• El politólogo Ángel Álvarez esboza que, con el resurgimiento de la izquierda, es natural que las relaciones con Nicolás Maduro cambien e incluyan el cuestionamiento de las sanciones de EE UU y Europa. Para Carlos Romero, también politólogo, el reto es que los gobiernos, autodefinidos como progresistas, no terminen siendo autoritarios

La victoria de Gustavo Petro, candidato del Pacto Histórico a la Presidencia de Colombia, en la segunda vuelta electoral del 19 de junio, es el episodio más reciente de la llegada de la izquierda al poder dentro de América Latina. 

Pero, en los últimos años, la región ha experimentado una recomposición en el mapa político que conlleva varios retos, un giro importante para el manejo de las realidades internas de cada país y para maniobrar en el ámbito de las relaciones internacionales.

A la fecha, el mapa regional presenta a Nicolás Maduro (Venezuela); Miguel Díaz Canel (Cuba); Daniel Ortega (Nicaragua); Alberto Fernández (Argentina); Luis Arce (Bolivia); Pedro Castillo (Perú); Gabriel Boric (Chile), Xiomara Castro (Honduras), y Gustavo Petro, quien asumirá el mandato el 7 de agosto, en Colombia.

Sobre esto, el politólogo Carlos Romero indica que la configuración del mapa político regional trae mucha controversia. 

Señala que se enmarca en el contexto de alta polarización que se ha vivido en Latinoamérica entre diferentes formas de gobierno, “descollando la forma de gobierno llamado a sí mismo progresismo, de lo que es considerado, por otra parte, como la vuelta hacia los gobiernos de izquierda que, de una manera u otra, no cumplieron con sus cometidos esbozados a comienzos del siglo XXI”.

Desde la perspectiva de Romero, también analista internacional, existe una gran contradicción porque, de un lado, hay un grupo que observa con beneplácito que hayan llegado al poder nuevamente coaliciones de izquierda;  y, por el otro, hay otro grupo que, en esa alta polarización, los condena y los vincula con procesos históricos tan antiguos como la revolución rusa.

Enfatiza que los ciclos políticos de América Latina siempre han sido muy visibles, en los cuales ha habido ciclos democráticos, militaristas, izquierdistas, y de gobiernos conservadores.

El politólogo añade que el reciente triunfo de Petro, en Colombia, impacta porque ese país, desde la década de los 60, no experimentaba una solución militar a sus problemas políticos o un gobierno de izquierda. De allí que estuvo mantenida por un sector de la oligarquía que dominó el poder hasta este momento.

“Por eso creo que es importante este momento, en Colombia y para toda América Latina, porque es un quiebre con el statu quo político que había sido dominante desde el año 1957”, expresa Carlos Romero.

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En su discurso, tras vencer al candidato Rodolfo Hernández en la segunda vuelta presidencial, Gustavo Petro expresó: “La paz es que alguien como yo pueda ser presidente o que alguien como Francia (Márquez) pueda ser vicepresidenta”.

El mapa político regional se configura en medio de la polarización
El presidente electo de Colombia, Gustavo Petro (i), y su fórmula vicepresidencial, Francia Márquez, fueron registrados este jueves al recibir las credenciales que los acreditan en su cargos de elección popular, en la sede de la Registraduría Nacional, en Bogotá (Colombia). Foto: EFE / Mauricio Dueñas

Por su parte, en su mensaje de la victoria, Márquez puntualizó: “Logramos un gobierno del pueblo, el gobierno de la gente de a pie, el gobierno de los nadies y de las nadies de Colombia. Vamos, hermanos y hermanas, a reconciliar esta nación, vamos por la paz sin miedo, vamos por la dignidad, por la justicia, vamos las mujeres a erradicar el patriarcado de nuestro país”.

Sin violencia

El politólogo Ángel Álvarez resalta que, en el contexto latinoamericano, hay evidencias de que es posible hacer política en polarización sin recurrir a la violencia. 

Chile (con los gobiernos del Partido Socialista), Argentina con el peronismo de izquierda, Brasil con los gobiernos del Partido de los Trabajadores (PT), Uruguay y muchos otros países han podido mantener niveles aceptables de democracia sin colapsar y pasando de la derecha a la izquierda y viceversa”, expresa.

