me aceptaron en este estudio estoy dedicado de lleno por primera vez en mi vida a Ikorma. Para esta exposición, he tenido la oportunidad de pintar a mis influencias musicales como Los Beatles, que es la obra principal y la trabajamos con la paleta de colores de “Yellow Submarine”. Es la que más nos enorgullece y la hicimos 100 % entre los dos. Tuve la oportunidad de traer a mi papá en abril para trabajar en la pieza conmigo y filmar un documental de la exhibición que está haciendo Adrián Salas, que ganó un Emmy el año pasado. En la muestra están también Amy Winehouse, Willie Nelson, Tina Turner, Elton John, que son cuadros en acrílico; y luego hay otras en print en las que están artistas como Freddie Mercury, Dave Grohl, Madonna, Bob Marley, David Bowie.

Para mí es muy importante Musicons porque necesitaba unir mis dos mundos y darles fuerza. Con esta exhibición, además, estaré presentándome por primera vez cantando en vivo, haciendo covers de estos músicos. En la sala habrá también una zona explicativa en la que se muestra todo el proceso: desde que comenzamos con el sketch a mano, se digitaliza, se lleva a la computadora y se trabaja en Pro Create para darle colores, luego la obra digital se proyecta en el lienzo, se traza y se termina pintando a mano. Entonces se narra ese recorrido entre lo digital y lo manual, apoyándonos en la tecnología. Yo estoy 100% metido en las tecnologías, con las crypto, el NFT.

¿Sacarás también la colección como NFT? El arte y la tecnología digital 

—Estoy full metido en NFT World y NFT Community, estoy trabajando full en lo que llamo Latinoamérica 3.0, ayudando también a otros artistas, como coleccionista y como creador; y la verdad es que es súper apasionante. Siempre he sido muy partidario de utilizar la tecnología a favor de la obra. Con el blockchain technology los artistas y creadores estamos viviendo una etapa  muy bonita, porque esto es el renacimiento digital.

Es una época en la que se les vuelve a dar el poder a los artistas para que tengan posibilidad de ser voceros de su propia obra. Sé que muchas personas no lo entienden, no lo comparten o piensan que es malo, pues los invito a que me escriban. Me encanta sentarme y darles mi punto de vista porque, como digo, todo tiene sus cosas positivas y negativas, como todo en la vida. Pero la tecnología del blockchain y las artes vinieron para contraer matrimonio y quedarse así por siempre.

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