Para Álvarez, la pregunta, tras el triunfo de Petro, es si las élites colombianas de derecha y de izquierda van a “aprender la lección” venezolana y tomar un rumbo diferente como en el caso de Chile, Uruguay, Brasil o Argentina. O si, por el contrario, se irán por la confrontación abierta como ocurrió en Venezuela desde el año 2002 a 2004.

“Colombia es un país extremadamente polarizado con una izquierda y una derecha que han recurrido a la violencia política, en todas sus formas, desde los años 40 del siglo pasado. No es fácil la tarea que tienen estas élites y la posibilidad de la violencia está abierta”, advierte el politólogo.

En ese orden, Álvarez destaca que es muy pronto para saber cómo será la política de Gustavo Petro, sus aliados y sus adversarios.

El politólogo asevera, asimismo, que al presidente electo de Colombia le conviene regularizar las relaciones con Venezuela, las cuales fueron rotas por Maduro en 2019 después de que el presidente Iván Duque reconoció a Juan Guaidó como presidente interino.

El mapa político regional se configura en medio de la polarización
Presidente interino Juan Guaidó. .Foto: Cortesía Gobierno interino de Venezuela

Añade que, en el caso de Álvaro Uribe y de Duque, les venía bien la confrontación con el régimen.

“En un contexto de resurgimiento de la izquierda latinoamericana, es natural que con reservas (como Gabriel Boric) o sin ellas, las relaciones con Maduro cambien e incluyan el cuestionamiento de las sanciones de Estados Unidos y Europa. Obviamente, el contexto regional es mucho más favorable a Maduro que en el 2019”, enfatiza.

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Para Carlos Romero, Petro guardará cautela hacia el régimen de Venezuela porque no le interesa que lo tilden de prochavista. 

Por su parte, dice, el régimen tratará de “no caer en la tentación de apadrinar” al gobierno de Petro. “Va a ser una cuerda floja, un equilibrio inestable entre el gobierno de Colombia y el de Venezuela”, añadió.

Sin embargo, el politólogo esboza que habrá avances concretos como el relativo a la reanudación de las relaciones diplomáticas, consulares y comerciales, así como un marco mucho menos violento desde el punto de vista verbal.

Colombia debe tener cuidado de establecer una relación directa, acrítica con Venezuela, pero tampoco puede caer en la tentación de ser un enemigo acérrimo de Venezuela como fue el gobierno de Iván Duque”, expresa.

Cooperación regional

El politólogo Carlos Romero expresa que el quiebre en la región se traduce en tres elementos fundamentales.

“Primero, hace muy difícil la cooperación regional por las diferentes fórmulas que se encuentran y desencuentran en los procesos de integración que viven un mal momento en América Latina”, asevera.

No pierde de vista que, en segundo lugar, Estados Unidos juega un papel fundamental. No se sabe qué conducta va a tener, por ejemplo, para el gobierno de Petro para diferenciarlo de otros gobiernos dictatoriales como el de Nicaragua.

Para Romero, en tercer lugar, el quiebre está enmarcado dentro de la llamada internacionalización de América Latina en el sentido de que tanto Estados Unidos, como otros gobiernos, o bien giran alrededor de propuestas de carácter liberal occidentales o gravitan en torno a propuestas de carácter autoritario. 

“Esto lo estamos viendo ahorita con la guerra en Ucrania donde hay gobiernos de América Latina que han apoyado a Rusia y, por supuesto, gobiernos de la región que no han apoyado a Rusia, pero sí a Estados Unidos”, explica.

El mapa político regional se configura en medio de la polarización
Casa Blanca. Foto: EFE

Añade que en esa estructura hay un tercer grupo de gobiernos que tratan de equilibrarse dentro de los dos polos en los cuales se ha convertido la política internacional de la región.

El reto es que esos gobiernos progresistas no terminen siendo gobiernos autoritarios. Es decir, que sus comportamientos se enmarquen dentro de un proceso democrático y no caigan en la tentación de irse hacia procesos antidemocráticos que es el tema fundamental que observamos ahora en algunos de estos gobiernos llamados de izquierda”, puntualiza Carlos Romero.

Gobernantes antisistema

Por su parte, el internacionalista Juan Francisco Romero asevera que la región pareciera que está condenada a vivir dentro del mito griego de Sísifo.

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“Cada vez que estamos cercanos o próximos a llegar a un sitio que pudiera significar desarrollo, la misma población se encarga de que volvamos a caer y empezar de cero. En ese constante ir y venir tenemos esta situación que evita que la región progrese, y que se pueda aprovechar el potencial que tiene”, asevera.

Contreras puntualiza que, en los últimos procesos electorales en la región, y pone como ejemplo a Perú (2021), se ha evidenciado que la población está “cansada” de gobiernos de malas políticas y de corrupción. 

De allí, explica, la tendencia a inclinarse ante los políticos más antisistema para poder castigar a la clase política. 

Pero resulta, apunta, que quien es castigada es la misma población que termina escogiendo a los dos últimos candidatos que estaban sobre la palestra. 

Señala que, en ese sentido, Perú está sumido en una gran crisis política que, finalmente, tiene incidencia en el aspecto económico, en el tema social.

“Por un lado, Keiko Fujimori, vinculada con el tema de la corrupción; y, por otro lado, una persona que no tenía experiencia política, el actual presidente Pedro Castillo, quien, prácticamente, había salido de la nada, nadie lo conocía, un profesor de una escuela del interior del país, una persona que no tiene capacidad para dirigir un país y que no entiende la mayoría de las cosas”, señala.

El internacionalista refiere, además, el caso de Chile, donde la población eligió el año pasado a Gabriel Boric por “castigar” a la clase política y votó por dos candidatos extremistas hasta escoger a su mandatario. 

“Boric tampoco está preparado para asumir el mando de un país, que tampoco tiene una visión de Estado, que no entiende la política, simplemente era una persona que protagonizaba manifestaciones. Hay una situación complicada y este señor, en los últimos meses, ha caído 30 puntos en las encuestas”, indica Juan Francisco Contreras.

El mapa político regional se configura en medio de la polarización
Fotografía de archivo fechada el 21 de enero de 2022, que muestra al presidente de Chile, Gabriel Boric. Foto: EFE/ Alberto Valdés

Destaca que, en Chile, se avizora un proceso de crisis política, sobre todo, cuando a partir del proceso de la Constituyente. 

Sobre Colombia, cree que el vecino país podría vivir un clima de ingobernabilidad a mediano plazo.

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En ese mapa, Juan Francisco Contreras señala que, en octubre de este año, a Brasil le corresponderá elegir entre candidatos que representan tendencias muy disimiles, entre los cuales está el expresidente Luis Inácio Lula da Silva (Partido de los Trabajadores), quien ostenta la primera opción para ganar los comicios.

“Queremos volver para que nadie nunca más ose desafiar nuestra democracia y para que el fascismo vuelva a las cañerías de la historia de las que nunca debería haber salido”, dijo Lula, en mayo de este año, tras anunciar su candidatura.

En 2021, Lula recuperó sus derechos políticos luego de que el Supremo Tribunal Federal (STF) anuló sus condenas por corrupción en la causa Lava Jato, por considerar que no fue juzgado con imparcialidad por el exjuez Sergio Moro.

El mapa político regional se configura en medio de la polarización
Lula da Silva. Foto: EFE

Para el internacionalista Juan Francisco Contreras, América Latina va en retroceso: “pasa el tren y no se detiene, las expectativas son lamentables”.

A su juicio, el mapa político regional presagia mayor crisis política, mayor crisis social, mayor crisis económica, y mayores niveles de corrupción.

Añade que, en consecuencia, se profundizará la brecha social. “Una pequeña élite groseramente rica y las grandes mayorías sumidas en la miseria”.

El politólogo Carlos Romero cree injusto afirmar que todos y cada uno de los gobiernos progresistas de la región son iguales.

“No se pueden comparar, por ejemplo, los excelentes gobiernos que tuvo el Frente Amplio en Uruguay con la barbaridad que se observa en Nicaragua ni uno puede comparar el proceso antidemocrático venezolano con la situación que vive el joven presidente de Chile. Meterlos a todos en un saco, me parece un error metodológico muy importante”, advierte.

Para Romero, existe una consistencia muy grande de diferentes gobiernos conservadores, radicales, de izquierdas, populistas, democráticos, en América Latina. 

“Tenemos los gobiernos conservadores en el caso de Ecuador o en el caso de Uruguay, el caso de un gobierno populista reformista como es el de México, un gobierno que no se sabe muy bien que orientación tiene como es el caso del Perú, y un gobierno chavista en Venezuela”, indica.

Advierte que hay condiciones generales, pero sobre todo particulares dentro de los gobernantes de la región. 

“En las condiciones generales hay un retroceso a la democracia, tal como se entiende como democracia liberal, separación de poder y respeto a los derechos humanos”, concluye.

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